Capítulo 3

Él.

Mis colegas siguen entretenidos en la plática cuando yo solo miro la puerta para esperar a que ella llegue. Y como si la hubiera invocado la campanilla suena. Camina contorneando su atlético cuerpo hasta el mostrador.

—Ah pero mira quien ha llegado —dice John. Al instante lo fulmino con la mirada.

—Cállate —todos ríen

—¿Por qué no hablas con ella?, llevas meses solo mirándola entrar y pedir su capuchino…

—De vainilla, sin azúcar y sin poder decirle una palabra, lo entiendo John —el resto del equipo se ríe y es cuando Fabio habla.

—Te digo que este es un buen día para romper esta racha de meses, es una chica atractiva y tú… eres un galán capitán —niego y doy un sorbo de café. No puedo evitarlo y la miro de reojo, es muy bonita, es realmente hermosa y… m****a, sus movimientos son tan perfectos.

Extiende el efectivo y la encargada del mostrador lo recibe. Pudiera ponerme de pie y decirle: “Hola soy Alexander y…” niego de nuevo. Soy incapaz de dirigirle una palabra. Es demasiado hermosa. Lleva siempre el cabello recogido, ropa deportiva, sus piernas largas y perfectas y esa tan pequeña cintura…

—He jefe… —la voz de Enrique me desconcentra—. Anímate Alex.

—Pronto, lo haré —mis acompañantes niegan varias veces. Siguen hablando sobre alguna manera en la que me pueda acercar a ella, mientras yo la sigo y la miro tomar asiento. 

—Gracias —dice con un extraño acento, su voz me resulta tan familiar pues llevo meses escuchándola y mirándola cada mañana. Emma se acerca hasta nosotros y pregunta algo que no logro escuchar pues estoy concentrado mirando como la hermosa chica rubia se pone de pie ágilmente, Emma se retira.

—Jodido miedoso —bufa John y la miro salir del local—. Vale más que vayas armándote de valor, estoy comenzando a preocuparme.

—¿Y qué es lo que te preocupa? —ladea la cabeza

—Que no puedes levantarte de esa jodida silla y preguntarle su nombre, invitarla a salir, eso preocupa, ¿no chicos? —el equipo asiente.

—Muy preocupante jefe —los miro con el ceño fruncido, esto debe ser un chiste.

—Cállense, volvamos a la estación —me pongo de pie y salgo del local, como siempre después de su visita y voy directo hacia la camioneta pick up.

El camino hacia la estación fue ocupado por pláticas sobre los Yankees y su derrota, pero en mi mente solo estaba esa atractiva chica de cabello rubio. Tengo que animarme. Tan solo una vez.

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