Capítulo 03

Me despierto por el sonido del despertador y lo apago. Son las cinco de la mañana y con la toda flojera del mundo, retiro las sabanas y me levanto de la cama. Me dirijo a la ventana bostezando y rascándome el ojo izquierdo. Me asomo y todavía el cielo esta oscuro. Voy al baño, abro la regadera, me saco mi pijama y me meto en la ducha, lavando mi pelo con champú y acondicionador, para después procedo a enjabonarme el cuerpo.

Termino y envuelvo una toalla en el pelo y otra en mi cuerpo. Me lavo los dientes, me coloco crema en la cara y en todo mi cuerpo. Salgo del baño y me coloco ropa interior.

Para vestirme me coloco un jean negro, con un crop top rojo que se pega a mis atributos y para los pies me calzo unas converse blancas. Camino a mi tocador, me siento y me maquillo. Solo me coloco un poco de base, polvo compacto para sellar todo, mascara de pestañas y para mis labios coloco un gloss con brillitos. Para terminar mi look me hago una trenza sencilla de lado.

Me levanto y me dirijo a mi mesa de noche, recojo mi celular y los lentes de sol. Salgo de mi habitación y bajo las escaleras dirigiéndome a la cocina para prepararme un café y unas tostadas con jamón y queso. Después de desayunar salgo de la casa y me monto en mi coche, colocándome el cinturón de seguridad y arranco el coche, lista para manejar por horas.

Siento que llevo una eternidad manejando y solo llevo dos horas. Son las ocho de la mañana y ya me cansé, me duele el culo y tengo hambre. Busque alguna gasolinera cerca y está a unos treinta minutos.

Estaciono el coche y me bajo. Entro a la tienda, saludo al muchacho de la caja y me dirijo donde están los sándwiches, y agarro tres; uno de queso y dos de jamón. Pago y me monto en el auto preparada para seguir con el viaje.

Ya está anocheciendo, pero no quiero pararme en algún hotel, quiero llegar rápido a esa estúpida ciudad.

Después de rendirme y no aguantar los ojos, dormí en el coche. Me acomodo y me como unos de los sándwiches que me quedan. Prendo el motor y avanzo en la carretera solitaria. Me falta un día y tres horas para llegar a la casa de mi querida tía.

Noten el sarcasmo.

Después de tantas horas, ya estoy llegando a la casa de mi tía. No le puedo avisar porque no tengo su número, pero supongo que está al tanto de la situación de su querido hermano. Enserio espero que mi tía sea agradable.

Ya estoy enfrente de la casa, pero me mantengo dentro del auto.

 Apago el motor, pero no quiero salir. Quiero volver a mi vida de antes, pero eso es imposible. Dejando ya las tonterías, salgo y cierro la puerta. Observo la casa de afuera y es hermosa, tiene las paredes blancas, tiene un pequeño jardín, tiene ventanas grandes y eso significa que le gusta la luz natural, <<por lo menos tenemos algo en común>>, pienso.

Me acerco a la puerta, pero antes de tocar siento alguien observándome. Volteo, pero no hay nadie, lo que me faltaba huérfana y ahora loca. Toco el timbre y muevo mi pierna nerviosa. Abren la puerta y aparece una mujer alrededor de los cuarenta; alta, flaca, con unos ojos verdes preciosos y su pelo de un rubio cenizo. Es hermosa esta mujer.

Me analiza de arriba abajo, luego me mira a los ojos y me sonríe. Se acerca y rodea sus brazos alrededor de mí. Me sorprende su gesto y le devuelvo el abrazo.

—¿Cómo estas, querida? — me pregunta, dejándome de abrazar.

Coloca sus manos en mis hombros y le da un pequeño apretón.

—Bien tía, Mary. Gracias por recibirme en su casa—le respondo educada. No quiero quedar como una mala agradecida

—Te ayudo a sacar tus cosas. Ahora esta es tu casa y quiero que te sientas cómoda—. Me agarra del brazo y empezamos a sacar todo del carro y metiéndolo dentro de la casa.

Al terminar de sacar todo, lo subimos a mi nueva habitación, que está al lado del de mi prima. Empezamos a sacar todo de las cajas y poniéndolo en su sitio. Mi habitación es bonita y tiene buen tamaño. Las paredes están pintadas de un color gris claro, la cama es matrimonial y tiene las sabanas de color lila; hay un escritorio pequeño en unas de las esquinas, y mi parte favorita es la ventana, ¡Tengo una ventana grandísima!, sigo viendo mi habitación y me da alivio ver que tengo un baño para mi sola.

—¿Están enterados de mi situación? —, veo a mi tía que ahora está sentada en mi cama.

—Sí, Jennifer. Enserio lo lamento tanto de que te allá sucedido esto—. dice apenada.

— No lo lamente. Así es la vida ¿no? —, le respondo con una sonrisa en mis labios.

No puedo detener mi vida por esto, tengo que seguir adelante. No me puedo quedar llorando porque eso no va a resolver nada.

Estuvimos toda la tarde terminando de acomodar las cosas. Colgué mi cuadro alado de mi escritorio, ya que ahí poder verlo en cualquier parte de mi habitación. Tomo una ducha y me coloco un leggins negro y una blusa blanca de algodón. Me acuesto un rato en mi cama y sin darme cuenta me quedo dormida.

Escucho voces de abajo y abro los ojos, levantándome de la cama. Reviso la hora de mi celular y marca que son las ocho de la noche. Me dirijo al baño y me lavo los dientes, me peino y vuelvo hacerme una trenza de lado. Salgo de mi habitación y bajo las escaleras sin hacer ruido. Me detengo en el último escalón, y sé que está mal escuchar conversaciones ajenas, pero la curiosidad me gana.

—Mamá yo no quiero a nadie viviendo en mi casa—. dice una voz femenina. Supongo que debe ser mi prima.

—Claudia, no digas eso. Es tu prima y quiero que se sienta cómoda ¿Esta bien? —, dice una voz masculina, deduzco es mi tío Roberto.

Decido salir de mi escondite. Me paro derecha y entro en la sala en donde ellos se encuentran. Veo a mi tío Roberto; es guapo. Pensaba encontrarme con algún viejo cascarrabias, pero me equivoque. Tiene el pelo negro, ojos castaños y es alto.

Dirijo mi mirada ahora a mi prima Claudia. Es atractiva y parece toda una modelo. Es pelirroja, de ojos castaños como su papá y también alta como su mamá. Trae un vestido negro, supongo que va para una fiesta, no creo que se vista así todos los días.

— Buenas noches—. Saludo entrando a la sala.

 Tío Roberto me mira y me devuelve el gesto.

— Hola, Jennifer ¿Cómo estás? —me pregunta— Ella es tu prima Claudia—. dirige sus ojos a su hija que todavía no se digna a verme.

—Estoy bien, gracias por preguntar—dirijo la mirada a Claudia.

—Hola, Claudia. Es un gusto conocerte, pero me gustaría decirte a ti y a tus padres—. dirijo la mirada a los tres y respiro hondo—que yo no estoy aquí porque quiera, sino porque me toca y no quiero incomodar a nadie aquí. Si te molesta mi presencia, quédate tranquila que no tengo ninguna intención de meterme en tus cosas. Tengo cosas más importantes que hacer que meterme en una pelea tonta —. Ahora se ha dignado a verme y está sorprendida de lo que le estoy diciendo.

¿Qué pensaba? que me quedaría callada. Se equivocó de persona si pensaba que iba hacer eso.

—¡Claro! estas aquí porque tus papis te abandonaron—. Esboza una sonrisa burlona.

 Ella no se da cuenta de que yo también se jugar su jueguito.

—¡Claudia Hernández! —, la reprende mi tía.

—Sí, Claudia. Me abandonaron por eso te dije que tengo cosas más importantes que hacer, a que meterme con una niña inmadura. No quiero problemas.

No muestro que en lo profundo de mi alma si me dolió su comentario.

—Estoy agradecida con tus papás por aceptarme aquí en su casa, pero no voy a permitir que tu ni nadie me falte el respeto. Quiero recibir el mismo trato que doy, porque no me quieres conocer molesta —. No le quito la mirada de encima.

Dirijo la mirada a mi tía —¿Quieres que te ayude a preparar la cena?

Enserio me molesta este tipo de persona. Yo porque estoy intentando cerrar esa herida que mis papás provocaron, pero todavía esta hay doliendo. Pero sé que hay otras personas que no soportan que le recuerden las cosas, que no son tan fuertes en estos temas. Las personas que hacen este tipo de comentarios con la intención de lastimar, son unos monstruos.

—Claro, Jenny. Vamos a la cocina—. dice llegando a mi lado y enganchando su brazo con el mío.

—Fue un gusto conocerlos.

Salimos de la sala y entramos a la cocina. Nadie comenta nada y yo tampoco. Después de cenar, ayudo a lavar los trastes y me despido. Salgo de la cocina y subo las escaleras, antes de entrar a mi habitación, escucho a Claudia, hablando con alguien de lo horrible persona que soy.

Ah, y que también tengo cara de ser una zorra.

Si fuera mi hija, le lavaría la boca con jabón, para que aprenda a respetar. Entro en mi nueva habitación y me quito la ropa, me cambio los leggins por un short de algodón y me pongo una sudadera. Cuando estoy decidida a meterme en la cama y dormir, tía Mary me llama desde la cocina.

Salgo de mi habitación y bajo las escaleras. Antes de entrar respiro y suelto un suspiro largo. Entro en la cocina y me siento en unas de las sillas de la isla. Miro a mis tíos que tienen una sonrisa cómplice. << ¿Que estarán tramando estos dos?>>.

—Jennifer, queremos contarte algo y espero que aceptes— dice mi tía con una sonrisa.

—Yo también quería hablar con ustedes. Me preguntaba si saben de alguna escuela pública en donde pueda entrar de inmediato, quiero seguir estudiando— les comento con esperanza en mis ojos.

Enserio me quiero graduar y entrar a la universidad. Ser una profesional. Tener un título.

— De eso nada, Jenny. Nosotros te inscribimos en la secundaria donde esta nuestra hija; en Berkeley High School— espeta mi tío con una sonrisa que no le cabe en la cara.

—Lo siento mucho, pero no puedo aceptar esto—, les digo apenada.

Sé que es una falta de respeto rechazar esta propuesta, pero esa escuela es carísima, no puedo permitir que gasten eso en mí, no le quiero deber nada a nadie.

—Jennifer, acéptalo. Nosotros pagaremos todo. Tómatelo como un regalo de bienvenida de nuestra parte.

Mi tío se acerca a mí, se sienta a mi lado y tía Mary hace lo mismo. Respiro profundo, cerrando los ojos queriendo saber que decir. Si ellos insisten lo haré, pero a mi manera. Los miro a ambos para terminar de convencerme de que lo que estoy haciendo no me arrepentiré después.

—Acepto, pero quiero hacerlo a mi manera.

—Como tú quieras. Dinos que quieres para que vayas a esa secundaria—. dice mi tía.

Veo mis manos entrelazadas con las de ellos y vuelvo mi mirada a los dos.

—No quiero que nadie sepa de mi pasado, ni que mis padres me abandonaron. Quiero que sea nuestro secreto. Sé que Claudia no sabe lo que me sucedió e hizo que mis padres me abandonaran. Quiero que eso siga así—. Les respondo con seguridad.

No quiero que las personas me recuerden el infierno que pase y me juzguen sin haberlo vivido en carne propia. Mis tíos saben lo sucedido, porque papá les pidió ayuda, por eso decidí venir aquí. Bueno era aquí o en una casa hogar y la segunda opción no estaba en mis planes.

—Está bien. Será nuestro secreto. Nadie habla del tema hasta que tú lo permitas— expone tío Roberto con una sonrisa de comprensión.

— Bueno tienes que ir a dormir ya es tarde— mi tía se levanta del banquito.

Yo también me levanto —. Mañana es tu primer día. Ayer te compre libretas, libros, todo lo que podías necesitar. Hay usan más la tecnología y como tienes una computadora, tienes todo.

Suelto una risita burlona por lo emocionada que esta. Me despido de ellos dándole las gracias. Subo las escaleras, entro a mi habitación y me tiro en mi cama. Me quedo dormida con una sonrisa en el rostro.

Mañana empiezo y le voy a echar el mejor provecho. Quiero estar orgullosa de mi misma, probarme que puedo conseguir todo lo que quiera. Deseo llegar a un momento de mi vida y decir que, aunque mis padres me abandonaron y tuve un pasado difícil, no deje de estudiar y salí adelante.

 Quiero sentirme orgullosa de mi misma.

Quiero que mis padres se arrepientan de dejar a la increíble hija que tienen.

Quiero que estén tan arrepentidos que cuando me pidan perdón ya no me importe tenerlos cerca.

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