Capítulo 4

-Bien, ¿qué te ha parecido? -preguntó Mitch, mientras él y su hermano Justin se acomodaban en el coche después de despedirse de Maggie y su amiga.

Justin titubeó un segundo.

-¿Quién?

Mitch miró a su hermano como si hubiera perdido la memoria.

-Maggie, ¿quién va a ser? Ya sabes, la mujer con la que me voy a casar dentro de unos dias.

-Sí, claro que lo sé -respondió Justin, sintiéndose como un idiota, una sensación que no le gustó en absoluto-. Pero por si no te acuerdas, habían dos mujeres en el apartamento -dijo, en defensa propia-. Aunque me he dado cuenta de que tú solo tenías ojos para Maggie.

Sonriendo, Mitch puso el motor en marcha.

-Claro que me acuerdo de que habían dos mujeres, listillo -dijo-.Y también recuerdo que te has pasado casi todo el rato con los ojos clavados en Hannah.

Justin se encogió de hombros, en un gesto que esperó fuera de total indiferencia.

-Eh, es una mujer atractiva.

-Sí, lo es -accedió Mitch-. Pero eso no responde a mi pregunta. ¿Qué te ha parecido Maggie, tu futura cuñada?

-Es muy guapa y muy agradable, como muy bien sabes -dijo Justin, aliviado al ver que la conversación volvía otra vez a Maggie y no a Hannah-. Y además es más que evidente que está totalmente coladita por ti. Aunque no puedo entender por qué.

-¿Por qué estoy más bueno que el pan?

Justin lo miró extrañado.

-¿Desde cuándo?

-Desde que tenía quince años -le espetó Mitch, saliendo del aparcamiento que había en la parte posterior del edificio-. Claro que estaba siguiento tu mal ejemplo.

-Mmm, mal ejemplo, ¿eh? -dijo Justin-. Personalmente, a mí nunca me ha parecido mal ser sexy y atractivo -le aseguró.

Cuando regresó a su hotel y entró en su habitación,Justin cerró la puerta tras él y se apoyó en ella de espaldas. Respiró profundamente y dejó escapar un lento suspiro.

¿Anticuada? ¿Remilgada? ¿Formal? ¿Virginal? ¿Más fea que picio? ¿De dónde había sacado aquella opinión de Hannah sin ni siquiera conocerla.

-Ja.

Sacudiendo la cabeza como si lo hubieran golpeado en la sien y todavía no hubiera recuperado del todo sentido, Justin se adentró en la habitación murmurando en voz baja:

-Hannah Deturk es la mujer más fría, serena, hermosa y sexy que estos pobres ojos míos han visto jamás -al escucharse hablar en voz alta soltó una risita, y añadió-: Y tú, Justin Grainger, estás hablando solo.

Bueno, por lo menos no estaba maldiciéndolse, se consoló, con un medio gruñido. Casi no podía creer su inesperada reacción, tanto física como emocional, ante aquella hermosa deidad rubia.

Ciero que hacía bastante tiempo que no estaba con ninguna mujer, pero eso ni de lejos era suficiente para explicar el inmediato impulso sexual que sintió nada más verla. Se había sentido como un adolescente a merced de un subidón de testosterona.

En aquel instante Justin decidió que Hannah Deturk sería suyas de todos los modos posibles. O eso, o corría el riesgo de morir de deseo.

Lo difícil era decidir el cómo y el cuándo. Bueno, el cómo lo sabía perfectamente, se dijo para sus adentros, con una ensoñadora sonrisa en los labios. El problema seguía siendo el cuándo. Porque el tiempo era limitado.

Sólo quedaban unos días para la celebración de la boda de su hermano Mitch. Puesto que Maggie y Hannah hacía seis meses que prácticamente no se veían, lo más probable era que pasaran esos días, y noches, juntas, hablando y poniéndose al corriente de sus vidas.

El pobre Mitch iba a tener que dormir solo hasta la noche de bodas. Seguro que tendría que hacer un esfuerzo sobrehumano para controlar y ocultar sus sentimientos.

Entonces Justin se dio cuenta de una cosa: Mitch no iba a ser el único que tendría que esforzarse en controlar sus impulsos.

Maldita sea otra vez.

Recapacitó sobre las posibilidades de estar a solas con Hannah mientras se sentaba al borde de la cama y se quitaba su mejor par de botas. Poniéndose en pie, terminó de desnudarse y dobló cuidadosamente las prendas antes de meterlas en la bolsa de ropa sucia del hotel. Su madre había sido muy exigente con la higiene y el orden.

Desnudo como un recién nacido, se estiró cuan largo era sobre las sábanas limpias y frías, apagó la lámpara de la mesita de noche y se quedó mirando al techo. Aunque no veía nada. Las cortinas estaban cerradas y la habitación sumida en la más absoluta oscuridad

Tampoco le importaba, porque la imagen que tenía en la mente con total claridad era la de Hannah Deturk.

-Oh,demonios -musitó, la respiración entrecortada a medida que su cuerpo se endurecía-. Piensa, tío. ¿Cuándo vas a tener la oportunidad de acercarte a ella?

Los días anteriores al gran acontecimiento quedaban descartados.Además estaba el ensayo la tarde anterior al día de la boda,seguido de una cena para los familiares más cercanos. Aquella noche también quedaba descartada. Justin sabía perfectamente que su familia alargaría la cena todo lo que pudiera.

Por supuesto, el día de la boda también estaba descartado.

¿Y el dia, o la noche, después de la boda?

Justin estudió la posibilidad, permitiendo que su cuerpo se enfriara algunos grados. Dado que no tenía ninguna prisa por regresar al rancho, podía dedicar algunos días a pura y simple diversión.

Aunque no en una habitación del hotel, se dijo con fuerza, sacudiendo la cabeza sobre la almohada. Con Hannah no. No quiso entrar en los motivos que les llevaron a no planteárselo ni siquiera como posibilidad o último recurso. Nunca lo había preocupado dónde mantenía relaciones sexuales con una mujer: la habitación del hotel, o de un motel, o el apartamento de ella, le daba igual.

Pero esta vez, si iba a estar con Hanna, le importaba y mucho.

Así que, si no era en el hotel, ¿dónde?

Probablemente podría utilzar el apartamento de Mitch, ya que Maggie y él salían al día siguiente de la boda a pasar la luna de miel en un lujoso complejo turístico de una isla del Pacífico.

No, el apartamento de Mitch no servía. Estaba situado en la última planta del edificio del casino, y Justin no tenía la menor intención de hacer pasar a Hannah ni por la puerta principal del casino ni por las escaleras de servicio.

Sin saber cómo lo sabía, Justin estaba convencido de que Hannah no era del tipo de mujer que entrara en ningún sitio por una escalera de servicio. El apartamento de Mitch quedaba también descartado. Y lo mismo del ático de Maggie. Hannah no accedería ni por un segundo a utilizar el acogedor apartamento de su amiga para lo que él quería.

De repento recordó algo. Dos plantas debajo del apartamento de Maggie había otro piso vacío, que era en el que había vivido Karla antes de casarse con Ben. Allí era donde se alojaba ahora el matrimonio, pero Ben y Karla tenía planes de marchar de Deadwood al día siguiente de la boda.

Perfecto. Ahora todo lo que tenía que hacer era informar a su hermano de su intención de alojarse en el apartamento un par de días después de la boda. Estaría vacío, y además la casa pertenecía a la familia, su familia.La mejor parte era que ya había empezado a poner los cimientos diciéndole a Mitch que buscaría compañía femenina mientras estuviera en Deadwood.

De repente soltó una carcajada. Estaba planificando una seducción en toda regla. Qué demonios, nunca en su vida había hecho planes para seducir a una mujer. Siempre se había limitado a encontrar a una mujer que le gustara, cortejearla y, si la mujer estaba dispuesta, dejar que las cosas siguieran su curso.

Su risa se desvaneció tan deprisa como había empezado. Por supuesto que todo dependía de cuándo pensaba Hannah regresar a Filadelfia, y, más importante aún, si estaría dispuesta a pasar algunos ratos de juegos y diversión con él.

Pensándolo bien, Hannah no pareció especialmente afectada por su atractivo masculino. De hecho, apenas le dirigió la palabra durante la visita al apartamento de Maggie. Pero Justin, desde el momento que sus manos se tocaron, tuvo la sensación de que entre ellos había algo especial.

Y no estaba dispuesto a tirar la toalla sin intentarlo.

-Tengo entendido que nuestra familia va cada uno por un lado después del gran día -comentó Justin sentado en una mesa en el despacho de Mitch al día siguiente.

Había llamado a su hermano a primera hora de la mañana y se había invitado a desayunar en su despacho. Acababan de terminar, y Justin se apoyó en el respaldo de la silla, con una taza de café humeante entre las manos.

-Por lo que yo sé, más o menos todo el mundo se irá a la vez -dijo Mitch, sentado al frente de Justin con otra taza de café en la mano-. ¿No?

-Yo no -dijo Justin, después de beber otro trago-. Ben puede ocuparse del rancho durante unos días, así que he pensado llevar mis cosas al apartamento donde están ahora Ben y Karla y acampar allí un par de días.

-¿Por qué? -preguntó Mitch arqueando las cejas.

Justin le ofreció una lente y sugerente sonrisa.

-Creo recordar haberte dicho que quiero buscar algo de compañía femenica, ¿no?

Mitch le sonrió.

-Eres incorregible.

-En absoluto -negó Justin-. Sólo que me apetece un poco de marcha, nada más. ¿Qué importa si uso el apartamento unos días?

-¿Por qué iba a importarme? -preguntó Mitch, encogiéndose de hombros-. La casa es tan tuya como mía. Siempre y cuando esperes a buscar compañía a que se haya ido todo el mundo.

-¿Todo el mundo? -repitió Justin. Pero antes de que Mitch pudiera responder, continuó, buscando más información-. ¿Sólo la familia, o eso también incluye a los demás invitados?

-¿Los demás invitados? -Mitch frunció el ceño-. ¿Qué más invitados? Los padres de Maggie decidieron no venir a la boda cuando les dijimos que pensábamos pasar por Hawai en nuestra luna de miel, y los únicos otros huéspedes que quedan son empleados y algunos inquilinos de los pisos.

-Y Hannah.

Justin intentó mantener el tono indiferente de su voz, para no delatar su interés.

-Oh, sí, Hannah -Mitch apretó los labios-. Mmm, no sé, no tengo idea de qué es lo que piensa hacer. Maggie no me ha dicho nada. Tendré que preguntárselo.

-¿Es importante? -Justin tuvo que hacer un esfuerzo para concentrarse y mantener el mismo tono medio aburrido y desinteresado de antes-. Lo que quiero decir es si Hannah entra dentro de tu edicto de no escandalizar.

Mitch recapacitó sobre la pregunta durante unos segundos, y después dijo.

-No lo había pensado. ¿Importa?

-No quiero quedar mal con nadie -dijo Justin.

-No creía que eso te importara tanto -dijo Mitch, moviendo la cabeza-. Pensaba que lo tuyo era lanzarte sobre la primera mujer que te gustaba.

-Solo si ella quiere.

Mitch alzo los ojos hacia el techo, como buscando ayuda en las alturas.

-Eres increíble, Justin. Mi propio hermano, un mujeriego encorregible.

-Eh -protestó Justin-. No soy un mujeriego. Soy un nombre normal y corriente con un apetito sexual normal y corriente. ¿Y sabes cuánto hace que no lo apaciguo?

Mitch soltó una sonora y profunda carcajada.

-Me parece que no tengo ninguna gana de conocr los detalles de tu vida sexual, gracias.

-¿Vida sexual? ¿Quién demonios tiene vida sexual? -comentó Justin con una risita-. Me paso la mayor part del tiempo hablando con los caballos, y la verdad es que normalmente no me importa. Pero de vez en cuando, un hombre necesita la compañía de una mujer. Y en mi caso, hermanito, hace ya meses.

-Vale. Vale -Mitch levantó la mano, en ademán de rendición-. Me rindo. Relájate y disfruta, pero procura no jugarte el rancho en las meses del casino.

Justin no se molestó en responder. Mitch sabía perfectamente que no era tonto; las pocas veces que jugaba, se fijaba un límite, un límite más bien bajo, y jamás lo superaba.

-Si las cosas van como espero, estaré demasiado ocupado con cosas más importes y mucho más interesantes que el casino.

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