5. Estúpido sexy pelinegro

NOA

- ¡Chica, estás ardiente! – Rebecca me silba y me obliga a ponerme enfrente de mi espejo.

- Tú tampoco te quedas atrás, eh. – y no miento. El vestido rojo ajustado hasta las rodillas acentúa sus curvas y el pelo suelto le favorecía aun más.

Yo, en cambio, me puse un top blanco con escote corazón y unos pantalones de cuero granate. Me recojo el pelo en una coleta alta para evitar pasar calor y esta vez, me pongo rímel y me hago la raya de ojos.

- ¿Tú te has visto, guarra? Ese culo debería ser ilegal.

Pongo los ojos en blanco y ella hace caso omiso dirigiéndose a la cocina.

- ¡Oye! – le oigo con voz lejana.

- ¡Dime!

- ¿A qué vino ese coqueteo con el chico del otro día?

- ¿Quién? ¿Kevin?

Oigo sus pasos y viene de vuelta con patatas en la mano.

- No, el chico este… - chasquea los dedos y frunce el ceño intentando recordar, - el tío buenorro que tiene lunares en la cara.

- ¿Alex?

- ¡Ese! Tía, menudo bombón.

- Es un gilipollas. – suspiro recordando.

- Pero está buenísimo.

- Sí, pero es imbécil y no voy a querer nada con él. – hago una pausa y le señalo advirtiendo. – Te conozco y sé por dónde me intentas llevar.

- Pero… - le corto antes de que pueda decir nada

- No. Venga, que llegamos tarde.

Nos subimos al taxi que me encargué de pedir. En un instante, ya me encontraba nuevamente en la entrada de la gigantesca discoteca. Según Becca me dijo, teníamos que esperar fuera a que Daniel nos viera y los guardias supieran que estaban con él.

- Buenas noches, chicas. – Daniel se ha esmerado en arreglarse más que la última vez y la verdad es que está divino. Logro notar que Beca se avergüenza con su presencia y eso me da una ligera sospecha de que algo pasó el finde pasado.

- Hola, Dani. – rompo el silencio. – Al final nos hemos visto antes de lo que pensaba.

- Sí, es genial. – pero no me mira a mí. Se gira constantemente a mi amiga y sospecho aun más.

- ¿Dónde está Julia? – habla por fin mi compañera de locuras.

- Está en la barra con Isabella, pidiendo para todos.

- Bien, iré con ellas. – me tira y me da un beso en la mejilla. – Ahora voy, guarra. Voy a saludarla, ve mientras con Daniel.

No me da tiempo a recriminarle nada porque para entonces ya se ha ido. Dani me guía hasta una sala vip, distinta de la que estuvimos la vez pasada.

“Gracias, Dios. Esta sala está en la planta baja”, pienso.

Entramos y en el lateral izquierdo del sofá de terciopelo veo a un chico y una chica que parecen ser gemelos, a su lado se encuentra Kevin que me saluda alegremente y…

No puede ser. Alex se sitúa justo en el centro, penetrándome con esa mirada tan intensa que soy incapaz de descifrar.

- Siéntate al lado de Alex, Noa. – espeta Daniel.

No digo nada, me quedo parada de pie con los nervios a flor de piel e intento reaccionar. Ando a pasos torpes hacia el pelinegro y me siento.

Dani se sienta a mi lado y al poco rato viene otro chico que comienza a conversar con el moreno. Enseguida noto el característico olor a hierba que sostiene Alex, armándola para fumarla.

Mando un mensaje a Becca, desesperada.

¿Qué te falta? Me siento sola sin ti

“Enseguida estamos yendo, Noa. Te estoy pidiendo un cubata para empezar bien la noche hehe”

“¡No me lo pidas muy cargado, que nos conocemos!”

“Sí, sí, lo que tú digas. Muack”

Rio sutilmente. Mi amiga es una lianta y capaz quiere emborracharme para acabar en la cama con el sexi pelinegro. Pensar en besar esos labios mientras me coge de la cintura…

- Vaya, vaya… Al final va a ser cierto que eres mi admiradora. – el susodicho rompe mis pensamientos como si supiera qué estaba pensando. Forma una sonrisa torcida y clava sus ojos en los míos para dar una vista rápida a mi cuerpo. Vuelve a mirar al frente y se relame la boca de una forma demasiado sexual.

- Al final va a ser cierto que eres un imbécil.

- Todas me lo dicen, tranquila. – le da un sorbo a su copa y me ofrece.

- Yo ya he pedido, gracias.

- Como quieras. – espeta sin interés.

Al cabo de unos segundos las faltantes regresan y algo en mí se retuerce cuando Isabella y Alex se lanzan una sonrisa cómplice.

Quizá estoy celosa…

“¡Qué tonterías dices, estúpida!” ¡Ni en sus mejores sueños!

- Toma, este es para ti. – Rebecca me sirve la copa y nada más llevarla a mis labios hago una mueca de desagrado.

Oigo que Alex se ríe por lo bajo maliciosamente e ignoro ese hipnótico sonido.

- Becca, ¿qué significa para ti de NO LO QUIERO CARGADO?

- Ups, culpa del bárman. – me saca la lengua y resoplo exageradamente.

La noche prosigue y me mantengo conversando con Daniel la mayor parte de tiempo para evitar al pelinegro. Me comenta que estudia abogacía y que planea integrarse en el bufet de su madre.

Descubro que es un chico encantador con el que se puede hablar de todo y que desde el minuto cero siempre se ha mostrado atento conmigo. Todo lo contrario a su amigo.

Si tan solo Alex fuera la mitad de simpático que Dani ganaría muchos puntos. Voy por el principio de lo que es mi tercera copa y me da la sensación

- ¡Juguemos a un juego! – Julia capta la atención de todos los presentes.

- Sorpréndenos, July. – anima Isabella.

- Consiste en hacer grupos de 2. Empezando por vuestra derecha, Aaron irá contra Daniel, Noa con Alex, Kevin contra Elsa, Evan contra Isa y yo iré con Becca.

Tierra, trágame. Ahora mismo no soy capaz de coordinar mis movimientos después de casi tres copas bien cargadas. Julia continúa:

- Os tenéis que mirar fijamente con vuestro contrincante, quien parpadee primero… ¡Chupito de lleno! – todos animan el juego de la anfitriona. – El tiempo límite es de cinco minutos. Pongo el temporizador…. ¡YA!

Alex llena rápidamente el vasito con ginebra y se desabrocha los cuatro primeros botones de su camisa. Sin querer miro hacia esa dirección y parpadeo.

- Fallaste. Bebe.

- ¡Oye, eso no vale!

- Sí que vale, has parpadeado. – sonríe con triunfo. – No es mi culpa que yo te distraiga.

El muy idiota lo ha hecho a propósito, sabe lo que hace.

¿Quiere juego? Pues tendrá juego.

Me quito la chaqueta vaquera y mirándole con toda la seguridad del mundo, muevo las caderas de modo sensual para distraerle, pero no consigo inmutarle. Al siguiente turno vuelvo a fallar y noto como el chupito arde en mi garganta.

- No eres rival para mí, niña.

- De niña no tengo nada, idiota.

- Te comportas como una. – dice burlonamente.

Esta vez él parpadea y se dispone a beber el chupito como si fuese agua. Pasan los cinco minutos y siento que se me han hecho eternos.

Ahora que lo he observado mejor, afirmo al cien por cien que Alex está esculpido por los dioses. Un brillante pelo oscuro adorna su cara haciendo contraste con sus ojos claro color miel. Varios lunares y pecan adornan su cara haciéndose ver aun más atractivo. Pensamientos impuros pasan por mi mente cada vez que volteo a verlo.

- Vamos a jugar a verdad o reto. – esta vez quien habla es Kevin. Arrastra las palabras y veo que está borracho. Antes de que vuelva a decir nada, se duerme apoyando la cabeza en la mesa.

- Eres un puto caso. – inquiere el pelinegro de manera burlona.

- Yo me apunto.

- Bien, ya que estamos, empiezo yo. – sigue la rubia de pelo rizado. Se mantiene pensativa y señala a Alex. – Tú, ¿verdad o reto?

- Verdad. – contesta sin interés.

- ¿Has follado con alguno de los presentes?

- Sí.

Su respuesta es tajante y directa. Miro a Isabella, quien sonríe de forma pícara disimuladamente. Después de todo, no me extraña.

- Ahora tienes que preguntar tú, Alex.

- Mmh… Aaron, ¿verdad o reto?

- Venga, hermano, sorpréndeme. Reto.

- Te reto a salir a salir a la pista de baile y despelotarte. Quiero que Daniel lo grabe. – ambos amigos se ríen a costa del chico bajito. Chocan los puños y los dos aludidos se adentran a la pista de baile.

- Me toca. – espeta Becca. Ve que Kevin ha vuelto a la vida como si nada hubiera pasado y se gira hacia él – Kevin, ¿verdad o reto?

- Por supuesto que reto.

Becca piensa dos veces lo que va a decir hasta que se decide y maliciosamente enfatiza cada palabra.

- Te reto a besar a la persona que más te atraiga de este grupo.

Kevin se mantiene impasible durante unos segundos, entonces se levanta y rodea la sala y a las personas para quedar a mi lado. Me mira vivamente, con un brillo oscuro en sus verdes ojos y yo no puedo creer lo que creo que va a ocurrir.

- Tenía ganas de hacerlo y esta es mi oportunidad.

Es entonces cuando su mano izquierda rodea mi cintura y con la otra sostiene mi cara, empezando el beso.

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