Capítulo 4.

Maxine.

Nosotros terminamos de comernos el postre, un mousse de chocolate que me recuerda a una de mis citas con Trevor. Era nuestro aniversario numero uno, y Trevor me hizo una cena en casa, bueno, él dice que la hizo, pero yo estoy segura de que él simplemente pidió un domicilio y organizó la mesa del departamento, aun asi fue un bonito gesto, pero lo mejor vino después de la cena, cuando de forma muy atrevida, Trevor repartió el mousse de chocolate a través de todo mi cuerpo y comenzó a comerlo directamente de mi piel.

El recuerdo hace que me den cosquillas en todas partes, recuerdo los besos húmedos de Trevor disfrutando el postre sobre mi vientre, mis pechos y cada una de sus partes favoritas.

–¿Está todo bien, Max? – me pregunta Thomas mientras yo sigo sonriendo como una idiota mirando el mousse.

–Si, lo siento, solo me distraje un segundo – le sonrío con amabilidad – ¿Qué me decía?

–Que ha sido un placer conocerte, pero ya tengo que irme – él se levanta de la mesa y me extiende la mano, yo hago lo mismo y acepto el gesto.

–Muchas gracias por haber accedido a esta cena, conocerlo ha sido un placer.

–Espero leer de tu trabajo, Max.

–Por supuesto que sí, en cuanto llegue a casa le enviaré algún material – le sonrió y siento que mi pecho se infla de la felicidad.

¡Estoy orgullosa de mí! Realmente me siento muy bien por como se desarrolló la cena, dejando de lado el pequeño altercado con mi madre, por supuesto.

–Harvey, Rachel, gracias por todo – Thomas hace una pequeña venia en señal de agradecimiento y Harvey se despide con la mano en alto, mi madre tambien intenta sonreírle, pero parece mas una mueca que otra cosa, creo que todavía esta cabreada conmigo, ¡Ugh! Me va a tocar rogarle para que olvide todo lo que pasó fuera del baño del restaurante.

Harvey, mi madre y yo nos quedamos a solas, la tensión es demasiada y creo que todos lo sabemos, porque ni siquiera Harvey es capaz de decir absolutamente nada, nosotros simplemente nos conocemos el postre en silencio y cuando podemos irnos, salimos del restaurante y nos subimos en el auto, en donde ninguno tampoco dice nada.

Yo pienso en romper el silencio y en pedirle disculpas a mi madre por haber sido tan dura, pero no quiero que Harvey se entere de lo que pasó esta noche, suficiente vergüenza pasé con mi madre como para sumar otro a la lista de personas que me han visto actuar de manera estúpida, ¿En qué demonios estaba pensando al decirle a mi madre que no queria une entrevista con el reclutador del Washington Post?

Harvey aparca el auto en el estacionamiento en cuanto llegamos, Rachel es la primera en salir, ella solo se quita el cinturón y da un portazo que me deja con la boca abierta. No puedo creer que Harvey permita que ella trate su auto de esta forma, debe amarla demasiado como para quedarse callado.

Yo me bajo del auto y camino al lado de Harvey que tambien va a paso militar. Cuando entramos en casa intento razonar con Rachel Prior.

–¡Mamá! – la llamo – creo que tú y yo debemos hablar.  

–Ahora no, Maxine – dice furiosa y sube las escaleras.

suelto un bufido y Harvey niega con la cabeza, yo lo miro con el ceño fruncido.

–No sé qué haya pasado entre ustedes dos, pero sea lo que sea tu madre está que mata y come del muerto, asi que te recomiendo que dejes que se le baje la furia.

–¿Cómo sabes que algo pasó?

–Lo supe desde el momento en el que insististe en llevarla al baño, y lo confirmé cuando tu madre volvió a la mesa con esa sonrisa falsa, ella pudo haber engañado a Thomas y fingir que todo estaba bien, pero a mi no me engaña, ninguna de las dos.

Este hombre realmente ha aprendido a conocernos.

–Fue una bobada – hago una mueca – pero creo que metí la pata.

–Dale tiempo y habla con ella mañana, de seguro el hecho de saber que te vas mañana en la noche le ablanda el corazón.

–Eso espero.

–Hasta mañana, Max – Harvey me da un beso en la frente y sube las escaleras.

Yo me quedo un rato más allí en el recibidor hasta que siento que el dolor en mis pies me va a impedir seguir de pie, asi que camino en dirección a la habitación, Cuando llego al corredor olfateo un poco y frunzo el ceño, huele a perfume de hombre, el aroma es exquisito y todavía se siente fresco.

Me parece raro, pero no le doy importancia, seguramente es el perfume de Harvey.

Entro en la habitación, cierro la puerta y lo primero que hago es quitarme los zapatos, los dejo a un lado y me quito el vestido, rebusco en la maleta y me pongo la única cosa que traje para dormir, una camiseta grande de Trevor que todavía tiene su olor.

Sonrío al ver la prenda y agarro mi celular de la cama, espero encontrar un mensaje de él, espero incluso que me diga que no fue a ningun bar y que se quedó en casa, pero no hay nada, ninguna notificación, ni de él, ni de nadie.

–Trevor, Trevor, Trevor – suspiro y me acuesto en la cama mirando al techo.

No sé en que momento, pero antes de darme cuenta me quedo dormida, las sábanas son demasiado cómodas, estoy cansada y no quiero pensar más en Trevor y en Rose juntos bebiendo dentro de un bar a oscuras.

Me levanto en la madrugada sudando, tuve una pesadilla, hace mucho que no tenia una, me llevo una mano al pecho y miro a mi alrededor, me cuesta reconocer donde estoy, pero en cuenta lo hago siento que vuelvo a respirar con normalidad, ¡Joder! Fue una pesadilla horrible, ahora que he despertado no la recuerdo perfectamente, pero estoy segura de que se trataba de Trevor.

Siento la garganta seca, lo que me obliga a ponerme en pie para ir a la cocina por algo que pueda hidratarme. Bajo las escaleras y voy directo a la cocina, donde me sirvo un vaso de agua, miro por la ventana al paisaje del jardín de la casa, todo está en calma, el ambiente está tranquilo y la noche se siente fresca.

Empino el vaso de agua para beberme todo el contenido y cuando quiero volver a mirar enfrente una figura masculina se proyecta en la ventana. Yo me volteo asustada y grito muy alto.

–¿Planeas despertar a todo el vecindario? – me pregunta con esa voz tan inconfundible.

–¿Tu qué haces aquí?

–Es mi casa, asi que por como yo veo las cosas, la que no debería estar aquí eres tú.

Ian está recostado contra el marco de la entrada a la cocina, está usando un pantalón de pijama largo a cuadros y tiene todo el torso desnudo, el maldito como que estuvo ejercitándose, porque está más musculoso de lo que yo me acuerdo, tiene los anteojos puestos y el cabello rubio despeinado. Si no fuera tan odioso e infantil incluso pensaría que se ve como una escultura griega. Y asi es, pero es que cuando Ian abre la boca todo su encanto se acaba.

–¿No se supone que volvías hasta dentro de un par de días?

–¿Has estado vigilándome? – levanta una ceja.

–No – digo con nerviosismo – pero mi madre es esposa de tu padre, ellos se cuentan cosas, y ella me cuenta cosas a mí.

–¿Asi que le has estado preguntando a tu madre sobre mí?

–¡Ya te dije que no! – frunzo el ceño – solo fluyó en una conversación.

–¿Tienes conversaciones en donde yo soy el protagonista, Maxine?

–¡Eres insoportable! – espeto, Ian está tratando de provocarme, lo conozco lo suficiente como para saber que él no deja pasar oportunidad para joderme la vida y alimentar su propio ego.

–¿Qué haces aquí?

–Vine un par de días.

–¿Cuándo te vas?

–¿Te importa?

–En realidad sí.

–Pues a mí no me interesa decirte – dejo el vaso de cristal sobre la encimera y me dispongo a irme de la cocina.

–Te ves diferente, Maxine – suelta de repente.

–¿Diferente cómo?

–No lo sé, menos tonta de lo que te recordaba.

–¡Qué casualidad! Porque tu tambien te ves diferente.

–¿Ah sí? – cuestiona y suelta una sonrisa de medio lado que hace que a mi se me erice el vello y ni siquiera sé muy bien por qué.

–Si, eres más idiota de lo que te recuerdo.

–¿Ha pasado cuanto, casi año y medio desde la última vez que nos vimos? – pregunta ignorando mi insulto.

–Me sorprende que lo recuerdes – ruedo los ojos.

Intento salir de la cocina, pero él me lo impide poniendo su cuerpo grande y alto frente a mí.

–No lo olvidaría – susurra bajito.

Yo levanto el mentón y lo miro a los ojos, a ese gris tan extraño que me sorprendió desde la primera vez en que lo vi.

–Debo irme, tengo que dormir – digo sintiendo nuevamente la boca seca.

–De acuerdo – murmura y se mueve a un lado.

Yo camino hacia la escalera, pero su voz me hace detenerme antes de subir a mi habitación.

–Maxine – me llama.

–¿Qué?

–Tienes un lindo culo – dice y pasa a mi lado subiendo las escaleras – me gustan las bragas de Bob Esponja.

Yo veo su cuerpo subir las escaleras y me quedo petrificada como una tonta, ¿Qué se supone que significa eso? ¿Cómo vio mi culo? La camiseta de Trevor me tapa hasta la mitad de los muslos, por eso la elegí para venir aquí.

Me agarro las nalgas y entonces lo entiendo, he tenido la camiseta enrollada todo este tiempo.

–¡Dios, mátame y llévame contigo ya! – le ruego al cielo, ¿Por qué siempre me pasan estas cosas a mí? ¿Por qué tenía que ponerme las bragas de Bob Esponja justo en este momento?

¡Agh! Ian James no debería estar aquí, ni yo tampoco en realidad – suspiro y vuelvo a mi habitación, no sin antes echarle un ojo al cuarto de Ian. Estamos frente a frente y su perfume aún está inundando el aire.

Debería darle un puño en la nariz por no haberme dicho que mi camiseta estaba levantada. Aunque no, yo no me atrevería a dañarle ese rostro perfecto que tiene.

  

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