Capitulo 06

La gotera sobre el techo era el único sonido que hace eco en esa habitación oscura y vacía, siendo un solo foco iluminar levemente el espacioso. Cuatro hombres enfundados en armas de calibre estaba esparcidos en esquina de esa habitación donde el reo, está siendo interrogado por la máxima justicia del jefe.

Una lección que nadie quisiese ver, pero era un perfecto ejemplo de la determinación y rudeza del líder de la organización criminal. Dando una calada al cigarrillo que mantiene entre sus manos cubiertas de sangre, el azabache ve como su presa se retuerce en la silla que lo sujeta con grandes y resistentes cadenas de metal.

– No lo voy a repetir por tercera vez, Lee. – sacando el cigarrillo de sus finos labios.

El fornido hombre miró sobre su propia posición los rostros de asombro de los guardias quienes se mantenían en silencio y totalmente rígidos mientras sus armas las adherían más a sus cuerpos y vista volver a direccionarse en la oscuridad del espacio.

Dai les estaba observando y, sobre todo, mostrando la forma en la que se da una lección a los traidores. Sería un ligero recordatorio del porqué nunca debe de pensar siquiera defraudar su confianza.

– No soy ningún traidor jefe . – gritó el hombre quien escupió la sangre que se acumulaba en la garganta. Producto de los golpes que ha recibido durante esa hora donde vió a sus colegas caer. Uno a uno como aves frente a una poderosa escopeta.

– Eso no ha sido lo que te he pedido, me digas. – burló al ver el terror en la mirada del castaño

Su vista bajó donde el suelo corría agua mezclada con sangre resbalarse mientras los cinco cuerpos sin vidas aún permanecían en los mismos sitios donde dieron su ultima suplica ante el jefe.

–Tu ineptitud me ofende Lee, aun crees que soy lo suficientemente estúpido para creer en ti.– volteó para mirar la pequeña mesa que contenía diferentes instrumentos de tortura.

 – Quizás debería empezar con mi colección personal de cuchillas. – se preguntó mientras observaba el estuche donde largos y pequeños lienzos de metal, perfectamente afilados estaban alineados

  • Aunque podría jugar con Adonis – miró a su gran danés negro que ladró al escuchar su nombre.

 El gran perro descansaba cómodamente sobre la plataforma alta de ese edificio abandonado. El lugar antiguamente fue un antiguo recinto teatral que, con los años la maleza y desgaste solo lo han dejado en cenizas. Un lugar alejado de la civilización. Perfecto para hacer hablar a los bocones.

– Le encanta viajar conmigo. – limpiándose las manos con un pañuelo extendido por uno de sus hombres. El azabache acarició la suave piel de su mascota. – Sabe que, a cualquier lugar donde vaya siempre me encuentro con escoria como tú. –

La imponencia del animal es magnífica, digna de pertenecer a su dueño. El animal se levantó en cuatro patas alzando sus orejas puntiagudas mientras no dejaba de observar al hombre que permanecía atado de sus extremidades.

– Así que dime Lee, ¿quieres jugar con él? . – su sonrisa era casi diabólica. O al menos es lo que pensaron los cuatro hombres quien presenciaban la escena con un escalofrío, definitivamente no querían estar en los zapatos de ese hombre. Y mucho menos de los cadáveres que estaban a su alrededor.

Era como ver a personas totalmente distintas, pues la vida del jefe era en demasía cambiante por las dos identidades que poseía, durante el día era una oveja que todo el mundo admiraba y respetaba. Pero en la noche el lobo desalmado aparecía reclamando su puesto en lo alto del bajo mundo. Un lobo disfrazado de oveja, es así como podría ser entendido su rol en una sociedad que lo venera, pero también lo quiere muerto.

– No me hagas perder el puto tiempo. – su paciencia se estaba agotando, y es que el hombre sostenía su postura de inocencia. – Y quizás considere matarte rápidamente. – se acercó nuevamente a él viendo como el rostro de su antiguo socio estaba inflamado y lleno de moretones. Uno de sus pómulos cubría en su mayoría la visión izquierda del ojo.

– Eres el único que sabía el lugar y hora exacta donde ese barco desembarcaría en la aduana japonesa. – le dijo mientras recargó un lado de su cuerpo sobre la mesa.

Examinando las expresiones del contrario, el hombre necesitaba que le refrescaran la memoria

 – El barco salió de Dunsan-don, y dado que tu eres el maldito encargado del comercio internacional de este país, sinceramente creí que no serías tan estúpido para defraudar nuestro acuerdo. – le recordó. – Esa mercancía tenía que llegar intacta hasta mí ¿qué fue lo que recibí? Una maldita emboscada. – escuchando los gritos del hombre. Al azabache ni siquiera le importó seguir quemando la piel del influyente hombre con la colilla del cigarro. Para él, rico o pobre, todos merecían igual castigo por traicionarlo.

– Solo tú pudiste filtrar esa información. –

 – No sabía que usted estaría allí. – lloriqueo haciendo que Dai se detuviera.

– Rata ambiciosa, ¿no te parece suficiente todo el dinero que te doy a cambio de sus inservibles servicios? Solo tenías que hacer una puta cosa, pero es evidente que hasta eso no has sabido hacer bien. –

Era de suponer ante ese nivel de traición que el hombre castaño sabía le costaría la vida. Un posible trato que Lee haya hecho con ese hijo de puta de Kunio es mucho más jugosa que los millones de wons que él le deposita para pasar intacta y segura sus mercancías por la aduna coreana. Y, sobre todo estaba ese hecho de únicamente ser él quien sabe, Dai Kang es el mismísimo Dai Shinoda, jefe de la mafia japonesa más importante e influyente.

– Yo no sabía sus planes, jefe. –

Su segundo día no estaba transcurriendo como él lo hubiese deseado. La tensión sobre sus hombros se acumulaba cada segundo porque no ha conseguido nada en esas seis horas que lleva torturando a los hombres que suponía trabajaban para él.

– ¡Te estoy exigiendo un nombre, chikushoume!. – gritó mientras uno de sus puños azotó el rostro del contrario provocando que la silla se volcara y este callera de espaldas al mojado piso.

Sus nudillos se enrojecieron, pero eso era irrelevante en esos momentos donde la adrenalina y el su temperamento lo hacen incontrolable. La bestia, como él llamaba ese lado oscuro en su vida, es peligrosa cuando no consigue lo que quiere.

De pronto, el celular vibró entre su pantalón de vestir logrando que este se separara del hombre quien apenas podía mantenerse despierto por el dolor causado en su cuerpo. Indicando a uno de sus hombres que lo levantaran con la mirada, Dai sacó el dispositivo mientras el nombre de su mejor amigo sobresalía en la pantalla.

– Espero tengas buenas noticias, de lo contrario mataré al único imbécil que podría darnos pista certera de quien es el idiota de Kunio. –

Mirando su apariencia totalmente desalineada, las mangas de su camisa estaban dobladas hasta el codo permitiendo ver parte del tatuaje que lo identifican como un Yakuza, en su brazo derecho.

 – Tengo la información que solicitaste. – sonriendo de medio lado. El alto sabía que la única persona quien podría confiar esa clase de peticiones es Nakaruma.

Aun sigue sin comprender como es que la mirada de esa chica se ha grabado tanto en su memoria que la hace imposible de olvidar. La chica es realmente hermosa y no duda que en ese punto donde él ha intercedido, en primera vez por alguien, la hace especial.

Quizás su lado más sádico le exigía presas que solo él pudiese disfrutar. Como un imán atraído a su lado contrario. Un instinto de protección y asombro era lo que habían tocado su frio corazón, ver como la chica actuaba y estaba dispuesta a enfrentar a un hombre que era doblemente su tamaño y complexión, sin medir las consecuencias.

Esa pequeña poseía un instinto salvaje y valiente ocultó debajo de esas mejillas regordetas.

– Mi-suk Kim. – pronunció su nombre. 

Extraordinario y exquisito.

 – En el departamento. – miró su reloj. – Dentro de media hora. – indicó.

 – Tengo que terminar de aclarar algunas cosas con este imbécil. –

Miró al hombre que apenas sostenía su peso en las cadenas.

– Es tu maldito día de suerte Lee. – colgó para volver a mirarlo.

– Hoy no morirás. – colocándose en cuclillas observó el rostro desfigurado del hombre tratando de captar su mirada

– Otro día en el infierno. –

Seguido de ello, se incorporó con la firme decisión de ir a su departamento. Tenía que hacer algo con la ropa mancha de sangre y su desalineada imagen.

– Desháganse de los cuerpos y dejen que Adonis se divierta con este saco de carne. –

Silbando a su perro, el gran animal se levantó corriendo a la dirección del hombre casi desmayado. Adonis mordió la pantorrilla izquierda del hombre provocándole un gran dolor. El animal no parecía tener consideración de los desgarradores gritos, mientras lo arrastraba y hacía con el humano lo que quisiese.

Dai sabía que, la orden con el silbido no mataría al hombre. Pero le dejaría entender que él espera una respuesta clara en su próximo encuentro.

Había pasado dos días desde aquel incidente en el restaurante, y para su fortuna o desdicha el gerente la ha despedido. Sin embargo, la rubia no se deprimía por ello, pues sabe que hizo lo correcto y lo volvería a hacer si eso implicaba ayudar a las personas. “Problemática” esa ha sido la excusa para recriminar sus valores morales que muchas veces la han colocado en situaciones difíciles, como la del restaurante, donde incluso pensó que ese hombre la golpearía. Pero por suerte, ese atractivo hombre llegó en el momento perfecto. Aun cuando escuchase de su propia boca no actuar en defensa ajena, le agradeció en silenció ese día cuando él ser marchó.

– Nos vemos Jisso. – levantó la mano despidiendo a su compañera de piso.

La rubia suspiró sonoramente mientras cerraba la puerta de su pequeño departamento. Ambas chicas compartían piso. Así que, la jornada en el restaurante estaba por comenzar y la pelirroja debía llegar a tiempo.

Por suerte, Mi-suk ha encontrado trabajo en una cafetería cerca de su hogar. No era lo mismo que él imponente restaurante de personas importantes, sin hablar que la paga era mucho menor. Pero no podía negarse al tener una oportunidad de trabajo más rápida sabiendo que entre ambas se repartían el alquiler.

Cerrando los ojos y dando una profunda respiración, la bonita chica no quiso ser pesimista. Empezaría su primer día con toda buena actitud.

– Buena tarde unnie Wang. – escuchando la campañilla de ese pequeño establecimiento, la rubia se adentró viendo a la mujer que lo administra sonreírle de regreso. La actitud de la mayor es amable, compaginando rápidamente con la chica frente a ella.

No dudó en otorgarle el puesto a la chica de mejillas pálidos y ojos miel.

– Hola Mi-suk, llegas temprano en tu primer día. – le alagó mientras la menor se acercaba a la barra esperando indicaciones.

Sería difícil acoplarse, pasó un largo tiempo trabajando en ese lugar que le permitió, hasta cierto punto, cubrir los gastos que su madre requería. Sin embargo, el cáncer es una enfermedad difícil de superar. Su progenitora luchó mucho tiempo contra ella, pero finalmente perdió la batalla dejándola sola y con un hueco en el corazón.

 – Bien, que tal si empiezas poniéndote el delantal y te enseño la preparación de algunos postres y bebidas. – la más bajita asintió mientras seguía de cerca a su mayor.

Mi-suk una joven chica de veinticuatro años amaba pasar su tiempo en la cocina. Desde muy pequeña siempre quiso dedicarse a algo relacionado a la comida y los buenos hábitos, pero la vida le ha arrebatado esa oportunidad de continuar su carrera en nutrición.

En el restaurante solía mirar como los chefs preparaban cada cosa, dándole gran experiencia culinaria e ideas de equilibrio en cada plato. Ahora, está feliz de aprender postres que lucían exquisitos.  

– Wow, es increíble Unnie. – sus ojos expresaban emoción.

– ¿Que dices Mi-suk?, si solo es un café americano. – rió la mayor al escuchar el comentario de la chica quien permanecía atenta a cada palabra.

– Realmente no es nada, café, agua y hielos. – resumió la bebida que los coreanos solían apreciar como postre favorito.

– Claro que no Unnie, usted ha dicho que primero debemos agregar 10 gramos de… - la puerta del local sonó evidenciando el primer cliente.

– Creo que ha llegado la prueba de fuego. –

Mirando sobre la barra, vio a un grupo de estudiantes platicar entre ellos mientras escogían un lugar entre el local. – Yo me hare cargo. – miro a su jefa sujetando la libreta y un par de menú para que cada uno pudiese elegir.

El primer día estaba casi por concluir, la rubia era realmente inteligente y con una memoria excepcional ya que aprendió todo los procesos, ingredientes y nombres de los alimentos en unas horas. No había duda que la chica realmente poseía potencial.

Tomándose un momento para respirar e hidratarse, el cielo empezaba a oscurecer mientras ella veía los locales encender sus luces.

– Ha sido un dia agitado ¿cierto’. – la encargada Wang miró a la tierna chica. 

– Incluso no han pasado más de doce horas y parece que ya tienes un grupo de fanáticos que no dudo, veremos más seguidos por aquí. –

Mi-suk volteó discretamente, curiosa del porque unnie Wang decía esas cosas.

Un grupo de amigos, universitarios al parecer no dejaban de lanzar miradas hacía ella. Quienes, en el momento que los miró intentaron disimular. Pero ya era demasiado tarde porque ella los ha visto.

– Oh. –sintió sus mejillas arder.

– Vaya que eres tierna. Te has sonrojado por solo decírtelo. –

Su empleada si que es un caso.

 Mi-suk en realidad si poseía un carácter eufórico y amable. Pero también, la inocencia estaba como parte sí misma. La bonita joven pasó años de su vida viviendo de una manera acelerada y nada común a personas de su edad. Perdiéndose de momentos determinantes en la vida de un adulto. Ella nunca tuvo primeras citas, novios o incluso, jamás salió de fiestas. Mi-suk tenía que trabajar día y noche, doblando turnos si era necesario para conseguir el dinero suficiente que su madre requería.

Un sacrificio que estuvo dispuesta a correr.

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