cap. 1

"Para nada me asusta el peligro, pero si la consecuencia última: el terror”

Adrián

Deambulaba por los pasillos del hospital con la mirada gacha ignorando el ruido de los pasillos de este lugar, me quede inmóvil cuando escuché un pequeño sollozo que provenía de un cuarto a mi derecha. La curiosidad pudo conmigo y decidí ingresa, tome el pomo de la puerta y abrí, al hacerlo pude ver una pequeña silueta hecha ovillo.

Al parecer la chica se percató de mi presencia porque paró de sollozar, alzo su mirada y pude ver sus ojos claros, su belleza era inigualable, sus ojos estaban bastantes rojos al igual que su respingona nariz.

— ¿Qué haces aquí? - pregunto bajo con la voz un poco rota.

— ¿acaso este lugar es tuyo? Yo puedo estar donde yo quiera— dije amargamente, mi respuesta fue seca cortante, aunque mi corazón latía descontrolado intente ocultarlo.

Vi como mordía su labio e intentaba ponerse de pie, no obstante, al hacerlo volvió a caer soltando un quejido y maldiciendo.

— ¿Estás bien? - me acerqué a ella intentando ayudarla a levantar, ella golpeó mi mano evitando el contacto.

—Perfectamente ¿no ves? - dijo sarcásticamente, tomo su cabello y lo hizo una coleta.

—Uy, que genio, pequeña— vi su rostro ruborizarse combinando con su hermoso cabello color cobrizo.

Ella lo pensó por unos segundos, y su rostro rápidamente cambio de expresión, paso de una seca y arrogante a la de una pequeña vulnerable.

—Lo siento, ¿me ayudas? - vi sus pequeños ojos de Bambi color miel y no pude negarme ante su petición.

Pase mis manos por su cintura y ella posó sus manos en mi cuello, solo un quejido al alzarla, su pequeño cuerpo estaba temblando, mi corazón se encogió al ver sus ojos llorosos, siempre fue mi debilidad verla llorar.

— ¿Qué te paso? ¿Cómo terminaste así? - pregunte.

— Yo… estaba haciendo algo y me caí— ella padeció, su respuesta fue nerviosa, de lejos se veía.

¿Qué hacía ahí?, Algo me decía que estaba mintiendo, pero no quería hablar de más.

Asentí un poco confundido y fui con ella hasta la enfermería.

— ¿Maddie? ¿Otra vez tú? ¿Otra crisis? - pregunto la señora enfermera, mientras tomaba sus mejillas y revisaba sus pupilas.

Fruncí el ceño ¿crisis?

— Eh, gracias por traerme ¿puedes dejarme con la enfermera? Mucho gusto Adrián— dijo con una tierna sonrisa de conejo.

Estaba un poco confundido— Bastante— sin embargo no le tome mucha importancia.

Oh, ¿Cómo m****a sabia mi nombre? Nunca se lo había dicho.

Suspire, no era de mi importancia, me despedí de la enfermera con un asentimiento de cabeza y camine hacia el jardín, llegue al gran árbol en que siempre solía fumar, saque de mi bolsillo trasero una caja con cigarrillos, saque uno con sumo cuidado y con un encendedor comencé a fumar, cerré mis ojos y me recosté al tronco del árbol a mis espaldas, sus ojos vinieron a mi recuerdo, sin poder evitar sonreí, como un tonto, sus tiernos ojos y sus labios de cereza se estaban convirtiendo en mi nueva adicción.

El cigarrillo perdió interés, solo pude pensar en sus labios, su cara, sus ojos, sus pecas y su cabello de fuego.

Maddie…

Causas mi curiosidad, cariño.

Isabel Ll

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