Capítulo 7

Me he despintado y cambiado con ropa deportiva, Kelly esta desayunando en el comedor. 

—Lo siento y gracias— dice mirándome con culpa. Ruedo los ojos y busco en la estantería las medicinas, una aspirina me vendría bien

—No vuelvas a hacerlo, por favor —ella asiente—. Me refiero a que no quiero que vuelvas a dirigirle la palabra.

—Sí, mamá Mila.

—No quiero sonar como tu madre, quiero que estés bien— estiro mi cuello y me despido para iniciar mi rutina. 

Son las 10:15 de la mañana. Casi nunca troto a esta hora, hay demasiada gente en cualquier lado. 

Estiro mis piernas, cuello, espalda, brazos, mi calentamiento es rápido y comienzo a trotar. Llego al hermoso parque del centro como cada mañana y me doy cuenta que hay un tumulto de gente. Esto no podía ser peor.

Sin dejar de trotar sigo adelante, tal vez de vuelta ya se encuentre más despejado y pueda hacer mis minutos de velocidad. En mi reproductor suena “Enter Sandman”, ¿Qué es extraño que una estudiante de danza escuche metal? No me ha conocido a mí. 

Trato de tener un paso firme pero he chocado con varias personas. Mi mente ahora se siente mucho más estresada que hace un par de minutos.

Voy directo hacía la acera de enfrente y decido cambiar mi ruta un par de calles. Pronto el panorama se vuelve más despejado. Ya no hay niños corriendo ni hombres en traje y el móvil en su oreja.

Mi mente al fin comienza a quedar en blanco, siento mis músculos relajarse, enderezo mi espalda, comienzo a sentir que mis piernas se relajan, el dolor de cabeza no desaparece pero si puedo ignorarlo. 

Hasta que me doy cuenta que estoy frente a la cafetería donde me he encontrado con el atractivo jefe del departamento de bomberos. Alexander.

Justo en ese momento la canción termina y puedo escuchar una voz masculina llamándome.

—¡MILA!— pero creo que es mi imaginación, continuo corriendo hasta que alguien se me empareja y lo miro. Él.

—Mierda— digo entre dientes y aminoro la velocidad, retiro mis audífonos.

 —Deberías dejar de maldecir, tienes una hermosa boca para decir esas palabrotas —trato de recuperar mi aliento y le miro. Lleva puesto el uniforme del departamento, una camisa azul marino que hace justicia a su tonificado torso y unos pantalones holgados del mismo color con varias bolsas a los lados, sus botas limpias y una hermosa sonrisa. Sí, he dicho hermosa.

—¿Para eso me has interrumpido?— digo con voz entre cortada y él sonríe, que hermoso sonríe…

—… Y te he visto pasar— me doy cuenta que me he perdido de gran parte de la conversación así que solo hago mala cara y ruedo los ojos—. ¿Siempre tienes mal humor o soy yo?

—Probablemente seas tú— contesto y él vuelve a sonreír. Es realmente apuesto, sus ojos pueden ser tan profundos y únicos. Muerdo mis labios y miro hacia todos lados, esto es incómodo.

—Bueno, tengo que continuar— le digo antes de que mis pensamientos me traicionen.

 —¿Siempre corres por aquí?— niego

—He cambiado de ruta— noto que mis hombros se han relajado y me vuelvo a erguir, pero es tarde, ya esta sonriendo.

—Tu herida se ve mejor— no puedo mantener mis ojos en los suyos por mucho tiempo… no quiero perderme. 

—Si ya, bueno, me voy— toma de mi brazo 

—¿Estás bien?, ¿Por qué no vamos a la cafetería de abajo y hablamos?— el dolor de cabeza sigue siendo muy fuerte, disimuladamente masajeo mi sien. 

—Yo… no quiero interrumpir…— miro hacia atrás de él y todo el cuerpo de bomberos esta mirándonos—. Creo que…

Apunto y él se vuelve haciendo que todos los miembros se ocupen de nuevo con movimiento brusco.

—No me interrumpes, vamos— pienso en negarme pero ya es demasiado tarde, estoy caminando a su lado en dirección a la cafetería.

—Un cupuchino— le digo a la mujer 

—Que sean dos, por favor Emma— dice con su bonita sonrisa y la estúpida mujer se derrite al verlo.

—Claro Alex— su sonrisa de boba lo delata todo, está muerta por él. Ruedo los ojos y me voy a sentar casi de inmediato. 

—Boba— digo entre dientes y escucho como se ríe haciendo que me arrepienta al instante. 

—¿Y por qué has cambiado de ruta?—pregunta antes de sentarse justo frente a mí. Remueve su enorme cuerpo varias veces hasta por fin quedar en una cómoda posición para él. Luce muy seguro de sí.

—Bueno, tuve un percance y…— sus cejas se juntan 

—¿Fue grave?, ¿estás bien?—no quiero revelar detalles así que desvío la mirada y justo en ese momento la mujer llega a entregar nuestro pedido. Cada vez que se inclina mueve sus pestañas de Minnie Mouse.

No puedo ocultar mi desagrado ante sus acciones así que alzo una ceja y al mirarme se recompone.

—Provecho Alex… señorita. 

—Vaya…— bufo antes de tomar un sorbo al delicioso capuchino que humea frente a mí.

—¿Qué?— pregunta soplando al vaso 

—Nada— miro hacia la ventana tratando de no ser tan evidente. Seguramente no se da cuenta que todas las mujeres de esta cafetería parecen estar locas por él… ¿y quién no?

—Tu amiga Kelly, ¿está bien?, en el incendio parecía bastante alterada— asiento y al pensar en cómo lucia hace un par de horas en el hospital me estremezco.

—Si… ella está recuperándose.

—No deberías ir sola por esos lugares—no puedo evitar juntar mis cejas ante sus palabras.

—Sé cuidarme sola Alexander— alza una ceja y me mira sonriendo—. ¿Qué? 

—Has dicho mi nombre— siento como mi cara se acalora y estoy casi segura que ahora parezco un tomate.

—Si bueno ¿así te llamas que no?— asiente y me relajo, vuelvo a hacer mala cara—. ¿Cómo voy a olvidar a un acosador?

Suelta una carcajada, tenía que salvarme de alguna manera y he elegido la más estúpida probablemente.

—Solo estaba cuidándote.

—Como te dije, sé cuidarme sola— miro el reloj, casi las 12 del mediodía. 

—Tengo que irme— digo poniéndome de pie 

—¿Por qué tan rápido?— comienzo a caminar y escucho como las mujeres del la barra dicen “Adiós Alexander”. Y no puedo evitarlo, me molesta. Respiro pesadamente, es tan molesto ¿no pueden por lo menos disimular su interés?

—Mila, quisiera verte de nuevo— estoy frente a él, me siento tan pequeña a su lado, y no lo soy.

—Yo… no sé.

—Entiendo, no puedes… sales con alguien que estúpido soy, yo sólo…— sus contestaciones me hace reír. Parece desesperado.

—No salgo con nadie— está mirándome con los ojos bien abiertos y sus hombros se relajan. 

—Yo, creí que si…— su voz parece nerviosa, carraspea un poco—. ¿Podemos vernos entonces?

Siento como mi cuerpo tiembla y un nudo en mi estómago se hace presente. 

—Claro— digo tratando de parecer despreocupada. Abre y cierra los ojos entrelazando sus largas y hermosas pestañas. 

—¿Si?, ¿no estás jugando verdad?— parece un niño. No comprendo lo que está pasando pero  se contesta a sí mismo—. Digo… claro, tu dime cuando, donde…

Sus grandes y pesadas manos pasan su cabello hasta que las deja descansar en su cuello.

—¿Qué te parece el Martes? a las 3 de la tarde— él asiente rápidamente  

—¿Aquí?— digo que sí mientras me voy alejando—. Está bien, cuídate.

Siento una extraña sensación al despedirme de él. Me gustaría seguir mirándolo un poco más. 

Me coloco los auriculares y subo el volumen a la música. Estoy más ligera que cuando comencé… sonrío para mí misma, basta Mila, no debes ilusionarte, repito y me concentro en llegar a casa. 

◈◈◈◈◈◈◈◈◈◈

El resto del domingo fue bastante aburrido a comparación de mi mañana.  He hecho mi hora de yoga y comido con Kelly. Le he contado lo que paso con Alexander y se ha vuelto loca 

—Ese chico es ardiente amiga, ¿lo has visto?

—Se veía bastante lindo cuando acepte vernos de nuevo, era como un niño— hace mala cara.

—¿Me estás diciendo que solo por compasión lo has aceptado?— me encojo de hombros, ¿a quién quiero engañar?—. Ni tú te lo crees.

—Es atractivo, pero… hubieras visto a todas esas bobas sonriéndole y al borde del colapso cuando el pago por los capuchinos—Kelly me mira boca abierta 

—¿Mila Korovin, está celosa?— bufo 

—Claro que no, a lo que me refiero es que, puede tener a cuantas quiera, pero se aferra a mí. Tal vez, él ya tiene a alguien y solo juega conmigo ¿sabes a lo que me refiero?— mi amiga niega, tiene un concepto diferente al amor.  

—Si fuera así no hubiera caído desplomado cuando aceptaste verlo de nuevo— me encojo de hombros, sé que tiene razón. Pero ¿qué puedo hacer?, soy bastante fría y tormentosa para aceptarlo.

—Da igual Kelly, no le daré mucha importancia.

Y ahora Kelly se ha pasado la tarde dándome razones por las cuales Alexander puede ser el mejor hombre sobre la tierra. También se ha encargado de buscarlo en las diferentes redes sociales pero no pienso seguirlo en ninguna.

—Vamos Margarita— comienza a molestarme esa clase de acoso cibernético que ha hecho mi amiga. Aunque gracias a el, me he enterado que no está casado, ni en una relación, ni tiene hijos.

—Qué extraño, el parece mayor…— le digo mientras termino de limar mi uña.

—De hecho aquí dice que tiene 30 años— abro los ojos 

—¿QUE?, ¿TREINTA?— vaya eso no me lo esperaba, es algo mayor… pero eso solo lo hace aun más atractivo.

Son las 10 de la noche cuando Kelly sale de mi departamento. Tengo que dormir y prepararme para mañana ir al campus… que m****a.

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