CAPÍTULO VII. VIAJEROS

Después de ese comentario absurdo mi familia terminó de asumir que Chamuel era una especie de pretendiente, y además de que la idea los tenía a todos supremamente encantados, salvo a Antony y a mí, el almuerzo terminó entre comentarios del amor joven, y lo bonito del primer amor. ¡Puaj! ¡Mátenme! No está en mis planes enamorarme todavía. Todo el rato Chamuel asumió una actitud risueña y de conformismo con todo lo que se decía.

Al terminar de almorzar, salí como una bala al patio de enfrente y me senté debajo del árbol que siempre solía acompañarme en momentos de cavilaciones. Al otro lado de la calle jugaban los niños pequeños de los vecinos con una piscina inflable. Me recosté al tronco del árbol y cerré los ojos. Ojalá pudiera saber qué estaba pasando en mi vida. Hoy ha sido un día de locos, y aún no llega la noche, no quería pensar qué me esperaba con Rafael, si esto ha sido con Chamuel, quien seguía conversando con mi papá. ¿Es que no se aburrían?

Así mi mente fue pasando a temas menos misteriosos, y comencé a pensar qué haría con mi vida después de las vacaciones, si es que sobrevivía al día de hoy, si amanecía mañana tendría mucho que agradecer por ese pequeño milagro, y tendría que buscar qué estudiar y qué trabajar, algo que me apasionara lo suficiente como para dedicarme a eso sin morir de aburrimiento en el intento.

-Te ves muy bella así…

Abrí los ojos de inmediato observando a mí alrededor. Chamuel estaba de pie al lado del árbol y me miraba con esos ojos grises hermosos con una expresión extraña. Parecía anhelo.

-Me gustaría besarte…- dijo en un tono de voz más bajo.

Mi corazón se aceleró a un millón de kilómetros por hora. No imaginaba un beso en un momento como este y después de todo lo que había pasado.

Vi cómo se agachó a mi lado y acercó su rostro al mío lentamente, mientras con su mano izquierda tomaba mi barbilla. Su cabello largo rozó mi mejilla y percibí un aroma masculino que provenía de él. Creo que mi corazón no podía acelerarse más y empecé a sentir como se calentaba la piel de mi rostro, y por un momento consideré dejar que me besara, sólo por saber qué sentiría. Pero eso complicaría más esta extraña situación.

Antes de que sus labios rozaran los míos volteé mi rostro a la derecha y su beso terminó en mi cuello, dónde sentí sus cálidos labios que produjeron una descarga eléctrica sobre mi piel y me erizó completamente. Así mi mente dijera lo contrario, mi cuerpo parecía responder por sí sólo ante él.

-Te estás tomando muy en serio el papel de pretendiente- dije fingiendo desinterés.

-No eres muy buena mintiendo, puedo sentir que te turbo- dijo a centímetros de mi oreja.

-Deberías decirme qué es lo que pretendes de una buena vez, o por qué te intereso.- lo miré a los ojos, y luego cometí el error de mirar a sus labios. El ambiente se sentía cargado de mucha tensión, sólo debía acercarme un poco y podría besarlo y saciar mi curiosidad.

-No sé de dónde sacas la voluntad para resistirte a mí- dijo claramente confundido.- Yo apenas me resisto a ti.

-Yo tampoco sé- admití- pero tú y yo sabemos que no eres normal y no sé qué buscas de alguien normal como yo.- dije aún muy cerca de sus labios.

-Tú tampoco eres normal y te lo demostraré.

Acto seguido posó sus labios sobre los míos y la sensación más cálida se apoderó de mí. Su beso era suave y exigente a la vez, rozando sus labios con los míos con determinación, parecía la caricia más exquisita, mi corazón saltó un paso y correspondí su beso en todo momento hasta que recibí un mordisco y el pinchazo de dolor me sacó de mi ensoñación, abrí los ojos quejándome y percibí una luz rosada muy intensa.

-¡Oye! No sabes besar o ¿qué? ¡Cielos! Creo que me sacaste sangre. Además ¿Qué fue esa extraña luz?- dije viéndolo a los ojos. Aún estaba agachado a mi lado y me miraba estoico.

Toqué mi labio y efectivamente había sangre en él. ¡Genial! Ahora cómo explicaría esto en la casa, cuando me vieran la cara de una vez lloverían las preguntas. La luz que había percibido se desvaneció, y me permití observar más allá de mi mano. Chamuel se había hecho a un lado y miraba en dirección contraria a mí y caí en la cuenta. Ya no me encontraba en casa. De pronto se extendía frente a mí un valle desolado con árboles marchitos, y una fría bruma gris y densa se arremolinaba en la base de cada uno de ellos, yo misma me encontraba recostada de un tronco de aspecto terrorífico. Chamuel se puso de pie y se alejó dándome la espalda mientras murmuraba algo. El pánico se encendió en mí.

-¡Chamuel!- lo llamé y no recibí respuesta. Cada vez se alejaba más de mí.

-¡Oye! ¡Espera! ¿Qué pasó aquí? ¿Dónde estoy?- y me puse en pie rápidamente siguiéndolo. No sabía en dónde estaba y lo más inteligente era evitar quedarme sola en un sitio desconocido.

Chamuel estaba a unos metros de mí. Ignorando mi llamado seguía caminando y me costaba cada vez seguirle el paso, a este ritmo lo iba a perder de vista.

-¡Oye! ¡Espera! ¡Detente! ¿Qué es este lugar? Y ¿Cómo llegamos hasta aquí?

El silenció era la única respuesta que me daba. Tuve que agilizar el paso al trote para poder llegar a él, y cuando estuve a su lado se detuvo.

-¡Por fin! ¡Gracias por detenerte!- dije tomando aire- ¿Me puedes explicar qué está pasando?- Seguía sin darme la cara, y desde donde estaba sólo podía ver su espalda y su cabello largo rubio.

-No se suponía que pasaría eso…- fue lo único que dijo.

-¡Ya deja de hablar sin sentido hombre! ¡Dime qué está pasando!- y lo tomé del hombro para que volteara a verme.

Lo que vi me dejó sin palabras. Sus ojos grises hermosos se habían transformado de repente en ojos rojos, un rojo intenso como el color de la sangre, su cabello rubio no captaba tanto la atención como lo hacía ahora su mechón rosado, el cual parecía brillar y su expresión era de furia contenida, sus puños estaban apretados y parecía que estaba luchando en serio para mantener bajo control su carácter.

-¡Déjame!- gritó con furia y apartó mi mano de un golpe. Pude visualizar que tenía los colmillos mucho más largos que un humano normal.

Se volvió a dar la vuelta y sostenía su rostro entre sus manos, como queriendo calmarse, y susurraba algo con la respiración gravemente alterada.

-… ahora no… control… control…- su voz era de agonía contenida y yo me estaba asustando cada vez más.

-Mira- empecé a decir para distraerlo con las manos en alto- sé que puedo ser muy molesta ahorita, y desde que te acercaste a mí, pero estaría bien que me explicaras algo de lo que sucede aquí.- me temblaba un poco la voz, sentía que mi vida estaba en peligro con él.

-¿Quieres… callarte… un momento?- dijo entre dientes. Su postura estaba algo encorvada y era palpable el sufrimiento que estaba soportando, pero yo no entendía a qué se debía. Quizás lo más sensato sería empezar a correr ya, lo extraño se estaba volviendo cada vez más normal para mí y eso no estaba bien.

-No… no… corras- dijo con la voz agitada.

Ok parecía que aún seguía leyendo mis pensamientos.

-Bien… -titubeé- … voy a esperar que te calmes por allá- caminé de espaldas hasta que estuve a una distancia prudente y me di la vuelta para esperarlo cerca de un árbol grande cuyas ramas retorcidas y desprovistas de alguna clase de vida no me daban buen augurio, pero estaba a unos 10 metros de distancia de Chamuel y me daría algo de tiempo de huir si era necesario. Él era un ser extraño, yo estaba en un sitio extraño, y a pesar del miedo que tenía en este momento, era consciente que no ganaría nada alterándome. Debía conservar la calma si quería volver a mi casa. O quizás moriría aquí hoy pero no lo haría llorando como una cobarde.

Me faltaban solo tres pasos para llegar al árbol cuando una sombra negra borró mi visión y sentí como mi cuerpo fue estampado contra algo duro. Todos mis sentidos se alteraron y quise gritar de pánico pero no podía moverme, mi espalda estaba sobre algo duro y encima de mí sentía el peso de alguien.

-¿E… eres tú, Chamuel?- dije con la voz ahogada.

-¿Quién más podría ser, amor?- su voz era diferente ahora, no parecía la voz serena que había mostrado hasta hace poco.

Tenía su mano sobre mis ojos, lo cual impedía mi visión, y con su cuerpo me aprisionaba contra lo que imaginé era el árbol donde pensaba esperarlo.

-¿Querías huir de mí? Esa no es una buena idea- soltó una risita burlona.

-¿Podrías dejarme ver?- mi voz parecía una súplica y me temblaban las manos.

-Sólo si dices la palabra mágica- podía percibir el calor de su cuerpo completamente sobre el mío y su respiración en mi cuello me hacía sentir como la presa ante una fiera. Totalmente indefensa.

-Por… ¿por favor?- dije bajito.

Y quitó su mano. Al ver finalmente comprobé que efectivamente me había estampado contra el gran árbol, tenía un brazo sobre su cabeza y ésta estaba justo en mi cuello, y la mano con que me tapaba los ojos ahora la había pasado detrás de mi espalda y me tenía más pegada a él, lo que dificultaba que pudiera mover mis brazos. Como leyendo de nuevo mis ideas bajó su otro abrazo y completó la trampa a mi alrededor. Sus brazos eran ahora dos bandas de acero que me impedían moverme. Intenté revolverme para liberarme de su agarre y fue inútil.

-Shhh… calma amor… no puedes huir de mi- su respiración seguía agitada y mecía mi cabello al hablar- hueles muy bien. No sé por qué me alteras tanto.

-Yo… yo tampoco…  podemos hablarlo, tu sabes, hacemos un foro, lluvia de ideas y todo eso, pero, en este momento agradecería inmensamente que me sueltes- dije más decidida.

-No deseo hacerlo- dice aún en mi cuello.

Su respiración estaba enviando pequeños escalofríos a mi cuello y brazos, si seguíamos así y superaba el temor que sentía muy pronto estaría riéndome por las cosquillas.

-Puedo entenderlo, sé que soy muy atrayente, y ahora parece que también atraigo seres sobrenaturales como tú, pero el espacio personal es sagrado para mí, no me gusta que invadan ese espacio.

-No sabes que soy ¿verdad?- seguía aferrándome.

-No…- le dije.

-¿No te haces una idea por todo lo que has visto?- inquirió

-Bueno, me gustaría tener esta conversación sin sentirme asfixiada, gracias- necesitaba seriamente que me soltara.

-¡Necia! No te voy a soltar. ¡Supéralo!- su voz era de mando.

-¡Arg! ¡Qué frustrante eres!- dije exasperada.

-No conoces lo que es la frustración- dijo críptico.

-No sé a qué te refieres, pero esta no es la forma de mantener una conversación normal- dije cediendo un poco.

-Tú dices que no soy normal, acostúmbrate.- dice resuelto- ahora me gustaría que enumeraras qué haz notado de peculiar en mí.

-¿Además de parecer una garrapata, dices?- digo con malicia.

-Esa boca tuya, a veces es muy rápida- se ríe un poco con diversión. Puedo notar que se ha ido calmando, y con todo, su agarre se sigue manteniendo firme- ahora enumera para mí.

-No dijiste la palabra mágica- me pateo mentalmente, en serio no controlo lo que digo.

Vuelve a reír divertido y su respiración agita mi cabello y me hace cosquillas. Necesito que me suelte.

-Por favor, amor- dice en mi cuello calmadamente- me encanta tu olor ¿ya te dije?.

-Mmm sí creo que sí, ¿si te digo lo que he notado me sueltas?- pregunto esperanzada.

-Entre más demores, creeré que te gusta que te tenga así, lo cual, por cierto no me disgusta para nada.- dice muy pagado de sí.

-Bien, bien, bueno saliste de la nada, lees mis pensamientos, no sé qué le haces a la gente pero mis padres no son así como los viste hoy, ellos son más serios, y contigo parecían fans enamorados, y bueno eso de hace rato, no sé cómo describirlo, tus… tus ojos… cambiaron de color, y parecías tener colmillos…

-Tengo colmillos- señala.

-Colmillos largos, más largos de lo ordinario- aclaro- bien, ¿me sueltas?

-Te faltó algo- dice aún pegado a mí.

-Ehh no sé, no es fácil pensar así- digo incómoda.

-¿Te pongo nerviosa?- dice con una risita.

-Nerviosa es poco, yo diría que me asustas.

-Te asustaré más aún si te suelto, te faltó algo…- dice él con paciencia.

-No lo sé, que pareces ser muy inteligente y elocuente… bueno eso serían más bien cumplidos para ti…- sigo pensando- hace rato, te veías muy afectado, como si no te controlaras- su agarre se afloja un poco- ¿eso es? ¿que no te dominas?- inquiero.

-Sí, eso sería lo básico de mí, ahora qué te dice tu instinto ¿qué soy?

-Dijiste que me soltarías- digo recordándole.

-No quiero hacerlo.-

-¡Chamuel! ¡En serio!- digo y hasta a mí me suena a berrinche.

-Voy a pensar que no te gusta mi contacto.

-No es eso, si sigues respirando en mi cuello, me voy a reír, sufro de cosquillas, me he controlado porque tengo cerebro y tengo miedo en este momento.

-Debiste decir eso antes- dice con picardía y me vuelve a apretar con fuerza, ahora siento como roza su lengua por mi cuello lentamente, y mis terminaciones nerviosas se vuelven locas haciéndome suspirar profundamente y batallo para contener la risa nerviosa que se atasca en mi garganta.

-¡Para! ¡No hagas eso!- digo conteniendo un chillido.

-Tu sabor es inigualable, tu sangre debe ser la gloria- dice en un murmullo para sí mismo.

En ese momento se me detiene el corazón, y encajo las piezas rápidamente, ojos rojos que no son de drogadicto, colmillos largos y eso comentario de la sangre… este sujeto debe ser un vampiro. Nada más encajaría con todo lo que he visto y enumerado.

El instinto me hace empujarlo y lo pillo desprevenido porque logro alejarlo lo suficiente y tropieza con una de las raíces del árbol marchito cayendo al suelo. Lo que me da tiempo de salir corriendo. No sé en qué dirección. No sé a dónde voy. Ni siquiera sé dónde estoy. Lo único que quiero es alejarme lo máximo posible de él.

Corro lo más rápido que mis piernas me permiten, sorteando los árboles, que parecen hacerse cada vez más abundantes, como un bosque de árboles sin vida. Mi respiración es agitada y entrecortada, en tanto que mi corazón palpita furiosamente contra mi pecho por el esfuerzo, no soy muy buena para las cuestiones físicas, pero ahorita mi vida depende de ello. Lo último que quiero es que drenen mi sangre como en las películas.

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