¿Qué pasa si me suicido?
¿Qué pasa si me suicido?
Por: Ximena Aguilera
CAPÍTULO 1

07 de mayo del 2013

Un sonido empieza a taladrar mi cabeza, un sonido que indica que un nuevo día ha iniciado. Si, era el maldito despertador. Me muevo en mi cama tratando de seguir durmiendo, pero el sonido no cesa, haciendo que me levante. Tomo mi celular para poder apagar ese sonido, que sólo logra darme dolor de cabeza. Pase mis manos por mi cara. Al hacer este movimiento, veo unas marcas en mis brazos, claramente sabía que era. 

Me dirijo hacía el baño para poder tomar una ducha anes de ir al colagio, abro el grifo de agua fría, sin más, me meto bajo el chorro de agua sintiendo un escalofrío por mi espalda que se expande a todo mi cuerpo, mojo mis heridas que por suerte ya no sangran. 

Salgo de la ducha y trato de cubrir mis heridas, lo único que se me ocirrió fue ponerme una playera de manga larga, no era extraño, se podría decir que era mi atuendo de siempre, es lo único que encontraría en mi armario. 

Tomo mi mochila y bajo para poder desayunar, quizá no tenga mucha hambre pero todo era parte del protocolo, de seguir la rutina. 

-Alejandro, ¿por qué tardas tanto -dijo mi madre desde la cocina mientras yo terminaba de bajar las escaleras- Se te hará tarde. 

Solo me quede en silencio sentandome frente a mi padre, tomando mi jugo de naranja. 

-¿No piensas contestarle a tu madre? -dijo mi padre con obvio enojo en sus palabras. 

-Perdón... -fue lo único que logro salir de mis labios, mi padre tenía el don de transmitir demasiado miedo. 

-Anda, sube al auto y vámononos. -termino de decir mi padre dandole un último sorbo a su cafe antes de ponerse su saco. 

-Padre, si no es molestia, me gustaría ir caminando el día de hoy. -dije en un ligero susurro sabiendo que lo que acabo de decir provocaría un caos. 

-¡No pudiste haber dicho eso hace más de una maldita hora!

Mi padre se acercó a mí. Sólo siento su fría y gran mano golpear contra mi cara. 

-Perddón...yo no...perdón...

-Perdón, perdón, ¿Es lo único que saber decir? -grito volviendo a golpear mi cara, este golpe fue mucho más fuerte que el anterior. 

Mi padre salió de la casa y yo quedé tendido en el piso con mi mejilla roja y ardiendo peor que el maldito infierno.

Después de unos minutos logre recuperarme, me levante evitando la mirada de mi madre, tomé mi mochila y salí de mi casa tratando de no hacer ni el más mínimo ruido. 

Llegué al colegio y mi mejilla seguía roja y con un ardor que pareciera que se caería en cualquier momento. Como siempre no podían faltar las miradas, los insultos y Jeason. 

Jeason es el más popular del colegio, capitán del equipo de basquetbol, el más atractivo según todas las chicas, y algunos chicos. También el que siempre molesta a los más indefensos y por supuesto, entre ellos estoy yo. 

-Pero miren quien es, Alejandro

Escuche la voz de Jeason al pasar junto al él. Trate de ignorarlo y seguir caminando pero sabemos que eso no es suficiente. 

-¿Qué te pasa idiota? ¿Piensas que hoy será tu día de suerte? Pues estás muy equivocado. 

-Jeason, solo déjame...-dije en un susurro apenas audible para mis oídos. 

-Déjame pensarlo, el más idiota de la escuela me está mandando a mí, Jeason Brooke.

Antes de que pueda articular una palabra más, Jeason golpea mi estómago haciéndome caer. 

-¿Cuando entenderás, estúpido, que quí el único que manda soy yo! -vuelve a golpear mi estómago. 

Golpe tras golpe, uno más fuerte que el anterior. Golpea mi estomago, mi cara, mis brazos, mis piernas. 

Sunea la campana haciendo que se detenga, da un último golpe, toma su mochila y se va. Yo, en cambio, sigo tirado en el suelo en posición fetal. Unas lágrimas caen por mis mejillas, debido a los innumerables golpes se me es imposible levantarme, el dolor recorre todo mi cuerpo. Claramente los golpes de mi padre y de Jeason habían acabado con las pocas fuerzas que me quedaban, pero no podía quedarme tirado en el piso, no podía permitirme más humillación.

Me levanto aun sintiendo dolor, tomó mi mochila y me dirjo hacia mi casillero. Al llegar, tomo mis libros correspondientes a la segunda clase, los meto en mi mochila y voy al baño. Cierro la puerta con seguro y saco mi sacapuntas quitandole la navaja. Un corte, dos cortes, tres cortes, cuatro cortes, cinco cortes. La sangre cae, por suerte en el escusado. 

Quizá se pregunten ¿por qué? Bueno, sonará bastante estúpido pero era una forma de liberarme, como si la sangre que saliera de mí cuerpo fueran todos esos traumas y sufrimiento que veno¡go acumulando. La navaja pasar por tu piel, la sangre caer gota a gota y un poco de ardor. Me gustaba esa sensación. 

Me coloco mi sudadera ya que mi playera ya estaba manchada de sangre. 

Había faltado a mi primera clase, lo sé porque empezo a sonar la campana, el tiempo pasa volando cuando me concentro en mi sufrimiento. Los alumnos empiezan a salir de sus aluas dirigiéndose hacia su segunda clase. Me mezclo entre ellos para uqe Jeason no me note aunque a veces parecía que tenía un detector, porque sin importar en donde me entrará, él siempre hallaba la forma de arruinarme la vida. 

Llego a mi aula, literatura, una de mis clases favortas, tomo asiento, la última banca para no ser notado por los demás. La profesora llega y tras de ella una manada de alumnos. 

La clase va normal, nadie nota mi existencia, como siempre pasaba, cosa que me dolía, pero ya estaba acostumbrado a ello. 

El día avanzaba de lo más normal, las clases, los insultos, los golpes, las burlas, bastante normal, hasta ese momento. 

Catherine Rose, la chica más popular, capitana de las porristas, novia de Jeason, pero ¿por qué se acerca a mí? 

-Hola, Ale. -sonrio poniendo sus manos frente a mí. 

-Catherine, ¿qué...qué haces aquí? 

-Solo vine a saludar, ¿hay algún problema en eso?  

-No, no, ninguno.

-Okay -puso una sonrisa en su rostro, me miro por unos segundos y se fue. 

Una sonrisa se pinto en mi rostro, después de todo, la chica más guapa me había hablado y dedicado una sonisa. Pero sabía que no iba a durar mucho, tal y como lo predije, así fue. Mi sonrisa se borró al ver que Jeason se dirigía hacia mí. 

-Es linda mi chica ¿verdad? 

Me quede callado, sabía que sin importar lo que respondiera, no iba a terminar bien. 

-Anda, responde, ¿es linda mi chica? 

-Si...

-Eso qería escuchar. 

Un golpe en mi cara fue lo único que sentí antes de caer al suelo y cerrar mis ojos. 

Despierto en una habitación aun desconocida para mí. 

-¿Dónde estoy?

-Estás en la enfermería, cariño. 

-¿Cómo...cómo llegue aquí? 

-Te caíste y golpeaste tu nuca, también tienes un golpe en tu nariz pero tranquilo, ya estás mejor. 

-¿Puedo ir a casa? 

-Claro, solo toma esta pastilla y listo, puedes ir a descansar. 

Agarro un vaso con agua y tomo la pastilla. Salí de la enfermería casi corriendo, queriendo llegar lo más pronto a mi casa. 

Dejo de correr llegando a un parque, intento estabilizar mi respiración sentandome en una banca. Pasaron unos minutos y comence a llorar, estaba cansado. Levante mi vista viendo a los niños jugar, todos están felices, ríen a carcajadas, están sin preocupación alguna. Recuerdo cuando yo era así, se que no tuve la mejor infancia pero no me importaba, mi única preocupación eran mis juguetes, recuerdo cuando sonreía. Recuerdo cuando era feliz...

Limpie mis lágrimas y me levante caminando más tranquilo en dirección a mi casa, al llegar note un inmenso silencio, claramente mis padres no estaban. Respire aliviado, lo que menos quería era llegar y tener que lidiar con regaños de mi padre después de todo lo que me hizo pasar Jeason en la escuela, no importaba si hacia algo bien, todo era motivo de regaños. 

Deje mi mochila en el sofa y fui a la cocina con intenciones de prepararme algo de comer, pero en la barra había una nota. 

"Alejandro, tu padre y yo tuvimos que salir de un viaje de negocios, estaremos fuera por 3 meses. Te dejamos el dinero suficiente para este tiempo. Cuídate. Mamá."

Perfecto, lo que me faltaba, mis padres se fueron por tres meses y me dejaron solo. Bueno, pensándolo bien, no estaba mal, no habría golpes de parte de mi padre, la casa no estaría llena de gritos, quizá podría por fin sentirme tranquilo. 

Seguí preparando algo de comer, ya que en el colegio no comí nada gracias a los recurrentes golpes de Jeason. Sino moría desangrado o por algún órgano roto, seguramente lo haría de hambre. 

Me senté en el sofá, prendí el televisor y me dispuse a comer. No hay nada en la televisión, o bueno, nada que me interesara así que decidí poder una película, Suicide Room, mi película favorita. Me sentía tan identificado con Dominiñk, bueno, en cierto modo. 

La película acabo y como siempre que la veo, termine llorando. 

Subí a mi habitación y me di una ducha rapida para poder olvidarme de mis problemas aunque sea por un momento, y sobre todo, para que mis lágrimas se perdieran entre el agua. 

Me puse mi pijama, la cual constaba de unos pantalones holgados y una playera blanca de manga larga. 

Me senté en mi cama viendo por la ventana, el día estaba muy bonnito, el sol brillaba, los niños jugaban, las parejas caminaban agarrados de la mano. Todos se veían tan felices. ¿Cuándo sería mi turno de ser feliz? 

Prendí mi computadora y abrí mis redes sociales, bueno, mi única red social, F******k. No sé ni porque lo tengo si no tengo amigos, y los que dicen serlo me apuñalan por la espalda.

En mi F******k solo tenía máximo 10 personas y siento que exagero, ninguna de esas personas conocía porque a las que conozco no les interesa entablar una amistad conmigo, ¿quién quisiera ser amigo de un tipo que solo piensa en cómo sería el mundo sin él?

Nunca platicaba con nadie, solo me gustaba compartir publicaciones con las me sentía identificadoo, y dar "me gusta" a cualquier publicación por el mismo motivo. 

Deje mi computadora sin cerrar mi F******k y me asome por la ventana, el día dejo de ser brillante, empezaba a llover, y así es como me gustaba que sean los días, grises, llenos de nubes y con lluvia. Me sentía tan bien e identificado con ese clima, sentía que todo estaba como yo, sin color y llorando. Ahora si empezaba a ser un día "perfecto".

Un sonido interrumpió mis pensamientos, era mi computadora. Espera, ¿un mensaje? ¿Marisse? ¿Por qué me enviaría un mensaje? 

-¡Hola...!

-Hola...

-¿Cómo estás? 

-Mmmm...bien. 

-Me alegra, oh perdón, no me presente, me llamo Marisse Estrada ¿Tú eres? 

-Hola Marisse, mucho gusto...soy Alejandro...Alejandro González.

-¡Mucho gusto, Ale! ¿Te puedo decir así? 

-Claro...

-Bueno Ale, tengo que irme, fue un gusto poder hablar contigo, me gustaría poder llegar a ser amigos :) 

Okay, eso fue bastante raro, una chica que no conzco me comenzo a hablar y quiere que seamos amigos. Eso si es extraño ¿no? 

Me coloque mis audífonos y puse una de mis canciones favoritas, "Fuckin Perfect", mi lista de reproducción siguió hasta que me quede profundamente dormido. Ojala que mañana me fuera mejor, no creo poder soportar días de tanto sufrimiento, necesitaba un solo día de tranquilidad y se que el estar sin mis papás sería de gran ayuda para conseguirlo. 

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