CAPITULO IV. LO COTIDIANO.

No quiero imaginar qué me espera el resto del día si apenas este es el comienzo. Miro el reloj de la pared y son las 10:30 a.m. Es tardísimo. No acostumbro nunca levantarme a esta hora, nadie me despertó, y dudo que siquiera escucharan la extraña conversación que se acaba de producir en mi habitación.

No entiendo como nadie estuvo pendiente de mí si me desmayé en la despensa, lo mínimo es que se encuentren preocupados por ello.

Bajo rápidamente a la cocina y encuentro a mi papá, con un plato de galletas en una mano y en la otra una tasa de algo humeante, seguramente café.

-Buenos días, bendición- digo algo apurada.

-Buenos días, Dios te bendiga bella durmiente- dice mi papá mientras se sienta en el comedor.

-Oye, ¿tú me recogiste en la despensa cuándo me desmayé?

-¿Te desmayaste nena?- pregunta preocupado mirándome.

-Sí, me levanté temprano, y estaba buscando la harina de trigo en la despensa, y me desmayé- omito deliberadamente toda la información sobrenatural que pudiera acercarme a un psiquiátrico antes de tiempo.

-¿Tu qué Luna? ¿Te pasó algo?- pregunta mi mamá entrando rápidamente y toma mi rostro entre sus manos, las cuales están mojadas.

-Ugh, mamá, me estás mojando, y sí, me desmayé ésta mañana temprano le estaba explicando a mi papá.

-¿No sería que lo soñaste?- preguntó con preocupación- me levanté a las 8:00 a.m. y me extrañó que no estabas despierta, pero al verte tan tranquila durmiendo preferí no despertarte.

-¡Mamá! ¿Estas fabricando el shampoo de Manchas?- preguntó mi hermano mientras entraba en la cocina con nuestra mascota en las manos, un cachorro de dálmata con algún otro perro, era un mestizo, pero debido a su piel moteada lo bautizamos como Manchas.

-Búscalo atrás en el cuarto de lavado- dice mi mamá.

-¡Ahora si creo que es el fin del mundo! ¡Luna levantándose tarde y encima todavía con pijama!- dice mi hermano soltando a Manchas, quién de una vez empieza a olfatearme.

-¿Ah?- pregunto mirándome- estoy segura que me había cambiado esta mañana- digo viendo que llevo puesto la pijama de pantalón y franela color lila con un oso al frente. No entiendo, recuerdo levantarme, ducharme y vestirme, no sería que esa cosa me cambió la ropa…

-Antony, ¿tu recogiste a tu hermana desmayada en el piso de la cocina temprano?- pregunta mi mamá en su usual tono investigativo.

-Ummm no, ¿te desmayaste enana?- pregunta mientras pone su mano en mi cabeza para enfatizar que a pesar que tengo 17 y el 15, ya me supera en estatura casi por 10 centímetros.

-Nena, yo creo que lo soñaste- señala mi papá a medio comer una galleta- no tienes ningún signo de haberte desmayado, y si sigues en pijama es porque dormiste a pierna suelta… ¿te acostaste tarde anoche?

-No, me acosté igual que todas las noches a eso de las 11:00 p.m.- sin entender aún que ocurre pero sin ánimos de preocupar a mis papás, decido quitarle importancia al asunto- pero debió ser parte del sueño.

-¿Qué soñaste?- preguntó Antony mientras volvía a tomar a Manchas entre sus brazos.

-Cosas locas, estaba en la habitación de un castillo o algo así-digo sin mucho ánimo.

-Sabes que los sueños siempre indican o nos advierten algo- dice mi mamá a quien siempre le han gustado estos temas esotéricos y todo ese rollo.

-No lo sé, casi no recuerdo, ojalá que sean una premonición de que viviré en un castillo y sea la dueña jaja- río sutilmente para aligerar el ambiente y borrar la preocupación del rostro de mis padres, lo cual parece surtir efecto.

-Conociéndote, quizás no tengas un castillo, pero tienes toda la disciplina y talento como para conseguirte una mansión- dice mi papá, quien siempre ha estado orgulloso de su hija mayor.

-Me voy a bañar al perro antes que empiecen a echarle flores a esta enana, todo lo hace bien- dice mi hermano con celos- excepto ¿sabes qué? ¡crecer!- ríe con burla- a ver si terminas de crecer en lo que queda de siglo, Tarzán de matero.

-¡Que odioso! Crees que porque ya tienes casi metro ochenta vas a venir a humillar, por si no lo sabías lo mejor viene en frascos pequeños, y tu pareces…

-¡Hey! ¡Hey! Damas y caballeros- exclamó mi mamá interponiéndose entre mi hermano y yo- no empiecen con sus niñerías que ya están grandecitos me hacen el favor, además venimos de familia de personas altas, así que realmente no hay enanos acá- enfatiza mientras mira a Antony.

-Deberías desayunar Luna, tu mamá hizo el desayuno- me dice mi papá, y paso a la cocina a servir mi desayuno, no sin antes darle una mirada amenazante a mi hermano, mientras él me hace una mueca sacando la lengua. De esa manera me olvido momentáneamente que tuve una conversación bastante sobrenatural en mi habitación hace no menos de 15 minutos.

***

El resto de la mañana transcurrió con normalidad, como me levanté tarde decidí preparar el almuerzo como compensación mientras mi madre y mi hermano se encargaban de la limpieza del patio de enfrente y mi padre veía sus acostumbradas noticias.

Ya tenía todo listo, sólo de dejar que cocinara completo, cuando mi papá se asomó por la puerta de la cocina.

-Umm huele a bueno, ¿qué preparas?- preguntó.

-Estoy haciendo pasta, pechuga rellena de jamón y queso con salsa de crema de leche, tipo bechamel y aparte una ensalada de lechuga, tomate y cebolla con pan, así tipo césar pero a mi estilo- digo con una sonrisa- va a quedar muy rico.

-Uff no sé a quién le sacaste esa vena de cocinera porque- dice bajando la voz- a tu mamá no fue, pero le doy gracias a Dios por ello- dice con picardía.

-Jaja que mi mami no te oiga, porque si no pobre de ti, no quiero imaginarme el regaño.

-Por eso es que va a quedar entre nosotros- me guiña un ojo- ¿cómo estamos en la despensa?- pregunta mientras entra al cuartico y revisa los estantes.

-Pues como podrás notar, ya hay que comprar principalmente verduras y frutas, ya se acabó el azúcar y sería bueno también comprar arroz, pasta y las harinas de maíz y trigo… También hay otra cosa primordial- digo con tono misterioso.

-Ajá y ¿qué será esa cosa primordial? Ya imagino por dónde vienes- dice mi papá revisando el freezer de las carnes.

-Bueno tú me conoces casi como si me hubieses parido, ¿qué crees tú que será?- digo mientras me ubico al lado de la puerta del cuartico.

-Jaja prefiero que tú me lo digas y yo te digo si se puede o no- dice ya dando la vuelta a mirarme.

-Bueno- digo mirándolo con ojos de gatito tierno- es algo que comienza por g y termina en alletas- digo con una gran sonrisa en el rostro- lo cual engloba todas mis meriendas, y como estoy de buen humor también helado.

-Jajajaja ahora si me haz hecho reír, vamos a ver… dijo un ciego…

-¡Papááá!- digo consentida.

-Ok ok, si, está bien, por eso tu hermano se pone celoso, te consiento mucho- enfatiza poniendo los ojos en blanco.

-¡Graciaaas!- le lanzo un beso en el aire.

-Acompáñame al mercado, hay que comprar varias cosas.

-Umm ¿y el almuerzo?- pregunto.

-Ponle baja llama a todo y tu mamá lo cuida, vamos, que se hace tarde- me urge.

-Ok dame un momento-

Voy rápidamente a mi cuarto y chequeo mi ropa, me cambié después del desayuno, y llevo un short de jean rasgado con una blusa turquesa de mangas a medio largo con detalles de encaje, y unas sandalias bajas. Me quito el delantal que uso habitualmente para cocinar y me aplico un poco de rímel y labial. Mi rizos están portándose bien, así que decido dejar mi cabello suelto y bajo a la cocina.

Salgo a la entrada y están mi mami y mi hermano cargando macetas y reorganizando las plantas.

-Mami voy a ir con papá a comprar el mercado, me le echas un ojito a la comida por faa.

-Me quedo tuerta- dice sonriendo mi mami- pero si, tranquila yo miro la comida.

-No solo la mires, procura que no se queme la pechuga y cuelas la pasta- digo mientras voy al garaje y me monto en el auto que ya está encendido.

-Si master chef, ya entendió- dice mi hermano rodando los ojos.

-Chaito- digo mientras les lanzo un beso- Bendición mami.

-Dios te bendiga amor, cuídense.

-¡Claro que sí!- grita mi padre desde su asiento y arranca con rumbo al mercado.

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