CAPÍTULO 6

POV NOAH

Una media sonrisa brotó de mis labios al terminar de cantar say you won't let go, esta canción me identificaba en estos momentos.

Abrí los ojos de golpe al darme cuenta que los había cerrado por más tiempo del que podía tolerar, la sorpresa fue grande cuando vi a Zeynep observándome.

¿Cuánto tiempo lleva ella ahí?

— ¿Acaso tus padres no te enseñaron a no espiar a las personas? —Pregunté, dejando la guitarra a un lado—. Te hice una pregunta, responde.

Me levanté de mi cama y fui hasta ella.

—Y-Yo…esta…pasaba…y —deseé reírme en su cara por lo estúpidamente tierna que se veía nerviosa, pero claramente eso nunca sucedería—. Lo siento.

— ¿Qué haces aquí? ¿Acaso no tienes un departamento Zeynep? —inquirí cruzándome de brazos.

Ella desvió sutilmente su mirada a mis movimientos, haciéndola parpadear rápidamente.

—Claro que lo tengo. Tú eres el dueño, lo sabes Noah —respondió confusa, aun sin entender mi indirecta para que se fuera.  

Me gustaba un poco más mi nombre cuando era pronunciado por ella, su acento era algo demasiado atrayente…al menos para mí.

—Lo que te quiero decir Zeynep, es que no te quiero ver aquí —abrió sus ojos sorprendida—. Pero es casi imposible cuando todos te quieren aquí… todo menos yo. 

— ¿Por qué eres así? ¿Qué te he hecho para que me trates de esa manera? Eres un maleducado —susurró.

No la hubiera escuchado si no estuviéramos tan cerca, eso o que mis sentidos se estuvieran desarrollando ya.

¿Qué me había hecho?

Absolutamente nada, pero así era yo. Tratar bien a Zeynep implicaría formar una amistad, dejar que nuevas personas entraran en mi vida y no, nadie más podría hacerlo. Todo lo hacía por su bien.

—Soy así.

—No Noah, tú no eres así. Tus ojos demuestran algo muy distinto… ¿Tan malo es? ¿Qué es lo que te atormenta?

Retrocedí por instinto, sus ojos, su mirada, todo de ella me daba calma y confianza, pero no, no quería ver lástima en sus ojos…en ninguno más.

 Me volteé rápidamente, me sentía vulnerable de repente.

—Vete —exigí.

Pude relajarme de nuevo cuando escuché el sonido de la puerta cerrarse.

—Dime Noah —me tensé de inmediato al escucharla, volteé confundido para mirarla—. No me iré hasta que no me cuentes todo lo que te pasa.

—No te debe importar lo que me pase, así que lárgate, detesto tu presencia Zeynep Aslanbey.

Ella era tan inocente, tan pura y tan sentimental. Sabia que dijera lo que dijera no la haría hacer que se fuera.

— ¡Eres un niño rico y estúpido que piensa que todo se hará como tú quieres! —Gritó de repente, dejándome atónito—. Muchos tenemos grandes problemas en nuestras vidas Noah, Dios es testigo de ello, pero eso no significa que nos alejaremos de nuestra familia y seremos unos completos estúpidos con las demás personas. Humanidad, ante todo.

—Tú no sabes nada sobre mis problemas —comenté frunciendo mi ceño.

¿Cómo era capaz de decir algo como eso? Ella no sabía lo que ocurría.

—No, no lo sé, pero… ¿Qué problemas puede tener alguien que lo tiene absolutamente todo? ¡NADA! Tu solo quieres llamar la atención de todos, quieres que todo gire alrededor tuyo. Madura Noah, tu actitud está dañando a las personas a tu alrededor y no te das de cuenta.

Era la primera vez que me decían algo como eso y no sabia que decir o hacer. Ella me estaba juzgando sin saber, ¿Cómo podría ser esto algo de querer atención?

—El dinero, el maldito dinero no lo es todo en la vida. Daría todo lo que tengo si con ello hubiera podido tener una infancia —la confusión en su rostro era evidente—. Si con ello puedo tener un futuro como cualquier otro chico de mi edad.

—No entiendo, ¿Qué quieres decir?

Solté una risa amarga y respiré profundo, este tema me hacia ver de una manera que odiaba…débil.

Estúpido sentimental —pensé.

—Cuando era pequeño alguien trató de matarme y por ello estuve por varios años en coma, toda mi niñez estuvo dormido y mi adolescencia en recuperación. —apreté mis puños a mi costado—. Alguien me quería ver muerto y todos los días mi odio hacia quien sea que fue, crece y no lo hace por lo que hizo, sino por qué no fue capaz de hacer bien su cometido. Todos los días me lamento porqué desperté y porque la maldita caída no pudo matarme.

— ¿De-Deseas es…estar muerto? —Cuestionó horrorizada—. ¿Estuviste en… coma Noah?

Retiré mi mirada de la suya, sabía que si la seguía mirando a los ojos no podría contarlo. Con Zeynep me sentía completamente extraño y era algo que no me gustaba.

—A los tres años sucedió mi accidente o intento de asesinato—sentía mi garganta cerrarse y un nudo creciendo, impidiéndome el hablar—. Es-Estuve…seis años en…en coma. Perdí seis años de mi vida Zeynep, más cuatro años en recuperación. ¡¿Sabes lo que son Diez años?! No, no lo sabes y ninguno de ellos —señalé hacia fuera—. Tampoco, caí en un sueño profundo y cuando me quise levantar no…no podía simplemente, todo era oscuro, no había ninguna luz, nada que me indicara algo, no estaba mi mamá, tampoco mi papá…no estaba nadie, estaba solo, sin saber qué rumbo tomar.

Cuando tenemos miedo nuestros padres llegan al rescate. ¿Sabes quién estuvo cuando lo tuve? —Ella negó mientras lloraba—. Nadie, estuve solo combatiendo con cada uno de ellos. No entendía lo que pasaba. En un momento estaba viendo un paisaje, y en el otro estaba viendo todo negro. Todos mis hermanos tienen fotos de su niñez, tienen recuerdos y anécdotas que contar con mis padres. ¿Sabes que tengo yo? —me señalé, sintiendo mi corazón sangrar nuevamente—. Nada, no tengo nada Zeynep. ¿Sabes que hacen para no hacerme sentir mal? No hablaban del pasado, no tocan tema de su niñez. Solo recuerdos de los que yo empecé a estar presente. Sacrificaron muchas cosas por mí, su niñez no fue del todo normal por tener a un hermano en coma y me siento culpable por arrebatarles una niñez buena y hermosa. He sido esa oveja negra que hay en cada familia, solo que sin querer.

 Suspiré y limpié mi rostro.

—No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando por fin pude escuchar una voz, escuché la de mi papá, recuerdo algunas cosas: Me decía algo que cuando amara, lo entregara todo y lo que siempre procure no olvidar fue: Estoy tan orgulloso de ti Noah, eres muy fuerte y valiente. Cada momento recordaba sus palabras, no quería olvidarlas y nunca las olvide.

 Anna   Harris no es mi madre biológica, pero es como si lo fuera, ella lo es todo en mi vida y no podría imaginarme una mejor madre que ella, es mi ángel de la guarda. Cuando empecé a escuchar a mi alrededor, cuando empecé a distinguir las voces y pude distinguir la suya, ella hacía que mi miedo se calmara, todo estaba bien cuando escuchaba su voz, todo en mi estaba en calma. Siempre me decía espartano, mi hermoso soldado espartano.

—¿Por qué espartano?

—Porque los espartanos fueron los guerreros por excelencia, criados desde la infancia para soportar terribles sufrimientos y dificultades y yo desde muy niño empecé a batallar. Toda mi niñez fue oscuridad Zeynep, fue ser un espectador de todo al mí alrededor. No sabía por cuánto tiempo estaría así, no sabía ni siquiera si despertaría, gritaba con la esperanza de ser escuchado, intentaba mover mis manos, pero no sucedía nada. Era horrible…simplemente horrible.

Ahora no puedo dormir, vivo con el miedo de cerrar los ojos y no poder volverlos abrir, la oscuridad me aterra, pero la única manera en que puedo soportarla y dormir, es si mis padres están conmigo —reí por lo estúpido que sonaba—. Todo un bebé, lo sé. Pero esa es la forma en que puedo dormir tranquilo. Y ahora mi miedo se hará realidad.  

— ¿Tu…Tu miedo? ¿Cuál es ese Noah?

La miré a los ojos viéndolos rojos de tanto llanto, su nariz también estaba roja y aunque traté de buscarlo no lo veía, no veía lastima en sus ojos, lo que me sorprendió.

Siempre daba lastima, lo cual odio.

—No poder ver.

— ¿Por qué se hará realidad? —sonreí sin poder evitarlo, ver su miedo y preocupación por mí, alguien que no hacía más que tratarla mal desde siempre, era de admirar.

Ella tenía un gran corazón.

 —Tengo una enfermedad genética, mí — ¿Cómo debería llamarla?—. La persona que me tuvo, es portadora. Sufro de retinosis pigmentaria ¿Sabes lo más curioso? Que afecta aproximadamente a 1 de cada 3.000 personas. Cada vez mas siento que mi apellido debería de ser persa.

—Retinosis pigmentaria —murmuró, abriendo excesivamente sus ojos—. Es una enfermedad ocular y …

—Sí Zeynep, quedaré completamente ciego en unos meses, o tal vez en un año, no lo sé, todo depende si tomo el tratamiento o no.

—Pero… claramente lo vas a tomar, ¿Cierto? —negué levemente—. ¿Por qué no? Tienes que tomar el tratamiento para que te mejores.

—No pasaré lo que me queda de visión en un hospital Zeynep, la mayor parte de mi vida la he vivido entre hospitales, no quiero vivir así, no quiero escuchar falsas esperanzas. No hay una cura para esta enfermedad, no importa lo que haga…quedar ciego es mi futuro y siempre lo fue.

—Tienes que luchar, no puedes simplemente rendirte y ya.

—Toda mi vida lo vengo haciendo —confesé, fui hasta la puerta y la abrí para que se fuera—. Ya estoy cansado de dar más, ya no quiero vivir con nada de esto… Por favor vete.

Zeynep se acercó y antes de si quiera darme cuenta de sus movimientos, se aferró a mi como si su vida dependiera de ello.

Mi corazón se aceleró repentinamente por tal acto.

Cerré la puerta, no quería que nadie nos viera y sacara conclusiones erróneas.

 —Aléjate Zeynep, ya sabes que detesto tu presencia —tenía mis brazos alzados para no llegar a tocarla.

—Por primera vez en tu vida se sinceró conmigo —inclinó su cabeza hacia tras, de esa forma nuestros rostros quedaban demasiado cerca, nuestras respiraciones se mezclaron, causándome un hormigueo en mi abdomen.

— ¿En qué? —pregunté atento a sus labios, tenía unos tentadores y grandes labios, y que decir de sus ojos, ahora que los podía ver de cerca no eran del color que pensé, era grises.

—Admite que no me odias —susurró con un leve sonrojo en su rostro—. Admite que no detestas mi presencia.

— ¿Otra cosa más? —pregunté irónico, estaba aprovechando la situación—. No te odio y tampoco te detesto, pero sí que detesto algo de ti.

—¿Qué?

—Tu cercanía, mis latidos se descontrolan cuando estas cerca.

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