5.

 Frustraciones.

Era sábado y me encontraba en el hospital. Me sentía muy mal, acaba de tener un ataque psicótico según la psiquiatra, pero no es así, lo que vi era real, así se sintió. Odio cuando Courtney aparece, ella me pega y tira de mi cabello. Esto duele y la odio, pero mi tía me dice que no piense en ella, que no es real, pero ella que sabe.

Estaba acostada en la camilla, mis manos y pies estaban congelados. Esa sabana tan delgada no servía de nada. La habitación era muy blanca, la tv estaba encendida, estaban dando un programa genial, una serie que dan en Sony que se llama How to get away with murder. Me cuesta entenderla porque soy lenta, pero Aaron siempre me explica. Mis tíos estaban dormidos en el sofá que estaba al lado de mi cama. Ellos no deben quedarse conmigo, están muy viejos, no es bueno para ellos estar tan estresados por mi todo el tiempo.

Quise llamar a Aaron para que viniera y se quedara conmigo en vez de ellos, pero eso seguro lo haría molestarse y no me gusta que esté molesto conmigo, me pone muy triste cuando no me habla porque lo quiero mucho al igual que a mis amigos, pero con el peleaba muchísimo, por todo, él siempre me reclamaba por las cosas que hago. Cuando me quedaba mirando a un chico él se molesta, cuando hablo con uno también o cuando no le cuento algo importante. El digamos que se enoja fácilmente pero solo conmigo, pero de igual forma con él es con quien paso más tiempo y hacemos todo juntos.

Una de las pocas veces que Aaron viajó con su papá (lo planteo de esta manera ya que ellos no se hablan actualmente) duraron un par de días en el exterior y me sentía muy mal y solo fueron pocos días, no me malinterpreten, estuve también con los chicos, pero me pesaba su ausencia, el solo hecho de no sentir su voz, sus regaños, los chocolates que me trae, no tener a alguien que esté pendiente de cuando debo tomarme las pastillas blancas que parecen un feo bloque (no sé pronunciar esa palabra tan enredada, parece china) en fin, no estaba mi mejor amigo y así fuera poco tiempo me dolía muchísimo aunque no sé por qué no me sentía de esta manera con los demás.

Llamé a Linda, ella accedió a venir a cuidarme sin ningún problema. Así mis tíos pudieron ir a descansar.

Cuando llegamos a casa en la mañana del domingo, Linda me dejó ahí y se fue a descansar a la suya. En la entrada estaba Brandon sentado, me traía unas composiciones de una canción que íbamos a sacar. Me enseñó la letra, era estupenda, fuimos a mi sótano y ensayamos por muchas horas. Bueno, perdimos tiempo comiendo y él se desmayó unos cinco minutos sin motivo. Sin darnos cuenta ya era de noche, podía pasar mucho tiempo con el sin aburrirme. Nos llevamos bien, no nos era difícil mantener una conversación.

Al rato apareció Aaron, sabía que se molestó al verme, reconozco su expresión cuando está así.

-Hola… - Nos dijo y me incendió con la mirada, Brandon no escuchó, tenía audífonos puestos conectados a la laptop, trabajaba en los nuevos acordes. - ¿Qué hacen? – preguntó intentando ocultar su evidente molestia.

-Estuvimos trabajando en los acordes de una nueva canción que compusimos.

-Ah – Dijo y caminó más hacia mí. - ¿Desde hace cuánto están haciendo eso?

-Desde la mañana.

- ¿Quieres decir que estas sola con él desde entonces? -Preguntó molesto.

- Linda no quiso quedarse…

- ¿Linda estuvo aquí?

- Sí, ella durmió conmigo anoche en el hospital porque me dejaron internada, me trajo esta mañana.

- ¿Por qué ella durmió contigo anoche y no yo? ¿Por qué no me avisaste? ¡Es a mí a quién debes avisarle! ¡sabes que iría corriendo a verte!

-Cómo la otra vez te molestaste… no quise incomodarte. -Me puse tan nerviosa que me puse a llorar, odio llorar, desearía matar al llanto. Brandon nos escuchó y se retiró para darnos privacidad. Aaron se sentó a mi lado y pasó su brazo encima de mis hombros, abrazándome.

-Siento siempre hacerte shows como una esposa celosa. -Me dijo mientras me besaba en la mejilla.

-Está bien…

- ¿Por qué peleamos tanto gata?

- Todo lo que hago te molesta, no sé por qué.

- Algún día entenderás, tengo un plan para nosotros.

- ¿A qué te refieres? -Pregunté intrigada.

- Múdate a mi apartamento. -Me dijo con gran emoción en sus ojos.

- ¿Qué? ¿por qué? Ya no pienso que me van a raptar los del MK ultra.

- Yo puedo cuidarte, sé hacerlo y saldrá bien, así dejarás descansar a tus tíos.

-Pero Aaron… yo no estoy trabajando y dudo que pueda hacerlo, no podré ayudarte en los gastos.

- No te preocupes por eso, me va bien con los libros. Alcanzará bien para los dos.

-No lo sé…

-Al menos piénsalo y me dices.

¿Vivir con él? ¿Acaso Aaron consideraba el lío en el que se iba a meter? Tratar con una persona enferma no es fácil, estoy consciente de lo estresante que es lidiar conmigo. No quiero eso para él, lo adoro tanto que no quiero que empiece a odiarme por tenerme cerca a diario, sé muy bien que él no podría soportarlo, nadie podría. A veces pienso en mi futuro y me asusto. El futuro es algo incierto, lo es y en mi caso sé que no me espera nada bueno. Nací con escazas posibilidades y pensar en cómo me vería dentro de unas décadas me aterrorizaba porque me daba miedo quedarme sola, que nadie me soporte y todos se vayan abandonándome. Quiero casarme, realmente lo quiero, pero nací con la etiqueta de esquizofrénica en la frente. Aparte de que esta enfermedad afecta mi vida social y afectiva, reduce mis años de vida.

Los que la padecemos, vivimos 20 años menos que el resto ya que la mayoría tiene la tendencia al suicidio y, además, no tenemos buenos hábitos alimenticios ni buenos hábitos en general. Yo no me como mi almuerzo, lo escondo en una caja por toda la semana hasta que llega el camión de la b****a y lo arrojo ahí. Solo como chocolates, helados sin nueces porque una vez se me atoró una en la nariz y eso me hizo poner muy triste, también como muchas papas fritas. No hago ejercicio, aunque la doctora me dice que en ese aspecto estoy bien porque manejo bicicleta a diario.

A veces camino sola por las calles o bueno, las que conozco y miro fijamente a las personas, veo a mujeres con niños inquietos en sus brazos, hombres manejando un coche, una moto o llevan a un perro en sus brazos o a una hermosa mujer. Me desagradan las parejas, me desagradan mucho. Sobre todo, cuando se besan, se abrazan o se llevan regalos el día de san Valentín. La única vez que pasé esta fecha con un hombre fue hace tres años que estuve con Aaron porque tenía hepatitis.

Las relaciones amorosas son muy complicadas, lo sé porque lo vi en un especial en Discovery y el señor de anteojos y cabello tieso dijo que hay una gran probabilidad de que la mayoría de las relaciones fracasen, ojalá eso no les suceda. Sé que son estas relaciones, pero quisiera saber que se siente que alguien me bese, que me abracen, quiero saber hasta que se siente discutir o sufrir por un chico. En especial por esto me da miedo el futuro. Por llegar a cierta edad irreversible y no haber hecho nada. No quiero eso para mí, odio estar sola. Tengo amigos, pero quiero a un novio, lo quiero con todas mis fuerzas. Quiero que alguien me llame por las noches, quiero a alguien que me mire como no mira nadie más, quiero ser el mundo de alguien, pero no sé porque nunca nadie me ve así, ¿seré tan fea que no pueden notarme?

Algo que jamás había pensado me ocurrió. Algo que siquiera lo hubiera llegado a mencionar a mis amigos se hubieran burlado de mí por tan solo pensarlo, pero me ocurrió, me pasó a mí y no lo podía creer. Una tarde al salir de clases, iba de la universidad al apartamento de Jordan y Linda. Para llegar allí, hay que pasar por unas calles muy concurridas en que están los restaurantes más finos de la ciudad y las tiendas de ropa más exclusivas. Ya de tantas veces que había ido hasta ese apartamento, me sabía el camino de memoria y no me daba miedo perderme. Solo me da miedo cuando alguien se me acerca. Iba patinando, esos patines me los trajo mi tío en diciembre de parte de papá Noel, me gustaban mucho y los usaba con frecuencia. Llevaba puesto unos shorts de jean, no me gustan mucho pero mi tía dijo en la mañana que se me veían muy bien, una camiseta gris, una camisa roja de cuadros encima que me dio Brandon cuando jugamos a Santa secreto y mi mochila de las chicas super poderosas. Ya iba a pasar por el parque antes de su edificio, pero algo me llamó la atención. En el parque había una gran carpa blanca y afuera había muchas personas haciendo fila, lo extraño era que todos eran muy bonitos, ¿de dónde salió toda esta gente con esas caras tan raras? En especial se veían mujeres altas esperando. Una señora que iba vestida de negro y tenía el cabello rubio como Madonna, me vio cuando iba pasando y me llamó, pero yo no la quise escuchar porque no debo hablar con extraños. Ella me siguió y me dijo que me detuviera.

-Eres una chica muy bella. – Me dijo y eso me asustó.

- ¿Usted por qué me dice eso? – Pregunté intimidada, me sudaban las manos.

- Mira, acá estamos haciendo un casting porque necesitamos a unas chicas altas y bellas como tú para un catálogo de una nueva marca de ropa juvenil femenina.

- No diga mentiras señora, yo no soy bella.

- Claro que sí lo eres, debes saberlo. Seguro estás acostumbrada a que te lo digan todo el tiempo. - Alta si sabía que era, Aaron es muy alto y yo soy solo un poco más baja que él, siempre me mido en base a esto porque no sé nada de centímetros cúbicos, pero… ¿bella? No creía que fuera así, nadie me lo dice, mis tíos muy poco lo hacen. Cómo mencioné anteriormente soy pelirroja de nacimiento, pero odio este color de cabello porque me recuerda a mamá, ¿por qué tenía que morirse? Soy blanca, delgada y mi trasero es grande, no sé por qué. Pareciera que me pusiera un pañal para bebés debajo de la ropa.

¿Bonita? ¿bonita yo? Debo preguntarle a mi tía, seguro que esa señora miente, no confío en la gente de cabello amarillo.

- Vamos, no pierdes nada con intentarlo. – Me dijo y al rato me inscribió en los formularios de registro, me ubicó en la fila y dos horas después me llamaron.

Entré, me puse al frente de las cámaras, el fotógrafo me dijo que me relajara ya que estaba muy tensa y temblaba, es que es muy raro sentir tantas miradas juntas, el set estaba lleno de gente bonita y algunos con acentos raros, parecían europeos y él me decía que no temblara, claro, como si fuera tan fácil hacerlo.

- ¡Empieza! – Gritó y el flash me hizo ver borroso. Empecé a imitar a algunas de las mujeres de las revistas Vogue de Linda, las había visto muchas veces e intenté verme como ellas. A veces arqueaba mi espalda, alzaba los brazos o los ponía en jarra. Traté hasta de imitar sus gestos faciales, ojalá no me viera vulgar haciéndolos. Luego de un tiempo muy largo, el fotógrafo que era un tipo gordo y suizo, me dijo que me fue muy bien.

En la noche cuando volví a casa, le conté a mi tía y se alegró muchísimo. Mi tío por el contrario se molestó, pero no le dio mucha importancia al asunto. Mientras cenábamos los tres en la mesa, aproveché para preguntarle a mi tía si yo era bonita. Ella sonriendo contestó: Eres la chica mas hermosa que he visto.

Unos días después me llamaron. Me habían escogido, se sintió tan extraño que empecé a llorar, nunca me había sentido tan feliz. Al fin me notaban. Ese fue el comienzo de algo muy bueno. Debía decirle a Aaron, debía decirle, debía decirle. Él no me iba a creer ni los chicos tampoco. Fui corriendo al garaje y saqué mi bicicleta. Manejé como si me estuviera persiguiendo los del Isis hasta que llegué a su edificio. Dejé la bicicleta en el estacionamiento y corrí al ascensor.

Cuando llegué a su piso, golpeé su puerta muy rápido y enseguida me abrió, estaba despeinado y con ropa de dormir. Me le aventé encima.

- ¿Qué sucede princesa? – Preguntó algo somnoliento.

- Me escogieron, me escogieron, voy a ser modelo.

- ¿Cómo que vas a ser modelo? – Frunció el ceño y cruzó los brazos.

Le conté todo y la idea no le gustó en lo absoluto, me dijo que seguro me querían secuestrar, habló de la trata de mujeres y muchas cosas horribles más.

-Eso no me va a suceder, nadie querría secuestrar a alguien como yo,

¿eres tan tonto como para creer eso?

- ¿Por qué dices eso?

-Mírame Aaron, mírame de pies a cabeza. Soy fea y esquizofrénica, nadie querría llevarse a alguien así.

- No vuelvas a decir eso Agatha. No es cierto, eres tan bella que

quisiera… - Dijo y se detuvo de repente.

- ¿Qué quisieras?

-No, nada. Olvídalo. – Dijo ruborizado. No entendí a que se debía eso.

– Mañana te voy a acompañar al estudio ese, debo cerciorarme de que es seguro. No dejaré que te pase nada.

-Está bien. Bueno ya te conté, debo irme antes de que mi tía se dé cuenta de que me volví a escapar para venir a verte, la vez pasada me amenazó con ponerme un candado en la puerta y me quitaría el internet para que no vea más animes.

-Es muy tarde, son casi las doce de la noche. Yo llamaré a tu tía y le diré que te quedarás acá, quédate tranquila.

- Bueno… ¿puedo encender la tv? No la pondré muy alta.

-Claro tonta. Entra. -Dijo y pasó su brazo por encima de mis hombros.

Me llevó hasta su habitación, esta es amplia y huele muy bien siempre. Él tiene una cama doble que siempre esta arreglada, le pone cuatro almohadas en cierto orden, dos son purpura y las otras son verdes, tiene una mesita de noche a cada lado de madera, a un costado de la pared tiene un estante lleno de libros y también hay unos autos pequeños de colección ahí puestos cuidadosamente. Hay una ventana grande con unas cortinas purpuras oscuras, para mi dicha estaban cerradas, también había un sofá de cuero al lado de la ventana y al frente de la cama hay una enorme televisión, parece un cine, solo que sin la gente fea y molesta que va allí.

-Acomódate en la cama, yo dormiré en el sofá.

-Bueno… - Dije insegura, las veces que dormía en su habitación me sentía muy perturbada, sentía que me iba a salir el títere en cualquier momento y se llevaría mi alma para ponerla en el cesto de la perdición, no quiero estar en ese cesto.

Aaron arregló la cama para que me acomodara ahí y él puso una colchoneta para dormir junto a la cama, pero su esfuerzo fue inútil, a mitad de la noche me empecé a sentir mal, me faltaba la respiración y temblaba, tuve otro ataque de pánico. Aaron corrió a darme las medicinas y le pedí que durmiera conmigo, tenía miedo. No sé por qué, pero simplemente me sentí reconfortada al tenerlo a mi lado. El apretándome para que estuviera más cerca de él y yo abrazándolo, ahí supe que mientras estuviera junto a él todo estaría bien.

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