09 meses antes de la boda

Amelia recogía los platos vacíos de la última mesa que recibió comensales por la jornada dominical. Colocó los platos uno encima de otro y todos los vasos a su alrededor. Llegó a la cocina esforzándose por mantener el equilibrio, era una hazaña que pocos se atreverían a lograr, sin embargo los años de experiencia ya la tenían entrenada para tal acrobacia. Dejó los platos en la fregadero, recostó su espalda en la pared e inicio una conversación con su compañera.

-¿A dónde irán de luna de miel?

-No lo he hablado con Harry.- Respondió Dina sin apartar la mirada de su labor.

-¿Para dónde te gustaría ir?...Y no me digas que el lugar es lo de menos, si tienes buena compañía.- Dina rió al oír el comentario, pues su compañera adivinó la respuesta. Miró a Amelia  con su radiante sonrisa y refutó.

-Es la verdad, preferiría estar en mi casa encerrada con Harry a estar en las islas Maldivas con mi adversario.

-Va a ser un viaje único, a Harry lo tendrás siempre.-

- Tal vez no. Quizás el avión colisiona y yo soy la única sobreviviente.- Respondió la prometida.

-Es tu luna de miel. No iras al atlántico para contar pingüinos.- La ironía en las palabras sólo aumento las risas de Dina. No sería una idea absurda para Harry quien era animalista de corazón.

-Si llegara a morir pronto, me gustaría hacerlo a lado de Harry. Con él soy feliz, ya sea en las islas canarias bronceándome o en un iglú marcando pingüinos…- Un comentario que dejó sin palabras a Amelia, y aunque buscó como arremeter, pronto desistió y cedió la victoria a Dina diciendo.

-Me gustaría estar así de enamorada por alguien.-

(…)

                La chica caminaba diez pasos a su derecha y diez pasos a su izquierda. Daba suspiros que dejaban saber su hastío. Sentía que estaba allí, esperando por días. Su andar infructífero dio pausa cuando a lo lejos reconoció a dos mujeres, aunque ellas dos estaban todavía a una distancia considerable y la calle estaba arrebatada de personas, la pelirroja dijo.

- ¡Finalmente! Llegué a creer que me dejarían abandonada.-

                Tanto Dina como Amelia sintieron vergüenza ante los curiosos que voltearon a verlas. Ellas, contrarias a su compañera, esperaron estar frente a ella para excusarse.

-El tráfico estaba insoportable.-

-¿Estás preparada?- Dijo Wendy sujetando de los hombros a Dina.- Va a ser una tarde de prueba. Tal vez te canses, tal vez te estreses, pero debes estar segura de la elección final. No te puedes dejar llevar por…- El discurso se interrumpió cuando Amelia dijo.

-Sólo son vestidos…-

-No es un vestido más que va sumar en el armario. Es un vestido que lucirás en un día único que prevalecerá en la memoria de todos tus seres queridos. Debe ser la elección perfecta.-

-Es un vestido que se empolvará encerrado en una caja…- Repuso Amelia.

- ¡Ya basta!, Va a ser un vestido único que prevalecerá en recuerdos y luego se empolvará en una caja…- Dina resolvió en darle la razón a las dos y evitó un conflicto leve, pero estresante.- Entremos…- Finalizó, cediéndole el paso con un ademán de mano.

                Las horas transcurrían sin prisa. Las tres mujeres pasaban una tarde grata entre amigas y copas de champaña, mientras la novia desfilaba una y otra vez con diferentes vestidos. Las madrinas principales daban su opinión. Del probador salió, una vez más, Dina luciendo un engalanador vestido, en su totalidad blanco merengue, ajustado al torso y con un frunce a partir del talle, después del cual seguía una falda amplia y armada. Tenía un escote cerrado y conservador, mangas largas y carecía de adornos.

-¡Esta hermoso!- Contempló Wendy, el ensimismamiento mágico que le produjo el vestido fue diseminada por su acompañante quien dijo:

- Hermoso, igual al de mi abuela cuando renovó sus votos.- El sarcasmo hizo reír a Dina y a la dependienta que ayudaba a la novia.

-¿Por qué una mujer sin sentimientos y escéptica al amor es tu madrina?- Reprochó la pelirroja señalando a Amelia. Dina volvió al probador y las ignoró, no era la primera vez que discutían, para muchos sería difícil de creer la amistad entre dos mujeres tan opuestas. Doce minutos tardó en colocarse el nuevo vestido y ellas seguían discutiendo. Al salir se examinó en el espejo y quedó cautivada. Un vestido sin talle definido, ajustado al torso, con una falda suelta que se aparta de la cintura hacia abajo, con detalles sutiles en azul cielo. Miró a sus madrinas y llamo su atención.

-¡Chicas, chicas!- Al segundo llamado ellas respondieron y Dina les dejó saber la fascinación  por tal hermoso pedazo de tela.- Lo encontré, es perfecto para mí. ¿Qué opinan?-

-Bello, precioso, maravilloso…Me encanta.- Hizo saber Wendy quien se puso de pie para alagar la prenda. Miró a la escéptica y le preguntó.- ¿Qué defecto le ves?- Amelia también se acercó, camino a la novia y comenzó a examinarla.

-Sobrio, pulcro, revela sólo lo necesario…- Sonrió y dio su opinión final.- Esta hermoso.

-¡Chicas tengo vestido!- Dijo Dina eufórica y luego de dar unos saltos de alegría, se miró en el espejo y dijo.- Esto es lo que voy a vestir el quince de Agosto.

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