Capitulo 3 Iniciar De Nuevo

Angelina tomó un cofre de telas y se las entrego junto con algunos hilos, cintas, encajes, sabía que Dolores amaba la costura.

-Dolores en tus manos serán útiles- quédate con la máquina de coser de mamá- estaría feliz que este en tus manos-.

-Oh, Angelina no puedo quedarme con estas cosas- son tuyas-.

-Sabes que no suelo coser mi querida nana- solo hago desastres- así que en tus manos serán bellezas; -Quizás me hagas algún vestido hermoso

-Estoy segura -te haré un hermoso vestido, ya llegará el momento preciso de darle uso- tengo la seguridad que así será, -las lágrimas bajaron por sus mejillas, su niña linda estaba sola, pero ella seguiría allí junto a ella, hasta donde la vida le diera oportunidad.

Bajaron las cosas y las ubicaron en el salón que había al costado de la cocina, era un saloncito de costuras, allí colocó la máquina en la repisa, organizando cada cosa en su lugar el taller cobró vida, ahora se veía hermoso con los grandes ventanales que daban al jardín, la corriente de aire era magnifica.

Angelina avanzó por la amplia casa que constaba de dos habitaciones en la planta baja, la sala de recibo al lado izquierdo, un estudio pequeño que tenía dos grandes ventanas. Seguido por el comedor, la amplia cocina tipo vintage era hermosa y acogedora, tenía salida al patio de casa, los ventanales eran maravillosos detrás de la cocina, por un amplio pasillo había una habitación de huéspedes. La habitación de Dolores tenía su propio baño junto a el nuevo cuarto de costura, conformaban el primer piso.

El frente de la casa era en piedra de un tono natural. Las tejas de la casa hacían juego con todo el frente, era una casa antigua a la cual las reformas le habían sentado espléndidamente, pero conservando su estructura original, tenían unas sillas de recibo en la entrada de casa, había dos faros a los costados, el amplio jardín de entrada era hermoso. Por el costado de la casa se tenía acceso a la cocina, una pequeña puerta que casi pasaba desapercibida por los helechos que su madre muy estratégicamente había colocado allí, ni siquiera se notaba. Las escaleras hacia un lado del comedor conducían a la segunda planta que contaba con dos habitaciones más, una sala de baño, un salón de pinturas donde Angelina tenía su pequeño estudio, su piano, obsequio especial de los abuelos, con una salita de libros dos sillones una gran lámpara de piso, mesa de centro, una ventana a piso amplia le daba un  ambiente totalmente iluminado todo el día, una amplia terraza donde las plantas, helechos, y materas con miles de flores formaban un jardín hermoso, una mesa con dos sillas para de tanto en tanto tomar el desayuno, un amplio balcón donde se divisaban las casas vecinas. El patio de la casa desde donde se divisaba la gran huerta protegida por una cerca amplia que llevaba hacia los costados el cerramiento de la propiedad, se veían los frutales, amplia variedad de frutos que se daban, al fondo el establo donde tenía dos caballos que habían llegado pequeños a casa, ahora eran dos ejemplares magníficos y sus preferidos

Si bien era cierto que parecía no faltarle nada y tener en demasía, habían hecho un préstamo sobre la propiedad para las remodelaciones y mejoras, se habían hecho refacciones necesarias, tanto en la casa como en la granja, con lo que había quedado se había terminado de pagar el local del centro, donde funcionaba su negocio, habría que trabajar arduamente para mantener la granja, saldar la deuda liberando así sus tierras.

El negocio estaba situado frente al parque principal, que con sus luminarias y bancos se veía de noche como un cuento de hadas. Su casa estaba a una media hora a pie del centro de la ciudad.  La vista era maravillosa, era una ciudad que había crecido en los últimos años, había casas estilo colonial en ladrillo, rusticas, con amplios balcones, ventanas que daban a las hermosas calles que invitaban a paseos por las noches.

En la parte izquierda estaba el garaje cubierto con un techo en madera que su padre había hecho por un antojo que se le había dado, tenía lugar para dos coches amplios, allí guardado estaba el auto de su madre, su amigo inseparable, un Plymouth azul oscuro regalo del abuelo para ella cuando se había recibido.  Se convirtió entonces en el inseparable, ahora estaba allí y seguiría en casa.

Angelina había ahorrado durante un largo tiempo y tenía un Volkswagen que era su compañero de caminos. Idas y venidas, todas ellas con el mismo auto.

Tenía una deuda con el banco que había contraído para hacerle unos arreglos, ella tendría que tomar las riendas colocándose al frente de todo, en su tienda se vendían tortas, tartaletas, galletas, dulces, conservas, todo lo que se llamara delicia lo encontrabas en la tienda de las Jones.  Angelina se había perfeccionado en el arte de la repostería. Había estado en Italia un tiempo estudiando. Francia y España se habían sumado a sus viajes, por eso el nombre de su tienda, “Dolce Sabores

Ese día los trabajadores que eran unos ocho en total habían descansado, Angelina les dio las gracias, y anunció que tendrían toda una semana libre para que pudieran estar en casa con sus familias. Pero Román el administrador, se acercó a ella.

-Niña mañana venimos temprano a labores -sé que mi patrona partió, pero pues por ella hay que seguir -además que estamos en cosecha, debemos recoger la fruta, y el café-

-Gracias- aunque creo que un descanso vendría bien.

-No se afane por nosotros niña, hay mucho que hacer, ya se viene la recolecta de los cafetales, y la fruta- así que mañana será un nuevo día-

-Don Román ... Yo…

-Nada niña- mañana a trabajar todo el mundo- es lo que a mi patrona le hubiera gustado- ahora pues usted es la patrona- que descanse niña-. Puede decirme solamente Román.

-Gracias- igual descanse usted también- Román, -él le miro con su sombrero en mano -muchas gracias por todo, mi madre le apreciaba,

El capataz vivía en la granja en una cabaña que se había hecho, dos habitaciones, baño, cocina. Comedor sala, un jardín, Román tenía quince años trabajando en la granja, conocía todo sobre el funcionamiento de todo el lugar, administraba la granja estando al cuidado de todo, con mucho esfuerzo había enviado su hijo Adrián, a estudiar a la capital, decía orgulloso que su hijo era un joven muy inteligente, era como médico de los animales, pero sin título, se sentía feliz porque pronto su hijo se graduaría. Sería un médico veterinario, Ruth le había prometido que al recuperar cinco hectáreas que estaban en un pleito legal ella se las daría, para que hicieran de ellas algo productivo, su madre había dejado los documentos preparados, se las daría para que el estuviera en su propia tierra, los padres de Angelina así lo habían querido. Y ella también, eran unas personas leales, sencillas, y buenos amigos de sus padres.

Lamentablemente había fallecido su madre, pero seguía todo en pie, Adrián ahora sería el veterinario de Santa Barbara, Por eso Ruth les había dado apoyo con los estudios del muchacho, era una familia leal, trabajadora, honrada, amigos de la familia Jones.

Doña Carmena ayudaba a Dolores en los quehaceres de la casa, Adrián era un joven trigueño, ojos cafés caramelo, que al rayar del sol se veían claros, su cabello estilo de corte militar dejaba entrever su rostro tierno, era de contextura fuerte, solía hacer deporte en las tardes, el trabajo del campo le había sentado bien, gustaba de leer, siempre solía ir por la casona a que la doctora le prestase algún libro.  Era unos años mayor que Angelina, estaba por entrar a los treinta y dos años, los cuales cumpliría el próximo año, es decir, dentro de pocos meses, Carmenza solía gastarle bromas en cuanto a que ya era hora de casarse con una buena muchacha del pueblo. O de la zona alrededor.

Adrián se sonrojaba- Madrecita no tengo mucho que ofrecer a una mujer que tome por esposa-.

-Tienes algo bien bonito mijo- su corazón-

-Jajája - Madrecita a veces eso no es todo-.

-Oh, mijito por amor de Dios, claro que, si lo es, lo es todo, ya verás cuando te enamores, con tu padre fue eso, corazón-

-Pues muy hermoso madre-

Angelina suspiró, ya la noche entraba de lleno, se dirigió a encender las luces dejando iluminado el caminito que conducía al hall de la entrada principal, eran unos rosales similares a los del jardín trasero. Tomo su taza de café que aun humeaba. Dolores se había ido a descansar, bajó las escaleras con rapidez al sentir el coche que entraba por el costado, cuando abrió la puerta vio a Sheila con torta en mano, le entregó una caja color naranja hermosamente atada con unas cintas.

-Quise venir a tomar café contigo- dijo Sheila.

-Es una torta de avellanas, nueces y pasas- la miro y aspiro, disfrutando el olor que emanaba.

-Como siempre has acertado- Sheila le sonrió con cariño.

- ¿Como te has sentido querida? -Se que será algo difícil, pero pasará--Te veo serena- dijo Sheila-

-Es porque sé que mama está en el cielo, la muerte es solo un paso, a vida eterna, además ella hablaba mucho de la mansión celestial. Eso me conforta, estos días había leído la Biblia, encontré aquellas palabras alentadoras. “Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” Mi madre lo supo siempre- dijo Angelina

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