Rebecca
Me quedé quieta, paralizada por los impresionantes ojos azules de ese hombre.Tenía una mandíbula perfectamente cincelada y un pelo negro azabache por el que tuve la tentación de levantarme del banquillo de acusados para pasar los dedos; todo él era de una perfección inigualable. Con esa postura de hombre malo y su acento británico. Mientras lo miraba, sus labios se curvaron en una sonrisa lenta y sexy, lo que le hizo tener el mismo aspecto que un modelo de diseñador. Aunque sabía que esa sonrisa lejos de ser incitante se debía a que tenía la certeza de que me dejaría humillada ante los demás socios. Lo que Nathaniel Wentworth no sabía era que yo no mentía en cuanto a mis habilidades y había repasado el manual para el examen de BVC al menos dos veces, más que suficiente para aprenderlo casi de memoria. No tenía ninguna duda de que la corbata que llevaba puesta era exclusiva y costaba más de lo que yo jamás ganaría en un mes trabajando paraNathaniel—¿Señor Wentworth? —Rebecca abrió suavemente la puerta, luego de ser anunciada por Agnes.Yo intente no mirarla y fingir que no me afectaba su presencia. Insistí personalmente en que trabajara como mi asociada para no darle la oportunidad a Andrew de tenerla, no sabía que se traía entre manos, ni de donde la conocía, pero no iba a permitirle salirse con la suya por el simple hecho de que no lograba dominar mi carácter. Sin embargo, a pesar de que estaba allí por mi causa, mirarla me hacía enojar.Eso no me impediría tener las cosas controladas de ninguna forma. Tenía planeado los siguientes pasos a seguir: trataría de abstenerme de mirarla demasiado tiempo, y sería más cruel que nunca, incluso despectivo de ser necesario.La haría responsable de traer mi café a diario como a cualquier asistente, le exigir
NathanielHoras más tarde, eché un vistazo por la ventana de mi despacho y me pregunté si Rebecca ya había salido del edificio. No parecía asustada como había imaginado, estaba dispuesta a desafiarme. Eso era extrañamente excitante, y no pude evitar notar mientras caminábamos por el pasillo que todos los hombres que la veían se volvían a mirarla una segunda vez.Al instante le envié un correo electrónico al director de Recursos Humanos.ASUNTO: Puesto de Asociado¿La solicitante ? Me preguntaba, si ya habían confirmado sus credenciales.Nathaniel Wentworth, Socio Mayoritario de Wentworth y Asociados.La respuesta fue instantánea.ASUNTO: Re: El puesto de asociado / asistente personal del Señor Wentworth:Le complacerá saber que Rebecca Bianco esta sobre cualificada para el puesto que le ofreció. Su historial es impecable y creo que la mejor contratada hasta la fecha.Incluyo su currículo a continuación, y me complacerá resp
RebeccaEl cuadro que Jake me estaba pintando de Nathaniel era muy difícil y no tenía ninguna duda al decir que sabía que no exageraba en lo absoluto. Mi celular había pasado a la historia, cuando llegué a la estación del metro recibí la terrible noticia, por lo que tuve que volver a nuestro departamento con el rabo entre las patas y en cuanto ingrese a mi correo electrónico comencé a recibir un aluvión de emails. ASUNTO: Desayuno del señor Wentworth: confirmar antes de recogerlo a las 4: 24 a.m. ASUNTO: Solicitud de reunión para el señor Wentworth. ASUNTO: Notas para la reunión del caso Harper. ASUNTO: Cambio de horario: pasar al lunes la reunión de la adquisición de Lennox. ASUNTO: Confirmación de cancelación: vuelo privado a Toulouse: ¿pasarlo para el próximo viernes? ASUNTO: Solicitud de entrevista de la Revista financiera de Londres. ASUNTO: Los informes de los casos se deben editar y anexar con veinticuatro horas de antela
RebeccaPor lo que podía ver a mis siete días de trabajar con mi orgulloso jefe. Entendí que el hombre era un fanático del control, ambicioso y motivado en exceso. Incluso yo que creía ser controladora y ambiciosa me sentía abrumada. Debido a que Nathaniel no tenía jefe, realmente podía hacer lo que quisiera, y claramente lo estaba haciendo. Llevaba días sin dormir, tenía callos en los dedos a causa de la enorme cantidad de expedientes que debía editar y ya sabía porque su recepcionista Agnes era prácticamente una modelo de pasarela, era probable que la chica no pudiese probar bocado y yo podía entenderla, porque yo tampoco había comido bien desde que entré a trabajar como su asociada.«Por favor, no suenes relojito… Por favor, no suenes todavía … Tan solo cinco minutos más». Le rogué al traicionero aparato.Las mañanas eran una terrible tortura que se repetía a diario. Mi despertador sonaba a las tres de la madrugada. Debía estar lista
RebeccaLo odiaba y me atraía con igual intensidad, ¿acaso eso era posible? Pensamientos de besarlo estuvieron invadiendo mi mente durante días e incluso en ese momento, que esperaba con su café y los archivos como borrego a punto de ser ingresado al matadero, tuve la tentación de ver que ocurriría si rodeaba su escritorio y lo retaba a besarme . Desde que me había convertido en su asociada, había sido malo conmigo, exigente, casi un sádico, pero pensé que era una técnica de entrenamiento, una manera de ver si me quebraba bajo presión. Y quizás yo me estaba volviendo completamente loca, sin embargo podía sentir algo. Palabras no dichas, un deseo reprimido.Me hacía pensar que las miradas arrojadas a menudo en mi dirección, esas miradas de desprecio que se entremezclaban con deseo, significaban un poco más.Cerró la puerta y
NathanielLanzó una carcajada cargada de ironía al tiempo que daba dos pasos hacia atrás. No necesitaba decir nada, su expresión reflejaba exactamente lo que sentía por mí.—No necesito que me cuide, señor. —Su cara estaba roja, retorcida por la ira—. Si de alguien necesito cuidarme no es de él. ¿Escuchó la expresión durmiendo con el enemigo?—¿Entonces de quién debería cuidarse? —La obligue a retroceder hasta que su espalda chocó contra los archiveros.—No creo que sea necesario un doctorado para saberlo. Me advirtieron que no me cruzara en su camino, porque probablemente era la personas más petulante y soberbia que iba a conocer en mi vida, no se equivocaron. Pero aún así no logró entender por qué me odia con tanto fervor —Trató de alejarse, pero agarré sus manos y las sostuve por encima de su cabeza contra los archiveros.—Yo no la odio, no se de donde saco algo así. Y nadie se atrevería a decir algo así.—No en su cara. —
RebeccaIntentaba concentrarme en el informe a pesar de que me era imposible. No podía dejar de pensar en la forma que me había besado Nathaniel, la manera en la que me atrajo hacia su pecho firme y tomó mis labios con su boca. La imagen que tenía en la cabeza no le podía hacerle justicia a lo increíblemente sexy que se veía.Faltaban solo algunos minutos para las seis en punto, me detuve frente a las ventanas de la biblioteca, esperando que llegaran los trajes de Nathaniel, eso era una tarea para su secretaria y no entendía por qué me obligaba a recibirlos cada vez a pesar de que siempre llegaban con demora. Los había recibido dos veces desde que estaba allí, y por mucho que me esforcé por decirle que estuviesen a tiempo, hicieron caso omiso de mi pedido.Saqué el móvil del cajón y le envié un mensaje de texto a Popys
NathanielDespués de solo cuatro horas de sueño, estaba en las puertas del gimnasio cuando abrieron a las siete y media, el encargado me miró sorprendido al ver que me encontraba allí tan temprano a la espera de que abriese un sábado por la mañana, pero ni siquiera un entrenamiento brutal me había agotado o había sacado de mi sistema lo que ocurrió con Rebecca. Mi mente estaba por todos lados. Simplemente no podía concentrarme. Tenía demasiada energía producto de una extraña mezcla de excitación y rabia que me dominaban por completo. Había trabajado prácticamente todo el día y el domingo realicé dos largos recorridos por el Támesis con la esperanza de que eso logrará distraerme, pero todavía no había dormido bien, apenas si podía pensar con claridad. Muchas veces marqué el número se James para preguntarle si podría enviarme la ubicación del departamento de mi irritante asistente. Aunque con mucho esfuerzo había resistido el impulso.Luego de besarla como un loco, h