Capítulo 1

Llego a mi bar preferido, aquel donde puedo ser yo mismo, un hombre de treinta y tres años, libre, soltero, amante de las mujeres, la diversión y lo simple que es pasarla bien.

John, el guardia de la puerta me sonríe nada más verme, dejándome pasar de inmediato.

-Luca, hace varias semanas que no te veía por aquí – me dice con un fuerte apretón de manos -.

-Bueno, no había conseguido llegar hasta aquí, ya sabes – le guiño un ojo y se ríe muy alto -.

-Pobre hombre, al que las mujeres no lo dejan si quiera caminar.

-¿Algo bueno esta noche?

-Rubias, castañas, morenas, delgadas, rellenas, altas, bajas, ojos azules y castaños…

-Creo que otra vez me quedaré con ganas de una pelirroja con ojos azules.

-Algún día tu fantasía se hará realidad, pero me temo que no te va a gustar, porque será la mujer que te atrape.

-¿Otra vez de profeta, John?

-Le dije a Robb que conocería a una mujer especial.

-Clara es ciega, ¿es una manera retorcida de decirle especial a una mujer?

-Si somos honestos, no podía ser de otra manera, Robb es bastante feo y con un genio del asco, Clara es una santa al aguantar a semejante baboso.

-Sabe manejarlo, eso es todo.

-Y eso mismo te pasará a ti.

-Mejor me voy a buscar algo para esta noche, tengo tres días de celibato y me estoy volviendo loco.

-Búscate una esposa y no tendrás ni una hora de celibato.

Se ríe descaradamente ante mi mala cara, sabe que la palabra matrimonio para mí es como si me dijeran “muérete”. Me adentro en el lugar, donde la música suena alta como para bailar en cualquier rincón y baja para conversar, una combinación extraña, pero que resulta excelente.

Me dirijo directo a la barra, John me dijo que al ubicarme solo en una mesa, las chicas no se acercan puesto que piensas esperas a alguien, en cambio en la barra saben que vas solo y no esperas a nadie, porque allí no se reservan los asientos. Ese hombre sabe demasiado para estar casado hace quince años.

El barman me ve, sonríe y me acerca de inmediato un vaso con whiskey, el que bebo de un trago y espero a que me prepare un Martini. Hay cosas que no cambian y otras que prefiero no cambiar.

Cuando me sirve el trago, dos chicas se sientan a mi lado, una de ellas se ve algo afectada, mientras que la otra la reprende.

-Te dije que era un idiota, era obvio que te engañaría algún día, así fue como inició contigo, ¿no?

-Pero no creí que fuera tan rápido… estuve dispuesta a aceptar hacer un trío – le dice muy bajo, pero de todas maneras escucho porque está a mi lado -. Ahora me quedaré con las ganas de saber cómo es eso.

De alguna manera, esas palabras me dan una idea de lo que esa chica necesita, me bebo el trago y llamo al barman con la copa vacía.

-¡¿Otro, Luca?!

-Jugo, esta vez jugo, por favor – la chica despechada se sobresalta porque grito muy cerca de ella -. Lo siento, no fue mi intención molestarte, ¿puedo ofrecerte algo para compensar mi falta de caballerosidad?

-Una cerveza, tal vez – mira a su amiga, la que de manera imperceptible sonríe. Ha de creer que ha cazado, sin saber que fue cazada -. Por cierto, ¿quién bebe jugo en un bar?

-Alguien que ya se bebió un whiskey y un Martini – ella sonríe y le extiendo la mano -. Me presento, soy Luca.

.Michelle – me dice aceptando el saludo -, ella es mi amiga Paula.

-Paula, un gusto… ¿tú deseas algo?

-Lo mismo que mi amiga, gracias.

Comenzamos a hablar del bar, de lo que nos gusta visitarlo frecuentemente y llegamos a las relaciones.

-Por mi parte soy soltero, no me gusta el compromiso, soy un alma libre que disfruta de la vida y los placeres que puedan ofrecer bellas mujeres igual de libres – le doy un trago a mi jugo sin dejar de observarlas -.

-Esta noche quiero ser libre – me dice Michelle bebiendo de su cerveza -.

-No es una mala idea – Paula toma una aceituna y se la lleva a la boca de manera provocativa -. ¿Qué tan libre estás dispuesto a ser en tu vida?

-Mucho.

-¿Cómo para un… trío? - pregunta Michelle -.

-Nunca lo he hecho, pero no estaría malo experimentar – le digo sin dejar de mirarla -.

-¿Estarías disponible para hacerlo con nosotras?

-Son muy buenas amigas…

-Ya lo habíamos hablado, se supone que lo haríamos con mi exnovio, pero volvió con su ex.

-Me parece que las damas no deberían quedarse con las ganas – llamo con un gesto al barman y sabe que ya es momento de cobrarnos -. ¿Un hotel estaría bien?

-Por supuesto – dice Paula, buscando su billetera -.

-Oh no, por favor, yo las invito.

-No, gracias, me da la sensación de que estés pagando por sexo y eso no me gusta – Paula me guiña un ojo -. Yo invito a mi amiga y tú pagas tu cuenta.

-Muy bien, pero el hotel lo pago yo, digamos que es un regalo para la pena de tu amiga.

Ambas se ríen, pagamos nuestras cuentas y acerco a cada una con mis brazos, rodeándolas por la cintura. Llegamos a la puerta y John abre mucho los ojos, me hace un gesto y me acerco a él.

-¿Con dos, Luca? Esto es mucho incluso para ti.

-No pude negarme, ellas quieren experimentar y yo no me voy a negar – le palmeo un hombro y sonrío para unirme a las chicas -. Muy bien, vamos a mi auto.

-Vinimos en el mío, dame la dirección y nos veremos allá.

-Como ustedes prefieran.

Tras una noche de tragos, sexo y caídas desde la cama, me despierto solo con la luz del sol comenzando a salir. Una nota en la mesita de noche me hace abrir un poco los ojos.

“Gracias por esa increíble noche, si con dos mujeres eres un semental, no quiero imaginarte en solitario… hasta que la vida nos vuelva a encontrar. Michelle.”

Me dejo caer en la cama, sonriendo satisfecho por todo lo que hice anoche, pero con un sentimiento de soledad que hace un tiempo me viene atacando, aunque normalmente este llega varias horas e incluso días después de estar con una mujer. Se supone que estar con dos debía darme más tiempo para alejar ese sentimiento.

Me levanto con seguridad, desnudo y con ganas de llegar a mi cama lo antes posible. La resaca es brutal, pero nada que no hubiese aguantado antes. Me visto y pido un taxi, más tarde envaré por mi auto.

Llego al edificio donde se encuentra mi pent-house, subo por el ascensor sosteniéndome de la pared. La mezcla de licor y sexo desenfrenado hasta casi la madrugada, me ha dejado agotado. Al abrirse las puertas, me encuentro a mi padre furioso parado fuera de mi escondite.

-¡Luca Cavalcanti! Mira esa facha de borracho, así no es como te críe.

-No estoy borracho – me defiendo, buscando mis llaves -.

-Para no estar borracho, apestas demasiado a alcohol.

-Una de las señoritas con las que pasé la noche me derramó un vaso de whiskey – su rostro de queda helado -.

-¿Señoritas? Luca, no me digas que estuviste con más de una mujer – consigo abrir y entro sin responder, solo quiero mi cama, mi padre me sigue hacia mi destino final -. Luca, yo no te di ese ejemplo, no deberías tratar a las mujeres de esa manera, ¿te gustaría que tu hermana hiciera ese tipo de cosas?

-Mi hermana es una dama, una señora de su casa y devota a su esposo – le digo quitándome la chaqueta -. Nunca haría algo así.

-Y me gustaría que mi hijo fuera un caballero, respetuoso de las mujeres… Luca, al menos te proteges.

-Esas son cosas personales de tu hijo – me quito los zapatos y me dejo caer en la cama -. Pero sí, lo hago, para no engendrar hijos ni pegarme alguna enfermedad. Puedes estar tranquilo.

-¿Qué haces? – me dice al verme abrazar la almohada -.

-Abrazar a mi fiel compañera, para recuperar las fuerzas. Te llamo después del mediodía cuando me haya despertado y bañado.

-Me temo que no, señor – me quita la almohada que abrazo y le pongo mala cara -. Me odiarás, pero es por tu bien y el de esta familia. Levántate, báñate y te espero en la sala con un café muy cargado.

-No iré a la oficina, no quiero.

-No te estoy preguntando. En este momento no soy el padre comprensivo, si no tu jefe. Te necesito en la sala de juntas en dos horas, hay una emergencia que debemos cubrir y tienes que estar allí.

-Ya te dije, no quiero.

-¡LUCA CAVALCANTI, LEVÁNTATE AHORA! Soy un padre amoroso y comprensivo, pero no voy a dejar que mi hijo se vuelva un irresponsable. O te vas conmigo ahora o pierdes las acciones de la empresa y se las doy a tu cuñado.

-No serías capaz – le digo sentándome en la cama -, los dos sabemos que ese idiota no ama a mi hermana, por más que actúe como el esposo amoroso y dedicado.

-Al menos sé que él estará en esa junta sin tener que ir a sacarlo de entre las sábanas porque se fue de juerga un día de semana y se acostó con quién sabe cuántas mujeres – levanta sus cejas y suspiro, me dio duro -. Te espero en la sala.

Para ser honesto, nunca había visto a mi padre tan molesto. Siempre ha sido muy pasivo y jamás ha cuestionando mi manera de vivir. Aun cuando me fui de casa, no me cuestionó, pero esta vez veo algo diferente en su actitud.

Me meto a la ducha, tratando de quitarme los rastros de una noche desenfrenada. Me visto rápido, mientras el olor a algo más que café llega a mi nariz, recuerdo que no he comido nada desde ayer por la tarde, salgo de prisa abotonando mi traje.

Al llegar a la sala, mi padre tiene en la mesa de centro un par de tazas de café y unas tostadas con mermelada de fresas.

-Hace mucho que nadie me preparaba el desayuno.

-Hace mucho que te fuiste de casa – me dice sin mirarme y se lleva a la boca una tostada -.

-No sabía que prepararas el desayuno.

-Puede ser que lo olvidaras, porque yo lo hacía cada vez que podía cuando eran pequeños, tal vez porque siempre eras el último en llegar a la cocina.

Se me aprieta el estómago, porque este señor está hurgando en mi alma sin saber, o tal vez lo hace y me está preparando para algo más grande que merece mi esfuerzo y mi concentración.

Al terminar, se pone se pie y lleva todo a la cocina, coloca cada utensilio en el lava vajilla y pone sus manos sobre mis hombros.

-Ahora, ve a lavarte los dientes, te espero en el ascensor, el primer paso a tu destino.

Sale dejándome con demasiadas interrogantes, este señor cuando quiere puede ser tremendo.

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