Capítulo 7

He llamado varias veces al hotel dónde he organizado la fiesta del señor Denti. Estoy a punto de salir hacia el lugar cuando mi jefe sale de su oficina. 

—¿Va a salir Jenna? —asiento rápidamente 

—Tengo que hacer unos pendientes que el señor Paulino me ha delegado —miro como frunce el ceño 

—Bien —carraspea y luego reacomoda su camisa. Desvío la mirada para no parecer una boba, pero me doy cuenta que él no se mueve—. Jenna 

—Dígame —se acerca hasta mi escritorio y apoya sus manos casi sobre mí. Desde mi perspectiva se ve mucho más intimidante. Sus ojos parecen cansados y tristes, leves arrugas se marcan en su frente y en su contorno de ojos, pero no deja de verse sumamente atractivo.

—¿Me acompañará a la comida de mañana?, para celebrar mi cumpleaños —su petición me toma por sorpresa.

—¿Yo?, pensé que invitaría a… —niega varias veces

—Quiero que usted vaya conmigo —muerdo mis labios y asiento

—Por supuesto señor —guiña un ojo y da media vuelta

—Avíseme cuando vuelva, yo también tengo pendientes para usted, no solo Paulino —carraspeo un poco y no puedo evitar sentirme incómoda… m****a, tal vez se ha molestado.

—Está bien —mi jefe se aleja a pasos largos, sus glúteos se marcan en el fino pantalón de vestir. Tomo mi bolso y salgo de la oficina antes de que vuelva. Me siento intimidada por él y a la vez… Atraída. Sí, me siento atraída por mi jefe.  

Bajo por el ascensor hasta llegar al estacionamiento. Subo a mi auto y conduzco al hotel donde se celebrará la fiesta el día de mañana y no puedo sacar de mi cabeza al señor Denti. ¿Me arriesgaré demasiado?

◂▸◂▸◂▸

El lugar está precioso, es una fiesta de gala. El espacio es enorme, hay una pista asombrosa y el escenario donde se colocará la orquesta está listo. 

Paulino ha sido muy específico con respecto a la fiesta de su mejor amigo. Quiere un repertorio completo de Sinatra, Dean Martin y Nat King Cole.

Las mesas decoradas con exquisitos manteles color dorado y blanco. En cada mesa se colocaran cajas de puros cubanos, los favoritos del señor Denti. Sigo revisando las luces, el acomodo y todo parece estar tal cual lo he pedido. 

—Han hecho un excelente trabajo —digo a la mujer encargada—. Me ha encantado.

—Me alegro mucho que haya sido tal cual lo ha pedido señora, espero a su esposo le guste —mi boca se abre y cierra en segundos. ¿Esposo? 

Estoy a punto de aclarar el mal entendido cuando la mujer se disculpa y se aleja hacia el recibidor. La miro alejarse y apenas me recupero de la sorpresa cuando mi móvil suena. Indicando que es Denti.

—Dígame señor Denti —suspiro y no escucho nada al otro lado—. ¿Señor Denti? 

—Sí, Jenna, quiero que vuelva cuanto antes por favor.

—Claro, llego en unos minutos, el tráfico está bastante terrible y… 

—Sólo venga —y termina la llamada. Doy un último vistazo al lugar y salgo del local para subir al auto y conducir de vuelta al trabajo. 

Siento mi mente a mil por hora, estoy confundida, ¿Habré hecho algo mal?, se escuchaba un tanto desesperado, hasta molesto, pude percibirlo. El camino me parece inexplicablemente muy rápido. Bajo del auto a trompicones y arreglo mi falda. Llamo varias veces al ascensor hasta que por fin llega.

Al llegar al piso me encuentro con una flor sobre mi escritorio, me apresuro a llegar y veo una pequeña nota escrita. 

“Espero verte hoy”. Imanol. 

No puedo evitar sonrojarme. Este hombre sí que es un desubicado, mira que dejar una flor aquí… Imanol es el encargado de la seguridad en este edificio. Un buen puesto. Es uno de los chicos con los que saldré esta noche. Desde que entré a trabajar aquí me ha invitado a salir y ha intentado ser algo más pero, de verdad que no he podido engañarlo. Él no es mi tipo.

—Espero que a su novio no le moleste que se quede trabajando hasta tarde hoy —su voz hace que mi espalda se enderece. Me vuelvo hacia él.

—Señor, le he dicho que yo no tengo…

—Pues alguien debió enviarla —alzo una ceja. Parece… celoso.

—No porque las envíe significa que sea mi novio —su mandíbula se tensiona y se vuelve a mirar el suelo, apenas puedo creer que haya contestado de esa manera.

—Bueno, la necesito hoy, quiero que me ayude a… organizar unas cuantas cosas aquí en la oficina —alzo una ceja, solo quiere impedir que vaya.

—No son mis horas de trabajo señor Denti —frunce el ceño y comienza a caminar en mi dirección, cuando menos pienso me tiene acorralada con su cuerpo. Sus manos descansan en la orilla de mi escritorio y se aferran de forma posesiva. Su rostro refleja más edad que la que tiene. 

—Te he pedido que te quedes… Jenna —paso mi lengua por mi labio inferior y después lo muerdo. Me avergüenza sentirme tan excitada de tenerlo cerca. 

—Bueno… me quedaré —vuelvo a morder mi labio y siento como su cuerpo se tensa.

—No juegue conmigo —sonrío 

—No lo hago, señor —siento su aliento pegar en mis labios. Ha tenido que volver su mirada hacia abajo para poder verme, llevo plataformas y aun así no soy lo suficientemente alta.

—Eres… muy bella, Jenna —mi piel se estremece y no puedo creer que esto esté sucediendo.

—Gracias señor —pega sus labios con fuerza a los míos para después apartarse de mi dejándome sin el calor que produce su cuerpo cerca de mí. Camina hacia su oficina y cierra la puerta de golpe. Obligo a mi cuerpo a recomponerse y no me reconozco, no sé en qué Jenna me he convertido. 

Suelto una carcajada y toco mi labio aún caliente por su aliento. Y tomé esta estúpida decisión, quiero arriesgarme.

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