3.

Tengo ganas de comer mango.

Me tocaba educación física en la mañana, así que me tocó como siempre, empacar ropa deportiva. Me gusta mucho esa clase porque me va bien creo que, en todos los deportes, soy muy rápido y ágil con un balón, sea para jugar futbol, voleibol, básquet, etc. Ese día había planeado ir a acosar con Martín a Isaac y a Adriana, de paso queríamos asustarlos, llevábamos rato sin hacer llorar a nadie y eso no puede suceder.

Llegué muy tarde a la cancha de atrás, me retrasé en la entrada con Mickey e Isaac, me distrajeron hablando de una feria en la que nos iban a obligar a participar. Qué porquería, odio todo lo que tenga que ver con tareas extrañas o esas groserías y más, cuando no he hecho la mayoría de mis deberes. Creo que debo hacerlos pronto, antes de que Mía se entere y me regañe. Sí, a ella no le gustaba que me fuera mal en clase, me dijo en palabras textuales: No pienso involucrarme con un mediocre. Me ofendió un poco cuando dijo eso, pero luego la comprendí. Tenía razón, ella no merecía estar con alguien que pensara de esa manera y es por ello, que debía cambiar, ser mejor y claro está, debo hacerlo también por mí, porque si repruebo el año, papá me enviará a la nasa para que hagan experimentos conmigo.

La profesora se molestó por ver que llegué tarde y me puso a darle nueve vueltas a la cancha, con ese sol que hacía… terminé con la cara roja y con ganas de escupirle en la cara al primer malnacido que se me acercara. La profesora es… digamos que… bastante musculosa, créanme que infunde temor solo con la mirada y es muchísimo peor cuando te alza la voz. Por eso no me quejé de que me pusiera a dar vueltas. Tiene unos enormes y marcados brazos, sus piernas son aún más bestiales y llenas de venas. Debe pesar unos ochenta kilos por los músculos tan exagerados que tiene y también por su estatura. Infunde terror.

-Les diré esto solo una vez…-Nos dijo a todos en voz baja y frunciendo el ceño.-El próximo que vuelta a meter su asquerosa mano en mi sándwich… no volverá a despertar… y lo digo literalmente.

-¿Para qué nos regaña si todos sabemos que fue Mickey quien se comió su sándwich? y no solo eso, también se comió sus frituras.-Dijo una compañera que no había visto antes, lo delató por completo. Si Mickey hubiera estado allí, seguro que la hubiera acabado con insultos, pero él no quiso entrar a clases porque el sándwich lo llenó mucho.

-El con ese cuerpecito… pensó que se iba a comer mis cosas sin que lo notara…

-Ya está, es hombre muerto.-Dijo Martín y Santiago y yo reímos.

-Tan bueno que era.-Dijo Isaac.

Un rato más tarde, estaba en la ducha, en el baño continuo estaba Isaac, luego Santiago y Martín. Escuché ruidos raros, pero los confundí con el agua que caía, estaba bastante fría. Luego me pareció escuchar unos susurros que venían de la ducha de Isaac, ¿con quién podría estar hablando?

Me incliné un poco para ver con quien hablaba, solo por curiosidad y miré a ambos lados, pero luego, vi su trasero y traté de contenerme, no podía tomarle una foto porque escucharía el ruido de mi teléfono y noté que estaba quieto, quieto mirando el agua que le caía, no se movía ni nada, solo soltaba unos irritantes susurros. Tal vez Martín sí tenía razón, siempre sugería que había algo mal con él y aunque le pregunté al respecto, de dónde sacó la teoría de que al Isaac lo dejaron caer de niño o que nació con falta de cromosomas. Nos contó que alguna vez, hace algunos años, le tocó hacer un trabajo en grupo con él, pero que todos, cada uno de los miembros de su grupo, se perturbaron en extremo con la actitud de Isaac. A veces hablaba solo y lo peor, es que mantenía conversaciones completas con él mismo. No es como cuando uno a veces piensa en voz alta, no. El mismo se hace preguntas que el mismo se responde. Creo que este tema con los años ha mejorado un poco, ya lo vi susurrarse a sí mismo cosas inaudibles, pero no lo he visto conversar, así como mencionó Martín, sería muy perturbador de presenciar. Aunque bueno, nos faltaba mucho por conocer de él. No sabíamos donde vivía, ni información de su familia y menos, lo que más me causaba curiosidad, el por qué de sus cortadas en los brazos. Tiene incluso una, en el cuello y cuando Santiago le preguntó al respecto, dijo que un coleto intentó apuñalarlo en un robo, pero no supimos si creerle. (Coleto significa, atracador de barrio).

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-Con esa camisa rosada te ves más marica que Mickey y eso es un logro.-Me dijo Lucía.-¿No te da vergüenza?

-Maldita sea, ¿Cuál me pongo?

-La que sea Nathan, ¿por qué quieres verte bien para Lauren? Es más, ¿por qué te verás con ella y no con Mía?

-No me quiero ver bien para ella, estaba tranquilo con la camisa que tenía hasta que llegaste a fastidiarme y si no voy a ver a Mía hoy, es porque estará estudiando para su examen trimestral.

-No te creo nada, seguro quieres revolcarte con la maldita Lauren, ella le coqueteaba a Jimmy.-Chasqueó la lengua.-Confiesa ya, maldito traidor ¿Qué es lo que pasa con Lauren? ¿ya te echó el ojo y caíste como el buen imbécil que eres?

-No es nada grave, solo vendrá a verme y oye, hace mucho no me llamabas imbécil.

-Ja, a veces olvido cuán imbécil puedes llegar a ser. Mira bien Nathan, te voy a advertir una cosa y te lo digo en serio. No quiero verte en nada con esa y si te pillo en algo… le contaré a Mía sin dudarlo, ¿entiendes?

-No pasará nada con ella. ¿Por quién me tomas que soy? No sabes nada y ya vas teorizando cosas ridículas.

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Me quedé un rato jugando playstation después de que Lucía, me dejara solo a regañadientes. Me dio un sermón de los que hace mucho no me daba. No sabía cuánto odiaba a Lauren, alguna vez se lo escuché mencionar, pero lógicamente me importó poco o nada, pero vaya que la odiaba y bien en serio. Me repitió tres veces que, si me veía en algo con ella, le diría a Mía y bufé, ¿desde cuándo es que ella son amigas? No sabía que lo eran desde el viaje en la casa de la abuela. De igual manera, no había nada que pudiera decirle, yo no haría nada ni con Lauren, ni con ninguna otra.

Me distraje jugando need for speed, cuando papá gritó que me buscaban y vi a Lauren ingresar en mi habitación. Pensé que estaríamos en la sala, pero bueno. Solté el control de mando y la saludé, se sentó en una silla que había en la habitación y notaba que miraba todo de forma curiosa.

-Ja, recuerdo que antes tenías todo lleno de cochecitos y de póster de Batman y Robin.

-Las cosas cambian. Si fuera por papá, tendría tremendo póster de Sleeping With sirens en el techo y si fuera así, ya me habría suicidado.

-No sé quiénes son esos.

-Créeme, considérate afortunada por no saber. No te pierdes de nada.-Se puso de pie y miró detenidamente los libros que estaban en la habitación. Ojeó un poco mi copia de: el gran gatsby y luego, el rastro de su sangre en la nieve.

-Vaya, que buenos gustos tienes. Gabriel García Marques es de lo mejor que existe.

-No conozco a nadie que le guste él y es vergonzoso, es el mejor autor colombiano que ha podido existir.

-Ajá.-Pasaron un par de horas, eran ya pasadas las diez. No hicimos nada en especial, solo vimos un concierto en youtube completo de Janis Joplin y sí, lo disfruté, me gustaba su música y hace mucho no la escuchaba.

Lauren me contó cosas triviales suyas. Me dijo que le gustaba comer frambuesas, montar bicicleta e ir a fiestas, lo cual no me extrañaba, parecía del tipo que se la pasa bailando cada fin de semana, aunque en fiestas hippies o alternativas, que por supuesto, jamás iría. Esas dos horas la pasé bien, ella era seria, pero no como Mía, era más como de reírse solo en los momentos oportunos. Entonces, como era bastante tarde, la acompañé hasta la entrada de su casa. No creo que esté bien no acompañar a una mujer hasta su casa.

-¿Veríamos después el último concierto de Jimmy Hendrix?-Preguntó y asentí.

-Sí claro…-Escuché el ruido de un coche, era azul… era el de los chicos. Vi cuando se estacionaron en la entrada de mi casa y vi que Mía también venía con ellos... maldición, no podían verme con Lauren. Conociendo a los chicos como son, empezarán a hacer bromas para que Mía se enoje y piense lo peor y no, no podía permitir que Mía pensara nada malo, cuando nada sucedió. No quería que se enojara conmigo.

-Entremos a tu casa.-Le dije y ella, me miró extraño.

-Pero… ¿no es muy rápido para eso?-Exhalé y… ¿qué carajos? ¿por qué dijo eso o qué demonios estaba pensando? No entendía nada.-¿Eso quieres?-Ni escuché bien qué dijo, pero sabía que no podía estar ni un minuto más en su puerta sin que todos me vieran y pensaran lo peor.

-Mujer, entremos.

Entramos lo más rápido que pudimos, yo para que ellos no me vieran, ella, no sé por qué. Su casa era bastante parecida a la mía, pero tenía un mobiliario diferente, más moderno y toda la casa estaba pintada de blanco. Recuerdo que mamá odiaba ese color, decía que era muy básico y le encantaba tener todo lleno de colores, tal vez por eso mi casa se vea de esa manera.

-Lauren, ¿con quién vives?-Pregunté tratando de charlar sobre algo mientras mataba el tiempo, en lo que todos se iban de mi casa.

-Con dos compañeras de cuarto de la universidad. Una se llama Clara y la otra Johanna, ambas son de Bogotá y vinieron a estudiar acá.

-¿Y dónde están?

-Clara, supongo que, en la cafetería, trabajando. Johanna se queda los fines de semana con su novio y bueno, tal vez se mude con ese infeliz.-Rió y de inmediato, me puse nervioso.

-Mmm así que estamos solos…- Debía irme enseguida.

-¿No es lo que querías?-Se burló.-Quién te ve así de niño, y tan pervertido.-La fulminé con la mirada al escuchar que dijo eso, pero traté de disimular.-Subamos.

-Quiero ver algo.-Me asomé por la ventana, vi que ellos seguían ahí, estaban sentados en la entrada esperando a que yo llegara. Tenía que hacer que se aburrieran de esperarme, no había forma de que yo saliera de aquí a esta hora, sin que Mía pensara lo peor.

-Nathan, ¿vas a subir o qué? aprovecha, antes de que me arrepienta.

Lo pensé, sabía que si subía era muy probable que sucediera algo con ella, lo noté desde que me dijo que iría a verme. Vi sus intenciones y de ninguna manera arruinaría mi relación con Mía, yo la amaba y no debía estar con una chica que quería acostarse conmigo, sin motivo. No comprendo mucho su filosofía de vida “poliamorosa”, que comentó. Entiendo que para ella el sexo sea algo sin importancia, debe tener sus motivos, pero para mí no era de esa manera. No sé cómo puede haber gente que pueda desligar una cosa de la otra, tener relaciones sin sentir nada. No podría. La única vez que lo hice, fue con la chica de la fiesta, cuando estaba deprimido por Mía, pero no es algo que yo usualmente haría, ni mucho menos, repetiría. Debo admitirlo, soy muy, muy cursi en ese sentido. A veces beso tanto a Mía y la mimo tanto luego de estar con ella, que es quién debe decirme que detenga y eso me hace sentir triste.

-Mmm, no puedo subir o me ofrecerán en sacrificio.-Enarcó una ceja, a veces olvido que ella no comprende ni un poco mi sarcasmo.-Lo siento, debo irme ya.

-¿Es por la hora? Aún es temprano. Ni te hagas el que te duermes temprano, ni esas cosas, que nadie te creería.

-Es que… debo ver a mi novia.

-Ah.-Escuché su risa.-Supongo que ella no es de las que se una a estas cosas.

-Supones muy bien.

-Bien, como quieras.

Salí por la puerta del frente, y ella, noté que quería acompañarme hasta mi casa no sé ni bien por qué, cuando yo había venido a traerla, pero le dije que no lo hiciera, la puse un poco en contexto y rompió en risas al saber que Mía estaba sentada en mi entrada. Noté que ella era extremadamente despreocupada, ante todo. Sabía que no quería estar conmigo por sentimientos o algo así, quería hacerlo por un gusto carnal y nada más. Ahora que lo pienso, creo que sí soy un niño aún para comprender esas cosas. Entonces salí y sí, estaba nerviosísimo, ni sé bien por qué. No había hecho nada malo, pero no sabía que iba a suceder, Mía nunca me ha celado y tampoco quiero que lo haga, ella es un poco aterradora debo aceptarlo.

Caminé lentamente hacia mi casa. Todos seguían sentados allí y me sonreían como siempre. Eso me hizo tranquilizarme un poco. Los saludé a cada uno y le di un corto beso a Mía. Me agradaba que hubiera venido a verme. Me senté a su lado y la abracé por los hombros.

-¿Qué hacías en la casa de Lauren?-Preguntó Martín y a mí me dolió el estómago. Lo fulminé con la mirada.

-¿La conoces?

-Todos la conocen.-Dijo Mía. De nuevo, los nervios.

-Bueno… yo… estaba… ayudándola a instalar el dvd que compró.-Ahora que lo pienso, ¿por qué mentí en ese momento? A pesar de que nada sucedió, tampoco es que iba venir y decir: Lauren de la forma más despreocupada del mundo, me sugirió tener sexo y decidí cordialmente, rechazar la oferta. No, no podía decir algo como eso. Me arriesgaba a morir si decía eso.

-¿La ayudabas a conectar tres cables que cualquier simio sabría conectar?-Dijo el maldito de Isaac, como que tiene ganas de morirse hoy.

-Sí.

-¿Por qué no contestabas las llamadas?-Dijo Martín. Ahora entendía qué se sentía. Justo esto, lo hacíamos con cada novia de Martín, cizañear hasta lograr nuestro cometido, que era fastidiar.

-Salí de improvisto, olvidé el teléfono.

-Pero…-Dijo Isaac y lo interrumpió Mía.

-Ya dejen sus preguntas, sí él lo dice es porque así es.-Dijo Mía y lo noté, ella siempre ha confiado en mí… no debía ver más a Lauren, no debía y no podía.

Debí hacerle caso a mi voz de la conciencia, pero no lo hice, debí estar siempre con mi chica… pero me equivoqué. Si hubiera sabido lo que Lauren traería a mi vida, la hubiera echado a un lado en ese momento… ella me dañó la vida. Como siempre, hice caso omiso a mis instintos sin saber las cosas terribles que ella me haría vivir después.

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