Perfecta
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Por: Lady RoseT
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Capítulo 1.

Explosivo

"Siempre hace falta un golpe de locura para desafiar al destino".

.

Caminó exhausta dentro del enorme restaurante donde supuestamente ahí se encontraría a su 47° cita en ese año.

No era que tenía urgencia para encontrar un chico ideal casi de su nivel, por supuesto que no. Si fuera por ella, estaría cómodamente en su casa viendo alguna película de terror psicológico comiendo palomitas disfrutando de su vida, sin ningún chico a su lado.

Pero eso para su abuela era una situación que exigía demanda en cuánto a ella se trataba.

Ambas chocaban respecto a la visión de vivir casada y vivir soltera, ella estaba en contra de estos planes organizados con cuidado por parte de su abuela, más tenía que aceptar. Su abuela insistía en que quería verla feliz antes al lado de un joven apuesto y rico antes marcharse de ese mundo.

Y era por eso que aceptaba salir con desconocidos intentando encontrar un esposo con el que pueda pasar una vida tranquila, con amor.

Amor.

No creía en esa simple palabra y aún resultaba ajena cuando muchas parejas casadas hablaban de ese tema tan libremente con un toque de brillo en los ojos.

Ese era el final perfecto para todos.

Pero no para ella.

Hace tiempo había dejado de creer en los cuentos de hadas donde el príncipe azul vendría en su rescate para enamorarla y vivir felices para siempre. Tuvo un duro golpe respecto a ese tema, ya que lo aprendió desde los 12 años, aunque sabía que no podía dejar la situación así. Si el príncipe azul no existía, entonces...

¿Quién la rescataría a ella?

Era por eso que se inscribió a practicar las artes marciales para poder usar una defensa personal en caso de que existieran descerebrados con el fin de lastimar su integridad física.

Y sí que le había resultado.

Cada día que llegaba era uno más dónde la delincuencia y el robo crecían como un virus.

— ¡Por aquí!— Escuchó su llamado. Se encontraba en una esquina privada donde sólo los que tenían dinero tenían derecho a esa reservación.

»Bien, es hora de actuar«. Pensó con una sonrisa discreta.

Ya había tenido una cita con él anteriormente, George Jorgenson. Con el primer segundo se había dado cuenta que no estaría dispuesta a pasar el siguiente segundo con él. El solo nombre la hacía  arrepentirse de aceptar una nueva cita con ese tipo de hombre.

Tomó asiento en la silla que sobraba mientras que la orden llegaba a sus mesas. La típica comida elegante de una cita romántica:

Spaghetti con albóndigas.

×Plan #1. Ser asquerosa:

Llevaba planificando toda la tarde cómo poder asustar a un chico de clase alta.  En este caso, tenía que actuar de la manera que más detestaba. Tomó el spaghetti con las manos y de un gran bocado tragó todo dentro de sus labios.

George había quedado sin palabras al ver la forma en la que comía su compañera. Sin duda era alguien diferente.

Y.... Eso le gustaba.

— ¡Esto está genial!— Exclamó con alegría.— Pensé que me tendría que ver obligado a actuar con modales pero veo que eres igual a mi.— Con esto comió el spaghetti de la misma manera que ella, dejando un eructo al final.

Roselyn Darcy estaba asqueada. Sin duda su plan no saldría de la manera que quería.

Pidió permiso para ir al baño a retirarse y una vez dentro sacó su botella de vodka y whisky para combinarlos y tomar la mitad de un trago. Si iba a soportar esta cita que sea de la manera inconsciente. ¿Y qué mejor que no recordar nada?

Volvió de nuevo hacia la mesa donde George la esperaba con paciencia y tomó asiento otra vez.

— ¿Sabes?— Empezó una vez ganada su atención.— Creo que sería muy aburrido seguir nuestra cita....

— ¡Estoy completamente de acuerdo!— Asintió Roselyn con una sonrisa feliz. Podía sentir aún su garganta quemarle por aquella imprudencia en el baño. Pero al menos podría librarse de ese idiota.

— ¿¡En serio?!— Preguntó con la misma sonrisa.—Estaba pensando salir de aquí e ir a un lugar más divertido. ¡Vamos a un bar!— Sin dejar que la rubia terminara de decir nada, tomó de su mano y se dirigieron al dichoso lugar que según en base de él, sería algo divertido y único para una segunda cita.

———❤️———

Por otro lado, Arthur Kingston entraba con cansancio a un bar de mal ambiente. Llevaba en su mano cargada una guitarra de madera mientras se disponía a subir el escenario arrastrando las pisadas. No había sido un buen día y su cara lo reflejaba todo.

Un bar era sin duda un lugar donde no le agradaba la idea de pasar la noche haciendo uno de sus hobbies favoritos. Pero en este caso era por su mejor amigo. Benjamin había insistido en que apareciera en la presentación del bar para poder animar su ambiente.

Después de todo, el lugar era de él. Y como mejor amigo, tenía que satisfacerle. Era después de todo su cumpleaños, y no podía negarse aunque quisiera. Benjamin había hecho muchas cosas por él y ésta sería una manera de regresarle algunos favores.

Finalmente se presentó ganándose la atención de algunos de los clientes, después de todo, no era muy concurrido los lunes por lo que estaba un poco más relajado. Podía fingir que el exterior no importaba y sería sólo él y su guitarra.

— ¡Muchas gracias Arthry!— Saludó su mejor amigo estando una vez a su lado.— Ten, te trague un vaso de agua para la sed.

— Gracias.— Aceptó comenzando a beber un poco. No le gustaba que lo llamaran Arthry, pero su mejor amigo siempre solía inventarse sobrenombres extraños. Por lo que Arthry no estaba mal.

— Te prometo que saldremos rápido. Queda una hora para cerrar el local por lo que no te sientas muy sofocado. Sé que te gusta tocar, aunque no sea en público. Pero aprecio que estés haciendo esto por mí.— Agregó.

— Has hecho mucho por mi. Ya era tiempo que hiciera lo mismo.— Asintió con una sonrisa sincera. Su mejor amigo bajó del escenario y él estaba a punto de comenzar a tocar intentando dejar primero el vaso en el suelo cuando sintió de pronto un golpe brusco tirandolo abajo con todo y vaso.

Levantó su vista al instante para ver de qué se trataba ese movimiento cuando su mirada chocó contra la de ella.

Un sentimiento explosivo invadió su corazón.

Se trataba de una rubia que parecía un ángel con ese cabello como el oro brillando con fuerza debido a la intensidad de las lámparas que existían en el escenario.

Sus ojos representaban el cielo más azul jamás representado.

Fue tanta la impresión que ya ni sentía el agua empaparle la espalda. Sus manos por instinto se habían dirigido a la cintura de la mujer en un intento de mantener el equilibrio y que ella no recibiera el impacto contra el suelo.

Sus rostros estaban frente a frente a escasos centímetros como para poder compartir un beso.

Jamás había visto semejante belleza y mucho menos recurriendo a un bar a las 11:45 de la noche. 

Dios lo había bendecido sin duda. Parecía que había caído al mundo para él. Aunque se podía decir que fue atracción a primera vista.

Pero ese momento se dispersó al momento de que un sujeto había alejado a la mujer de su lado.

— No pude detenerla para decirle que estaba entrando por la puerta trasera y se tropezó con los cables.— Habló George sin intentar levantarlo. El era su fastidioso y egocéntrico primo.— Vámonos, querida. Hay que seguir disfrutando la noche.

Claro, ni siquiera se había imaginado que una belleza así ya tenía pareja.

Trató de ignorarla el resto de la noche y continuó con lo que estaba a punto de empezar antes de aquel tropiezo.

— Arthry, ¿Estás bien?— Preguntó Benjamin al ver tal desastre.

— Si no te preocupes. El show tiene que continuar.

Si de algo estaba seguro Arthur, es que esa mirada había ocasionado un sentimiento explosivo dentro de su corazón. 

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