5.

Todo se complica otra vez.

Ese domingo, después de ver la película, fuimos a cenar algo en el apartamento de los hermanos. Íbamos normal como siempre, sin pensar en nada especial, pero no tenía ni idea de lo mucho que se complicarían las cosas esa noche. Martín cocinaba, mientras los demás conversábamos en la sala. Mía estaba sentada en mis piernas y yo la abrazaba. No podía estar más cómodo.

-¿Qué les parecería si Martin y yo damos una fiesta para el sábado que viene?-Dijo Santiago.

-Y con todas las de la ley, con suripantas, drogas y alcohol de contrabando.-Dijo Martín y exhalé.

-Claro, supongo eres rico para contratar a las veinte suripantas que tienes en mente.

-¿Sus papás no dicen nada?-Añadió Isaac y ambos, negaron con la cabeza al unísono. Sus papás eran muy descomplicados y los consentían bastante, les daban mucho dinero, un auto y la gran mayoría de cosas que pidieran. Por eso vestían siempre ropa de marca, relojes caros, teléfonos elegantes y demás. Eran algo como los ricos del grupo.

-Mientras nadie se robe algo, no pasa nada.

-Esa noche deberíamos hacer algo diferente…- Dijo Isaac.

-¿Cómo qué?-Preguntó Mía.

-Deberíamos cambiar de parejas… solo por esa noche.-Casi me atraganto con el refresco que bebía. Todos lo miramos desconcertados. El tiene esa costumbre, siempre está callado, pero cuando dice algo, siempre es algo que nos deja boquiabiertos. ¿Qué carajos?

-Pero Isaac… tú no tienes pareja.-Dijo Mía.-Y, además, no estamos en un grupo de swingers.

-Sí tengo pareja… la conocerán esa noche, se los juro.-Nos miramos extrañados entre sí, no sé con qué tipo de persona podría salir él, no me imagino nada menos que una chica recién salida de prisión o que tuviera de hobbie el cavar tumbas.

-Bueno, lo que dices no llegará a suceder jamás, y menos, con el celoso psicópata de Nathan.-Se burló Mickey mirándome entre risas y le enseñé mi dedo del medio, añadió:-Pero si te pusieran a elegir a alguien de aquí, ¿a quién elegirías? Hay dos chicas: Adriana, Mía y cuatro chicos, elige.-Dijo Mickey, creo que a todos nos entusiasmaba verlo responder, estaba lleno de nervios y nos resultaba graciosísimo verlo a punto de entrar en pánico.

-No diré nada.-Respondió mirando hacia abajo, estaba muy nervioso. Esto era absolutamente genial.

Empezamos a molestarlo para que respondiera, era en broma y pensábamos que no diría nada, pero luego, sin previo aviso, contestó algo que nos dejaría completamente desconcertados.

-Sin pensarlo, te elegiría a ti, Santiago.-Dijo mirándolo fijamente y todos nos quedamos atónitos, en silencio. Nos resultó muy incómoda su confesión. Mickey estaba furioso, le lanzaba una mirada infernal y los demás estábamos callados, ¿qué podíamos decir en un momento tan incómodo? Estuvimos así creo que por más de un minuto. Vaya que Isaac es una caja de sorpresas.

-¿Te gusta mi novio?- Preguntó Mickey alterado, estaba que echaba humos. Tenía el rostro bastante enrojecido, se le notaban los celos por encima. Nunca lo habíamos visto de esa manera.

-Me dijeron que eligiera.-Se excusó, al ver la reacción que había causado en todos y en especial, el enojo de Mickey hacia su persona.-Sólo respondí.

-Maldito hijo de…-Mía interrumpió a Mickey antes de que pasaran a los golpes.

-Es verdad, lo pusimos a elegir y el simplemente respondió. No te molestes, él es tu amigo y no creo que te vaya a traicionar.-Comentó, pero Mickey no lo iba a dejar pasar tan fácil.

-Mira tú, te voy a estar vigilando. Acabas de salir de mis afectos.

-No pues, creo que voy a irme a llorar a un rincón.-Respondió sarcásticamente y tuve que esconder mi rostro para poder reírme o Mickey me mataría con lo alterado que se encontraba.

-No pues, ahora saliste comediante. Maldito infeliz.

Después de esa noche, las cosas se volvieron muy pesadas. Mickey siempre estaba a la defensiva cuando estábamos con Isaac, el sentía que él era su competencia. Era una pelea de inválidos sin duda. No estaba tranquilo nunca y jamás dejaba a Santiago solo con él. Yo no creía que fuese necesario vigilarlo tanto, no creía que Santiago tuviera las agallas para traicionarlo y, además, lo conozco, lo quiere y sé que no haría algo así, pero Mickey no escuchaba a nadie. Lo que sí nos había tomado por sorpresa, es que el Isaac resultara ser bisexual, porque según dice, tiene novia, no estoy seguro de que sea real o si es que la imagina. Yo creía firmemente en que era un ser asexual, pero vaya que me equivoqué.

Una tarde, al finalizar las clases, estaba en la salida de la escuela. Me encontraba con los chicos esperando a Mía, que se encontraba realizando un examen de filosofía, cuando sonó mi teléfono. Me llamaban.

-¿Bueno?-Pregunté, siempre suelo contestar de mala gana, no me gusta hablar por teléfono, pero por algún motivo, esa mañana no lo hice. Estoy traicionando mis principios.

-¿Nathan?-Era una voz femenina que no reconocí de inmediato.

-Sí, ¿quién es?

-Lauren, como nunca volviste a mi casa y tampoco respondiste mis mensajes, me vi obligada a llamarte para ver qué sucedía.-Era cierto, pero solo fueron dos mensajes. Ella, luego de esa noche, me dejó dos mensajes, en días diferentes, simplemente saludando, pero no respondí. Olvidé que incluso los leí. No suelo chatear por mensajes, me aburre, prefiero más las cosas presenciales. Los mensajes se los dejo exclusivamente al perfil de Billy, el cual, he tenido muy olvidado. Debo retomarlo.

-He estado ocupado.

-Sí claro, seguro después del terror que tenías la otra noche, te acobardaste y te persignas al pasar por mi casa.-Se burló.

-Claro que no es así.

-A ver, ¿puedes venir mañana en la noche después de once? Quedamos en ver el concierto de Jimmy Hendrix y ni creas que me vas a cancelar con eso. No ha nacido el primero que me cancele.

-Mmm bueno, sí… ¿te mencioné antes que tengo novia?

-¿Y qué carajos tiene eso que ver?

-Sólo por si acaso.

-Vaya que tienes autoestima, niñito. Si crees que te coqueteo.

-¡No me digas niño! Lo detesto.

-Como digas, niño. Te veo mañana entonces, trae comida, yo tendré algo para beber.

A veces no entiendo a las mujeres o bueno, no comprendía ni un poco a Lauren. Al parecer, no tenía intenciones ocultas, justo como yo creía, pero… ¿por qué el deseo de que pase tiempo con ella? Tampoco es que yo sea la persona más interesante del planeta y, además, teníamos muchos años de diferencia. Creo que tal vez le aburre a veces salir con sus compañeros de la universidad o no lo sé, es la única explicación que le encuentro.

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-Faltan veinte días para la boda y aún no has querido ir a comprar tu traje.-Me dijo papá enojado mientras cenábamos. Era la cuarta vez que lo decía y esta vez, decidí anotarlo en mi teléfono, no sé por qué siempre olvidaba el ir a probármelo.

-Lo haré en una semana…-Dije y él, me fulminó con la mirada.

-Mira, Nathan. Como llegue el día de la boda y tú no tengas un buen traje para ponerte… le pegaré a tu amigo el maricón.

-¿Por qué a él? ¿Qué tiene que ver?-Reí con ganas.

-Porque me irrita su acento tan gay y ganas no me faltan de pegarles a todos tus demás amigos. Son todos muy irritantes.

-¿Qué te hicieron todos los demás?

-¡Te distraen para que no vayas a comprar tu maldito traje!

-Papá, sí tendré el traje.

-Ja, no haces ni una bien.-Se burló Lucía.-Ni buenas notas, ni buena memoria. Ya ahorita te resbalas y ya está, te llamabas.

-Hoy como que habrá puré de mujer fea en esta casa.-Respondí y papá, extrañamente rió y Lorena, nos miró preocupada.

-Niños, ya dejen de pelearse. Eso no es sano.

-Nathan, tú eres como los perros pequeños de ojos saltones. Gritan mucho y no hacen nada.

-Ajá, por algo logré que el calcetín cortara contigo.

-¡No le digas así a Jimmy! ¡Papá!

Apenas finalicé, subí a mi habitación porque tenía un montón de tareas pendientes y me hartaba tener que escuchar a Lucía. En especial, me atormentaba una tarea de historia que era para dentro de dos días y yo no la había empezado aún. Tenía que entregar un ensayo de unas setenta hojas de la guerra fría y yo estaba en blanco. Detesto hacer ensayos, mi mente se bloquea y me dan ganas de defecar. De verdad intento hacerlos, pero ya es algo que me supera.

Llamé a Isaac, quien era experto en temas de historia y de seguro, podría sacarme de apuros esta vez. Yo sabía que estaba en su casa porque Martín y yo lo seguimos hasta allá, pero yo me fui antes porque tenía mucha hambre, pero Martín hacia guardia… Guardia silenciosa… imaginen que dije esto último susurrando.

Al principio Isaac no quería ayudarme, pero luego logré convencerlo. Fui hasta su casa, él no vivía tan cerca como los demás. Por el contrario, vivía en un vecindario bastante peligroso que quedaba casi que, a las afueras de la ciudad, ni sabía que esta zona aún pertenecía a la ciudad y sólo lo supe, cuando empezamos a acosarlo. Lo que sí averiguamos después, es que este lugar, era muy conocido por los homicidios frecuentes que ocurren por robos, vandalismo u otros motivos. No me sorprendía, todo el vecindario tenía mala vibra y vi tantos coletos, que me miraron fijamente, que preferí correr antes de que me dejaran como colador.

Llegué alrededor de las seis y me di cuenta de que llegué muy tarde, tendría que irme corriendo o volando, porque ningún taxi o autobús pasaría después de siete o se arriesgaban a ser desvalijados. Él estaba sentado en una banca de madera que tenía afuera de su casa, junto a muchas cosas más. Tenía muchísimas plantas afuera, pero tenían mal aspecto y en nada ayudaba, que el alumbramiento público, fallara esa noche, provocando que la calle entera pareciera discoteca de mala muerte. El Isaac llevaba puesta una capucha azul oscura y fumaba un cigarrillo.

Luego de entrar, me sorprendió mucho todo lo que vi. Tenía unos tres globos terráqueos, mapas dibujados en las paredes, imágenes de Hitler, otras de doctores nazis y hasta tenía una bandera roja con la esvástica colgada en la cocina, no sabía que él tuviese idea nacional socialistas, genial. Era un lugar bastante inusual, pero lucía mejor de lo que habría podido imaginar. No había entrado antes y de hecho, Isaac no sé por qué no preguntó cómo es que sabía dónde vivía. ¿Será que notó que lo acosábamos por fuera y no hizo ningún comentario al respecto?

Me entregó un libro que básicamente, haría toda mi tarea. Solo debía transcribir lo que decía allí y plasmarlo en mi ensayo.

-¡Ah!-Exclamé, al ver ese precioso libro en mis manos. Era perfecto. No podrían acusarme de plagio, por haber robado la información de algún sitio web. Este era un libro muy antiguo y no se encontraba en internet.-Creo que estoy empezando a amarte.

-Qué perturbador eres.-Dijo mientras se dirigía a la cocina y reí, será que soy la única persona perturbadora en el lugar.

Al rato, estábamos sentados en la mesa. Mientras yo escribía, él me iba explicando todo acerca de esta guerra. Sabía de fechas, los detalles y demás, debo admitir que eso es bien aplaudible, impresionante. No podría memorizar todo eso, aunque se me fuera la vida en ello.

Más tarde, cuando ya iba culminando de copiar manualmente mi ensayo, sentimos que golpearon la puerta. Él inmediatamente, fue hasta ella y dudó en abrir. Cuando lo hizo, vi a una chica de piel oscura que entraba, tenía el cabello negro y muy largo, contaba con unas curvas notables, propias de una mujer del pacífico y tenía labios gruesos. Era bellísima, ¿cómo es que el Isaac podía conocer a una mujer así con la cara de intestino que tiene?

-Mira, este es Nathan. Mi compañero de clases.-Ella estiró su mano para apretar la mía.

-Soy Karina, su novia.- Casi me atraganto con mi propia saliva al escucharla. Vaya, era verdad que tenía pareja. Yo no le creí por el comentario que había hecho a Santiago, pero ahora era diferente y su novia, no pasaría nada desapercibida en nuestro grupo.

-¿Desde cuándo son novios?-Pregunté, mientras ella se acomodaba en una silla de plástico y se quitaba el exceso de ropa que traía. Llovía a cántaros afuera, ahora sí que me van a robar apenas pise la calle. Es una pésima costumbre que no logro comprender en Colombia, las probabilidades de que te asalten, aumentan considerablemente cuando llueve. Es como si la lluvia desprendiera una sustancia que alterara a los coletos, subiera sus hormonas o no lo sé, porque salen a tirarse piedras y a atracar a cualquier pobre diablo que les pase en frente, en este caso, yo sería el pobre diablo. ¿Qué más da? O acepto mi destino, o me tocará dormir entrepiernado con el Isaac. Creo que prefiero que me roben.

-Duramos un año de novios antes de mudarnos juntos.-Respondió de lo más tranquila y me sentí más confundido aún, ¿cómo es que viven juntos? Estamos apenas en décimo año, ni siquiera estamos cerca de entrar a la universidad cuando él ya vive con una mujer con la que lleva más de un año en relación. En definitiva, cada cosa en torno suyo, era muy extraña.

-Pero, pero, ¡ISAAC!-Grité, porque él se encontraba en la cocina. Salió alterado al escuchar mis alaridos.- Oye tú, ¿qué edad tienes Isaac? Confiesa.

-Tengo dieciocho.

-Vaya, tan inteligente que presumes ser y no eres más que un vil repitente.-Me burlé, Karina rompió en risas e Isaac, se acercó enojado a mí.

-Tú como que no quieres entregar tu ensayo mañana.-Dijo tomando su preciado libro y se lo quité, sonreí.

-Olvida lo dije. Recuerda que ahorita te dije que te amaba.-Me burlé y el rió a regañadientes

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