III.- Las Consecuencias del Despertar.

Caminando de regreso a clase, siento el cuerpo adolorido, la cabeza me da vueltas. El profesor de física ya está en el salón esperándonos con todo el pizarrón lleno de ejercicios.

-Muy bien jóvenes, este es un proyecto para calificación final. La lista dice que son treinta en el salón así que trabajaran en equipos de tres. Tienen que entregarlo para el viernes. Los que saquen diez estarán exentos de examen, pero los que tengan errores lo harán con un punto menos.

-No es justo. 

-Apenas es la primera semana de clases.  

-¡Ya quiere dejar tarea para evaluación final! 

-Bien jóvenes acomódense con su equipo o seré yo quien los haga.

Todos empiezan a moverse de un lugar a otro. Yo me siento muy débil, las piernas me tiemblan, como si hubiera hecho mucho ejercicio. No creo tener suficiente fuerza para levantarme. Mike y Sandra acercan sus bancas antes de que siquiera me ponga a pensar con quien quiero trabajar.

-Y bien, equipo. -Dice Mike mostrando todos los dientes. Creo que está sonriendo, se ve aún más raro al hacerlo. 

Sandra saca un cuaderno de su mochila, se pone a copiar los ejercicios del pizarrón. Es la primera vez que la veo hacer algo de la clase, normalmente sólo usa sus cuadernos para dibujar.

-Esta es una buena razón para vernos fuera de la escuela y podamos platicar bien.

-Listo, ya termine de copiar los problemas, no se ven tan complicados.

El resto de la clase nos dedicamos a resolver los problemas de física. Las siguientes clases no pongo mucha atención, sigo tratando de recuperarme pero me siento tan cansado y adolorido que es un logro el mantenerme despierto. Al dar las 14:30 mi nombre es el primero en ser llamado, como de costumbre.

-¿No vas a venir a mi casa a trabajar en el proyecto de física?

-Se me olvido hablar a mi casa para avisar que tenemos un proyecto. ¿Qué te parece si mañana sin falta lo hacemos?

Caminamos a la entrada de la escuela donde mi abuelo está en el coche esperándome.

-Está bien pero avísale a tu abuelo de una vez.

-Está bien Mike, yo le aviso.

¿Cómo sabe que es mi abuelo el que viene por mí? Eso es algo que no he platicado con nadie de la escuela.

-¿Cómo te fue hoy Rol?

-Bien abuelo, nos dejaron un trabajo en equipo para el viernes. Los que tengan todo bien exentan el examen final con diez, los que se equivoquen presentan el examen con un punto menos.

Como de costumbre mi abuelo me ofrece una tortuga y un refresco.

-¿Ya tienes equipo?

-Si abuelo, mañana nos vamos a reunir en casa de un compañero.

Inclino el asiento del coche. El cuerpo me tiembla, estoy muy débil, la cabeza me sigue dando vueltas, siento los párpados pesados. Sin darme cuenta me quedo profundamente dormido. 

Mi abuelo me sacude del brazo para despertarme. –No quiero que te quedes dormido mañana, ¡eh!

Entro a la casa, aún cansado y adolorido. A la mesa ya están sentadas Anny, Ofe y Dana.

-¿Qué tal la escuela hoy Rol?

-Bien Anny, nos dejaron un proyecto de física, mañana nos vamos a reunir en casa de un compañero para hacer la tarea. 

Me estiro para tomar del centro de la mesa una manzana y me sirvo un vaso de agua de limón.

-¿Hoy no vas a comer?

-No tengo hambre Anny, con esto estoy bien.

-Es bueno saber que estás haciendo amigos en la escuela.

Subo a mi cuarto, cierro la puerta. Dejo el vaso de agua de limón a la mano. Juego a girar la manzana sobre el escritorio. ¿Qué fue lo que vi salir de Sandra y Mike? ¿Por qué me duele el cuerpo y me siento tan cansado? ¿De dónde provenía el calor?

Que hermoso está el jardín. Las flores se mueven con el viento, puedo ver las abejas volar, los pajaritos se posan sobre el limonero, esta tranquilidad que me da ver las ramas moverse de un lado a otro con el ruido del viento golpeando las hojas. Cierro los ojos por un momento. 

Escuchando el ruido de afuera, mi mente se queda en silencio. No hay más pensamientos rebotando en mi cabeza. 

Dejo de escuchar el zumbar de las abejas, el canto de los pájaros, el viento soplando y las hojas moviéndose. El silencio es absoluto. Como si proviniera de mí, va cubriendo todo. 

Siento en el pecho una pequeña llama que palpita muy despacio. Su brillo es muy pequeñito, con cada respiración se prende y se apaga. Cuando inhalo su brillo crece, puedo sentir calor en el pecho, al exhalar se hace un poco más pequeña pero mantiene su temperatura. Con cada respiro va creciendo. 

De a poco su brillo me va cubriendo el pecho por completo, siento como aumenta dentro de mí. Nada parecido a lo que sentí en el receso. A diferencia de antes siento que yo tengo el control. Empiezo a ver el brillo de esa llama y sentir como alimenta todo mi cuerpo con su energía. 

Es cálida, me hace sentir seguro. La luz que desprende va creciendo dentro de mí. El silencio me relaja, inhalo exhalo. La luz ya cubre todo mi cuerpo, pareciera un foco que se enciende cada que entra aire, apagándose con cada exhalación. Me doy cuenta de golpe que mi respiración tiene eco. Ese ritmo ya lo he escuchado antes.

Es la misma respiración que no me ha dejado dormir en toda la semana. Es la primera vez que la escucho de día. No escuche abrirse la puerta de mi cuarto, de tener visitas me hubieran avisado. Quiero saber quién es, el calor dentro de mí es más intenso. Me siento capaz de afrontar a quien quiera que está aquí. 

Nuestras respiraciones se cortan, ahora respiro más rápido. Creo que sabe que note su presencia, su respiración es más intensa y marcada que antes. Inhalo profundo una última vez, de un salto me pongo de pie girando en 180 grados, quedo viendo hacia la puerta de mi habitación.

¡Está ahí!

Un hombre de edad avanzada.  Pequeño no más de 1.65 metros de estatura, muy delgado. Su cabello en algún momento debió de ser negro, ahora blanco con algunos cabellos  los cuales se resisten a  tornarse como el resto, peinado hacia atrás, su rostro sin color, tan pálido, semejante a una hoja de papel, sus ojos negros posados en mí, su nariz aguileña perfectamente simétrica a su boca sin labios. 

Lleva puesto un traje negro de tres piezas alineado de manera perfecta, se asoma del chaleco el cuello blanco de una camisa, en la bolsa del saco un pañuelo color rojo, las mangas de la camisa decoradas por unas mancuernillas en forma de  dos manos estrechándose, dos anillos en cada mano con piedras preciosas, sostienen un bastón, el cual es soportado por una base de piedra gris, tallado de manera cónica en mármol, negro tan finamente pulido que los destellos de luz brincan de él, la cabeza del bastón es adornada con una gema roja enorme y preciosa. 

Sus manos aprietan la gema de la cabeza del bastón, mientras sonríe. Dejando a la vista la fila de sus dientes amarillentos y torcidos. Su rostro se deforma mientras él sonríe creando una mueca extraña.

De un sobresalto abro los ojos, respiro agitado. Frente a mi esta la manzana roja que no toque en toda la tarde, levanto la cabeza, la luz de la luna ilumina el jardín, tomo la manzana dándole una buena mordida, me levanto del escritorio, camino a la puerta de mi habitación que sigue cerrada. 

En el pasillo las luces están apagadas, las puertas del cuarto de Anny y Ofe están cerradas. Voy a la cocina a tirar el corazón de la manzana en la b****a. El reloj de las escaleras marca pasadas las diez de la noche.

Entro a mi cuarto, cierro la puerta con llave y me acuesto, me quedo viendo a la puerta, siento que no fue un sueño, en verdad ese señor estaba ahí, de pie, viéndome. La noche es tranquila, no hay viento, no hay ruido, solo el silencio que me permite adentrarme en mis pensamientos.

Tranquilo solo fue un sueño. 

Solo fue un sueño. 

Fue un sueño.

Un sueño. 

Sueño. 

¡Tac! 

Me siento de golpe en mi cama. Todo se ve de colores más opacos y un tanto borroso. Se escuchan los ronquidos de alguien. Como si estuvieran en mi habitación. Quizá sea mi hermano que se vino acostar a mi cama. 

¡Tac!

Ese ruido otra vez. Algo está golpeando el piso de madera. La puerta sigue cerrada con llave. Otra vez los ronquidos. ¿Quién ronca tan fuerte?, giro sobre mi espalda. ¡Soy yo el que está roncando! ¿Cómo es posible que me escuche roncar? ¿Cómo me puedo ver dormir? 

¡Tac!

Volteo a la puerta, ahí está. Parado frente a mí otra vez. El mismo señor. ¿Pero cómo?, no hay forma de que entrara a la casa sin que nadie se diera cuenta.

Comienza a girar el bastón entre sus manos, no dejo de ver la gema, mientras gira, brilla iluminando las paredes y el techo de rojo. Deja de girar el bastón entre sus manos y golpea el piso.

¡Tac!

El cuarto empieza a girar despacio. 

¡Tac!

Comienza a girar un poco más rápido todo a mi alrededor.

¡Tac!

Ya no puedo distinguir nada en las paredes de lo rápido que vamos, la luz roja comienza apagarse. 

¡Tac!

Completa obscuridad, el sonido de piedras moviéndose es ensordecedor. 

¡Tac!

Todo se detiene, ya no giro más.

A mí alrededor se comienzan a ver paredes gigantes de piedra. Sólo iluminadas por antorchas de madera opaca, talladas con relieves redondeados, que están colgadas en las paredes brillando en un tono naranja suave, las paredes y el piso están perfectamente limpios son de ladrillo gris, lucen muy viejas como las fotos de castillos europeos de hace siglos. 

Camino por el pasillo, me recargo en la pared, no peso nada. Me desplomo sobre el piso sin hacer nada de ruido al golpearme, ni sentir dolor. Mi mano no se ve normal, puedo ver ligeramente a través de ella, su color asemeja la luz que vi dentro de mi pecho, me pongo de pie con dificultad, me cuesta saber cuándo el pie está completamente apoyado en el piso. 

Al caminar por el pasillo las antorchas que están por delante se van encendiendo. Asemejando un sensor de movimiento, solo se encienden de tres juegos a la vez. Dejando en completa obscuridad el camino a mi espalda. Sé que no debo volver por donde vine, un cosquilleo me hace seguir avanzando.

El umbral de una puerta ilumina el final del pasillo. Entre la habitación y yo solo queda un juego de antorchas. El cosquilleo da lugar a un vacío en mí. Camino hasta entrar en la habitación, las últimas antorchas hacen un ruido casi imperceptible al apagarse. Detrás de mí la obscuridad absoluta que me provoca dudar si alguna vez existió el pasillo.

Frente al trono veo la cara del toro que vi en aquella casa abandonada, sus dos cuernos que sobresalen de su cabeza han de medir metro y medio de largo con noventa centímetros de ancho. Sus ojos amarillos y grandes ven directamente a quien está sentado en el trono. Su hocico enorme que bufa con cada respiro, deja una nube de vaho en el aire, entre sus fosas nasales cuelga un arete dorado con una bola al centro. 

Su torso desnudo dividido entre bestia y hombre, el pecho cubierto por un pelaje negro, mientras que el abdomen y brazos son de hombre, sus dos piernas son iguales a las de un carnero velludo de color café. Es gigantesco a de medir unos dos metros veinte de altura. 

Aquí un candelabro al centro irradia luz, sus acabados en oro con relieves en plata e incrustaciones de piedras hermosas. Las paredes decoradas en tonalidades de gris. Al centro un trono negro de mármol refleja la luz. Con tallados que suben por su alrededor decorado con oro simulando estar en llamas. Los recargabrazos están decorados con incrustaciones de diamantes y zafiros. 

En el trono está recargado el bastón con su gema apagada. Las manos largas y pálidas del hombre descansan sobre los recargabrazos. Están hablando entre ellos, sin haber percatado mi presencia.  

-Rol, -se escucha a lo lejos, -Rol -se vuelve a escuchar ligeramente más fuerte. -Rol, -alguien me está llamando a lo lejos. -¡ROL! -Es tan fuerte que el minotauro y el anciano voltean y me ven. 

-¡ROL!

Abro los ojos, estoy acostado en mi cama. Anny está parada frente a mí.

-Rol ya son las 6:10 es tardísimo, tu abuelo está afuera esperando para llevarte a la escuela.

Me levanto de un salto, Anny sale de la habitación para que me pueda cambiar. Las piernas me tiemblan, tengo la boca seca, todo el cuerpo me duele, tomo el vaso de agua de limón que deje desde ayer sobre mi escritorio, lo bebo de un  trago, su sabor es más intensos de lo normal, puedo saborear lo ácido del limón y lo dulce del azúcar.

Bajó corriendo la escalera, mi mochila y almuerzo ya lo tiene en el coche mi abuelo.

Me despido mientras salgo corriendo y me subo al coche.

-¿Qué pasó Rol?, ¿por qué no te levantaste a tiempo?

-No lo sé abuelo, me acosté como todos los días a las 10:00 de la noche.

-A ver si te dejan entrar a la escuela, quien sabe a qué hora vamos a llegar.

-Se prepara una manifestación que bloqueará las avenidas principales. Tomen sus precauciones La Señora Presidente aún no ha dado ningún comunicado al respecto. Pero sabemos que no puede estar conforme con lo que está pasando, sus decisiones han creado gran revuelo dentro de la población y no es para menos. 

Llegando a la escuela la puerta de la entrada ya está cerrada. Me bajo del coche, en la pared de la escuela hay un timbre, lo toco, en unos minutos está el prefecto de la escuela a la puerta.

-¿Sabes qué hora es?

-Disculpe profesor, se nos ponchó una llanta, fue un problema cambiarla, después nos atoramos en el tránsito de la ciudad.  -Le contesta mi abuelo ya abajo del coche antes de que yo pueda decir nada. -¿Cree que pueda dejar pasar a mi nieto a que tome sus siguientes clases? 

El prefecto nos ve a mi abuelo y a mí con desaprobación. -Está bien, pero sólo por esta vez y más vale que no se repita.

-Si profesor no se va a repetir, muchas gracias. -Le responde mi abuelo mientras se sube al coche y se despide de mí moviendo la mano de lado a lado.

-Entra y vete a la cafetería, espera al siguiente descanso de quince minutos entre clases, entras al salón sin distraer a tus compañeros que sí llegaron temprano y están tomando su clase.

Camino por el patio sin poner mucha atención, sigo pensando en lo que soñé, sin poder terminar de decidir si fue un sueño o no. Fue algo tan real. 

-Buenos días Nuevo. 

Sandra me sonríe sentada en la banca que está afuera del salón. No la había visto de lo distraído que estoy, supongo que como de costumbre se le hizo tarde para la primer clase.  

Le saludo levantando la mano, sigo caminando hacia la cafetería. Sandra se levanta de la banca, comienza a caminar conmigo. 

-¿Qué pasa Nuevo? Estás mucho más serio que de costumbre.         –Mete su mano entre mi brazo y mis costillas, caminando a mi lado sonriendo y dando brinquitos.

-No lo sé Sandra, desde que entré a esta escuela me han estado pasando cosas muy raras, ya no entiendo nada, no sé si me estoy volviendo loco o de verdad estas cosas realmente están pasando.

-De qué hablas Nuevo, ¿qué te pasó?  

-Tuve un sueño muy raro, o algo así.

-¿Cómo fue tu sueño? – Ya no sonríe ni da brinquitos. 

-Estaba en mi cuarto, me podía escuchar roncar, después estaba este señor ya viejo en mi habitación, no entiendo como, pero hacia que todo girara hasta que aparecí en un pasillo de ladrillos grises, alumbrado por antorchas de madera.

Sandra me ve analizando cada palabra que digo.

-Hasta llegar a un cuarto enorme con un trono al centro y no se, todo fue tan real que no se ni que pensar.

-Te desprendiste Nuevo.

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