RED LIGHT
RED LIGHT
Por: Karen Terminel
PROLOGO

La pequeña flama de la vela bailaba al ritmo del frío aire que entraba por la abertura de la puerta de la casa de acampar. La pequeña casa de acampar se movía con cada golpe frío que proporcionaba la tormenta. Cuatro hombres corrieron cuesta abajo arrastrando a uno de sus compañeros, estaba herido y ninguno sabía si podrían salvarlo. El doctor esperaba por él en la casa de acampar pero primero tenían que conseguir llegar con vida. Su herida era grave y no le ofrecía muchas posibilidades de vivir. La bomba había explotado justo cuando él había intentado huir de la zona negra, así le solían llamar a las zonas de alto riesgo, a esas zonas a las cuales él tenía prohibido ir pero amaba ir.

El doctor suspiró aliviado al observar llegar a los hombres que tanto anhelaba ver. Exigió que llevaran al hombre a la camilla vieja que había en el rincón del lugar. Nunca había visto una herida de esa gravedad.

—Dios— dijo mientras pasaba la mirada por la herida de la cadera. El soldado se retorcía de dolor en la camilla sucia, con cada uno de sus movimientos grandes chorros de sangre salían de él— este hombre tiene dos opciones, sobrevive y no vuelve a caminar o  simplemente muere.

—Sálvalo— exigió uno de los hombres con su voz gruesa. Sus hombres conocían ese tono de voz. No era una petición lo que el hombre estaba pidiendo, era una completa orden y si el doctor no la cumplía  estaría en graves problemas.

 —No creo que pueda hacerlo...

 — ¡Sálvalo!— gritó mientras levantaba su rifle M4. — es una puta orden. — susurró entre dientes. El doctor se pasó de manera temblorosa su mano por el rostro y finalmente asintió con esperanza de poder completar la orden que el hombre le estaba dando.

La tensión se podía sentir en el aire del lugar, el silencio se sentía como una navaja que perforaba con fuerza la piel de cada uno de los hombres del lugar. El doctor se movía con rapidez por el lugar mientras intentaba salvar al hombre mal herido. Si una cosa sabía el doctor era que tenía que salvar a ese hombre o moriría.

Jack o como sus amigos solían decirle “Red light” era conocido por su humor negro y su sangre fría pero sobre todo, era conocido por su manera de cuidar a los suyos. Haría lo que fuese  para protegerlos incluso si tenía que morir por ello y ahora estaba muriendo en alguna parte del desierto en aquella camilla vieja.

 —Sujétalo— dijo el doctor.

 —¿Qué piensas hacer?— preguntó el hombre de voz gruesa  que lo apuntaba con el arma sin ningún temor de usarla. 

Unos de los soldados se acercó a Red light para poder sujetarlo de las piernas como el doctor estaba solicitando. Su respiración era irregular y no prometía regularizarse en algún momento de la noche. Un agudo grito de dolor escapó de sus labios cuando el doctor insertó la aguja sobre su piel ensangrentada. La temblorosa llama de la vela iluminaba levemente el lugar, lo suficiente para permitir al tembloroso doctor hacer su trabajo.

 —Vienen hacia aquí— alertó uno de los hombres. El hombre de la M4 gruñó con fuerza y maldijo mientras se acercaba a la puerta de la pequeña casa de acampar que había en medio del desierto. Miró con atención los autos militares y suspiró con fuerza.

—Esos hijos de puta no se cansan ¿Cierto?— preguntó mientras miraba a los otros soldados que se encontraban a su lado. —bien, protejamos a Red Light. – ordenó para después voltear a ver al doctor que saturaba la gran herida de su capitán. —Félix quédate con el doctor, los demás conmigo.— dijo Logan para después abrirse paso entre la oscuridad del desierto. Gruñó cuando un hombre corrió hacia él y lo amenazó con una gran navaja.

 — ¡El helicóptero está llegando!— gritó uno de ellos. — ¡Tenemos que proteger el helicóptero o terminaremos atrapados aquí!

Logan golpeó al hombre con su rifle y lo hizo caer al suelo para poder clavarle la navaja sobre el pectoral. Las hélices del helicóptero levantaron la arena del desierto provocando que los hombres pudieran ver mucho menos de lo que ya hacían en aquel lugar. La lluvia de balas se abrió en el lugar, todos lo sabían. No los dejarían ir sin terminar de matar a su capitán y ellos no se irían sin terminar de matar a todos.

Unos de los hombres rodó por el suelo, esquivando las balas que se dirigían a ellos con velocidad, Logan corrió en la oscuridad y se escondió tras unas piedras. Tomó sus binoculares y activó la visión nocturna. Eran muchísimos. No podrían contenerlos a todos. Tenía que actuar de inmediato antes que perdieran la batalla. Soltando un grito de frustración  fue que comenzó a lanzar granadas mientras ordenaba que subieran a Jack en el helicóptero.

Solo tenían que correr unos cuantos metros y lo lograrían. Tal vez si podrían lograrlo. El doctor junto a  Félix corrieron con la camilla en manos hacía el helicóptero que flotaba levemente sobre la arena del desierto. Logan junto a los otros tres hombres fueron acercándose hacia el helicóptero mientras intentaban mantener a los hombres alejados de aquel helicóptero que representaba su única vía de escape. Uno de los soldados lanzó una granada y gruñó al recibir un disparo en su pierna. Logan corrió hacia él mientras sostenía y disparaba su rifle con una sola mano, sostuvo a su compañero con fuerza y le ordenó seguir avanzando.

 —¡Lanza otra granada!—exigió. — Chris, ¡Lánzala ahora!—gritó mientras lo ayudaba a subir al helicóptero y veía como su compañero lanzaba la granada hacia los hombres. Logan subió al helicóptero y observó cómo unos cuantos hombres ardían en llamas. Respiró agitado pero corrió hacia la ametralladora y defendiendo el helicóptero mientras este se elevaba.

Jack suspiró débilmente mientras recargaba su cabeza en la pared metálica del helicóptero para poder apreciar la manera en que sus hombres estaban dando todo para protegerlo. Soltó una sonrisa burlona y cerró sus ojos débilmente antes de no volver a abrirlos.

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