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 Fue un completo caos, vi al hombre que estaba junto a mi papá caer sin vida en el suelo como si se tratara de una película en cámara lenta, su cabeza rebotó en la cerámica y su pecho no dejaba de sangrar donde lo había tiroteado. Los gritos fueron un revoltijo, y las personas salieron de la iglesia como si adentro hubiera algo tóxico. Comencé a entrar en pánico mientras retrocedía mis pasos y tropecé con el escalón del escenario a punto de rodar por las escaleras, cuando de repente alguien me aguantó con fuerza por la cintura antes de caerme.

Me sentía al borde del desmayo.

 -Ven conmigo.

Un momento.

¿Ese era Keller?

No dije nada simplemente lo seguí cuando me tomó del brazo y me arrastró con él hacia la puerta trasera hasta una camioneta negra con vidrios oscuros. Me monté en el puesto de adelante y él tomó asiento en el puesto de conductor, miré hacia atrás para observar a las personas seguir corriendo fuera del templo, mientras nos alejábamos y el sonido de las sirenas policiales comenzaban a retumbar en la zona cada vez más cerca, mis manos no paraban de temblar, mi corazón estaba completamente acelerado.

¿Qué había acabado de pasar?

Miré a Keller, él no parecía tan alterado.

 -Mataron… a ese hombre —murmuré—. Mi papá estaba a su lado.

 Mi voz sonó demasiado estrangulada así que aclaré mi garganta, noté que Keller miraba fijamente la carretera sin inmutarse, la camisa blanca que vestía dejaba ver el tatuaje de su brazo izquierdo y mi pulsera.

No debía causar nada que tuviera mi pulsera, pero… lo admitía, que usara algo mío me hacía sentir muy bien.

 -Tu papá está bien —dijo—, lo vi ante de que saliéramos.

Bueno, saber que mi papá estaba bien me aliviaba de sobremanera.

 - ¿A dónde me llevas? –murmuré al ver que ya nos habíamos alejado de la calle principal. Keller me miró de reojo, a la escasa luz lucía más misterioso, pero sin duda atrayente…

¿Cómo era que se las arreglaba para ser tan guapo siempre?

 -Estás muy alterada, tienes que serenarte hasta que todo se calme –miró mis manos, fue cuando me di cuenta que mis uñas se estaban clavando en mi antebrazo con demasiada fuerza, al soltarlas no me sentí mejor ni más tranquila, me había dejado una profunda marca.

Uhg.

 -Bien. –susurré y miré alrededor, la camioneta era bastante lujosa- Uhm ¿de quién es esta camioneta?

-De mi padre –se limitó a decir. Uhm, interesante, Keller tenía un padre y si le prestaba su camioneta quería decir que le tenían confianza, creo que podía también confiar en él, aunque no era como si tuviera muchas opciones en este momento.

 Reposé mi cabeza del espalda del asiento, comenzaba a tener nauseas, me quite los aretes porque comenzaban a molestarme las orejas y los guardé en mi bolsillo, necesitaba tomarme unos segundos para respirar…

Decidí que podía confiar en Keller, hasta el momento no me había dado motivos para pensar lo contrario… y no sé en qué momento caí en los brazos de Morfeo.

***

 Abrí los ojos y me senté tan deprisa que me mareé y casi me caí de la cama. ¿Qué…?, miré a mi alrededor, este no era mi habitación, ¿Dónde estaba?, empujé las suaves sabanas hacia un lado y mis pies descalzos tocaron el frio suelo de cerámica. Era una habitación de color azul, no había adornos, solo un closet cerrado y una lampara sobre la mesita de noche, ni siquiera una ventana…

Caminé hasta la puerta pero al girar la perilla me di cuenta de que estaba cerrada.

No puede ser.

Me habían secuestrado.

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