Capítulo 3: La Noticia.

“Ten cuidado cuando te dejas llevar por un impulso, no todos saben controlarlos”

Respiré con pesar cuando la chica de cabellos rubios se fue corriendo, si bien no era mi intención herirla tanto, solo quiero que se largue de éste instituto de una vez por todas, así ella se ahorra humillaciones y yo tener que aguar la fachada de acosador y sobre todo a Mónica.

Entramos a clases, todo fue más que aburrido, la morena no dejó en ningún momento de mandarme notitas. Es realmente fastidiosa, ni siquiera se porque sigo con ella.

Después de clases subo a mi motocicleta y arranco a mi casa.

La vibración del celular interrumpe mi camino, sacó el móvil de la bolsa trasera de mi pantalón y contesto.

—Tienes una pelea hoy a media noche en el mismo lugar— Era Rigerth de nuevo.

—Allí estaré— . Aclaro y sin decir nada más, cuelgo. No tenia tiempo ni el interés como para preocuparme en ver quién sería mi contrincante. Yo era el ganador siempre.

Al llegar a casa dejé mis llaves y me senté en el sofá, vivía solo, eso me daba paz, yo era quien me encargaba de mi vida, debo decir que la forma en que lo hago, me parece satisfactoria. Tomé una ducha bastante larga para relajar mis músculos, después de eso hice un entrenamiento de rutina, estaba bastante estresado y ansiaba sacar ese estrés con mi oponente.

Comí algo rápido y revisé mi celular, tenía varios mensajes de Mónica.

Los ignoré completamente, ella no me interesaba en lo más mínimo. La única razón por la cual estaba con ella es su puesto en el instituto, un chico popular y con quien nadie se mete. De la misma forma estar con Mónica le brindó más atención.

Llegó la hora de estar en el mismo lugar del evento. Me coloqué mi chaqueta y emprendí camino al lugar.

Desde lo lejos notaba las luces y los autos que estaban estacionados. La multitud no tardó en hacerse presente y aplaudirme, todos aquí sabían que era el rey de las peleas clandestinas.

Estacioné mi motocicleta y bajé de ella.

—Hasta que llegas Hall— Rig estaba algo molesto.

Le di una leve sonrisa a mi representante por así decirlo. La verdad es que él era más que eso, se convirtió en un padre cuando el mío murió.

—Y bien, ¿dónde está el afortunado de pelear conmigo?—. Alardeé.

Rig, me hizo una seña y visualice a un chico no tan alto, esto sería fácil, se notaba que era un novato inexperto.

—Bien que comience la pelea.

Todos empezaron a gritar y hacer un gran círculo entre el chico y yo.

Me apresuré a quitarme la chaqueta junto con la camiseta que vestía.

La pelea comenzó, el chico que ni siquiera me importó preguntar su nombre intentó golpearme varias veces pero solo recibió puños de mi parte. Con un gancho hacía su costado esté cayó al suelo, me acerqué para darle el golpe final pero fue un poco más rápido y logró tirarme al suelo con sus pies, de un segundo a otro lo tenía sobre mí, me dio un golpe que me hizo probar el sabor de la sangre, enojado lo empujé fuertemente, este tocó el piso. Aproveché para incorporarme rápidamente y golpearlos asegurándome de que no le quedarán ganas de volver a ponerse de pie. Al final lo inmovilice, la cuenta regresiva se hizo. Un sonido me hizo saber que había ganado la pelea, el chico estaba en suelo y apenas podía moverse.

Sali del círculo como un ganador, me puse de nuevo mi ropa y recibí el sobre con la paga correspondiente.

—¿Era necesario que lo dejaras hecho m****a?—. Rig se cruzó de brazos.

—Prometí ser el mejor ¿qué no lo recuerdas?— Vacilé mientras intercambiamos miradas.

Sin más rodeos volví a mi casa, a pesar de que varias chicas intentaron conquistarme. Había durado menos de lo previsto pero estaba cansado, no obstante esta noche sentía una sensación extraña. No podía estar tranquilo. Traté de borrar aquello de mi mente, después de una ducha rápida y relajada me adentré a la cama listo para dormir.

Mañana sería un nuevo día en mi vida.

Él sonido de la molesta alarma me hizo levar el trasero del colchón, con pesar me vestí y arreglé para el instituto. Mi labio estaba un tanto partido pero nada que llamara de más la atención.

Desayuno algo de tocino, fruta y huevos. Tomé rumbo al instituto. Al llegar todos me miraban con asombro, de seguro ya sabían de mi victoria ayer por la noche.

—Vaya, volviste a ganar—. La chica plástica me recibió con un fino beso y los demás solo me felicitaron.

La campana sonó y fue tiempo de entrar a las aburridas clases. Ya dentro el profesor empezó a escribir en la pizarra, inconscientemente mis ojos fueron a parar al banco vacío de la becada, tal parece que decidió cambiarse de escuela. Sonreí porque había escogido bien, ella jamás faltaba a clases. De un momento a otro la sesión fue interrumpida por la directora Fergus.

— Buenos días maestra—. Saludó el profesor de geometría.

—Me temo que está vez no son buenos profesor— Regresó la directora.

—Alumnos, estoy aquí para comunicarles una no muy buena noticia—. Nos miramos con duda. De seguro era otra queja de cafetería.

—Es sobre su compañera Dela Mnoticia— y ahí entendí todo, seguro venia a hablar sobre su cambio, ¿pero que tan importante podría ser eso?

—¿La rara se cambio de escuela?

Una de las amigas de Mónica había preguntado, reímos bajo para no molestar a la directora.

—Señorita, por favor, y no, ojalá hubiera sido así, nos dieron la noticia que la joven Dela, se suicidio la noche de ayer en su habitación.

Cuando escuché aquello sentí que mi corazón se paraba por un instante, algunos alumnos sorprendidos gritaron un «Qué» mientras yo estaba con una expresión de duda, no lo podía creer, ella no se había transferido, se suicidó.

—Como lo escuchan, su madre la encontró esta mañana colgada en su cuarto sin signos vitales, se hará una ceremonia por su partida el día de mañana, sin más me retiro, lamento mucho lo sucedido.

La irá e impotencia me llenó el sistema, salí de la clase sin importar las quejas del profesor, caminé por los pasillos hasta ver su casillero.

Estaba lleno de notas con ofensas, por lo que sé ella los quitaba cuando llegaba muy temprano, pero hoy, hoy seguían ahí, los arranqué con furia y los hice añicos.

Golpeé el casillero con los puños lleno de ira. Salí del instituto hacia el gimnasio, necesitaba matar esta culpa, no merecía tenerla, fue una estúpida al hacerlo.

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