Capítulo 5

Me despierto de a poco, miro el reloj son las 5 de la mañana. Tengo que ir a correr. Comienzo a estirar mi cuello y muevo de arriba a abajo las puntas de mis pies, duelen.  

Me deshago del cobertor y puedo observar los moretones que tengo en las piernas, son normales, las prácticas son más duras ahora. 

Siento pulsaciones en la cabeza, así que tomo el medicamento que me ha dado la doctora pestañas falsas y un sorbo de agua. 

Me pongo de pie y sigo estirándome, los huesos truenan y tengo dolores musculares, nada que no haya experimentado antes. Me dirijo hacia el vestidor y busco entre mi ropa deportiva un top, pantalones deportivos, sudadera gruesa y de más.

Salgo del edificio no sin antes hidratarme y comienzo trotando. Escucho de nuevo a SIA, esta vez con “Fire meet gasoline”. 

Doblo a la derecha y comienzo a correr, necesito despejarme, cansarme, la ansiedad no puede apoderarse de nuevo de mi vida… “Tú tienes el poder de tus pensamientos Mila”.

Comienzo a tener más velocidad e impulsivamente pienso en mi abuela.  “Levanta el rostro Mila, sume la pansa, tus hombros deben de estar derechos” repetía mientras corregía mi postura. “Eso es, eres perfecta querida”… pienso que solo para ella lo era. 

Mis padres son dos personas muy unidas pero desde que mi abuela se fue todo se ha vuelto más difícil con ellos. Nunca aprobaron el hecho de que me fuera de Rusia. Jamás comprendieron el daño que me hacía estar allá. No podía seguir conviviendo con esas paredes, su cuarto, su silla… todo me recuerda a ella. 

Y la ansiedad apareció. Juro que no fue porque yo quisiera simplemente una noche las palpitaciones se hicieron presentes, corrí a la recamara de mi abuela pero ella ya no estaba, el caos se desato, terminaron sedándome y ahora no puedo permitir que eso pase, no quiero vivir sedada, eso no es vivir. Por eso me fui. 

Le he dicho a papá que la escuela aquí es genial. Un campus hermoso y maestros profesionales. No he mentido pero la verdad es que esa no era mi razón principal. Quería escapar.

Me detengo a tomar un poco de aire, es necesario. Cambio la canción, algo de James Bay, “Hold back the river” es cuando me doy cuenta de que llevo media hora corriendo. Me siento bastante mal para caminar hasta la cafetería, así que voy camino a casa. Estiro mis largas piernas y comienzo de nuevo. 

Reviso mi bolsillo y efectivamente he tomado las llaves del auto, me adentro en el estacionamiento y busco mi BMW color rojo, regalo de mi padre. 

Conduzco hacia mi cafetería y me sorprende el hecho de que casi todos los lugares están vacíos. Es sábado. Me adentro en el local y hay dos personas antes de mí, pero el servicio es rápido y cuando menos pienso estoy ordenando. 

—Capuchino de vainilla sin azúcar— la mujer anota todas las indicaciones pago en efectivo y tomo asiento en una de las mesas de la ventana.

El periódico esta sobre la mesa así que lo tomo y en primera plana aparece “el debut y despedida” del centro nocturno “The Night”, es una lástima, se veía genial, apenas puedo creerlo de que anoche estaba ahí. 

—Estaba dormido cuando me llamaron Jonh— escucho como varias personas hablan sobre lo sucedido en el club. 

—No sabes lo que ha hecho Alexander— frunzo el ceño, ¿Alexander?, el bombero. 

Me sobresalta la mujer que deja el capuchino en mi mesa, el dolor en la frente comienza a molestar, le dedico una falsa sonrisa para poder concentrarme en lo que habla la gente de atrás.

—Te digo que se ha metido, él sabía que el techo iba a caerse, pero consiguió sacar a varios chicos más— ahora comprendo todo, el hombre de penetrantes ojos resulta ser el héroe de Manhattan.

—Tuvo quemaduras, pero nada como lo de antes—Tomo un sorbo a mi café y comienzo a hojear el periódico.

Le han dedicado una columna entera para venerarlo, vaya esa reportera debe estar loca por él. 

Dice que se ha unido al cuerpo de bomberos a los 16 años, madre mía, era un chico, es de familia ejemplar… bla bla, bufo y cierro el periódico de golpe, me cuesta creer que su vida sea “tan ejemplar”, nadie puede tenerla. 

Tomo otro sorbo de café tratando de calentar mis manos y relajarme, cierro los ojos. He conseguido eludir la ansiedad esta mañana y estoy sumamente feliz con ello. 

Respiro nuevamente y al tomar mi capuchino de nuevo escucho como carraspean muy cerca de mí, abro los ojos de golpe y salto del asiento 

—He tranquila— otra vez él, m****a, m****a… me pongo de pie pero él es más rápido—. ¿De nuevo quieres escapar?

—Eres tu el que se comporta como un acosador— digo carraspeando y juntando mis cejas, se ríe y… tiene una sonrisa bastante sexy 

—No te estoy acosando, haz venido a mi cafetería favorita— alzo las cejas sarcásticamente 

—Pues perdone usted— y me giro para caminar pero vuelve a interponerse en mi camino. No quiero mirarlo demasiado, es bastante atractivo. 

—¿Cómo sigue tu herida?— levanta su mano hasta la sutura y trata de acariciarla pero yo me aparto. ¿Por qué ha hecho eso?

—¿Qué te importa?

—Tendrás que mejorar tus modales. 

—¿Me dejas pasar?, estas retrasándome— levanta sus manos y se hace a un lado liberando el espacio para que pueda pasar. Su ancho cuerpo cubre gran parte del pasillo así que tengo que pegarme un poco a su cuerpo al pasar.

—Mila…— me detengo de golpe 

—¿Qué?— digo sin mirarlo y sé que se está riendo.

—Fue un gusto volverte a ver— me giro lentamente y lo miro como si le hubieran salido 6 cabezas 

—¿Ah sí?,  no puedo decir lo mismo— doy media vuelta y me voy. 

Al salir de la cafetería siento como el aire llena mis pulmones, ¿Cuándo había dejado de respirar? 

—Mila— reconozco la voz de James, el mejor amigo de Zac, mi ex novio. Como si el día no fuera lo suficientemente mal. Finjo una sonrisa al girarme hacia él. 

—James, ¿Qué tal?

—¿Qué te ha pasado?— le explico lo sucedido anoche y él abre los ojos cada vez mas—. Vaya, no lo sabía, me alegro que Kelly y tu estén bien.

Asiento mientras veo como del lugar sale el atractivo bombero acompañado de varios hombres más… mi cabeza se va. 

—¿Mila?, ¿Qué te parece?, ¿vienes? —vuelve a tierra Mila

—¿Qué?, ¿a dónde? perdón el golpe— él asiente y me vuelve a plantear la idea de ir a una fiesta en su departamento esta noche.

—Vaya, lo pensare ¿sí?, no creas que estamos muy dispuestas a salir después de… esto—digo señalando mi cabeza. 

Alexander no aparta la mirada de mi, incluso se queda fuera de la pick up mirándome. Esto me resulta un tanto incomoda.

—Claro, me encantaría que vinieras— finjo una sonrisa y me despido rápidamente de él. Subo al auto y espero que la pick up del departamento de bomberos  se vaya, pero no lo hace. Frunzo el ceño y comienzo a molestarme, muerdo mis mejillas.

—¿Qué no piensas irte? — digo entre dientes, enciendo el auto y doy reversa rápidamente, acelero antes de que él pueda arrancar. Miro el retrovisor y me alivia el ver que no me está siguiendo.

Mis hombros se relajan pero a los minutos miro hacia atrás y la pick up está ahí.

—¿PERO QUE M****A?— doy una vuelta improvisada y aun me sigue, este tipo está loco. Miro el reloj, casi las 9 de la mañana, a esta hora debo estar durmiendo no huyendo de un acosador. Me detengo en un semáforo y él se me empareja

—¡He Mila!— tengo el vidrio arriba pero puedo escuchar su ronca voz, tira una de las servilletas del café y me vuelvo hacia el molesta. Bajo el cristal. 

—¿Qué m****a quieres?— los chicos que vienen con él se ríen, idiotas.

—Solo quiero que llegues viva a casa, ¿puedes bajar un poco la velocidad? —frunzo el ceño y miro el semáforo, aún sigue en rojo.

—Creí que eras bombero no policía de tránsito— él se encoje de hombros 

—Solo veo por tu seguridad— ruedo los ojos y comienzo a subir el cristal—. ¡Mila, Mila!

Subo el volumen de mi estéreo, genial Metallica, tal vez logre relajarme un poco. Miro por última vez hacia mi costado y solamente se limita a negar con la cabeza, le dedico una seña grosera con mi dedo medio y acelero.

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