Capítulo 3 : Venganza

La bodega se encuentra llena de hombres armados por doquier.

Los hombres de Octavio se encuentran a nuestro lado y detrás cuidando cada paso que damos.

Observo a los hombres armados y se nota la deferencia de rasgos los cuales dejan claro su Nacionalidad Italiana.

Octavio camina hasta acercarse a la mesa donde se encuentran cuatro hombres sentados, lo seguimos y al vernos sus miradas se posan en nosotros.

Dos de ellos lucen extremadamente idénticos lo cual deja saber su parentesco, el otro es un hombre joven de cabello negro, ojos verdes y una mirada intimidante pero seductora.

El último es un hombre ya mayor, me mira fijamente y al hacerlo su mirada se me hace conocida pero no recuerdo de dónde.

—Lamento haberlos hecho esperar —Le extiendo su mano y los empieza a saludar —Octavio Ruiz, jefe del cartel de Gua...

—Sabemos muy bien quién eres —Responde el hombre de la mirada seductora —. Antes de asociarnos con alguien averiguamos bien todo sobre esa persona, los italianos nos tomamos muy enserio nuestros negocios.

—Les presento a mi hermosa mujer —Me sujeta por la cintura colocándome a su lado —. Nuray de Ortiz.

Lo miró rápidamente y sonríe falsamente, suspiro le extiendo mi mano y se levanta al igual que los demás hombres.

— Mi nombre es Adriano Lombardi —Deja un beso en mi mano —. Ellos son Luciano y Federico Bianchi y él es Lucio ferri

—Nuray Mackenzie —Les sonrió levemente —. Un gusto conocerlos señores.

Octavio me da una mirada de desaprobación por el acto que hecho de contradecir con el apellido que me presentó.

Si pensaba llevar un apellido de casada era el de Dante no el de él.

El hombre mayor me da una mirada cálida y su mirada me llama la atención porque algo dentro de mí me dice que no he visto, pero no puedo recordar donde.

¿Lo conoceré?

Tomamos asiento en la mesa, un mesero trae a la mesa un trago de vodka para cada uno, tomó un sorbo y noto sus miradas puestas en mi.

— Cómo les hice saber, estoy muy interesado en asociarme con ustedes en sus negocios, pero para poder entrar necesito la aprobación del hombre a cargo de su organización.

—Lamentablemente no pudo venir por atender otros negocios importantes, pero para eso estamos nosotros aquí —El hombre mayor, Lucio le responde —. Él está dispuesto aceptar que usted entre a nuestros negocios siempre y cuando ella trabaje para él.

Me señala y Octavio queda sorprendido.

—Mucho se habla sobre la señorita, su frialdad para tratar algunos negocios y el señor Fiore piensa que ella puede ser una pieza fundamental.

Me quedo perpleja ante sus palabras, Octavio me mira con un semblante bastante serio y sé que no le ha gustado nada lo que acaba de escuchar.

—¿Una mujer para hacer su trabajo sucio? – niega divertido —. No pensé que ustedes los italianos fueran ese tipo de mafiosos que le dejan el trabajo sucio a una mujer.

—Señor Ortiz, nosotros los italianos no somos hombres machistas —Responde Adriano con una sonrisa —. Nosotros no subestimamos a una mujer, suelen ser mucho más frías y letales que nosotros los hombres ¿Capisci?

—¿Quién es el jefe de su mafia italiana? — preguntó directamente y sin rodeos —No pienso trabajar con nadie sin antes conocerlo.

—Tú no decides, lo hago yo —Ataca Octavio enojado —. Qué no se te olvide que las ordenes las doy yo y tu estas bajo mi mando.

—Massimo Fiore es nuestro socio y jefe al mando —Responde Adriano levantándose —.  ¿Nos permite hablar con usted señor Ortiz?

—Claro, —Octavio se levanta y se marcha con Luciano y los dos hermanos dejándome a solas con Lucio.

Uno de los hombres llama a Rogelio por órdenes de Octavio, se levanta y se marcha dejándonos a solas.

— No ha quitado su mirada de mi desde que llegó —Musito tomando un sorbo de mi trago —. Y no es porque le atraigo lo sé perfectamente, siento que hay algo más allá en su mirada.

—Eres muy observadora y directa —responde sonriendo —. Has cambiado mucho, tu mirada irradia frialdad, la última vez que te vi irradiaba inocencia, aquella noche que Dante te presento cómo su mujer.

Sus palabras hacen clic y entonces lo recuerdo.

Flashback

— Buenas noches – un señor ya mayor le extiende su mano y Dante se la recibe —. Qué bueno que pudiste asistir siempre Bidognetti.

— Es un gusto estar aquí Frank —Se salud a con un apretón de manos y sonríen.

—Ella es Akira mi esposa —La señora sonríe y extiende su mano donde Dante le deja un beso —. Akira él es Dante Bidognetti.

—Es un placer conocerla señora Costello.

La señora me observa con una sonrisa.

—¿Quién es tú bella acompañante Dante? —Le pregunta y él sonríe.

—Ella es Nuray, mi mujer.

Fin de flashback

—Frank... —Susurró al recordar de dónde lo conozco —Es usted, Frank Costello, ya lo recuerdo.

—Sigues igual de hermosa, sólo que ahora eres más segura de tu y tienes carácter.

—¿Cómo sabe usted que estaba aquí! —Susurro confundida —. No sabía que estaba metido en este tipo de negocios.

—Desde hace muchos años pertenezco a este mundo —Sonríe —. Se mucho más de lo que crees y por estamos aquí, dime ¿Qué tanto estas dispuesta hacer por vengarte de este desgraciado?

Su pregunta me toma por sorpresa, pero en el fondo me da fe de poder cumplir mi prometido.

—Soy capaz de todo, pero antes tengo tantas preguntas que usted me debe responder.

— A su debido tiempo muchacha —Mira hacia la puerta donde esta Octavio y sus acompañantes —. La venganza es un plato que se sirve frío y con mucha cautela.

—¿A qué se refiere con eso?

—Cuándo lleguen a Italia lo sabrás —Toma mi mano coloca algo en ella y cierra mi puño —. Guárdalo muy bien y cuando sea el momento indicado buscaras de los hombres de Octavio lo consuman ya sea en comida o bebidas, pero solo una pequeña cantidad o los puedes matar.

—¿Qué es esto? —Trato de ver que es, pero me lo impide.

—Algo que te será de gran ayuda en su momento.

Vuelve a tomar asiento en su lugar, la puerta de la habitación se abre saliendo sus socios junto a Octavio y Rogelio.

Guardo el frasco en uno de mis bolsillos, tomó mi trago y bebo un sorbo de él.

Llegan a la mesa, Lucio o Frank porque ya no se ni cómo llamarle, se levanta y se acerca sus socios.

— Señor Ferri —Octavio le extiende su mano con una sonrisa —. Es un placer asociarme con ustedes.

Luciano sonríe con malicia y responde su saludo de manos. Aquella vez que lo vi su mirada reflejaba serenidad, dulzura, pero en sus ojos esta vez puedo notar la frialdad y en su sonrisa la malicia de alguien que quiere cobrar venganza igual que yo...

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