Capítulo 3

Como había sido predicho, Peter sucumbió al cansancio. Todos se habían esforzado por alcanzar en sus graduaciones a Sebastián y Paul. El viaje a Arabia solo había sido una excusa para descansar sus mentes agotadas por graduarse al mismo tiempo, por ventanilla como habían convenido, no eran amigos de exhibirse ante tanto público, Aprovecho para revisar los papeles del ejército, a pesar de lo que le dijo Sebastián meses atrás, él no quería esperar más meses para ingresar al ejército.

Observo a la azafata, una hermosa piel negra, unos ojos verdes, una combinación misteriosa, y como era una ocasión inaudita no intento conquistarla, solo se centro en llenar la papelería que tenía a su costado Peter respiraba suavemente, su cabello estaba largo, lo que lo dejo pensativo tocándose su largo cabello, al llegar a casa, debía cortarlo.

—Es muy bonito —escucho una voz detrás suya, una pequeña mano tenía un mecho de su roja cabellera.

Giro la cabeza, para encontrarse a una pequeña que le miraba con intensidad entre los dos asientos, y él giro su cuerpo para mirarla mejor.

—¿Te parece? —tomando un puñado lo sacudió—, pero para mi tristeza debo cortarlo —haciendo un mohín triste.

—Por qué —indago la pequeña— mi papi dice que mi principal característica es mi cabello.

La observo, unos ojos negro intensos, una suave piel de bebé canela, su acento alemán muy marcado, y cabello castaño lleno de risos, salvajes, muy salvajes.

—Tu papi tiene toda la razón, búrlate de quien se burla de ti por eso, es solo envidia.

—Sabes que los peces de colores cantan muy lindo.

—¿En serio? —salió de su escondite para asomarse por encima de la silla—, cuéntame como es que sabes algo tan importante, y yo no me había enterado —acomodando sus brazos sobre el respaldo de su propia silla para ver a esta pequeña.

La pequeña se emocionó por la propuesta.

—Pues… —miro a todos lados, incluida la persona a su lado—, he hablado con ellos, son los pececitos que tiene papi en su oficina, ellos bailan lindo, y hacen burbujas, donde sale su voz.

—Deben ser peces míticos —afirmo—, solo le deben de cantar a personas especiales.

—Cierto, cierto, —ella afirmo emocionada, y luego se quedo pensativa—. ¿Qué es mítico?

—Es todo lo que es muy importante, que queda grabado profundo en el corazón de una persona.

La pequeña salto en su asiento, la emoción la embargaba.

—Sabes, yo voy a Alemania, mi papi esta allí ahora y dijo que quiere verme.

Así pasaron hablando tres horas, a la charla se había unido Peter, que en un abrir y cerrar de ojos le hizo un accesoria para el cabello. La mujer que acompañaba a la pequeña, les asintió con gratitud por entretener con su charla a la pequeña, que al final del vuelo, se fue emocionada, para encontrarse con un hombre alto, que grito emocionado al verla en la salida del aeropuerto, eran diferentes físicamente, pero a todas luces una familia.

—Extraño a papá —fue el susurro de Peter, observando a las tres personas alejarse por la terminal aérea.

—Todos, —suspiro—, pero me tienes acá, no soy tío Clauss, pero soy tu hermano.

—Eres un idiota —sonrió—, pero, sabias que tienes una debilidad por los pequeños.

—No lo había notado —se quedo pensativo a lo que decía Peter, era cierto que él tenía un imán extraño para atraer a estos pequeñines, y era un buen escucha ante ellos—. Lo pensare seriamente, tal vez monte una guardería.

Vio pestañear varias veces a su hermano, lo pudo sacar rápido de su tristeza al escucharlo reír.

Elevo su mirada al atardecer, Peter se quedaría con el dos días y luego marcharía a Holanda, tenía planes, muchos planes según decía él. Su camino iniciaría pronto también.

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