CAP 6: Perder

(...)Las mentiras se hace duro decirlas, consuelan mientras duran y duelen cuando se descubren(...)

Incluso cuando perder no es una opción, sino un hecho. Cuando no existe un buen resultado a una situación, siguen habiendo opciones, mejores y peores maneras de que las cosas salgan mal. Pero a fin de cuentas es perder, y q tan malo sea se mide en la cantidad de dolor que nos causa, a nosotros y a las demás personas involucradas. 

-No puedes irte rumbo a Italia con nosotros- dijo Ángel. 

-Creo que estás malinterpretando la situación Ángel, no te estaba pidiendo permiso, lo voy a hacer porque es lo que siento correcto, y en este momento lo que digas me va a dar tan igual como la opinión de un desconocido, así que ahórrate las palabras. 

 

-Yo no soy cualquier desconocido, y no creo que eso haya cambiado en un par de horas, como mismo no cambia en un par de horas quien eres tú para mí. 

-Tienes razón, lo que siento por ti no va a cambiar en un par de horas, eres el hombre del que me enamoré y con el que me casé. Pero lo que tiene amar a una persona con intensidad es que cuando el amor se rompe, los sentimientos que toman su lugar se manifiestan con la misma intensidad que se amaba. Ahora mismo para mi te quiero y te encuentro repulsivo al mismo nivel

-Por favor- dijo tomándola del brazo -no hagas esto, no sabes donde te metes. 

-Suéltame y deja el melodrama que no se te da, ahora mismo él único lugar donde te conozco es la cama y porque no creo que te hayas tenido que inventar una vida mientras teníamos sexo- se liberó del agarre y se dirigió a la salida. 

-¡Eso está completamente fuera de lugar Luna!- dijo Ángel deteniéndola antes que saliera del lugar -No le veo sentido a decir algo así en este momento. 

-Yo no le veo sentido a que me mintieras y mírame aquí pagando el precio, ahora mismo quiero gritar, tal vez llorar, o incluso golpearte en la cara, seguramente lo haga, pero ahora tenemos un vuelo que tomar, puedes correr a lo cobarde, o ser un poco hombre y afrontar lo que dejaste atrás, al menos yo tengo claro lo que voy hacer. 

Ángel quedó con la mente en blanco, de pie en el medio del estudio, sin saber como procesar lo que había acabado de pasar. Tratando de entender como se pierde una vida entera en una conversación. Tardó un par de minutos en salir, Oscar lo esperaba fuera del lugar, ya Marina y Luna se habían ido en el otro auto. 

-Por tu cara las cosas no parece que fueran muy bien que digamos. 

Sin siquiera responder a Oscar, Ángel se subió en el asiento de pasajero del auto y esperó a que Oscar arrancara. Pasó una buena parte del camino hacia el aeródromo antes de que Oscar le hablara porque el silencio era insoportable. 

-No te voy a pedir que me cuentes lo que pasó allí dentro, es tu matrimonio y tú sabrás cómo arreglarlo, pero tienes que decirme lo que vamos a hacer ahora porque cuando tomemos ese avión la cosa va a empezar a complicarse mucho y muy rápido. 

-Si supiera ya te lo habría dicho, pero la verdad no tengo la más mínima idea, estamos dejando la única parte buena de nuestras vidas en el retrovisor y sin saber lo que va a pasar cuando lleguemos a Italia. 

-Estos nombres, esta vida, todo esto es solo fantasía- Decía Oscar - estas vidas es lo que pudo haber sido si fuésemos personas normales, pero para bien o para mal, no es así. 

-Al menos yo tengo planes de conservar el nombre.

-Te lo vas a quedar porque por mucho que te digas a ti mismo que la superaste hace años, ella sigue metida en tu cabeza, y ahora estás viendo como la historia se repite con una mujer que de verdad te quiere, pero al menos en esta versión no hay ningún muerto, al menos no de momento.

-Di lo que quieras, yo prefiero ser Ángel que Alessandro. 

-Lo que prefieras importa bastante poco ahora mismo.  Dices que no sabes lo que nos espera al aterrizar, por las dudas hay un par de pistolas nueve milímetros en la maleta. 

-¿Empacaste las cámaras? 

-Si, junto con los discos duros y todo lo importante que dejamos en el estudio. Pero ahora mismo creo que deberías no pensar en la cámaras y empezar a recordar la forma de recargar un arma que es la que nos puede sacar de un aprieto. 

-Es cierto, pero si me das a elegir siempre preferiré la fotografía a la bala- dijo Ángel sonriendo

-Bueno, señor pacifista, tenemos un buen camino por delante, así que dime eso a qué se debe. Yo sinceramente prefería el arma en caso de que mi vida dependa de ello. 

-Tienes razón hasta cierto punto, cualquiera podría querer un arma en caso de que su vida dependa de ello, después de todo, una cámara fotográfica es todo lo opuesto. Tomando una foto es posible capturar un momento de la vida, disparando una bala lo posible es acabar con la vida en un momento. Uno es un instrumento para perpetuar y hacer algo eterno, el otro para destruir en un instante. Si se trata de hacer daño , la mayoría elegiría el arma, sin pensarlo mucho, y está bien si el daño que queremos causar es temporal. Sin embargo la bala puede no ser letal, o incluso si lo es, la muerte suele ser menos castigo del que merecen algunos, pero una foto, tomada en el momento indicado, puede condenar personas, tenerlas a tus pies por el resto de su vida, destruir uniones y formarlas, lograr que si se quiere hacer daño con ella, este sea permanente y sin tener que ponerle un dedo encima nadie, y en el momento que la foto correcta sea expuesta, más de uno recurriría por si mismo a una bala para terminar el sufrimiento. 

-Bonita manera de pensar, me recordó a tu padre- dijo Oscar. 

-Creo que de las pocas cosas útiles que me enseñó fue a manejar ambas cosas, el arma y la cámara, ahora concéntrate en manejar que lo último que faltaría a esta semana es un accidente de tránsito.

El trayecto de ambos continuó sin problema. La charla había hecho que Ángel se relajara un poco y dejara de pensar en Luna para hacerlo en su familia y en que nunca se iba a acostumbrar a llamar Adriano a Oscar otra vez. 

Mientras tanto en el otro auto, donde iban Marina y Luna también se daba una conversación interesante.  

-¿No te parece que quizás fuiste muy dura con él?- preguntó Marina que iba al volante.

-Para nada, se lo merecía, no sé como creías que iba a reaccionar después de que me enseñaras toda su historia. 

-Te digo lo mismo que a él, no esperé que se quedara a ver lo que pasaba, siempre se le dio mejor huir que afrontar los problemas, ha cambiado, quiero pensar que por ti. 

-Cambiemos de tema. ¿Para qué tengo que estar preparada cuando aterricemos en Italia?

-¿No leíste el archivo sobre su familia?

-No me pareció que mi cerebro pudiera soportar más de lo que ya había leído. 

-Esto va a ser entretenido-dijo riendo Marina. 

-¿Entonces me vas a contar o no?- dijo Luna un tanto confundida. 

-Te voy a contar, pero tampoco quiero echarte a perder la sorpresa. La familia de Alessandro y Adriano tiene poder en Sicilia, es de las familias que lleva siglos en el lugar. Son dueños de varias empresas en todo el país y como principal tienen una casa de moda en Milán para la que voy a empezar a trabajar. Mucho dinero, muchos lujos pero aún así todos los quieren y dan empleo a gran parte de la clase baja de la isla, eso hace que tengan como escudo a la gran mayoría de las personas del lugar, así se garantizan estar en buenas con todos y una lealtad inquebrantable. Pero como ya te habrás dado cuenta, siempre hay otro lado de la moneda y algo escondido tras las cortinas. 

-¿Y qué es lo que esconden?- preguntó Luna intrigada. 

-Supongo que eso te toca descubrirlo a ti, por mi parte, he dicho más que suficiente el día de hoy. Por ahora concéntrate en averiguar como decirle que él único con secretos en vuestra relación no era él. ¿Hasta cuándo con este teatro?

-Aun no es el momento- contestó Luna -por ahora es mejor que las cosas se mantengan por el rumbo que van.  

-Solo empieza a parecer que este pequeño juego cada vez se tuerce un poco más. Cuando se sepa la primera traición todos querrán proteger lo suyo, porque todos tenemos algo que perder y alguien que puede quitárnoslo en un segundo, él te va a proteger a ti sin saber que de ti recibió la primera herida, pobre iluso, solo espero que Italia sea un bonito lugar para que todo termine. 

-¡Puedes callarte ya!- gritó Luna. 

-Sin problema Luna, solo digo lo evidente- volvió a decir riendo Marina y luego se hizo silencio en el auto.  

Ambos autos llegaron al aeródromo privado con unos diez minutos de diferencia. Marina tenía listo un jet privado y la tripulación lista para partir. Apenas si hubo palabras durante el vuelo. La tensión era palpable sin mucho esfuerzo, ninguno tenía algo que decir que pudiera mejorar la situación, todo lo contrario, un intento fallido de llenar el vacío del silencio con palabras sin sentido de seguro hubiera empeorado las cosas. 

Marina parecía la única medianamente cómoda. Bebiendo champagne y dedicándose a mirar a los demás con una sonrisa ocasional. La risa de quien sabe todo, o casi todo sobre los que estaban allí, y que imaginaba que en el momento que las verdades comenzaran a salir a la luz, sería con certeza casi absoluta imposible que se volviera a dar una escena así de tranquila con los mismo participantes. Ella disfrutaba ver el mundo arder y ellos parecían ser la Pompella perfecta.   

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