Enamorandome de una Pelirroja
Enamorandome de una Pelirroja
Por: Lya Rogers
Matt

La primera vez que la vi de cerca, fue su risa la que me llamó la atención, me recordaba a la de mi hermana Max, alegre y contagiosa, pero Max. Igual que yo, estaba en una especie de bruma emocional llena de dolor y sufrimiento.

Su nombre es Julie Jacobs, las enfermeras la llaman JJ y la conocen desde siempre. pulmones débiles y bajas defensas, es una de las frecuentes.

Eso lo sé gracias a Lauren, la enfermera que se encarga de mí mientras estoy encarcelado en esta maldita habitación de hospital, es su enfermera también, así que cuando se dio cuenta de que la chica rubia de risa contagiosa (así la llamaba antes de saber su nombre) me llamaba la atención, la mujer empezó a hablar de ella.

Lauren me agrada, aunque claro, Jamás lo admitiré en voz alta. Tiene linda sonrisa y aunque podría pasar por una amigable chica del sur, la había visto controlar borrachos de manos largas y junkie desesperados por su dosis.

Mis únicos momentos interesantes en este maldito hospital de m****a es cuando Julie aparece, no hemos hablado, siempre que entra a mi habitación (hace de voluntaria de vez en cuando) me hago el dormido o simplemente la asusto con gruñidos, la última vez mis hermanos lo hicieron.

Es decir, cinco enanos con la misma ropa, expresión y todo exactamente igual, girando hacia ti y mirándote de esa manera curiosa que ellos tienen de mirarte cuando están pensando (a veces creo que se leen la mente o tienen juntas mentales) asustaría a cualquiera. A mi aún me da escalofrío.

Oh, claro, te estarás preguntando ¿qué hago en el hospital? Intenté suicidarme, hago énfasis en "intentar" tres veces, cortarme las venas fracasó cuando la estúpida de mi madrastra apareció más temprano de lo que debería, lo ubico divertido de todo es que estuvo a punto de abortar del susto.

Claro, la mocosa que tiene dentro no es la culpable ni merece morir, es la única razón por la que me arrepiento, de esa primera vez al menos, el dolor que tuvo que pasar Natasha luego de eso si fue divertido, aunque no pude verla demasiado en ese momento, estaba ocupado expulsando cerca de ciento ochenta píldoras.

La segunda vez fue casi lo mismo, ya que mi psicólogo insistió en que quería llamar la atención, sería difícil matarme, así que esa misma noche (huyendo la abuela Rose) me dejé colgar en el gimnasio, casi nadie bajaba allí, solo los quintillizos cuando estaban haciendo travesuras, pero los hermanos de Natasha llegaron y me atraparon justo cuando me dejaba caer con la soga atada a mi cuello. Malditos.

Así que ahora estoy en el hospital, atado a la cama y deseando aún más acabar con esta m****a. Papá había muerto, yo lo sabía, aún si todos insistían en buscarlo, aún si Natasha juraba que aún había esperanza. Fue un maldito choque de avión en el medio del océano, debía estar más que muerto.

¿Qué sentido tenía quedarme aquí si no estaba con él?

Cuando mis padres me abandonaron al nacer, él se había hecho cargo, siempre fui su consentido...hasta que llegaron los quintillizos, claro que no los considero los culpables, la bruja de su madre lo era, ella y sus jodidas sonrisas, la manera en que intentaba ganarse mi confianza me daba nauseas, yo no necesitaba una m****a de ella, Max se había dejado comprar desde el momento cero, pero claro, Max era medio tarada a veces, la pelirroja le lavó el cerebro, lo mismo que a Marcus.

No intentaré convencer a nadie de que mis razones son las correctas ni de que me dejen hacerlo o algo por el estilo. Siendo adoptado, con una madrastra que era el centro del mundo para mi padre y ahora sin padre, me sentía lo suficientemente mal para morir, tengo diecisiete años, no es como si eso de "toda una vida por delante" me llamara la atención.

Así, que sí, intenté suicidarme y lo haría otra vez si tuviera la oportunidad (en mi tercer intento, Lauren entró justo cuando terminaba el segundo corte) así que estoy vigilado 24/7 y me tenían atado a la cama.

Los quintillizos eran fáciles de soportar, a pesar de que eran cinco engendros, siempre sabías como iban a reaccionar (casi siempre era reacción en cadena) y eran fáciles contentar.

Ellos me visitan a diario, al mirar el reloj veo que faltan diez minutos para que entren en fila india por la puerta, tienen diez años, casi once, lo que me forma un nudo en la garganta cuando recuerdo que papá cumpliría seis meses de haber muerto en dos días.

Tenía que acabar con esta m****a mucho antes.

Tenía todo planeado, le había pedido a Orange (quien a pesar de llevar la voz en la manada y hacerse el desentendido, era el más tierno de todos) una bolsa de dulces y dos trozos de alambre, con la excusa de que me aburría y hacer figuras con alambre me distraería.

Ellos no saben que intento quitarme la vida, son demasiado pequeños para comprender, aún no asimilan la muerte de papá de la manera correcta, solo saben que estoy "delicado" aunque sé que en realidad significa "inestable"

En cuanto el reloj marca las dos de la tarde, las puertas de mi habitación se abren y los mocosos entran corriendo. Suelen vestirse igual solo por molestar, y la única diferencia entre ellos es el color de sus ojos, aunque han adquirido diferentes cicatrices con el paso de las travesuras.

Los cinco entran hablando a la vez, lo que es de hecho, ensordecedor.

— Mira lo que hice hoy — dice Mörk emocionado mientras se hace un lio sacando algo de su mochila

— Matt, hice lo que me dijiste! ¡Funcionó! — chilla Zhevy (el más hiperactivo) corriendo hacia la camilla

— Traje lo que me pediste, aunque Carrot se comió unos dulces— explica Orange tendiéndome una bolsa llena de chucherías.

— Tengo que mostrarte algo — insiste Mör con sus ojos azul oscuro abiertos como para dar énfasis en lo importante que era.

— Tuve un ataque de asma hoy — comenta Carrot mirándome con desgana, de los cinco, era el más enfermizo, pero el mocoso era la mente maestra (entrenada por mi) detrás de las bromas.

— Niño, no abrumen a su hermano — dice Rose, su abuela, mirándolos con desaprobación, ellos sonríen con culpabilidad antes de acomodarse a cada lado de mi cama, tres a un lado y dos en el otro.

Rose Hoffman no me desagradaba del todo, no era pelirroja y cocinaba demasiado bien como para ignorarlo, era una mujer tranquila, a menos que metieras la mano en su tazón de galletas o le faltaras el respeto a alguien.

— ¿cómo te sientes, Matty? — pregunta acercándose, mis hermanos me miran, esperando por la respuesta

— mejor — miento, los niños asienten, como si fuera totalmente razonable para ellos, pero Rose aprieta los labios.

— de...acuerdo — dice dejando un bolso con mis cosas junto a una de las sillas que hay para las visitas — los dejaré solos un rato, iré a ver a Natasha, si necesitan algo, avisen

— Si Baba — responden los chicos a la vez, y en cuanto la mujer sale de la habitación, los chicos hablan de nuevo, enseñándome sus proyectos de arte, tareas calificadas y registros de suspensión.

— ¿tu mamá está aquí? — pregunto, inquieto. No había visto a Natasha desde que me trajo al hospital la segunda vez.

— Nuestra hermanita va a nacer en cualquier momento — asegura Orange, abriendo la bolsa de chucherías y regándolos en mis piernas, sobre las sabanas.

— déjenme los rojos — pido, divertido cuando asienten, Orange toma los dulces naranjas, Zhevy los verdes, Mör los azules y Mörk los amarillos, Carrot no puede comer demasiados, así que se limita a separar los rojos para mí.

— ¿te dieron de comer esa fea sopa otra vez? — pregunta Mör, como recordando algo

— oh. Sí, es asquerosa — respondo, los alimentos del hospital eran una m****a, yo quería morir, lo admito, pero no de intoxicación por algún elemento extraño en mi comida.

— Babu te hizo esto — dice Mörk abriendo la mochila y entregándome un tóper caliente, y se me hace agua la boca de inmediato, pero sigo atado — se lo daré a Lauren

— está bien — digo mirando con tristeza como se lleva lejos mi comida, Carrot pone un dulce en mi boca y me mira intrigado mientras mastico

— ¿por qué te tienen amarrado?

— Para no lastimarme — respondo, pero cambio de tema —tuviste un ataque de Asma, cuéntame

— Hay un nuevo entrenador — se queja Mörk — y lo obligó a correr

— ¿qué hicieron ustedes?

— yo le di su inhalador — responde Zhevy, los cinco llevaban inhaladores encima, solo por si Carrot lo necesitaba — y Orange le ato los cordones juntos.

Luego de una hora, los niños se van y regreso a mirar el aburrido techo blanco del hospital. Me aburría como una ostra, incluso la clase de física era más entretenida que esta m****a.

A veces me sacaban en silla de ruedas a ver al psicólogo, quien me da largos paseos por el hospital y espera a que le diga algo al respecto, pero nunca lo hacía. Llevo casi un mes internado aquí, y he visto a la chica tres veces.

Es de hecho, el único momento en el que algo interesante sucede, su presencia es de cierta forma...refrescante. Incluso si no hablamos demasiado.

Lauren entra seguida de ella dos horas después, pienso en hacerme el dormido, pero me ha visto, me da una sonrisa tierna, es una sonrisa que le dedicas a un extraño para indicarle que tus intenciones son buenas, que eres accesible y no tramas nada malo. Pero esa sencilla sonrisa, me dejó colgado desde el primer momento.

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