6.

Errores

Después de hablar un rato con ellos, completé todo mi ensayo, le agradecí y regresé a casa. Era muy tarde y tenía mucho sueño. Además, hacía demasiado frío y sentía que se me había congelado todo el contenido.

Me desplomé en mi cama, quería dormirme hasta el fin del mundo, estaba agotado. Me dormí unos instantes, no sé cuánto, pero luego, escuché que algo se movía y se paró en frente de mí, me horroricé y logré visualizar a Mía. Era la primera vez que ella venía a casa sin avisarme y por eso, se me hizo muy extraño. Mía es muy meticulosa con todo, siempre tiene que avisar y es por esa costumbre, que me preocupé al verla y más, al ver la expresión en su rostro.

-Princesa, ¿desde cuando estás allí?-Noté que sus ojos estaban enrojecidos y se notaba que estuvo llorando por varias horas, eso me alarmó de inmediato. Sequé sus lágrimas.

-Nathan… -Se sentó en el borde de mi cama y yo trataba de tranquilizarla un poco, odiaba ver a mi novia llorar. Ella no es de hacer ese tipo de cosas y sí lo hace, es por algo bastante serio. Espero no sea algo con su madre o algo de salud.

-Cuéntame qué sucede, seguro lo vamos a solucionar.-Dije tratando de tranquilizarla un poco.

-¿Alguna vez te hablé de papá?

-Sí, pero poco lo has hecho. Cuando te pregunto algo sobre él, no sé si has notado que tienes la costumbre de cambiar repentinamente de tema.-Chasqueó la lengua y desvió la mirada.

-Pensé que había muerto, es lo que mamá me dijo durante toda mi infancia, que papá sufrió de cáncer y murió, cuando yo ni llegaba a los cinco años, pero al parecer, no fue así. Papá hizo la típica jugada del hombre promedio latinoamericano, se fue un día a trabajar y así sin más, no volvió a aparecer. Mamá creyó que había muerto, es lo que le dijo la policía al ver que no daba señales de vida y no se había llevado sus cosas. Lo lloró muchos meses, pero luego y por redes sociales, se enteró de que se había fugado al Valle del cauca con otra mujer, con la cual tenía otra hija más pequeña que yo.

-Dios, ¿no era más fácil terminar la relación que fingir una muerte?

-Y no solo es eso, se ha estado viendo con mamá los últimos tres años. Todo el tiempo me lo ocultaron y ahora como quieren jugar a la familia feliz, me dice mamá que el volverá a casa mañana y yo no quiero verlo. Que se vaya al infierno. Me abandonó toda la vida y ahora pretenden que haga como si nada hubiera sucedido y es peor aún, la actitud de mi madre, es como si no se quisiera, ¿cómo mantener una relación en secreto con el hombre que te abandonó a tu suerte con tu hija pequeña? No logro entenderla y tampoco quiero hacerlo, es una porquería.

-Ah, si fuera yo, tampoco le hablaría a ese hombre, pero no es lo que te aconsejaré.-Me miró frunciendo el ceño.-Princesa, no quiero que vivas con resentimientos, eso no es bueno para ti, ni para tu salud mental. Fue jodido lo que hizo, sí y no se puede retroceder y cambiar, pero no quiero que vivas con odio, no quiero eso para ti. Simplemente no hagas nada, no te fuerces a hablarle si no quieres y con respecto a tu madre, ella está ya bastante grande. Si se estrella de nuevo con esa decisión, será enteramente su culpa.

-Mmm, sí creo que tienes razón.-Sujetó mi mano y enarcó una ceja.-Has madurado mucho, no pensé que dirías algo así. Pensé que sugerirías acosarlo o alguna de esas perversidades que haces.

-Que poco confías en mí y eso que yo soy un hombre de Dios.-Exhaló fuertemente.

-Eres ateo.-Rompí en risas, era cierto. Ya nadie cree en mis patrañas.-Nathan, ¿puedo pasar contigo la noche? Sé que si regreso a casa, discutiré de nuevo con mamá y mañana debo rendir un examen, necesito descansar.

-¿En serio lo preguntas?-Sonrió forzadamente.-¿Qué puedo hacer para animarte Mía?

-Mmm, sólo quiero dormir y que me abraces, ¿eso estaría bien?

-Con lo cursi que soy, ¿en verdad preguntas eso, mi amor?-Sonrió tímidamente y la abracé.

Al día siguiente, llegué puntual a la casa de Lauren. Habíamos conversado en la mañana por mensaje de texto y me relajé un poco con respecto a ella, creo que había exagerado en lo que pensaba. Sólo me envió varias páginas web con diferentes conciertos de Jimmy Hendrix y me pidió que eligiera alguno, pero del resto, solo hablamos de cosas casuales y ya, había realmente exagerado. Tal vez fue por Lucía, quién es extremadamente celosa y odia a cualquier mujer joven del planeta, para ella, todas son una amenaza directa hacia ella o hacia sus relaciones. No sé ni cómo le agrada Mía, tal vez sea por su tosca forma de ser. Sé que se enviaban mensajes de texto y charlaban de cosas, no sé de qué, pero se habían hecho muy cercanas y no me explicaba cómo, pero bueno. Al menos no me molestará con respecto a ella.

Entonces, más tarde, llegué a la casa de Lauren a la hora acordada. Mi estómago dolía un montón, es que siempre que, como camarones, me intoxico y luego olvido que sucedió, y vuelvo a comerlos como un perfecto imbécil. Me lamentaba de dolor cuando golpeé su puerta. Abrió unos segundos después. Iba vestida normal, jeans, camiseta, tenis. Nada fuera de lo común.

Me dijo que entrara y me acomodé en la sala. Me importó un bledo que no me dijera que me sentara. Me dolía mucho el estómago y estando de pie, el dolor se incrementaba mucho más, no sé bien por qué.

-¿Y la mala cara? ¿aún estás pensando esas estupideces de que me enamoré de ti y esas bobadas?-Preguntó enarcando una ceja y la miré fijamente.

-¿Tienes alguna pastilla o remedio para el dolor de estómago? Creo que, si no tomo algo en este momento, partiré de este mundo en menos de treinta minutos.

-Mmm, déjame ver.-Caminó hacia la cocina por lo que pareció eterno y regresó con un frasco de quién sabe qué, pero bebí medio de un solo sorbo y ella, me lo retiró alterada.

-Ya veo por qué estás a punto de morir, ¡esto no se toma así!-Gritó y tuve que taparme los oídos.

-¿Y yo como iba a saber? Siempre bebo los frascos enteros de todos los remedios.

-Ah.-Exhaló, irritada.-De seguro has de tener un cáncer de hígado o páncreas por lo menos.-Se sentó a mi lado en la sala y abrió su computadora, buscó el concierto durante varios minutos y mi dolor, pareció aplacarse. La gente no me comprende, me curo más rápido bebiéndome los frascos enteros o tomándome los sobres completos de pastillas. Es sencilla lógica.-A ver, yo los viernes como no tengo clases al día siguiente, acostumbro a beber yo sola, viendo televisión o con amigos a veces, y hoy, no será la excepción.

-Cómo quieras.

-¿Y tú niño? ¿te deja beber tu papá?

-No.-Contesté avergonzado, era cierto. Siempre que lo hacía, era sin que él se enterara, por lo que jamás lo hacía en casa y si debía regresar un poco bebido, comía algo antes o hacía lo posible para no llegar apestando a alcohol. Me metería en serios problemas con el viejo por eso y ahora peor, con otra persona vigilándome, Lorena.-Pero lo hacía de igual manera.

-¿Hacías?

-Hace unos meses, a mitad de año, tuve un paro cardíaco en la escuela. Estuve internado y por poco preso, y desde allí, no lo he vuelto a consumir.

-Vaya, tan joven y ya sufres de esas cosas.-Asentí.-Pero, ¿por qué por poco vas preso?

-Lo he estado solo por unas horas, pero la última vez, me imputaron cargos de los que aún no me he librado. No quieren cerrar mi expediente aún, estoy en periodo de prueba.

-Vaya.-Enarcó una ceja y me miró completamente sorprendida.-Pero, ¿qué pudo haber hecho un niño como tú? ¿robar dulces en una tienda? ¿tocar un timbre y salir corriendo?

-Jajá, qué chistosa eres.-Dije sarcásticamente y de nuevo, ella pareció no entender.-Fue por acoso cibernético, amenazas e intimidaciones. Ni sabía que me podían judicializar por esas cosas.

-Mmm, supongo tiene sentido. Sé que te vigilan y rastrean todo lo que haces por internet.-Asentí.-Entonces, ¿no puedes beber?

-Puedo hacerlo, pero no excederme.

-Muy bien.

Entonces, pasó un largo rato. Vimos el concierto completo de Jimmy Hendrix que elegí, el último antes de que falleciera por una intoxicación etílica. Es irónico que lo hayamos visto consumiendo alcohol, un poco negro creo el hacerlo. Cerca de una hora y media después, cuando finalizó, me di cuenta de que había sido una pésima idea el consumir alcohol. Yo no tengo ningún problema al consumirlo, me refiero a que me cause dependencia como papá, esto no me sucede, pero lo que sí pasa, es lo que les ocurre a todas las personas del planeta. Una vez que lo pruebas y dices que beberás solo una cerveza, terminas bebiendo diez en su lugar y en este caso, tres botellas y media de vino tinto.

La verdad, no estoy acostumbrado a beber. Lo he hecho en contadas ocasiones, pero esta vez, fue la primera que me excedí en serio. No sabía lo que era estar ebrio, siempre bebí poco y hoy, al probar vino por primera vez, ni me di cuenta de que me estaba excediendo hasta que llegó un punto, en que empecé a ver todo borroso a mi alrededor y que mi rostro, parecía adormecido. Me tocaba y no sentía mis mejillas, debía parecer un idiota tocándome la cara en cada momento, era la primera vez que me embriagaba.

-Ah, mañana me dolerá la cabeza.-Se quejó Lauren e intentó poner la copa vacía que tenía en la mano sobre la mesa, para llenarla de nuevo, pero estaba tan mareada que esta, se le cayó al piso y lo que impidió que se rompiera, fue la alfombra bajo nuestros pies.

-Mmm, ¿por qué habría de dolerte?

-¿Conocías la existencia de la llamada resaca?

-Claro que sí, pero creo que, si tomo agua ahora, no me dolerá mañana.

-Niño, el vino es conocido porque causa la peor resaca de todas, pero bueno, ya qué. Lo hecho, hecho está.-Sonrió y rellenó de nuevo ambas copas. Me cuestioné el beberla, pero lo hice por mero impulso y de un solo sorbo, la bebí por completo y con eso lo supe. Había llegado a mi límite de alcohol. Sentía que, si bebía solo un poco más, vomitaría o quedaría en coma.

-¿Pedimos algo de comer?-Pregunté al sentir mi estómago vibrar.

-Eso sí que te haría vomitar, ¿no y que estabas intoxicado y bebiste como loco?-Rió y también lo hice. No sé por qué todo me hacía reír en ese momento, sea cualquier canción de las que sonaba en la radio, lo que ella dijera o incluso, el tocar mi propio rostro. Era muy curioso el no sentirlo.

Al rato, a eso de la medianoche, Lauren puso música de esa de los ochenta que le encanta a papá, tipo: Alphaville, Madonna, Erasure, etc. Empezó a bailar de una manera muy aparatosa, no tenía talento alguno para hacerlo, pero poco parecía importarle, realmente lo disfrutaba. Yo estaba muy, muy mareado y por más que lo intentara, nada hacía que mi cabeza dejara de dar vueltas. Intenté beber un vaso entero de agua, pero el solo beber una cuarta parte de este, por poco me hace vomitar y desistí de hacerlo.

Cuando sonó esa canción: A Little respect, me hizo señas de que bailara y negué rotundamente, podría caerme y romperme todo mi bellísimo rostro, pero ante tanta insistencia, decidí acceder. Yo no sé bailar, siempre huyo cuando me insinúan hacerlo o lo intento si estoy de buen ánimo, pero esa noche acepté, evidentemente por los tragos que tenía encima. Entonces bailamos un rato, un par de canciones similares y hubo un momento, en que sonó una balada de esas clásicas y bailamos también esa canción. Justo en ese momento, por el tipo de canción, que era lenta, empecé a quedarme literalmente dormido, de pie. Recuerdo que Lucía siempre me dice que cuando bebe, ella lo hace cada fin de semana, pierde lapsos de tiempo cuando empieza a tener sueño y fue justo eso lo que me sucedió. Recuerdo muy, muy poco. Creía que soñaba, me costaba distinguir qué era lo real de lo que estaba sucediendo, pero recuerdo que, por unos instantes, empezamos a besarnos, pero no sabía si esto en verdad sucedía, o si soñaba y de ahí en adelante, todo lo que sucedió, jamás pude recordarlo.

Recuerdo despertar al día siguiente, con el peor dolor de cabeza que había tenido en toda mi vida. Todo me daba vueltas e incluso, el intentar abrir los ojos, era un desafío y sentía que, si lo hacía, moriría. Batallé internamente mucho tiempo para poder abrirlos, o siquiera moverme, porque sabía que necesitaba vomitar y cuando logré moverme un poco, me alteré demasiado al sentir que abrazaba a alguien. Me levanté abruptamente y sentí un horrible dolor en el estómago al ver que Lauren, yacía a mi lado, pero no estaba sin ropa y yo, afortunadamente estaba vestido también.

Maldición, ¿dormí aquí? Ella tenía una ropa diferente de la que recordaba que usaba en la noche anterior. Tenía unos shorts y una blusa de tirantes, sólo eso y mi ropa, lucía completamente arruinada. Mi camisa estaba casi toda abierta, al igual que el cierre de mis jeans. Dios, ¿será que… lo hicimos? Intentaba recordar, pero no lograba hacerlo, no había más imágenes en mi cabeza después de que sonó la balada de Lionel Ritchie.

Yo… yo no haría algo como eso, no sería capaz, ni estando en mis cinco sentidos, pero ebrio…¡no! ¡yo no soy de esa manera! No pude haberle hecho algo como eso a Mía… maldición, Mía. Siempre hablo con ella antes de dormir y ayer, desde eso de las ocho de la noche en que vine a ver a Lauren, no volví a comunicarme con ella. Encontré mi teléfono tirado en la alfombra y vi que era casi mediodía. Eso me hizo lamentarme aún más, ella iba a querer asesinarme y yo… Dios, no sé ni cómo podré verla a los ojos si hice algo como eso. Me sentí horrible en ese momento.

Debía saber qué había sucedido, pero no sabía cómo despertar a Lauren, no quería tocarla, por lo que toque su brazo con mi teléfono y ella, despertó después de muchos intentos.

-Oye.-Se acomodó lentamente y luego, abrió al fin los ojos. Se sentó y me miró.

-¿Qué?

-Tu y yo, ya sabes… ¿lo hicimos?-Pregunté nervioso y ella, estalló en risas.

-No, niño. ¿No recuerdas nada?

-No.-Admití.-Pero… ¿no nos besamos o sí?

-Sí eso sí, ni sé por qué o quién besó a quién.-M****a, creí que lo soñé, esto no puede estar sucediéndome.-Relájate, no lo diré a nadie, no es como que vaya a repetirse. Anécdotas de ebrios, siempre pasa.

-¡Ah! Esto es peor de lo que creí.

-¿Cómo es peor besarse que a tener sexo?-Preguntó entre risas.

-No lo sé, es que… yo no soy ese tipo de persona.

-Mmm, eso noté. ¿Sabes? Se siente extraño, que haya dormido con un chico sin que haya sucedido nada.-La miré de reojo y rió levemente.-No me malinterpretes. Sabes que el alcohol desinhibe y en mi caso, siempre los chicos empiezan a besarme y ya como que al final, decido seguir. Es lindo que no hayas intentado hacer algo conmigo, me respetaste.

Podía reconocer esa mirada. No era como la vez pasada en que sugirió que lo hiciéramos porque sí, sin motivo o banalidad. La mirada que tenía en ese momento, era de… ah, maldición, creo que ahora le gusto en serio.

-No me aprovecho de mujeres ebrias, creo que eso es violación.-Dije y sonrió aún más.-Mejor me voy.

-Está bien.

Salí de su casa, pero antes de hacerlo, me arreglé un poco. Debía verme como la m****a, pero eso no era nada en comparación a lo que sentía. Yo sé que puedo tener muchas cosas malas, como mi comportamiento, el ego y esas cosas, pero no, yo nunca había hecho algo como esto, y para muchos esto puede parecer algo mínimo, sin importancia, pero… yo nunca había sido infiel antes, ni a Mía, ni a Daniela, ni a nadie. Quise llorar en ese momento.

Caminé hasta la casa y me quedé en blanco al ver que allí, en la entrada, me esperaban Mickey y Santiago, parecía que llevasen mucho tiempo ahí. Me miraron extraño de inmediato al verme y Mickey, como el buen observador que es, se puso de pie y se acercó a mí. Miró mi cuello y chasqueó la lengua al ver algo allí. M****a, ¿será que Lauren besó mi cuello? ¿pudo haberme dejado alguna marca? M****a, m****a, soy en verdad de lo peor y no, no recuerdo absolutamente nada, no sé si eso lo hace todo aún peor. De igual forma ni deseo recordarlo, ni revivirlo, ni nada. Desearía que no hubiese ocurrido, no haber ido.

-¿Con quién estuviste follando?-Dijo Mickey y por poco me atraganto con mi propia saliva. Eso me hizo sentir aún peor de lo miserable que me sentía.

-No estuve con nadie.-Intenté mentir, ni sé por qué, cuando era más que obvio que algo había sucedido. Sé que podría notarse a la distancia, más en mi mirada, mi rostro, hasta mi ropa.

-Hasta acá llega el olor a sexo, no nos engañas.-Comentó y se acercó a mí, sentí que me olía y lo aparté.-Apestas a alcohol y tienes tremenda marca en el cuello. ¿Qué carajos Nathan? No estabas con Mía porque ayer la vi en la noche en el centro con su madre.

-Anoche, estuve en casa de Lauren, la vecina.-Confesé y ambos, me miraron desconcertados-Se suponía que no iba a suceder nada, pero me embriagué y… perdí el control de mis acciones. Ni siquiera recuerdo nada.

-M****a, ¿te acostaste con esa muchacha?-Negué alterado de inmediato.-¿Entonces?

-No, no lo recuerdo, pero ella dice que nos besamos y luego, desperté junto a ella. M****a, lo peor es que la abrazaba. Me siento horrible, quiero morirme.

-Eres despreciable.-Esta vez habló Santiago y tenía razón. Engañé a una chica que confía plenamente en mí y lo peor es que lo hice justo en un momento difícil de su vida. Me sentía fatal, quería llorar y desaparecerme del planeta. ¿Cómo podía borrar eso que hice? Ellos me miraban muy mal, yo sabía que los había decepcionado. Mickey siempre hace bromas sexuales y hasta me dice que esté con otras chicas, pero siempre lo dice jugando. El de ninguna forma iba a aplaudirme por lo que hice. Ninguno de nosotros era de hacer estas cosas, ni Martín que era el conquistador del grupo. Sí, salía con muchas chicas cada trimestre, pero nunca lo hacía con dos a la vez y jamás las engañó. Fui yo el único en hacer algo tan despreciable, algo que yo toda mi vida aborrecí y detesté a la gente que hacía esas cosas. Recuerdo que alguna vez, la tía Josefina, le fue infiel a mi tío con un colega de trabajo. Él la pasó muy mal, tuvo una depresión por eso y recuerdo que dije, que jamás haría algo tan bajo como eso. M****a, no sé ni cómo mirarme a mí mismo ahora, me odio tanto en este momento.

-¿Y ahora qué harás? ¿le dirás a Mía?-Preguntó Santiago y no supe qué responder. No había pensado en eso aún. Miré mi teléfono, tenía cuatro llamadas perdidas de Mía, dos de anoche y dos de este día, y varios mensajes. Me preguntaba si estaba bien, si mi malestar de estómago me tenía ausente, si podía venir a verme y yo… no sabía ni con qué cara responderle ahora. No podré ni verla a los ojos, ella no merecía que hiciera algo así. Es que… confía en mí, me ama y yo… no sé ni qué hacer ahora. Mordí mis labios y sequé mis lágrimas, nunca me había sentido tan mal en toda mi vida.

-No sé, supongo que lo haré.

-Mmm, no llores.-Dijo Mickey y puso su mano en mi hombro.-Creo que Mía te perdonará si te ve arrepentido, tampoco es que hayas metido por completo la pata teniendo sexo con esa chica.

-Ah, de igual forma es una porquería.

-¿Quiere decir que tolerarías que bese a alguien mientras no tenga sexo con esa persona?-Preguntó Santiago a Mickey entre risas y él, por poco se infarta con la sola insinuación.

-Ja, ¡ni bromees con eso! Vas a hacer que me indigeste, tan buen genio el que tenía.

-Estoy bromeando.-Agarró su mano y la forma en que se miraron, me hizo sentir aún peor. En verdad no podré verla a los ojos ahora.-Pero Nathan, considera bien lo que harás. Todos la conocemos, su temperamento. Mía te matará si llega a enterarse.

Desde esa noche nada volvió a ser igual que antes. Nada.

Sé que mucha gente suele engañar a sus parejas y no le dan mayor trascendencia a esto, pero yo no era así, nunca antes había engañado a una chica que saliera conmigo, ese no era mi estilo y no engañé a cualquier chica… porque ella no es como cualquiera, no solo sabe bailar, no solo sabe pelear, no solo es fuerte (y aquí no habló de fuerza emocional, sino que ella puede partirte la cara con los ojos cerrados), no solo es inteligente y hermosa… ella es lo más increíble que he visto y le fallé.

Ahora cada vez que la veía, me sentía fatal y lo peor era que no podía decirle nada. Seguro si llegara a enterarse, me abandonaría de inmediato y no podía permitir que eso sucediera. Yo no podía vivir sin ella. Intenté mil veces decirle, estuve muchas veces a punto de hacerlo, pero al ver sus ojitos, como brillaban al verme, yo… no me sentía capaz de romperle el corazón de esa manera. Mía tiene otros problemas, la pasa mal en casa por la situación con sus padres. No puedo venir y yo, hacerla sentir aún peor de lo que se sentía, pero la opresión que yo sentía en el pecho no se iba, sabía que no se iría hasta que le dijera o… es que debo decirle, no hay otra cosa que pueda hacer para cambiar lo que pasó. No puedo hacerlo, pero sí puedo ser sincero y sentirme mejor de esta manera, haciendo las cosas bien.

Por otro lado, ocurrían cosas que no había prestado atención, por estar absorto en el remordimiento y martirizándome. Una bomba había estallado. No solo las cosas se complicaron para nosotros y me enteré cuando la situación explotó. Mickey descubrió que Santiago e Isaac se enviaban mensajes sin que él lo supiera. Al parecer, tenían cierta atracción y eso hacía que Mickey y el pelearan constantemente. De hecho, en la clase de matemáticas, me enteré al escuchar que Mickey insultó de todas las formas posibles a Isaac, por los mensajes insinuantes que mantenía con Santiago, pero el, no dijo nada, solo lo miraba muy serio. Esa mirada era bastante intimidante, parecía que en cualquier momento metería su mano en un bolsillo y sacaría un cuchillo para apuñalarlo. El ahora actuaba más extraño que nunca, duraba casi que un día entero sin decir ni una palabra y hacía dibujos espeluznantes en sus cuadernos. No sé si influyó en esto las constantes peleas que ahora ocurrían con Mickey. Parecía que todo fuese a estallar en cualquier momento, aún más, pero para todos nosotros y no conforme a esto, ocurrió en verdad una verdadera desgracia. Sé que la gente creyente o algo similar, se ofendería al yo decir algo como eso, pero a esta edad, no hay otra forma de llamarlo, era una desgracia que te jode toda la vida entera.

Martín nos dijo que creía que Adriana estaba embarazada y como él, era un patán de primera clase, la iba a abandonar si esto resultaba ser cierto. Puede que fuera fiel, pero, ¿responsable? ¿papá a los dieciséis? Eso jamás, prefería quemarse en el infierno que a actuar como hombre.

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