El Corazón de Arayda 3

El archidemonio apareció como por arte de magia e hizo una reverencia ante ella. Arayda señaló el cadáver de la chica. La bestia se apresuró a agarrarlo por el tobillo y llevárselo a rastras.

—¿Qué novedades hay? —le preguntó Blas antes de que saliera.

El otro se detuvo con una pata ya afuera. Se tomó todo un segundo para tragarse la furia de que el Caído se dirigiera de esa forma a alguien de su jerarquía, y consiguió enfrentarlo sin que le supurara demasiado odio por todos los poros. Arayda encontró placer en su humillación. Yo también.

—Estamos dando cuenta de una avanzada. Los vamos a derrotar, pero no nos queda mucho tiempo. El grueso de sus fuerzas nos va a caer encima pronto.

—Obvio. Somos fáciles de encontrar, con esas auras roñosas como balizas —dije—. Hasta yo podría seguirles el

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