Capítulo 2: Un balón y chistes malos

Después de explicarles a mis padres toda la situación ellos decidieron dejarme tranquila aunque me aconsejaron evitar imprudencias con mis compañeros de clase. Tuve que soltar la sopa ya que era difícil esconderles algo, después de todo ambos eran abogados y siempre creí que de alguna forma eso les ayudaba a tener un sexto sentido super desarrollado.

Subí a mi habitación junto al traidor de Ricky y me puse mi pijama.

Mientras ordenaba mi habitación, mi hermana Sophie hizo acto de presencia.

—Hola Charly, escuché que viniste con un chico.

—Qué rápido corren los chismes en esta casa.— Me lancé a mi cama. Sophie rio y se acostó al lado mío.  —Verás, ese chico es una completa molestia y despues de ser castigada por su culpa al menos debía traerme a casa ¿No crees?

—Es probable— se encogió de hombros— Y dime ¿No piensas que Michael Beck es apuesto?— le lancé una almohada mientras ella reía.

—¿Cómo lo conoces?

—Todos en la ciudad conocen a los Dream Boys, hermana. Tú eres la única asocial que no sabe nada.

—Si bueno, prefiero hacer otras cosas que estar en la calle.— La acusé y ya no dijo nada. —Ve a tu cuarto, quiero dormir.

—Bien, descansa y sueña con Michael— soltó mientras corría.

Maldita enana.

Cerré mi puerta cuándo escuché que mi celular sonaba. Lo tomé el remitente era Becca.

—¡Hola Charly!— saludó emocionada.

— ¿Qué tal Becca? ¿Algo bueno sucedió?— ella rió al otro lado de la línea.

—¿Recuerdas al chico que me gusta?

—Hablas de tu vecino del que llevas enamorada desde niña— Dije mientras recogía mis zapatos.

—No necesitabas recordarme eso, pero sí.

—¿Y que sucedió?

—Hoy que llegué a casa estaba en mi puerta esperando a mi mamá. Pensé en huir pero, es mi casa así que me acerqué y me saludó. ¿Puedes creerlo? ¡Me saludó!— soltó emocionada. Yo me reí.

Así era mi mejor amiga, se emocionaba por cualquier cosa.

—Oh por cierto, ¿qué tal el castigo?

—Regular, Michael me pidió disculpas y luego me trajo a casa.

—¿Michael Beck te llevó a casa? Vaya, eso es sorprendente.— Asentí concordando con ella.

—Era lo menos que podía hacer despues de que me obligaran a cambiarme de lugar por su culpa.

—Es cierto— suspiramos.

—¿Y que hay de Elliott?

—Regular. No es como todas las chicas dicen. Es callado y serio. ¡Ah! accidentalmente le tiré un poco de agua en su camisa en el laboratorio y casi me ahorca— se quejó Becca.

—¿Hablas en serio?

—De acuerdo, exageré con lo último. Pero lo hubieras visto, estaba súper enfadado.— Ambas suspiramos nuevamente  —Bueno hablamos mañana. Debo cenar.— Se despidió mi amiga y colgamos.

Me recosté en mi cama pensando en el día ajetreado que había tenido y sin querer me quedé dormida.

(...)

Estabamos en clase de deportes, asignatura que realmente veía inecesaria ¿por qué simplemente no la quitan? Es un acto de maldad obligarme a tomarla ya que soy un ser tan sedentario que con  correr una vuelta en la pista me desmayo.

Desde que fui trasferida de Age High a éste lugar me di cuenta que los deportes no eran lo mío. Pobre de mi debilucho cuerpo.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos después de que escuché el sonido del silbato.

—Muy bien, ustedes cinco...— el profesor señaló a los Dream Boys junto a otro chico —...jugaran contra este grupo.— Les indicó señalando a otros compañeros de la clase.

Todos se posicionaron en la cancha de fútbol mientras Becca y yo tomabamos aire en las bancas.

Observamos como los Dream Boys hacían diferentes pases y metían un gol al equipo contrario. Eran muy buenos, en especial Michael. Él realizó algunos trucos que me dejaron sin habla.

Debido a que estuve tan distraída observando cada uno de sus movimientos la peor cosa que me pudo haber pasado, ocurrió.

Becca me gritó pero ya era tarde para hacer algo al respecto, un chico del equipo contrario era tan malo que lanzó la pelota en mi dirección y bueno, terminó aterrizando en mi cara.

Caí de espaldas debido a la fuerza del golpe, mientras mis compañeros me rodeaban para ver si me encontraba bien (o para burlarse) y yo literalmente sólo podía ver estrellas.

Michael se abrió paso en el gentío junto al entrenador.

—Bella durmiente ¿estás bien?— preguntó. Becca hizo una mueca. Yo ni pude responder. Estaba demasiado afectada por el golpe.

—La gravedad hizo lo suyo, llevemosla a enfermería.

Mi amiga y Michael colocaron mis brazos alrededor de sus cuellos y me cargaron hasta la sala de enfermería.

—Parece que hubieran asado el balón en tu rostro.— Me dijo Becca, Michael soltó una pequeña risa.

—¿Tan mal se ve?— pregunté algo mareada.

—Si por mal, te refieres a que te tatuaron las lineas del balón en la mejilla. Pues sí, es malo.— Miré de mala gana a Michael.

—Callate— solté y me hizo caso. Esto era una pesadilla. A mi me dolía la cara y mi mejor amiga junto al chico odioso confabulaban con sus malos chistes en contra mía.

—Por lo menos no fue una explosión en el laboratorio de química. Si no, te hubieras chamuscado el rostro.— Bromeó Michael, Becca rió pero a mi no me hizo gracia.

—Eres un idiota Michael Beck.— Él sonrió.

—Deja de insultarme, si sigues haciéndolo la química entre nosotros se hará mas fuerte.— Me solté de ambos y lo señalé con el dedo.

—Tú y yo... ¡No tenemos química!— le dije por última vez antes de desmayarme.

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