Capítulo 4: "DESPUÉS HABLAMOS"

¿Ustedes también madrugan el primer día de clases? Mi primer turno es a las siete y cuarentena, pero yo hace más de una hora que me levante y ya voy caminando al salón veinte minutos antes de que lleguen todos, incluso el profesor.

Al empujar la gran puerta y entrar al gran salón lleno de pupitres me doy cuenta de  que no seré la única que llego temprano, el chico de la cafetería está sentado en la primera fila revisando su móvil y al verme entrar alza la cabeza con una gran sonrisa moviendo su mano derecha saludando, yo le devuelvo el saludo y me siento a su lado.

—¿Eres el chico de la cafetería?— le preguntó al sentarme a su lado para tener algún tema de conversación, aunque soy algo antisocial me gusta tener compañeros de clase y algo me dice que seremos buenos amigos.

—Si el mismo— extiende su mano y yo la estrechó— Mucho gusto, soy Rian.

—Un placer Rian, yo soy Adele— ahora que lo veo de cerca es increíble el color verde que tiene sus ojos a pesar de que él es de piel morena.

—¿Quieres ser escritora?— pregunta después de un rato en silencio.

—Sí, tengo un libro por la mitad, lleno de errores, pero es un libro.

—Bueno yo no escribo mucho, pero amo leer y puedo reconocer cuando alguien escribe muy bien.

Instalamos una conversación muy simpática que nos duró hasta que la Sra. Lee entra por la puerta y acomoda con un  fuerte golpe todos sus libros sobre el gran escritorio que queda a unos metros de nosotros. La señora tiene rasgos coreanos, su cabello negro no pasa por debajo de sus hombros y tiene un corte muy extraño quedando más corto de un lado que de otro, lleva espejuelos y también muy mal carácter.

X'

El primer día de clases siempre es aburrido y lleno de presentación, conocí a más de diez maestros que para mañana ya no recordaré su nombre, la que jamás olvidaré es mi profesora de Literatura, tiene un carácter inolvidable. Ahora mismo estoy caminando en dirección a la residencia, mis pies duelen un montón, caminar los pasillos de la universidad es como estar en un maratón, siempre están lleno de estudiantes y cada salón me queda a unos kilómetros(exagere un poquito) y espero que ahora Adri esté en clases porque no soportaría escucharla contar todo su día.

—Buenas— saludo a la encargada de la residencia que está muy entretenida leyendo su periódico.

—Buenas— alza su mirada del gran pedazo de papel que tiene delante y me regala una pequeña sonrisa— ¿Qué tal tu primer día?

—Muy bien, solo me duelen los pies.

—Ese es el precio de ser una universitaria y agradece que solo sean los pies— bromea devolviendo su mirada al papel— Lindo día.

—Igual para ti— me despido y comienzo a subir las extensas escaleras que para mí hoy son más de mil escalones.

La habitación gracias a Dios está vacía, estoy sola en paz y tranquilidad, así que tiro la mochila sobre la cama, pongo un poco de música y me meto en el baño para darme una ducha refrescante que alivie cada calambre de mi cuerpo.

Media hora después estoy sentada sobre mi cama con un pedazo de pizza que pedí y un refrescante jugo de limón viendo mi película preferida "A dos metros de ti" siempre que la veo lloró y lo aceptó soy masoquista con ella es que amo la escena donde el chico le enseña su lista donde dice "Lista principal de Will 1. Amar a Stella para siempre."

Cuando llevo más de cuarenta minutos de película la puerta de la habitación se abre y me encuentro con el rostro sudado de mi amiga, parece que viene de una fila de boletos para una banda de rock.

—¿Estás bien Adriana?— no sé por qué esa pregunta ya se ha vuelto tan frecuente en mi vida, antes ni la utilizaba.

—Si, si estoy bien— asegura poniendo una mano sobre su pecho para calmar su respiración con todo su cuerpo pegado a la puerta.

—¿Qué te pasó?— segunda pregunta más utilizada en estos días.

—Adele— se echa a reír y luego se acerca para abrir la pequeña ventana que ahí al lado de su cama— Que está lloviendo y tuve que correr para no llegar empapada.

—Me asusté, pensé que habías peleado igual que tu hermano anoche— al decir esto sus ojos se abren de parar en parar y yo llevé una mano a mi boca.

Chismosa, ella no lo sabía.

Yo no soy adivina, perdón.

—¿Cómo sabes que Gabriel se peleó anoche?— pregunta aún sonriendo.

—Estuvo aquí para esconderse— si ya hablé mejor le digo todo.

Y no entiendo por qué, pero ella se echa a reír una vez más y me mira extrañada.

—Gabriel, esconderse— rueda sus ojos y niega con la cabeza— Te equivocaste de persona cariño.

—No, era tu hermana, si yo le cure los golpes— le aseguró llevando el último pedazo de pizza a mi boca.

—Si tú lo dices— se encoge de hombro— Gabriel siempre anda metido en líos, no entiendo por qué vino a mi habitación, él sabe que odio que traiga sus problemas aquí.

—Pero el vino solo.

—Y si lo siguen, es buscarnos problemas por gusto.

—Tienes razón— dudo que lo hayan seguido, pero bueno no esta de más prevenir.

— Pero tranquila, yo hablaré con él.

—Ok.

—Ahora voy a darme un baño— toma un poco de ropa de su armario y se mete en el baño rápidamente.

X'

—Yo quiero una dona y un batido de chocolate— pide Adri.

—Unas papas fritas y un batido de chocolate también— ordena Emily esta vez y luego vengo yo.

—Una hamburguesa y un jugo de manzana, por favor.

Ando con las chicas en uno de los McDonald's de la ciudad, yo les dije que no quería venir, pero ellas casi me traen a empujones y no estaba para escuchar a Adriana llorar, suplicar y contarme malos chistes contar de convencerme de salir de mi cueva como dice ella–ni que yo me echara todo el día en el cuarto–.

—Como tardan los chicos— se queja Emily dando pequeños golpecitos con sus uñas en el borde de la mesa.

—¿Qué chicos?— preguntó confusa, nadie me dijo que vendrían chicos.

—Los chicos— responden al unísono.

—Si ya sé que son los chicos— pongo los ojos en blanco y pregunto con cansancio— ¿Pero quiénes son los chicos?

—Ah era eso— se echan a reír amabas.

—Mi hermano y sus amigos— contesta Adri al verme la cara y darse cuenta de que esto no me hace gracia.

—¿Y quién los invito?— replicó enfadada, no es que me caigan mal, solo que no quiero cruzarme con Gabriel.

—Más bien pregunta quien las invito a ustedes— habla el mencionado justo detrás de mí acercándose a pasos lentos con sus dos amigos al lado, caminan con pasos firmes y a cámara lenta como unos modelos de revistas, el más tonto es que todas las chicas que están cerca se les quedan mirando con la baba afuera.

—Lo siento amiga— se disculpa Adri por lo bajo para que solo yo la escuché mientras ellos toman asiento frente a nosotras.

—Después hablamos de eso— le digo en un tono amenazante y ella me hace una pequeña mueca.

—Hola, chicas— saluda un chico de pelo negro, ojos color café, labios gruesos y rosados, lleva una pequeña barba que lo hace lucir interesante y misterios además de que se ve el buen trabajo que hace con sus músculos que se pegan a la tela de su camiseta como si fuera su otra piel— Soy Max y ¿tú?— pregunta dirigiéndose a mí, lógico es la única a la que no conoce.

—Soy Adele, mucho gusto— le devuelvo el saludo y él asiente con la cabeza mostrándome esa linda dentadura que lleva. No sé puede negar, los tres están muy guapos.

—¿Cómo están chicas?— saluda esta vez el moreno de la fiesta— Adele yo soy Ángel, ya no conocemos de la fiesta.

—Y yo soy Gabriel— interrumpe el pesado de ojos azules.

—Ya lo sabemos—  asegura Emily con una sonrisa pícara en su rostro y un brillo que no había visto antes en sus ojos mirando al chico de la barba. Ahora lo entiendo, en verdad le gusta Max.

—Ya hicieron el pedido— pregunta Gabriel mirándome fijamente algo que me pone nerviosa como de costumbre y hace que mis cachetes tomen un color rosado.

—Si ya— le responde Adri al ver que no consigo sacar una palabra de mi boca— Pero pueden pedir para que traigan la orden junta— sugiere ella.

—Muchachos vayan y pidan, yo quiero una hamburguesa y un jugo de manzana— manda a sus amigos y estos obedecen rápidamente como buenos perritos falderos.

Pidió la misma orden que tú.

Si me di cuenta, pero no me importa.

En ese mismo instante suena mi móvil y una vez más quiero que la tierra se abra y me trague, es mi madre y debe estar muy molesta porque no he dado señales de vida desde que llegue y si no contesto se pondrá peor.

—Es tu mamá, ¿no lo vas a responder?— pregunta Emily mirando la pantalla que no apaga.

—La verdad que no estoy segura— le confieso encogiéndome de hombro— Debe estar muy molesta.

—Yo que tú lo cojo antes de que sea peor—  me aconseja.

Tiene razón y lo sabes.

Mejor cállate y reza porque no nos maten.

—Hola, mamita linda— levanto la llamada, hago el intento de calmarla antes de que comience a gritar y los chicos la escuchen.

—Donde estás en estos momentos Adele Thompson— grita del otro lado y veo la cara de los chicos que están loco por reír excepto Gabriel que tiene una expresión en su rostro que no puedo descifrar, pero sé que esto no le da gracia.

—En un McDonald's con mi compañera de habitación— miento descaradamente.

—La hermana del chico que cogió la llamada el otro día— pregunta más calmada esta vez.

—Si mamita, y perdón por lo del chic…— me interrumpe antes de que termine la oración.

—Me calló muy bien el muchacho, es muy educado— ahora si veo la sonrisa arrogante que Gabriel siempre lleva puesta, debe estar muy feliz porque alguien aparte de sus amigos hablen bien de él.

—Que bueno— digo extrañada, mamá nunca habla así de ningún chico.

—Me alegra que estés bien cielito.

—Si tranquila no te preocupes.

—Papá te manda saludos, cuídate y no andes mucho en la calle de noche, estudia y come bien. Salúdame al muchacho y recuerda que te amo— y antes de que pudiera decir algo más finaliza la llamada.

Recuerdo que cuando le quise llevar un novio el año pasado, casi me trae el expediente médico de él para que me diera cuenta de que no valía la pena(según ella)papá intento convencerla día y noche, pero ella no quería ese chico en mi vida, así que termine perdiendo el amor de Christian y soltera hasta el día de hoy y por el resto de mi vida. Y ahora el idiota de Gabriel le cae bien.

Al levantar la mirada de mi móvil y salir de mis pensamientos me encuentro con la cara de risa de Adriana y Emily, pero en cambio Gabriel solo me mira con esa mirada fría y demandante que siempre tiene consigo–ya decía mamá que todos los chicos malos tiene una coraza por fuera y Gabriel no puede ser la excepción–.

—Entonces le caí bien a tu madre— rompe Gabriel el silencio que se a credo.

—Si parece que si— digo sinceramente y la mirada de todos sé las chicas se clavan en mí.

—Eso es bueno, un punto a mi favor.

—¿Un punto para qué?— replicó confundida.

—Aquí tiene chicas— interrumpen los chicos la conversación dejando los pedidos sobre la mesa.

—Gracias— agradecen Adri y Emily, pero yo solo les doy una sonrisa para luego pegarle un bocado a mi rica hamburguesa dejando de lado a Gabriel.

Pero mi móvil suena una vez más debajo del bolsillo de mi pantalón y cuando lo sacó leo en la pantalla la misma notificación que la noche anterior.

Desconocido:

Que te aproveche, hablamos

más tarde.

Yo:

No tenemos nada de que hablar.

Desconocido:

Más tarde veremos.

Yo:

De verdad eres idiota.

Desconocido:

Y tú eres una niña.

Yo:

Me da la gana.

Desconocido:

Engorda y después hablamos.

Y ahí dejo la conversación, no estoy para gastar mi tiempo en eso cuando tengo una deliciosa hamburguesa delante de mis lindos ojos.

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