Capítulo 4

Stella:

—Hola campeón —dice mientras lo toma entre sus brazos. Jamás me imaginé al padre de Ángel así. Lleva ropa deportiva, tenis y su cabello revoloteado es tan oscuro como el de Ángel. Su tez es morena, como la canela, el mentón está tenso y bien formado. Rostro afilado y una nariz perfecta que juntos a sus profundos ojos oscuro lo hacen ver bastante atractivo, su mirada se profundiza aún más con las pobladas cejas y pestañas que la adornan. 

—Ella es Stella —dice la señora Rogers. El padre de Ángel me da un repaso con la mirada haciéndome sentir incómoda. Carraspeo y camino hacia él para después extender mi mano.

—Stella Clarke —con un brazo carga a Ángel y con su mano libre me responde el saludo. Al sentir su contacto inexplicablemente siento como la piel se me eriza, sus manos se sienten fuertes y grandes, me apresuro a liberar mi mano y doy un paso atrás.

—Papá, este es el color caiffffé —dice Ángel señalando la sudadera de su padre y no puedo evitar sonreír.

—Ah… parece que lo que le pago a la señorita Clarke ya está surtiendo efecto —mi sonrisa se borra en un instante y bajo la mirada.

—Aaron, no hagas eso —su madre hace mala cara—. Stella siéntate con nosotros… 

—Está bien señora Rogers, yo… tengo que irme… —la voz ronca del padre de Ángel me interrumpe.

—Pero si su turno no se acaba todavía señorita Stella Clarke, tengo entendido que es de 8 a 8 y en mi reloj parecen ser… las 7:40 pm, así que siéntese y dele de comer a mi hijo que para eso le pago —mis ojos se abren como platos y pestañeo varias veces, tengo que reacomodar mis gafas y asegurarme que lo que ha dicho es… lo que ha dicho. Trago saliva, y miro a la Señora Rogers quien está negando varias veces, no puedo creer que me haya hablado de esa manera.

—¿Cómo te atreves Aaron? —la Señora Rogers vuelve a la cocina, el padre coloca a Ángel en el suelo y este sale disparado como una bala hacia su lugar en la mesa.

—Ángel —digo mientras me acerco a él, se le ve distraído. Cuando sus ojos se topan con los míos me sonríe —. Vamos a lavarnos las manos, no queremos gusanitos en la comida ¿o sí?

Niega y salta de la silla. Corre al baño y yo camino tras de él, no sin antes toparme con la mirada del padre malhumorado. 

  • ●●●●●

Después de toda la tensión la cena al fin se termina. El padre malhumorado no deja de dedicarme miradas frías mientras que Ángel no para de repetir los nombres de los colores mientras yo me esfuerzo por no tomar en cuenta el hielo que transpira su padre. Tomo el plato de Ángel y justo cuando voy alejándome escucho la voz del padre.

—Stella —me giro y estira su plato —. Lléveselo.

Mis ojos se abren como platos y mi mal humor crece, ¿cómo se atreve?, soy una educadora no su sirvienta. Reacomodo mis lentes solo para tomarme un poco de tiempo y no decir algo de lo que me vaya a arrepentir. Es mi primer día. Tomo el plato sin mirarlo y lo coloco en el fregadero para volver de nuevo a la mesa.

—Yo acostaré a Ángel, puedes irte —dice, y me limito a asentir sin mirarlo, me dirijo hacia donde se encuentra la señora Rogers.

—Señora Rogers, me voy… —ella asiente

—Lo siento Stella, mi hijo tiende a tener un carácter complicado y como te digo, quiere lo mejor para su hijo. 

—Claro, señora — ¿y por eso va a tratarme como sirvienta? estoy a punto de preguntarle pero simplemente digo adiós, la voz de la señora Rogers vuelve a detenerme.

—Stella, esta es la llave de tu habitación, no pensaste que te dejaríamos irte lejos —frunzo el ceño y miro la tarjeta con el número 401

—No era necesario señora… 

—Te quiero aquí puntual —asiento con una leve sonrisa y le agradezco mientras la tomo—. Buenas noches, querida.

Cuando por fin cierro la puerta de la habitación me permito respirar y al mismo tiempo camino hacia el ascensor y lo llamo, suspiro y muevo mi cabeza de un lado a otro. La puerta se abre y estoy a punto de adentrarme cuando me topo con dos hombres quienes me miran de arriba abajo y después lanzan una mirada coqueta, desvío la mirada casi de inmediato y agradezco que salgan del ascensor para así poder adentrarme. Al final las puertas se cierran y puedo observar cómo es que se alejan hablando mientras giran de nuevo su mirada hacia mi. 

Cierro los ojos sintiendo como desciendo y la puerta se abre en el cuarto piso y tengo suerte porque la primera puerta que veo al girar, es mi habitación. Paso la tarjeta y el seguro cesa, me adentro y a pesar de que es de las habitaciones más sencillas se ve lujosa. 

Me sorprendo al ver mi equipaje en la habitación. Tomo aire y me dejo caer en la cama, son las 9:30 pm tomaré un baño y trataré de descansar. Esto apenas comienza.

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