Capítulo 5

Siendo domingo decidí quedar con mis amigas, aunque nos veíamos a diario en el colegio, aún así necesitábamos un día para nosotras y hace tiempo que no nos juntabamos de esta forma. Decidí invitarlas a mi casa a pasar el día, como normalmente habíamos hecho tantas veces anteriormente. 

A las doce del mediodía, llegaron temprano, lo sé, al menos para mí eso era temprano, porque es domingo. Tuve que agarrar una fuerza celestial que no sé de donde vino, para poder levantarme temprano y limpiar el departamento. 

Las chicas me recibieron con felicidad y unas ganas de vivir, que no sé de dónde sacaban. 

Luego de saludarnos con la misma emoción, entraron a mi departamento. No era justamente una persona sociable, muchas veces prefería quedarme encerrada en mi habitación, hundiendo mi cama, con un libro o maratón de series de por medio. Disfrutaba de aquella extraña soledad pero tenía momentos en donde ya no me soportaba, ya no aguantaba a la voz de mi cabeza y necesitaba de ellas. 

Una de ellas tenía una bolsa que llamó mi atención, pareciendo un animal que cuando visualiza comida se pone loco. Por supuesto que habían traído comida chatarra y dulces, de aquellos que luego provocan una patada en el estómago pero yo los disfruto como si estuviera comiendo frutas y verduras.

—Tenemos plata y podemos ir al shopping  —habló Diana, con cierta emoción que no ocultaba. 

Diana es obsesiva con la ropa y la moda. Cuando tiene dinero, no le dura ni un suspiro, si fuera por ella ni comería para poder gastar la ropa en accesorios y ropa. Siempre me pareció gracioso que tenga ese aire de elegancia y delicadeza, porque es difícil serlo en un país donde hay una inflación económica y el precio de la ropa está por las nubes. 

Está bien, parezco una vieja quejándome pero es que me he tenido que acostumbrar a repetir outfit, a que mi armario ya se haya visto por completo en más de una ocasión. Cuando tengo suficiente dinero, voy hasta las ferias o hasta lugares en donde sé que tendrán rebaja. 

La suerte de Cindy -palabras suyas no mías- es tener un padre ausente, que solamente le pasa dinero. Para ella aquello es suficiente, ya que mantiene el ideal de que tener plata es mucho más valioso que el amor. 

No pienso discutir eso, hay veces que no me importaría ser igual de miserable que ahora pero estar llorando en un yate o frente a la torre eiffel. 

—Claro, luego podremos ir. Vamos a gastar saliva y luego vamos —sugerí intentando evadir el shopping.

—Bueno, cuéntame de tu día — habló Susy, sentándose en la cama al igual que las otras dos.

—Fue horrible, de lo más horrible que se puedan imaginar —hable sentándome en la cama al igual que ellas. La verdad es que me encantaba agregar dramatismo a situaciones que no habían sido tan desgraciadas. 

—¿Qué pasó? —preguntaron las tres al mismo tiempo. 

—Bueno, conocí al prometido de mi mamá. Me pareció bueno, no sentí nada raro con él pero... ¿Pueden creer que salían hace más de un año y nunca me di cuenta?. Mi madre no quiso decirme nada por motivos entendibles, pero yo he estado lo suficientemente ausente como para no notar los nuevos cambios de su vida. 

>Luego al salir me choque con un chico que me empujó y ni siquiera me pidió perdón, se le ocurrió  a mi cerebro darme una plena crisis existencial que me termine descargando con él. Cabe resaltar que el chico era muy hermoso. Después al salir se me hizo demasiado tarde y como ustedes saben las luces delanteras del auto no me andan, así que me paró un policía y me hizo una multa. <

Hablé bastante acelerada, si no fuera por mi mamá, que menciona cada defecto de mi no me hubiera dado cuenta lo rápido que suelo hablar tantas veces. Incluso ni me doy cuenta de aquello, no suelo dar vueltas a la hora de hablar, no me permito ni sentir la coma o los puntos apartes, hablo como si el oxígeno se saldará cuentas. Pones un audio mío en W******p en x2 o X1,5 y parezco la hija de Eminen.

Lo malo de hablar rápido, es que al resumir mi vida en tan solo unos minutos, luego ya no tengo más tema de conversación. 

—¡Wow! —Cindy comenzó a reírse  —Si que tuviste un buen día —hablo con cierto sarcasmo notorio.

—¿Entonces él chico era hermoso? —el comentario de Susy, causó risas. 

—¿De todo lo que dije solo prestas atención en eso?— fue inevitable no reírse también. 

—Bueno... estamos algo acostumbradas a tu mala suerte amiga, que hayas visto a alguien bonito podría considerarse lo único bueno en tu día. No me malinterpretes, yo también tengo tanta mala suerte o soy peor tú, pero supongo que por eso somos amigas— respondió Susy.

—Un imán de desgracias nos atrajo —le guiñó un ojo a Susy, mientras le daba la razón con mi chupetín.

Tiene toda la razón, en aquel grupo no hay ninguna que no se salve de las patadas de la vida. Todas tenemos un drama en nuestra familia, y fuera de nuestra familia también hay otras cosas. Aprendimos a ser un hogar entre nosotras, pudiendo contarnos todo lo que nos enoja o entristece, escuchamos, intentamos darnos consejos para no terminar en las vías del tren. 

Lo cual es bueno, porque si no fuera por ellas estaría reprimiendo la mitad de mis emociones, pero estando con ellas siento que puedo ser libre, contar lo que necesite, porque no me juzgan.

Cada una relató un poco de sus días, extrañamente a todas les fue bastante bien comparación de mí día. No tardamos en continuar hablando de otras tonterías, para reírnos de cualquier chisme que hayamos escuchado o situación cómica que hayamos vivido.

***

Fuimos al shopping y compramos algunas cosas, la mayoría salió con una o dos bolsitas excepto Diana que se compró la vida. Luego fuimos para mí casa y pasamos toda la noche hablando, mirando películas, series y comiendo como unas gordas.

Preferíamos un plan tan simple, nos daba pereza hasta tener que arreglarnos e ir a alguna fiesta. No éramos buenas en las fiestas tampoco, generalmente todas bebían de más y yo tenía que ser la pendeja que aguanta más sobria que ellas para luego cuidarlas. Cabe resaltar que no me gustan los lugares con demasiadas personas, me genera la sensación de que me están robando oxigeno. 

Sí, quizás tenga un problema serio con la humanidad en sí. 

Únicamente estando así con ellas, hacía y me comportaba de la manera en la que en una fiesta no podría hacerlo por ser lo suficientemente cohibida. Tampoco me hacía falta tanto alcohol para llegar a un punto de idiotez, me sale natural, como si mis neuronas vivieran ebrias. Un poco de azúcar de más y era como activar un interruptor de idiotez máxima en mi.

Me gusta la noche de karaoke que compartimos, especialmente cuando cantamos canciones tristes para gritar a todo pulmón. Cantar desde Chayanne hasta Luis Fonsi. 

Luego le sigue Olivia Rodrigo, que lo doy todo en sus canciones y las sufro como si tuviera algún ex o alguien que haya roto mi corazón de tal manera.

Es que las canciones de Olivia tienen esa magia, transmiten todo lo que la letra está contando. Puedo cerrar mis ojos y cantarlas, mientras dentro de mi mente estoy viviendo otra vida, donde el escenario dramático está para el mismísimo Broadway, pero llorarle al chico que todavía no conocí es una de mis cosas favoritas de la vida.

Me encanta bailar de manera torpe con ellas, intentar seguir los bailes de TikTok, los cuales siempre se enojan conmigo porque una escoba tendría más capacidad para seguirlos que yo. No pueden culparme, mis neuronas son lentas hasta para bailar.

Así que sin más que decir este fue nuestro día.

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