Capítulo 3.

Maxine.

–¡Maxine, ¿Por qué rayos te levantaste de la mesa de esa forma?! No quiero ser grosera y asumo que tú tampoco, esta situación no deja una muy buena impresión – ella me regaña como si de verdad tuviera el derecho de hacerlo.

Yo frunzo el ceño y evito salirme de mis casillas, pero la sangre se me sube rápidamente al cerebro – no puedo creer que me hayas hecho esto – gruño.

–¿Hacerte qué? ¿Ahora que hice?

–¿Ahora que hiciste? ¡Mamá! Le pediste a Harvey que concretara una cita después de que yo te dije que no. ¡No queria que esto sucediera!

–Pensé que estabas bromeando.

–No, por supuesto que tu no pensaste que era una broma, tu me conoces demasiado como para creer que voy a bromear sobre algo asi – hago un ademan con las manos, si mi madre cree que le voy a creer este cuentico pues está muy equivocada, yo enfáticamente le dije que no queria entrevistarme con nadie del Washington Post.

–Pues discúlpame, Maxine, tal parece que no te conozco todo lo bien que ni tu ni yo creemos, porque podría jurar que de verdad estabas bromeando – ella abre los ojos como platos y por la expresión en su rostro sé que esta empezando a cabrearse. Pues bien, ya somos dos.

–Te dije mil veces que no, incluso cuando me llamaste por teléfono te lo advertí, ¿Por qué hiciste esto? – me llevo dos dedos al puente de la nariz e intento normalizar mi respiración.

–¿Sabes Maxine? Yo sigo sin entender que fue eso tan malo que hice, es decir, es una entrevista con un reclutador de uno de los periódicos mas importantes del país, ¿No es ese el sueño de todo periodista?

–Pues sí, pero…

–Pero nada, has estado lamentándote todo este tiempo por haber perdido el trabajo de las pasantías, has estado haciéndome sentir miserable a mi y a ti misma tambien, perdóname si no quiero que mi hija caiga en este agujero de miseria.

Ahora que ella lo pone de esta forma incluso me siento un poco injusta por la forma en que la estoy tratando, pero es que Rachel no entiende y sé que si le digo mis verdaderos motivos por los cuales no quiero venir a Washington ella va a creer que soy la persona más estúpida sobre la faz de la tierra, y quiza si lo soy, pero no quiero que ella se sienta decepcionada de mí.

–¡Por supuesto que es el sueño de todos los periodistas! Pero no el mío, mamá.

–¿Por qué no? – la mujer se cruza de brazos y me mira con esos ojos de gacela que va por su presa.

–Porque no, el Washington post no tiene mi estilo.

Ella sabe que estoy mintiendo, chasquea la lengua y niega con la cabeza.

–¿Estás asustada? – me pregunta.

–¿Que?

–Que si estás asustada, Max.

–¿De qué podría estar asustada?

–No lo sé, quiza no te sientes lo suficientemente buena como aceptar una oportunidad de este tamaño, tal vez crees que no eres suficiente para trabajar en un lugar como el Washington post.

–No se trata de eso.

–¿Entonces de que se trata? Quiero entenderte Max, quiero poder comprender cual es el daño que te estoy causando al haberte traído a cenar con un hombre que puede darte oportunidades únicas en la vida.

–Tu no hiciste nada malo – bajo la guardia – además de no haberme escuchado, no hiciste nada.

Mi madre suaviza su expresión, baja los brazos y pone sus manos en mis hombros, realmente soy patética.

–¿Qué es lo que sucede? Y quiero la verdad.

Yo trago saliva, me siento ridícula, ¡Dios! ¿Por qué las cuestiones del corazón siempre nos harán tan vulnerables y estúpidos?

–Es por Trevor.

–¿Qué hay con él? ¿Acaso no quiere que consigas un empleo?

–No, no se trata de eso – digo – por supuesto que Trevor quiere que consiga un empleo, pero dudo mucho que él este pensando en algo a tantos kilómetros de distancia.

–¿Te dijo que no queria que trabajaras en el Washington Post?

–No lo dijo, ni siquiera se lo mencioné, pero estoy segura de que la noticia no va a gustarle – trato de sonar lo menos tonta posible – y en realidad yo tampoco quiero estar lejos de él, aceptar un empleo en el Washington post significaría mudarme a Washington, y él no puede venir conmigo, mamá. Yo no quiero que después de todo este tiempo nosotros vayamos a alejarnos.

Ella me estudia con la mirada y yo no sé que se estará pasando por su cabeza, de lo único que estoy segura es que no se trata de nada bueno por la forma en la que su rostro se contrae cada vez más.

–¿Entonces no quieres trabajar en el Washington Post por miedo a la reacción de Trevor?

–Por miedo a que nuestra relación se acabe – la corrijo.

–Esto no puede ser cierto – Rachel chasquea la lengua y mira a un lado del restaurante – Max, ¿Tu escuchaste cuando te dije que esta es una de esas oportunidades que son únicas en la vida?

–Si, te escuché y lo entiendo, lo sé… pero y ¿Trevor?

–Trevor puede esperarte, Trevor puede venir aquí cuando tenga tiempo, tú puedes ir a Flagstaff cuando puedas, pero tu no puedes dejar pasar una oportunidad como esta por un hombre.

–No es solo un hombre.

–Lo sé, sé que lo que tienes con Trevor es importante, conozco la historia de ustedes dos, pero ¿En serio vas a poner de lado tu futuro por él? ¿Vale la pena hacerlo?

–Si, si vale la pena.

–¿Y estás dispuesta a sacrificarte tanto por un hombre que el dia de mañana puede levantarse y decidir no amarte más?

–¡Oye! Tu sabes que Trevor no es asi.

–Yo pensé lo mismo de Nick – ¡Ouch! Golpe bajo, pienso para mis adentros – pero está bien, de acuerdo, olvidemos lo últimos que te dije, finjamos que Trevor es el hombre perfecto y que ustedes dos están destinados a ser felices y comer perdices – ella se pone un mechón de cabello detrás de la oreja – ¿Vas a negarte a la posibilidad de algo tan grande como esto?

Yo muerdo mi labio y cambio el peso de mi cuerpo de un pie al otro.

–Porque solo tienes 21 años, Maxine, acabas de graduarte de la universidad y en este momento deberías estar explorando cada una de las opciones que la vida tiene para ti, no deberías estar basando tus decisiones en un hombre.

–¿Entonces que propones? ¿Qué deje tirado a Trevor y que me mude a Washington como si nada?

–Primero que todo, no sabemos si de verdad van a ofrecerte algún empleo. Segundo que todo, lo que yo propongo es que debes hacer funcionar las cosas de una forma equilibrada, debes pensar en él, pero tambien debes pensar en ti, porque sinceramente me decepciona la persona que tengo al frente.

Yo abro los ojos con sorpresa y siento como si ella me hubiera clavado un cuchillo en el pecho.

–Pensé que yo te había enseñado a ser más independiente, pensé que había criado a una mujer que era capaz de perseguir sus sueños y de ponerse a ella por encima de todo el mundo, pensé que tú, Maxine, ibas a salir al mundo e ibas a comértelo, pero esta persona que tengo enfrente… – suelta un bufido, ni siquiera es capas de terminar de hablar.

–No es tan fácil.

–No se supone que la vida sea fácil, eso es algo que ya deberías saber, y no se tú, pero yo voy a volver a esa mesa a cenar con Harvey y Thomas. Es tu decisión si quieres venir conmigo, si no, entonces nos vemos en casa.

Mi madre me da la espalda y se aleja de mi antes de que yo pueda decir alguna otra cosa, y creo que es lo mejor, porque si nos quedamos aquí de pie yo voy a echarme a llorar como si fuera una bebe, y no creo que esa sea la reacción de una mujer que se supone ya es madura.

Con los nervios a flor de piel yo me aliso el vestido y regreso a la mesa.

–Maxine, Harvey me comentó que trabajaste un tiempo en el periódico de la universidad, ¿Por qué no me cuentas un poco más al respecto? – me pide Thomas que sigue sonriendo amablemente.

–Si, escribí un par de crónicas a cerca de la vida estudiantil, algunas cosas vanas y otras un poco más importantes.

–Me gustaría leerlas, ¿Por qué no me envías un par?

Yo siento que las mariposas en mi estomago comienzan a revolotear – sí, puedo enviarle algo de mi trabajo – chillo emocionada.

El resto de la noche, Thomas y yo acaparamos la conversación, no hablamos de empleo, pero si de gustos literarios, de algunas experiencias universitarias, incluso hablamos de las próximas elecciones presidenciales, nosotros intercambiamos contacto y yo prometo enviarle algo de mi material de trabajo.

No puedo mentirme, esta es la mejor cena que he tenido en mucho tiempo, no solo porque estoy con mi familia, si no porque estoy con un hombre que cree que mis palabras son brillantes, un hombre importante que me escuchó y estuvo de acuerdo conmigo, pero tambien debatió sobre algunos temas.

Y entre Thomas más me habla del Washington Post, yo más ganas tengo de hacer la maleta y mudarme a la capital para rogar por un lugar dentro del periódico, incluso aunque sea para servir cafés.

Tal vez Rachel tiene razón, quiza estoy siendo demasiado estúpida por no elegirme a mi sobre Trevor o sobre nuestra relación, pero es que: ¿Qué hace una mujer cuando tiene que decidir entre su carrera y el amor de su vida?

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