Barreras para Amarte (Serie Amores que Renuevan 6)
Barreras para Amarte (Serie Amores que Renuevan 6)
Por: Sofía de Orellana
Capítulo 1: El libro de mi padre.

Mi nombre es Aurora Russo, tengo diecinueve años, soy la hija mayor de Marco y Daniela, dos padres maravillosos, llenos de amor y comprensión. Estoy en el segundo año de medicina, porque decidí seguir los pasos de mi madre. Aunque, la verdad, es que soy la consentida de mi padre, él haría por mí lo que sea por verme feliz.

Y lo soy, a pesar de ser solitaria, porque no nunca he tenido tiempo para las amistades y mucho menos para los amores. 

Soy bajita, aunque no tanto como mi madre, en verdad en casa todos somos más altos que ella, pero eso no la detiene a la hora de poner orden, donde el primer caído siempre es mi padre. Aunque me he alejado de las relaciones humanas, sueño con encontrar un hombre que me respete y ame como mi padre lo hace con mi madre, ellos son para mí un ejemplo de lo que una pareja debe ser.

Tengo un hermano menor, César, pero parece mi hermano mayor, es más alto incluso que mi padre y, mi madre, dice que se debe a su abuelo paterno, él era muy alto. Lo amo, ese chico es maravilloso y tiene la capacidad de hacerme reír cuando más lo necesito.

Hoy me he “escapado” de la casa, aunque no sea del todo cierto, porque mi padre insiste en que vaya mi guardaespaldas a todas partes, incluso si ellos no saben que saldré a algún lugar, mi protector sí debe saberlo.

Camino por el Persa Bío Bío mirando lo que ofrece y es muy variado, aquí encuentro cosas interesantes, a buen precio y a veces únicas. Hoy con mayor razón necesito algo único, es el cumpleaños de mi padre y comprarle algo caro no es de su tipo de regalo esperado, de hecho, aún conserva varios de los regalos hechos a mano por mi hermano y por mí, por lo que busco algo nada ostentoso, algo significativo de verdad y que él pueda disfrutar.

Llego a un puesto de libros, sonrío y aplaudo, amo los libros tanto como mis padres, empiezo a buscar algunos que necesito para mí de inmediato. Edgar, mi guardaespaldas, se ríe y se acerca para ayudarme, porque sabe que una vez comienzo a fruncir el ceño y a aplaudir, no puedo parar.

Reviso cada nombre con dedicación, hasta que doy con uno que me llama la atención, está muy viejo, “El Cantar de Mío Cid” apenas se puede leer en su costado. De inmediato recuerdo la historia que me contó tía Magaly alguna vez, sobre el libro que mi padre vendió para comprar leche y pañales para mi tía Gabriela, por quien llevo el segundo nombre, cuando era una recién nacida.

Y es que la vida de mi padre fue muy dura en su niñez y gran parte de su adolescencia, vivió varios años en un orfanato, razón por la cual es voluntario en uno como entrenador de fútbol.

Sonrío feliz y lo compro sin pensarlo mucho ni ver su estado en el interior, este es el regalo perfecto para mi padre, aunque no llegue a leerlo, al menos tendrá en su biblioteca aquel título que una vez le interesó. Compro algunos libros más, pago, y con ayuda de Edgar nos regresamos al auto. Le pido me lleve a casa, estoy en periodo de exámenes y debo prepararme, pero con algunos de los libros que conseguí, puedo hacerlo sin problemas.

Seguir los pasos de mi madre no ha sido sencillo, estudio medicina en la Universidad Católica, la misma en la que ella obtuvo su título, luego pretendo especializarme en cirugías de alta complejidad, para eso pretendo optar a un post grado en alguna universidad de Estados Unidos u otra universidad extranjera de prestigio. 

En el trayecto pasamos por una tienda que vende solo envoltorios de regalo, le pido a Edgar que se detenga en algún lugar y me bajo, por supuesto acompañada de él. Busco un papel adecuado para mi padre, por supuesto que uno con animalitos es el mejor, porque todavía sigue siendo un niño en cuerpo de un hombre grande, y seguimos de camino a casa.

Aprovecho el largo trayecto, para revisar los libros y comienzo a devorar uno que me viene como anillo al dedo, pero mi teléfono me saca de mi concentración, pongo los ojos en blanco cuando veo que es mi hermano.

-Hola, hermanita, ¿ya tienes un regalo para padre?

-Sí, acabo de encontrar uno.

-¿Qué es? Para no repetir.

-Un libro usado.

-Oh, eso le encantará. Bueno, yo le regalaré una ciudad Lego.

-Jajaja, eso también le encantará. Creo que este año será muy feliz.

-Como siempre, ese hombre sonríe con todo, siempre que estemos con él – me dice mi  hermano -. Bueno, nos vemos en casa, adiós.

-Adiós, César.

Me sumerjo en el libro otra vez, hasta que llegamos a casa. Edgar me ayuda con todas mis cosas, el libro para mi padre va en mi bolso, así que entro como si nada. Veo a mi madre en la sala, sumergida en su tablet, con el ceño fruncido, seguro lee uno de sus libros favoritos.

Le indico a Edgar que deje todo en mi habitación, me acerco en silencio a mi madre, la que grita molesta.

-¡Estúpido Zack! ¿Cómo le haces eso a Crisbell? – y la veo a punto de llorar -.

-¿Otra vez con La Venganza del Alpha? – le digo besando su frente -.

-Sí, sabes que me gusta ese libro.

-Mamá, a ti te gustan todos los libros de Jeda, aún más después de que la conociste en persona.

-Bueno, no todos pueden decir que tienen un libro autografiado de su autor favorito. Ese fue un lindo regalo que tu padre me hizo como aniversario de bodas.

-Mi padre haría lo que fuera por ti – miro el piso algo perdida -.

-¿Te pasa algo? – deja la tablet a un lado y me levanta la barbilla -.

-Tengo miedo, mamá. Tengo miedo de estar tan inmersa en mis estudios, en forjarme una carrera y no encontrar el amor como tú.

-Hija, lo encontrarás. Y ese día yo deberé prepararme, con cientos de paquetes de pañuelos y fruta feliz para tu padre, porque su princesa encontró a alguien más.

-Tú sabes que amo a mi padre.

-Pero cuando encuentres al amor de tu vida, ya no será el hombre más importante en ella y él deberá compartirte. Solo elije bien.

-Por supuesto, no quisiera convertir en asesino a mi padre.

Nos reímos y nos ponemos de pie, nos vamos a la cocina para iniciar con los preparativos para la fiesta, algo muy familiar donde solo están invitados mis tíos José y Magaly con sus familias. Seguro, como cada reunión familiar, veremos la demostración de fuerza entre mi tío Francisco y mi padre, hasta ahora van casi iguales, mi padre le lleva una mínima ventaja jugando a las vencidas.

Nos colocamos nuestros delantales e iniciamos, una hora después se nos une César y así terminamos de preparar todo para la celebración, una que mi padre se merece totalmente porque es un esposo y un padre de otro mundo.

Luego de cantar el cumpleaños feliz y que mi padre soplara las velas, sin pedir ni un deseo porque dice que tiene todo lo que puede desear justo a frente a él, le comenzamos a entregar los regalos. La primera es mi tía Magaly, quien le da un bolígrafo, pero es de madera, rústico y muy lindo. Mi tío José le da una corbata, muy bella y de una tela muy suave. Mi madre le regala una libreta con una placa de cobre en su portada, donde está tallado el logo de la empresa.

Cuando llega el turno de César, abre la caja, hasta ahora es el regalo más grande, se queda sorprendido y exclama como niño pequeño.

-¡Un lego! Esto es genial, de joven siempre quise uno, pero ya estaba crecido… ahora también, pero está de moda – todos se ríen -. Supongo que me vas a ayudar a armarlo – le dice a César -. 

-¡Claro que sí, papá! ¿Por qué crees que lo compré? – soltamos las carcajadas y mi madre le entrega el último -.

-Vamos a ver qué me dio mi princesa – abre con mucho cuidado el envoltorio, sin romper el papel y sin quitar su sonrisa de su rostro. Al sacar el libro se queda serio y paralizado -. No puede ser.

-Papi, si no te gusta – comienzo a decir, porque siento que he hecho algo mal -, si no te gusta, puedo buscar algo más… - abre el libro y ve la primera hoja, mientras gruesas lágrimas comienzan a caer de sus ojos -. Ay, papito, perdona, no pensé que te pondrías triste – me acerco a él y le doy un abrazo -. Perdóname, por favor.

-Es no estoy triste… hija, encontraste mi libro – me muestra la primera hoja, bajo el título, dice “Marco Contreras” y una fecha -. Esa es la fecha en que lo compré, hija, ¿dónde lo encontraste?

-En el Persa… papi, pensé que no te había gustado.

-Con el respeto que todos se merecen, pero este es el mejor regalo, mi niña. Gracias, no sabes lo que significa para mí, los recuerdos que me trae – cierra sus ojos sonriendo, al abrirlos, dirige su mirada a la fotografía donde están los cuatro hermanos juntos.

-Por supuesto que es el mejor regalo – dice mi madre -. Ese es uno de los objetos de ese Marco del que me enamoré.

Sus ojos llenos de amor se encuentran, mi padre la atrae hacia él y la abraza. Todos aplaudimos, cantamos y nos reímos. Veo que mi padre no quita las manos de los regalos que mi hermano y yo le dimos, sin duda son cosas que su mitad adolescente ansía disfrutar muy pronto.

Amo a mi familia, porque a pesar de la abundancia en la que nos criaron, también nos enseñaron a valorar las cosas más sencillas y eso no se ve en todas las familias acomodadas. Yo no los cambiaría por nada, ni por nadie.

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