Infielmente mío
Infielmente mío
Por: Magali Sauceda
El inicio

Me casé completamente enamorada, llena de ilusiones con proyectos a futuro… Éramos jóvenes, con inexperiencia pero con todas las ganas de formar una familia… Juntos nos sentíamos felices, más enamorados que nunca realmente cuando sabes que ese amor es verdadero, incondicional, hermoso, ¡entregas todo!, muchas veces los padres se oponen cuando les comunicas ¡Me quiero casar! sobre todo cuando eres joven, y lo primero que te preguntan es: ¿Por qué, ya metiste las patas verdad?, a veces no entienden que es porque amas… Por qué deseas compartir tu vida con la persona que tú has escogido, porque se entienden de maravilla, porque juntos se sienten, importantes, se sienten ¡únicos!

A veces nuestros padres se olvidan de que también fueron jóvenes… Y que con el mismo ímpetu que tenemos ahora nosotros, quizás ellos también empezaron así…

Y bueno, ahora tengo diez años compartiéndome vida junto a Fernando, ¡lo adoro!, porque es el hombre más bueno y puro sobre la tierra, me encanta todo él, mis amigas me envidiaban porque era, bueno es guapísimo, atento, caballeroso, educado, galante, y todas esas cosas que una sueña con su pareja… A lo que llamamos “el hombre ideal” …

Además; de que no pueden creer que él era virgen cuando nos casamos… Normalmente, eso no se da en un hombre… Bueno lo que pasa es que nos conocimos muy jóvenes él 16 y yo 15 años… Así que no hubo tiempo de que él probara el sexo con otras mujeres como suelen hacer muchos hombres antes de casarse, que, según esto, para tener experiencia y enseñarle a su pareja o tienen oportunidad de tener muchas novias y con alguna de ellas sucede su primera vez… Me sentí feliz de que pasara nuestra primera vez juntos, y aprender poco a poco la magia, la pasión, y la sensualidad del amor…

El comienzo fue muy difícil, pues indudablemente aprendimos que nuestros padres tenían razón cuando nos decían que éramos muy jóvenes para casarnos, pues no te lo impiden porque no entiendan que se aman, sino porque tienen más experiencia y no te hablan claro… No te dicen lo que en realidad es… Que no tienes trabajo ni estudios suficientes para poder solventar las necesidades de una familia, ni si quiera las necesidades básicas… Así que tuvimos que trabajar de noche y estudiar de día, y descansar como se podía… Porque era difícil salir adelante.

Era de verdad muy difícil, a veces los sueños no llegaban a realizarse, se fracturaban y se hacían añicos como un vaso de cristal… Ahora lo recuerdo y mis lágrimas brotan de tristeza… Porque quería seguir viviendo igual que cuando estaba en casa con mis padres, y no me importaba si había dinero en casa para comer, no era consciente de ello, sólo pedía y comía o abría la puerta del refrigerador para tomar mi postre favorito, o pedía dinero para comprar ropa, y todo eso no lo valoraba, ahora era todo diferente…

Abría mi refrigerador en mi propia casa y sólo había dos litros de leche y huevos, apenas lo esencial para sobrevivir… Qué tristeza no valorar lo que te dan tus padres, y querer hacer las cosas porque piensas que con amor todo estará bien… Pero lamentablemente de amor no puedes sobrevivir, así que sólo esperaba que en verdad el amor que sentía por Fernando tuviera raíces fuertes y profundas para soportar lo que vendría… Nunca dudé del amor que nos teníamos, pero sí de la economía que compartíamos, y sentía miedo de enfrentarme a una situación que desconocía, que era vivir limitada… Luchábamos día a día porque nuestros padres no se dieran cuenta de las necesidades que teníamos y de alguna manera oír el bello cántico que es y seguirá siendo normal en mi familia de decir: “Te lo dije” ... Así que hacíamos lo inevitable para que no se dieran cuenta de la situación que vivíamos, pero fue en vano todo porque obviamente se daban cuenta de la situación… No nos quedó más remedio que recibir ayuda de nuestros padres, y tragarnos nuestro orgullo… Pero eso sí, la condición era seguir estudiando y nada de embarazos… Pero, es ahí cuando surgió el verdadero drama, porque para lo que nuestros padres eso era, un drama, para nosotros era una grandísima bendición…

Empecé a sentir grandes molestias de ascos mareos, y mi estado de ánimo tan sensible era evidente que ¡estaba embarazada! pero era lógico que como primeriza, ni la más mínima idea de que lo estaba... Con todo y malestares sin decirle a nadie, ni siquiera a Fernando porque no quería que se preocupara. Pensé que quizás podría ser la falta de alimento, o el estrés de tantas carencias que teníamos, los exámenes finales de la escuela para graduarme, el trabajo, mis padres, la casa, la comida, el dinero, la limpieza, off…

Pensé todo será más tranquilo en 30 días, en un mes me habré titulado y podré estar más tranquila, sólo trabajaré por las tardes y tendremos más tiempo Fernando y yo para poder estar juntos, pues teníamos meses de sólo casi saludarnos como dos desconocidos, y apenas teníamos tiempo por las noches para hacer el amor y decirnos ¡cuánto nos amábamos y nos extrañábamos!, decirnos que pronto pasaría el tiempo y que disfrutaríamos más de nuestro matrimonio, pues llegábamos rendidos de cansancio... Anhelaba tener un momentito de descanso de dormir plácidamente como un domingo en casa de mis padres con mi almohada de plumas de ganso, y sólo apretar el interpone para que me subieran mi jugo de naranja recién hechicito... ¡Pero no!...

Ya no estaba con mis padres, y ese anhelo era demasiado para mí, pero me sentía contenta de estar al lado del hombre amado y no me arrepentía de haber cambiado lujos viajes, carro, alhajas, por estar al lado de mi querido Fe… Así que ese día que imaginaba estar tan plácidamente me sentí terriblemente mal, fui a la cocina a beber un vaso de leche exquisitamente fría, cuando el estómago se me revolvió terriblemente y devolví todo, ¡completamente todo en el instante!, ¿qué me pasaba?... ¡Me sentía tan mal! Hoy me titulaba, no podía faltar, así que hice un gran esfuerzo me arreglé y fui a mi graduación, ya estaba mi querido Fernando, siempre tan puntual, junto a sus padres, y los míos… Todo salió de maravilla, bueno casi todo, porque después del desayuno me sucedió lo mismo, me sentía terriblemente mal, y sentía que podía ser descubierta pues ya no podría disimular más…

Finalmente, todo terminó, me titulé con excelentes calificaciones y mis padres lloraron al escuchar mi nombre en la mención honorífica, era una gran sorpresa para ellos, pues quizá pensaron que con otras obligaciones había terminado mi carrera por casualidad, pero no era así, realmente me esforcé porque sabía que ellos ya no tenían obligación de pagarme una escuela tan cara al haberme casado, ahora el responsable era Fer, pero no alcanzaba, ¡ni hablar! Creo que mis padres se sintieron muy satisfechos.

En conclusión, había terminado mi carrera. Nos fuimos a casa y Fer me preguntaba que me pasaba, pues a pesar de que todo había salido de maravilla él notaba que no estaba contenta, pero no era así, lo que pasa es que me sentía terriblemente mal...

_Nada, nada amor, sólo que pensé que no llegaría este día, ¡pero claro que estoy feliz! Nuevamente me cuestionaba... _ ¿En verdad Melissa, estás feliz?

_Sí amor, lo que pasa es que estos últimos días me he sentido muy cansada, es todo...

Tú sabes, la tesis, los exámenes finales, la casa, etc. En verdad me siento cansada... Quizá deba tener una infección en el estómago pues desde hace un par de días he sentido náuseas y malestares...

_Mi nena, ¿por qué no me lo habías dicho? Mañana iremos al Dr. no me gustaría que te pasara nada.

Al día siguiente me levanté con mejor ánimo, así que hice algunas actividades, por la tarde me fui como siempre a trabajar, pero no pude terminar el día porque realmente me sentía fatal, náuseas, mareos, vómito... Así que terminé por hablarle a Fernando por teléfono...

_ ¿Amor?

_Si mi nena, cómo te has sentido cariño, que bueno que me llamas, en este momento te iba a marcar, ¿cómo sigues?

_Fatal, en verdad flaco, me siento mal... Ya pedí permiso de salir, ¿puedes venir por mí?

Melissa, entonces no son simples malestares ¿verdad?

_No, mi amor, no quería preocuparte... Está bien, salgo en este momento para allá...

Llegamos al Dr. y Fernando me abrazaba y me hacía cariños como si fuera una niña desvalida... Mientras el Dr. Me hacía las preguntas de rutina…

_ Sra. Abed, dígame usted, ¿Qué molestias ha sentido? _

_Pues verá Dr. Hace un par de días he sentido malestar estomacal, náuseas, vómito ¿Alguna otra cosa? Antes de contestarle, me dieron ganas de darle un coscorrón, ¿cómo me preguntaba si alguna otra cosa?, sí con eso me sentía fatal…

_Pues mucho cansancio_

_Bueno Sra. Abed, recuéstese, por favor, comenzó a auscultarme el vientre, escuchaba mi corazón…

Me tomaba el pulso, me veía los ojos, en fin, Fernando sólo observaba; de repente su pregunta hizo que el corazón me diera un gran vuelco,

_Señora Abed, ¿cuál es la última fecha de su menstruación?...

Y hubo un gran silencio…

_Bueno… Este… Me parece que hace casi dos meses_ Fernando me volteó a ver con unos grandes ojos de sorpresa…

_ ¿Ha estado usted últimamente bajo presión o estrés?, _

_Sí, Dr. mucha, es que me acabo de graduar, y el trabajo, la tesis, los compromisos, en fin, creo que sí he estado muy estresada, y en otras ocasiones se me ha retrasado mi periodo por lo mismo, ¿sabe?, soy muy aprensiva..._

_ Sra. Debe aprender a mantener la calma, hágase estos análisis, y ya mañana veremos qué es lo que pasa_

_Dr._

Le dijo Fernando

_ Pero no es grave lo que tiene mi esposa ¿verdad?

_No, no Lic. Pero… Debo hacerle algunos estudios antes de darles mi diagnóstico…

Por ahora es precipitado decirles no me gustaría dar un mal diagnóstico...

Al día siguiente, fuimos muy temprano por el resultado de los análisis, los llevamos al Dr.…

_Pasen, ¡Adelante! -dijo el Dr., tomen asiento-

Los dos, tomados de la mano viendo fijamente el sobre de los resultados y un silencio absoluto... Hasta que el Dr. Después de observarlo dijo: Pues bien, hay un detalle aquí que me inquieta, tiene usted un segundo grado de anemia, así que vamos a darle algunas vitaminas para que esté fuerte y sana, pues el bebé que viene en camino lo necesita... Fernando y yo nos miramos, nos abrazamos, y con lágrimas en los ojos nos dimos un beso...

¡Vaya noticia!, salimos del consultorio, nos sentíamos felices, aunque un poco temerosos, pues la situación económica no estaba muy bien que digamos y bueno las mal pasadas que me deba al no comer sanamente habían sido clave para desarrollar la anemia, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera por ayudar a Fer. Fue difícil comunicarles a mis padres que estaba embarazada, pues sabía que no les daría mucho gusto y no por el bebé en sí, sino porque estaba segura de que me dirían que era una inconsciente, pues la situación económica que vivíamos no era lo suficientemente buena como para tener uno ahora... Me sentía mal por ello, pues teniendo ya una carrera, mención honorífica y un título, a veces de que te sirve si la gente no te da una oportunidad de salir adelante con los conocimientos que tienes...

No entiendo como siempre en las vacantes sale un anuncio pidiendo gente con experiencia, ¿de dónde diablos quieren que uno saque experiencia? ¡Sí no lo dejan trabajar!... Pero en fin tenía que estar preparada para la letanía... Así que, pues por más que evitaba… Lo inevitable sucedió, mis padres se dieron cuenta del embarazo y efectivamente, la regañada que nos dieron aún más nos frustró... Fernando siempre me decía que todo estaría bien... Día a día y mes a mes todos los días él, llegaba tardísimo, pues doblaba turnos en el Hotel donde trabajaba para poder sostener nuestro hogar, pues los planes que tenía yo de trabajar se vinieron abajo tras la noticia de que mi embarazo era de alto riesgo así que después de 5 meses de trabajo, tuve que renunciar, y quedarme en casa... Así que me dediqué a hacerle toda su ropa a mí bebé, y a tratar de pasar el término de mi embarazo lo más tranquila posible...

La relación entre Fernando y yo era realmente hermosa, él era un amor conmigo, y nos llevábamos excelentemente bien... La comunicación era extraordinaria, siempre preocupado por mí... Demostrándome día a día su cariño, su amor, y bueno a veces pienso que también de alguna manera me agradecía que estuviéramos juntos porque lo poco que me podía dar era con gran sacrificio, cuando yo estaba acostumbrada a otras cosas, y eso, se lo reconozco, siempre desviviéndose por mí. Pasaba el tiempo y mi pancita cada vez crecía más, Fernando le cantaba al bebé cerca del ombligo, le hablaba constantemente, día a día le ponía los audífonos a mi gran panza con música relajante, o clásica, le contaba cuentos al bebé, en fin, era todo ¡maravilloso!... ¡Era un bebé tan esperado!... ¡Tan deseado!... Siempre le decía “mi pequeña” ... ¡Estoy seguro de que eres mi pequeña!

Finalmente, llegó el día esperado... Comencé con malestares por la noche así que le llamamos al Dr. Y nos fuimos al hospital... Y pasaron las horas, yo sólo miraba en el reloj el transcurrir una y otra hora más y los dolores que sentía cada vez eran más fuertes... Llegó un momento en el que pensé que no soportaría más, pero trataba de tranquilizarme, mi querido Fer, siempre a mi lado, me tomaba de la mano, me acariciaba el cabello, me decía que me amaba, que era todo para él, que me agradecía todos los momentos bellos que había pasado a su lado que era su empuje, el motor de su vida, y que ahora el bebé que ya estaba por nacer sería todo para nosotros, que lucharíamos juntos por él...

Lo último que me dijo antes de entrar a la sala de partos fue: _Melissa, quiero que sepas que te ¡adoro! Y que siempre estaré a tu lado, pase lo que pase_... Mientras yo derramaba una lágrima, que el suavemente limpió... En lo que me preparaban en la sala de partos, Fernando se vestiría con ropa esterilizada para apoyarme durante el momento... Así que mientras recorría mi camilla por algunos pasillos pensaba:

¡Oh Dios mío! te pido que me des la fuerza necesaria para poder traer a mi hijo a este mundo con bien... No permitas que decaiga, gracias por todo lo bueno que me has dado, gracias por permitir que mi embarazo llegar a un buen término, permíteme despedirme ahora de mi embarazo y sentir dentro de mí por última vez a mi bebé que con gusto lo he cargado en mi vientre donde se ha encontrado protegido y lleno amor, cuídame y protégeme, permíteme ser una buena madre guíame para poder lograrlo, amén_...

El apoyo que me dio Fernando durante el momento de dar a luz, realmente es indescriptible, me dio ánimos minutos a minuto hasta que nació nuestro bebé... Cuando escuché una voz que dijo: Es una... ¡Niña! _Fernando tomó a la bebé entre sus brazos y me la puso en mi regazo para poder besarla, nos abrazamos los tres y lloramos de alegría, ¡qué momento tan especial fue aquel!, sentí la presencia de Dios ahí mismo en la sala de partos cuando después de ese momento todo se me oscureció... Comencé a sentir falta de oxígeno, a lo lejos sólo escuchaba decir al Dr. _ ¡Que salga Fernando!... ¡Que salga! _...

Sentía que me iba por un túnel largo... Largo... Y una paz infinita, pero mientras caía por ese túnel recordé a mi bebé, ¡no podía dejarme vencer así!, y Fernando, ¡el gran amor de mi vida...! ¿Cómo dejarlos ahora?, ¡no...! ¡Por favor Dios mío! ¡Sé que estás ahí...! ¡Permíteme vivir! ¡Por favor!, ¡quiero vivir...!

Escuchaba a lo lejos decir a Fernando _ ¡No saldré déjeme estar aquí...!, ¡Melissa!, ¡Melissa!, ¡no me hagas esto!¡por favor! Mientras lloraba desesperadamente... De pronto una luz enorme sentía en mis ojos... Cálida... Que me rodeaba todo el cuerpo después de unos instantes, la voz de Fernando me hizo respirar con una gran exhalación...

Quedé desmayada, no sé cuánto tiempo pasó, pero cuando reaccioné ya estaba en mi habitación; exhausta con un intenso frío que recorría todo mi cuerpo haciéndome tiritar los dientes…

Fernando junto a mí… Acariciándome los cabellos… Cuándo lo miré me dijo: - ¡Qué gran susto me has dado!... Mi vida… ¿No sé qué haría sin ti? _…

Le sonreí y le dije: _Mi amor, no permitiré que la vida me separe de ti, ¡no ahora!... Pero dime: ¿Cómo está el bebé? _

_ ¡En perfectas condiciones! - ¡Linda!, ¡preciosa, como tú! -

Me sentía feliz, inmensamente feliz, tanto, que tenía miedo… Tanto sufrimos y tantas cosas pasamos para llegar a este punto… Tener un hijo es parte de un sueño dorado, parte de la culminación de la mujer, dar vida… Y ver en carne viva la prolongación de tu amor en un hijo, ¡era maravilloso! Era realmente hermoso ver a nuestra hija crecer sus primeros pasos, sus primeras palabras, su primera sonrisa… En fin; poco a poco Fernando en el trabajo iba destacando, pareciera que Azul, nuestra hija, le hubiera dado cuerda para no parar y sobresalir con todo ímpetu cada vez nos sentíamos más enamorados… Bueno, eso creía.

No me di cuenta de que cada día que había pasado me dediqué a ser madre, y casi por completo me olvidé de mi adorado Fernando, era cariñosa, siempre buscando cocinarle lo que a él le agradaba… Tenía su ropa limpia, impecablemente planchada, la casa era un espejo, todo parecía estar bien… Pero… ¡No era así!, ¡por qué me olvidé de ser su amante!, ¡su confidente!, ¡su amiga!, ¡su mujer! Y sólo era su esposa, y la madre de su hija… Me olvidé de mi aspecto personal, de que él me encontrara ¡perfumada, arreglada, esplendorosa! Cómo antes de que llegara Azul…

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo