Capítulo 30

Raquel escuchó con atención, cada palabra. No dijo nada, no juzgó, no aconsejó... solo oyó todo lo que su hija le contó. Estaba sorprendida, pero al mismo tiempo, un poco triste. Se sentía culpable de que su hija hubiese hecho ese montón de locuras, para poder hacer lo que tanto le gustaba hacer. Diana hablaba, y con cada frase, le hacía entender en que fue lo que se equivocó con ella. Nunca la dejó ser ella misma y siempre procuró que fuera como ella quería que fuese.

Dejó que Diana llorara hasta que drenara todo. Casi media hora transcurrió, entre lamentaciones y sollozos. Cuando su hija por fin estuvo un poco calmada, Raquel se animó a hacer la primera pregunta.

—Si tanto anhelabas hacer eso, ¿por qué no fuiste a hablar conmigo?

—Has tratado de alejarme de todo lo relacionado a papá, desde que tengo uso de

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