Capítulo 2

Los ojos verdes de Milan se clavan en los míos para después pasar a colocar su fría mirada en Rapha.

Pensaba que llegaría más tarde o quizá mañana, pero mi mejor amigo estaba aquí, solté un enorme suspiro y me acerqué a él para saludarlo, Milan era la única parte de mi vieja vida que conservaba, el único que me mantenía a flote en los momentos más difíciles.

—Hola —lo saludo.

—Crys, ¿por qué ese chico te estaba besando? —me pregunta observando a Rapha alejarse y saludar a sus guardaespaldas.

—No tengo idea —encojo los hombros— pasemos a tomar asiento mejor.

Milan no me dijo nada, solo asintió y nos dirigimos a una de las mesas plateadas y bien limpias, que había en el lugar, al ser una cárcel para gente millonaria, la limpieza era importante, todo estaba implacable, y la comida era buena pero sinceramente moría por una hamburguesa y un refresco de cola, creo que eso era lo primero que haría cuando llegara a casa.

—Quita esa cara Milan, no fue nada, solo fue un beso —le sostengo la mirada.

—Olvidaba lo cambiada que estás —me dice con cierto rencor.

—No fue mi culpa, y lo sabes bien, pero me gusta esta versión de mí.

—Como sea, yo solo... Bueno ahora que ya no piensas volver con Bastian me preguntaba si —Milan clava la mirada en el suelo, mueve las manos nerviosamente, sabía que era lo diría, y no estaba segura de darle una respuesta ahora— nos damos una última oportunidad.

—Quieres que seamos novios de nuevo —afirmo más por mí, que por él— te recuerdo que la última vez que lo estuvimos fue un desastre.

—Lo sé, y era porque tú y Bastian estaban tan cerca, que...

—Nos besamos a veces —lo interrumpo— y he intentado tener sexo con él.

— ¿De qué hablas? —enarca una ceja.

—De que el chico al que viste darme un beso, es algo así como un experimento, cuando estamos solos nos besamos y he intentado más de mil veces acostarme con él pero no puedo, el maldito recuerdo de Bastian me persigue y no solo eso, no puedo acostarme con él y temo que no pueda hacerlo con nadie más —lo miro fijamente— el punto es, Milan, aun sabiendo todo esto, ¿estás dispuesto a estar con una persona rota como yo?

— ¿Y si Bastian te pidiera regresar? —Milan remata con otra pregunta.

—Sabes cuál es la respuesta.

—Pero si no te hubiera pasado nada...

No quería romperle el corazón a mi mejor amigo, él se merecía alguien mejor que yo.

—Regresaría con Bastian, él está igual de roto que yo, es por eso que nos llevamos tan bien, y aunque nuestros caminos se separen, al final del día nos volvemos a encontrar —respondo sabiendo que aquellas palabras le dolían, pero era mejor una verdad cruel, que una mentira endulzada.

—Estás confirmando que regresarás con Bastian —me reclama.

—No, te equivocas, te estoy confirmando que lo volveré a ver en algún momento, es inevitable, pero solo eso —le tomo la mano— no hay más, ya te perdí una vez por tener un romance, no pienso hacerlo dos veces, eres lo único que me mantiene firme.

Milan entrelazó su mano con la mía y guardó silencio unos segundos, estaba segura de que estaba pensando en los pros y contras de cada situación, pero algo si era seguro, no estaba preparada para tener ninguna relación, ni con mi mejor amigo, o con Chuck y mucho menos con Bastian.

—Pero bueno, cambiando de tema, ¿eso es lo único por lo que viniste a verme? —frunzo el ceño.

El rostro de Milan cambia radicalmente, ahora se muestra más calmado, y se asoma una enorme sonrisa en sus labios.

—Te tengo buenas noticias Crys —dice sin poder contener la emoción, y algo en el interior me decía que mi cárcel estaba a punto de quedar en mi pasado.

— ¿De qué trata? —respiro profundamente.

—Mañana sales, por fin dejarás atrás todo esto y volverás a tu vida normal Crys —suelta Milan poniéndose de pie y abrazándome— por fin estarás a mi lado.

Guardo silencio asimilando poco a poco todo lo que ocurría, cada palabra que dijo Milan mi cerebro trataba de estudiar a detalle todo, hasta que por fin en cuestión de segundos lo comprendí, era libre.

—Eso es bueno —susurro sintiendo miedo en el interior.

— ¿Qué sucede Crys? —Milan se aparta un poco de mí, y me mira extrañado.

—No lo sé, tengo miedo.

—No debes, no estás sola, me tienes a mí, y a Saskia, Tony, Caleb, a todos, las cosas volverán a ser como antes —comienza a decir pero me aparto de él bruscamente.

—Las cosas nunca volverán a ser como antes Milan —le doy un beso en la mejilla y lo abrazo con fuerza— lo siento, pero creo que debes irte, es momento.

—Pero…

— ¿Es todo lo que me ibas a decir?

—Sí, eso creo...

—Bien, vete, este no es lugar para mi mejor amigo, nos veremos mañana —lo miro con ternura y le guiño un ojo— mañana me tienes que llevar a comer una hamburguesa.

—Uff claro, no te imaginas cuanto he esperado ese momento —dice Milan en tono burlón.

Milan me ve con esa mirada que reflejaba ternura, calidez y amor, una última vez antes de darse la media vuelta y marcharse. Odiaba no poder corresponder a su amor, pero no podía, ¿qué le iba a ofrecer? Nada, no podía amar a otra persona que no fuera Bastian.

Regreso a mi celda, y para mi sorpresa estaba Damaris recostada en mi cama, al verme sonríe y se incorpora.

—Por lo que escuché mañana sales de esta porquería.

—Así es —le confirmo tomando asiento— pero los abogados de mi mamá están también viendo lo tuyo, pronto, en estos días tendremos noticias para liberarte.

—Eso te lo agradecería infinitamente, ya que mi madre está perdida desde que se enamoró de ese estúpido funcionario francés —Damaris resopla.

—Pues presiento que cuando salgas se llevará una enorme sorpresa.

—Si es así ojala se muera de la impresión.

—Qué mala eres —ruedo los ojos.

—Y tú eres peor.

Ambas soltamos una pequeña carcajada cuando de pronto una de las guardias de seguridad entra a mi celda.

—Bellowk, tienes otra visita —me dice con voz arisca.

— ¿Quién es? —pregunto por precaución, no quería tener que ver a Bastian o a alguno de mis amigos.

—No tengo idea, solo sé que es un chico bien parecido —responde de mala gana la guardia.

—No quiero ver a nadie —me niego.

—Pues no te estoy pidiendo permiso, es una orden, al menos que quieras pasar una semana encerrada en la torre de Rapunzel.

La torre de Rapunzel, como le llamaban, era una pequeña torre que estaba situada a las afueras del lugar, en donde te amarraban a un poste de cemento y te dejaban sin comida por tres días, solo tomabas agua, para mi desgracia, yo tenía el infortunio de conocerla, ya que recién cuando llegué, y después de lo sucedido en las regaderas con las hermanas catrinas, otra chica me tocó los senos y yo le di un puñetazo en el rostro, eso me ocasionó problemas y fui encerrada ahí por mala conducta. Tres días de pie, sin comida, y a oscuras, me hicieron más fuerte, y logré aprender más de esta vida.

—Vale, vale, no te enfades, mi amiga Talle va enseguida —afirma Damaris, últimamente me decía Talle, otras Crys, ya no se sabía con ella.

Le aviento una mirada de desaprobación y suspiro, no tenía caso pelear con esas dos.

—Andando Bellowk.

Pongo los ojos en blanco y la sigo hasta la sala de visitas, en donde me alivia al ver que se trata de Martín Ferrer, mi aliado y aunque me sorprenda decirlo, nuevo amigo.

—Aún no me acostumbro a verte con tantos cambios Crystalle —me dice con su típico tono seductor, mismo por el que todas se mueren, menos yo.

— ¿Qué nuevas me tienes? —cambio la conversación, con Martín era mejor hacerlo.

Él me ve fijamente a los ojos, mientras su hermano Mathew se acerca a nosotros.

— ¿Y bien? —Me cruzo de brazos— ¿está todo listo?

Martín sonríe de oreja a oreja.

—Bienvenida a Bell Wrooks.

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