Capítulo 1

Stella:

Los días sin trabajo han pasado sumamente lentos. Acudí a varios lugares a entregar mi currículum pero parece ser que nadie necesita a una educadora con aspiraciones. La preparación, la lealtad y la responsabilidad ya no se premian en este mundo, tan vacío. 

Es por eso que ahora voy en un avión con destino a California. ¿Qué si como he llegado aquí?, he encontrado un anuncio en internet en un sitio para educadoras especializadas en niños con déficit de atención e hiperactividad, donde buscaban a alguien de tiempo completo para dedicárselo a un niño de 5 años, la paga es excelente, así que no lo pensé demasiado pues la verdad es que no tengo nada que me ate a casa. La boda de mi madre ha pasado y comienza una nueva vida con su nuevo y flamante esposo Thomas. 

A mis 25 años no puedo vivir con ellos, eso está decidido, y de pronto llega este nuevo empleo, solicitando que viaje a California para la entrevista. Es una buena opción… mudarme a California, nuevas oportunidades, más sol, playa y otro mercado para educadoras especializadas y con aspiraciones, potencial... m****a, basta Stella.

La verdad es que espero ser aceptada con todas las ansias que me quedan ya que adquirir los boletos para este vuelo significó quedarme sin el finiquito que me han dado. Sin embargo al final esto es lo que me encanta hacer, adoro mi trabajo y lo lograré, estoy segura. 

  • ●●●●●

—Bienvenida, ¿en qué puedo ayudarle? —pregunta la mujer de recepción del lujoso hotel. Miro a mi alrededor y reacomodo mi blazer negro, me siento muy nerviosa y demasiado desencajada en este lugar, a pesar de que me he puesto mi ropa especial para entrevistas. Puedo respirar el dinero que debe de costar hospedarse aquí.

—Yo… tengo —carraspeo, necesito más confianza, enderezco mi espalda al mismo tiempo que reacomodo mis gafas de pasta negra y me decido a dejar el nerviosismo atrás—. Tengo una cita con la señora… Maya Rogers.

La mujer teclea en la computadora y asiente con una sonrisa, toma el teléfono, dice algo en voz baja y tarda un minuto para después volver su mirada hacia mí.

—La señora Rogers le pide que la esperare en el restaurante, está justo aquí a mano derecha —mi boca se abre y asiento sin decir más. Comienzo a caminar lentamente, mi mirada está clavada en el suelo que rechina de limpio, solo escucho algunas voces provenir del lugar y mis tacones golpeando.

Al llegar al lugar el camarero me invita a pasar y tomo asiento en una de las mesas cercanas a la ventana, nunca había estado en un lugar tan… costoso, por Dios. Escucho susurros provenir en diferentes dirección de la gente que comparte la comida y al mismo tiempo charla de su día.

—Señorita la carta —el amable hombre me entrega el menú sacándome de mis pensamientos al mismo tiempo que yo asiento con una débil sonrisa. Se retira y al mirar los precios mis ojos se abren como platos. Estoy a punto de reír por lo exagerados que son, cuando una voz me sorprende.

—¿Señorita Stella Clarke? —subo la mirada hasta encontrarme con una hermosa mujer de cabello rubio recogido en un chongo. Sus ojos son dos canicas verdes, cutis envidiable y ropa sencilla pero muy fina. Pestañeo varias veces hasta que obligo a mi cuerpo a ponerme de pie y salir del trance.

—Sí, soy yo, Stella Clarke, mucho gusto —extiendo la mano y nos saludamos,

—Maya Rogers, siéntese por favor —su voz es tierna y muy hogareña, me recuerda a la abuela Lulu—. ¿Ya pidió algo de tomar? 

Niego, sería incapaz de pagar estas estúpidas cantidades por un vaso de agua…

—Un café por favor y para la señorita… —me señala y me vería muy mal si rechazara la invitación. 

—Yo solo… agua, por favor —la señora Rogers me mira extrañada pero asiente.

—Y bien, Stella, me alegra mucho que hayas podido acudir a esta cita tan pronto, la verdad es que estamos desesperados por encontrar a una educadora —asiento mirándola fijamente a esos ojos tan verdes. De su regazo toma un folder amarillo y comienza a sacar papeles colocándolos sobre la mesa.

—Bueno aquí dice que tiene experiencia de 2 años con niños, eso es muy bueno, debo decir que luces muy joven querida —me sonrojo un poco y presiono mis labios dedicándole una sonrisa—. El verte aquí, frente a mí, me convences más de que eres la indicada, solo que hay algunas aspectos que tenemos que hablar. 

El mesero se acerca con las bebidas y en cuanto se va aprovecho para mojar un poco mis labios. Mis manos sudan y el blazer comienza a darme calor.

—Sé que no fui muy específica en el anuncio, pero esto se debe hacer con privacidad, de hecho, antes de hablarte sobre el trabajo necesito que firmes este contrato, no es por mí, es cuestión de los abogados y del padre de Ángel —la miro extrañada mientras tomo el papel que ha extendido frente a mí. Leo detenidamente lo que hay escrito y básicamente es un contrato de confidencialidad. Lo que se hable en esta reunión se queda entre nosotros, no puedo mencionar nada, ni con familiares, amigos, prensa… por Dios ¿en qué me he metido?

—Señora Rogers, ¿por qué es todo esto? —la mujer esboza una sonrisa y toma mi mano

—Necesito que firmes el contrato para yo poder hablarte sobre esto querida —muerdo mis labios y asiento nerviosa, garabateo mi firma y le devuelvo el papel—. Bueno, ahora que esto está firmado procederé, de verdad que esto no es cosa mía, es cosa de mi hijo Aaron. Él y su abogado han insistido, es por protección a mi nieto.

Frunzo el ceño, ahora estamos hablando de su hijo y de su nieto, de seguridad, de… 

—Mi nieto es Ángel, tiene 5 años, fue diagnosticado con hiperactividad y el primer grado de déficit de atención, no nos ha dado problemas salvo algunos arranques de… enojo, ¿me explico? —asiento, he trabajado con niños con ese tipo de problemas y esta edad es sumamente difícil de llevar—. Como debes de saber está en una etapa muy importante de su desarrollo y hemos tratado de comenzar a enseñarle a leer, pero… no ha funcionado. 

Toma un sorbo a su café y suspira. Se ve un poco cansada, hago lo mismo con mi vaso de agua y lo coloco sobre la mesa de cristal sin hacer ruido.

—La verdad es que yo ya no soy la misma, tengo 56 años y bueno… me canso —le dedico una sonrisa tratando de hacer que se sienta tranquila, pero percibo un poco de culpa en su voz.

—Convencí a mi hijo de que buscáramos una institutriz para Ángel, pero no hemos tenido mucho éxito, le seré sincera Stella, usted es la número tres y mi última opción —frunzo el ceño.

—¿Por qué no funcionaron las anteriores? —pregunto y miro como se remueve un tanto incómoda. 

—Bueno, mi hijo es difícil, uno como padre quiere lo mejor para sus hijos y… es complicado. 

—Bueno, todo irá bien conmigo señora Rogers, como leyó en mi currículum estoy especializada en niños con estas características, me encanta mi trabajo y tengo mucha paciencia, la verdad es que no veo algún impedimento para cumplir con lo que se me pide—le dedico mi sonrisa más tranquilizante y ella asiente.

—Me alegra escuchar eso Stella, solo que hay unos puntos más que debo de comentarte y… probablemente sean los impedimentos —carraspea y saca otra hoja del folder—. Déjeme hacerle unas preguntas personales, si está de acuerdo… ¿es casada?

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo