Capítulo 2: Otra vez confundido.

Mi nombre es Alex Luciano Castelli, soy el mayor de seis hermanos, el hijo predilecto de mi padre por mi forma de ser, creo igual a él, protector de todos los míos.

Desde pequeño me he preocupado de cuidar de mis hermanos, de ayudarles a elegir lo correcto y tratar de ser un apoyo más que una carga para mis padres. Verán, cuando tienes consciencia de que son muchos hijos, la verdad es que lo único que quieres es ser responsable.

Mi padre, Alex Castelli, es mi ejemplo. Cuidó de nosotros, sus hijos, mientras mi madre trabajaba con mi tío Luca para seguir consolidando la empresa. Trabajó a medio tiempo como profesor de artes una vez que todos pudimos ir a la escuela, pero cuando mi madre quedó embarazada otra vez y pasó los primeros cuatro meses en cama, él no se despegó de nosotros, en especial de ella.

Una vez más dejó su pasión por enseñar arte, para dedicarse a mi hermano menor.

Mi madre, ella es una mujer sumamente fuerte. Pía Cavalcanti casada cuatro años con un hombre que la quiso estafar, conoció a mi padre y se enamoraron a primera vista. Esa es la parte que no les creo, porque eso del amor a primera vista no va con mis convicciones.

Yo creo que debes conocer primero a la persona antes de poder albergar algún sentimiento. Tal como le pasó a mi madre la primera vez y se arriesgó con mi padre, aunque con él sí le resultó.

Voy camino a la universidad, estoy en tercer año de ingeniería comercial con mención en economía, mi destino es reemplazar a mi tío Luca en unos años más. La próxima semana deberemos dar unas charlas a las facultades de las ciencias y humanistas, para incentivarlos a que puedan ser sus propios jefes.

Conduzco con precaución, porque aún quedan vestigios de la lluvia de hace unos días atrás, voy pensando en los libros que necesito sacar de la universidad, cuando una llamada me saca de mi organización. Contesto de inmediato, sin saber quién es porque no me gusta apartar la vista del camino.

-Hola…

-Alex, no me dijiste que te ibas a la facultad, pudiste dejarme de camino a ella en la mía.

-Lorenzo, sabes que me gusta salir con tiempo, no me agradan los imprevistos.

-Lo sé hermanito, pero por ser tu gemelo esperaba más consideración. Pía tampoco quiso llevarme.

-Eso te pasa por ser tan loco, tendrías tu propio auto si no fueras tan… como siempre.

-Dilo, irresponsable. No puedo creer que mi gemelo me haga esto, es un puñal que se clava en mi corazón.

-Exagerado. Mañana pasaré por tu habitación para despertarte, pero si no te levantas de inmediato…

-No te esperaré – dice por mí -. Es lo mismo que me hizo Pía, esa niña no tiene respeto por su hermano mayor.

-Te ama, que es mejor. Nos vemos por la tarde, te amo hermano.

-También te amo, hermanito.

Cuelga y sonrío. Mi hermano gemelo ha sido un poco irresponsable, ha vivido la vida descontrolada y mis padres lo castigaron. Vendieron su auto porque se dieron cuenta que estaba participando de carreras clandestinas. Nos prohibieron a Pía y a mí, que somos los que podemos manejar hasta ahora, prestarle nuestros vehículos a riesgo de correr la misma suerte, y eso es algo que no me puedo permitir, porque me gusta mi independencia.

Lorenzo ha sido en extremo mimado por mi madre y mi abuela, siempre han alegado que entre mi padre y yo hay una conexión especial, puesto que desde pequeño recibí clases de arte y él quedaba fuera en muchas ocasiones.

Pero la verdad es que mi padre se dio el tiempo de pasar momentos a solas con todos nosotros. Incluso, cuando ya estuvimos más grandes, un día nos llamó a la sala, metió nuestros nombres a la tómbola y pasaba las tardes con cada uno de nosotros, a mí me tocaba todos los jueves.

Solo Lorenzo se queja de que mi padre no le prestó atención suficiente, porque mis demás hermanos adoran a mi padre.

Llego a la universidad y me encuentro a Agustín, quien estudia junto a mí.

-Primo, buenos días – me dice con un abrazo -. Me invitaron a una fiesta, donde tendremos muchas chicas lindas disponibles, ¿vendrás para ver si encuentras una digna siquiera de unos toquecitos?

-¿Toquecitos? Agustín, deja de ver a las mujeres como objetos, por favor.

-Y tú deja de verlas como estatuas, vamos Alex, si no vienes conmigo, no me dejarán ir.

-No entiendo esa necedad de todos nuestros padres, “si Alex jr. no va, tú tampoco”. Ni que fuera un santo.

-Santo no, pero eres centrado y nuestros padres confían en ti.

-Mejor aprende a comportarte y gánate tú la confianza de tus padres.

-Vamos, viejo. En casa manda mi madre, si ella dice que no iré a ninguna parte, mi padre no puede debatir.

-Mi tío Luca es tremendo para los negocios, pero cuando mi tía Emily está cerca, lo perdemos.

-Y esa es la razón para que yo disfrute todo lo que pueda de las mujeres, porque estoy seguro que cuando aparezca la que me apriete el cinturón, pues ya habré muerto.

-No exageres, tus padres se aman.

-Mucho, esos dos son tremendos. Mi padre le prepara el desayuno, ella le prepara el baño, pasean de la mano, salen de compras juntos… me pregunto si yo encontraré a una mujer así.

Y yo me pregunto lo mismo, aunque no es lo que busco ahora, primero quiero terminar mi carrera y luego pensar en buscar a una buena mujer que quiera compartir la vida conmigo, sus metas, las mías, buscar sueños comunes y tomarlos todos.

Entramos juntos a clases, donde el profesor se molesta porque otra vez se fue la luz producto del viento y ha debido terminar la clase antes.

Aprovechamos esos minutos extras libres para ir a la biblioteca, buscamos los libros que necesitamos y nos sentamos en una de las mesas en el espacio común, hasta que Agustín me da un codazo y me dice que mire a un cubículo unipersonal que está en el rincón, bastante solitario. Vemos a una chica de espalda a nosotros, con audífonos y con varios libros.

-Ahí está la ermitaña, me dijeron que estudia medicina, pero siempre está sola. Sin amigos, sin novio, nada.

-No veo qué pueda tener de malo, solo… no le gustan las distracciones, eso es todo.

-Pero viejo, es medicina. Esa carrera no la pasas solo.

-A menos que tengas la disciplina suficiente, ahora, concéntrate, o serás el próximo ermitaño de economía.

Me pone mala cara, pero hace lo que le digo.

Por alguna razón mis primos, tíos y hermanos siempre terminan haciendo lo que les aconsejo, solo por haber nacido antes que todos ellos. Esa es la razón por la que me eligieron para ser el sucesor de mi tío Luca, eso y porque Agustín tiene una vida bastante desordenada, algo que él prefiere mantener, no tiene la más mínima intención de pelear por ese puesto porque no le gusta la presión.

Estamos en periodos de exámenes, sumado a eso la conferencia de la próxima semana, sin duda tengo mucho que estudiar, pero tampoco quiero que Agustín se pierda su fiesta.

-Oye – le digo y él levanta su mirada ceñuda del libro, signo de que está comprendiendo cada palabra que lee -, yo iré contigo a la fiesta, pero iremos solos y nos regresamos solos, nada de chicas esta noche.

-No seas aguafiestas.

-Eso o no voy – le digo levantando las cejas -.

-Supongo que me las puedo ingeniar para estar con una chica – lo miro con la boca abierta -. Oye, es periodo de exámenes y necesito desestresarme.

-No tienes remedio, promiscuo.

Se ríe y seguimos en lo nuestro por un buen rato, hasta que nos toca otra clase.

Por la noche paso a buscarlo, como siempre me toca ser chofer designado y no me molesta, beber no es lo mío, detesto el alcohol, razón por la que siempre debo llevar mi propia bebida a las fiestas. No tengo más amigos que mis primos, pero ser sociable se me da bien.

Rato después veo llegar a Pía junto con nuestro primo Ángelo de la mano, esos dos usan esa técnica para espantar a los buitres de mi hermana, algo que agradezco, porque mi hermana es muy bella y eso siempre hace que se acerquen personajes desagradables.

La música es agradable, una chica se acerca para bailar conmigo como si me conociera, acepto de buena gana porque no vine solo a cuidar que Agustín no se meta en problemas. Me esfuerzo por mantener la distancia, pero ella mueve su trasero buscando pegarse a mi pantalón, hasta que en una pausa ella me toma de la mano y me lleva a un lugar apartado. La sigo, pero para decirle que no seguiré bailando con ella.

Mas me es imposible, porque se lanza para besarme, apenas y consigo girar mi rostro. Eso la hace enfurecer y me da un par de puños en el pecho.

-Lorenzo, siempre haces lo mismo, entusiasmas a una chica y luego la desechas.

-No soy Lorenzo, soy su hermano gemelo, Alex.

-¡Eres un idiota! Usando esa mentira… desgraciado.

Suspiro con frustración, mientras saco mi teléfono y le muestro una foto donde estamos los dos juntos.

-Esta es mi primera fiesta desde hace varios meses y jamás me he involucrado con alguna chica, lo siento si mi hermano se comportó mal.

-Bueno – me dice cambiando su actitud desquiciada por una coqueta -, eres su gemelo, debes tener lo mismo entre las piernas.

Trata de llevar su mano a mi entrepierna, pero la detengo.

-Pues no, yo no soy premio de consolación de nadie, con permiso.

La dejo sola y busco a Agustín que está prácticamente copulando con una chica en la terraza.

-Te espero en el auto, te doy dos horas más, si no llegas en ese tiempo, me voy sin ti.

-Aburrido, pero está bien.

Salgo de allí antes de que alguna chica quiera matarme o tocarme mis partes íntimas. Lorenzo no se cansa de hacer de las suyas, siempre pasa lo mismo, y ya que los únicos que pueden reconocernos son nuestros familiares, se aprovecha de eso.

Saco un libro, los que llevo siempre conmigo para situaciones como esta, me dejo llevar por la lectura, hasta que aparece Agustín con la cara de haberse desahogado lo suficiente. No decimos nada y emprendemos el rumbo a nuestras casas, mañana tendremos un largo día otra vez.

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