2,

Un nuevo miembro al grupo.

Cuando acabó la clase de Minnie, salimos al descanso. Ellos querían fumar y por eso, nos dirigíamos a la azotea. Sacamos el paquete de cigarros en la clase para no tener que regresarnos a buscarlos después. Isaac nos vio y nos preguntó si le podíamos regalar uno. Mickey quien es el más sociable, le dio uno y le dijo que fuera con nosotros a la azotea. Este ser humano, el Isaac, ¿cómo podría hablar correctamente de él? ¿Cómo puedo describirlo? Es un poco alto, pero no tanto, cabello castaño oscuro y largo, tiene la piel como del color de cuando las cucarachas están al revés… No, es broma. Es blanco igual que yo, pero es bastante… ¿Cómo puedo decirlo? Depresivo y eso me aterra. Tiene un aura oscura y pude notar cuando estaba sentado con nosotros en la mesa, que tiene muchas marcas de cortes en sus brazos y eso me pareció muy triste. Al menos, parecían ser marcas viejas o bueno, eso espero.

Encendimos los cigarros, yo lo hacía más… ah, ni sé bien porqué y Mía, estaba a mi lado. Abrazándome. Era extraño que me abrazara en público, nunca le han gustado las muestras de afecto en la calle y por eso, muy pocas veces lo hacía, pero hoy, que me abrazaba, por supuesto no iba a renegar. Me hacía sentir muy bien.

-¿Por qué siempre andas solo en clases?- Preguntó Martín al Isaac, frunciendo el ceño. ¿Qué tramará?

-La gente no me comprende. Por lo general, piensan que soy muy aburrido y no se me acercan.-Confesó y él, exhaló, irritado, ante el comentario de Isaac.

-Será porque lo eres…- Dijo Martín y estuvo un poco pasado su comentario, pero reímos para evitar que se volviera incomodo el ambiente. ¿Qué carajos? ¿le traía resentimiento desde antes?

-No maldición, no soy un maldito aislado.-Dijo exaltado.

-A ver, ¿qué te gusta hacer?-Pregunté.

-Me gusta escribir poesía, ver documentales de Discovery y lo que más me gusta de todo, es crear mapas.-Contestó sonriente y todos rieron.-Quiero ser cartógrafo.

-¡No me digas! ¡Pero qué genial lo qué haces!-Dijo Martín sarcásticamente, él puede ser un poco duro cuando alguien le irrita, aunque no entendía por qué el enojo hacia Isaac, no sé si habían tenido roces antes o qué demonios sucedía.

-Bueno deberías considerar la opción de ser gay, eso sí que te haría cool o tal vez podrías ser travesti, una sexy chica voluptuosa y luego podrías casarte con la perra lesbiana que tengo en frente.-Mickey miró descaradamente a Mía y como siempre empezaron a discutir.

-¡Ah! Tú como que de nuevo quieres que te ajuste la cara, ¿verdad?-Respondió y evité que de nuevo le pegara.

-El otro día me cogiste desprevenido.-Se excusó falsamente. Él lógicamente no sabía pelear y con lo orgulloso que es, jamás lo aceptaría. Mía claro que podría liquidarlo, partirlo en dos si se lo propusiera.

Entonces, poco a poco, el Isaac se fue introduciendo al grupo. Cuando salíamos a maldecir, él nos acompañaba, cuando jugábamos videojuegos o a la ouija también estaba presente. No era que el fuera muy entretenido ni nada así, pero como no tenía amigos, decidimos dejarlo estar con nosotros. Me imagino que ha de ser horrible estar solo todo el tiempo.

-¡Nathan, esto es genial!-Mía exclamó de alegría.

-Hice muchas cosas horribles para adquirirlas...- ¡Había conseguido dos entradas para el concierto de Aerosmith y en primera fila! Apenas me la entregaron, corrí a casa de Mía a dárselas, me moría por ver lo feliz que se pondría. Quería hacer lo que fuera para verla sonreír ya que tan pocas veces lo hacía.

-En serio… esto es lo mejor que me han regalado en la vida, lo supera a todo.- ¿Qué más da si me tocó esclavizarme tres semanas para conseguirlas? Vi a mi chica feliz y con eso me bastaba, Mía lo valía todo. Ella muy poco había cambiado, sí dejaba que la besara y me permitía estar con ella… pero siempre estaba seria o de mal humor y me tocaba hacer maravillas para cambiar su estado de ánimo.- Te amo tanto, Nathan…- Me dijo y me besó con ternura… maldición, cómo me gustaban las pocas veces que me decía algo como eso. Ella era lo que más amaba en el mundo.

Luego de que estuvimos juntos, igual que la mayoría de las veces que nos veíamos. Estábamos recostados en su cama, abrazados igual que siempre, a ella le gustaba que la abrazara después de estar con ella, yo no me negaba, me fascinaba todo lo que pudiera hacer con mi chica. La miré unos segundos, y le retiré la sabana que cubría su cuerpo. Mía me fulminó con la mirada y observé embelesado, su desnudez. Acaricié su abdomen.

-¿Qué tramas? ¿no te bastó con el trajín de ahorita?-Se quejó y reí.

-No tramo nada, solo quiero mirarte.-Acaricié su pecho.-Amo cada centímetro de ti.-Mía se sonrojó por completo y la besé, por mucho tiempo. Luego, ella empezó a leer una novela en voz alta, la escuchaba, pero se me ocurrió una grandiosa idea. Me paré así en seco, sobre la cama, completamente desnudo y grité:

-Creo que… ¡me voy a tatuar el nombre de la persona más importante en mi mundo!

-¿Cuál es?

-El mío.-Dije y me ruboricé.

-Me agrada la idea, también lo haré.

---

Lauren es una chica que vive al lado de mi casa, solíamos hablar con frecuencia antes de que entrara a la universidad, pero luego dejó de hacerlo. Era obvio, no quería hablar con chico tonto que ni siquiera había terminado el sexto año. Antes ella venía a mi casa y veíamos televisión o salíamos a montar bicicleta. En esa época me gustaba mucho pero como decidió alejarse, la fui olvidando con el tiempo. Ella es tan alta como yo, creo que mide lo mismo, tiene el cabello castaño y alborotado, cuenta con enormes curvas y muchas pecas que combinan con sus ojos claros. Esa noche, después de que retiré a regañadientes de la casa de Mía, vi a Lauren afuera de la suya. Yo iba entrando a la mía y noté que estaba discutiendo con un par de chicos en la entrada, se decían millones de insultos, que, al parecer, eran por dinero. Luego de que los echó, noté que debía parecer una vieja entrometida mirando, así que abrí la cerradura para entrar, pero ella antes me llamó y me pareció extraño, no hablábamos hace muchísimo tiempo. Se acercó y me dijo:

-¿Escuchaste algo de lo que pasaba?-Preguntó enarcando una ceja y negué con la cabeza.

-No, ¿por qué? ¿conversaban sobre traficar órganos o vender mujeres?-Reí y al parecer ella, no entendió que no lo decía en serio.

-Mmm bueno. No te reconocí apenas te vi, has cambiado demasiado.-Me dijo mirando de pies a cabeza con un gesto extraño.-¿Creciste de estatura?

-Supongo, cuando hablábamos yo debía tener unos 12 años.-Asintió.

-¿Fue hace tanto? ¿cuántos años tienes ya?

-Tengo 16, cumplo 17 en varios meses aún.-Chasqueó la lengua. Yo sabía que ella me llevaba varios años, tal vez unos cuatro o no lo sé, hace mucho no hablaba con ella y había olvidado la mayoría de las cosas relacionadas a ella.

-Eres un niño apenas.

-Un niño dices.-Bufé. Niño me dice, y ya tengo expediente criminal, varios ingresos a la upj y una relación con cosas de “adultos” de por medio. Me hizo recordar a cuando el maldito oficial me llamó niñato, quise patearlo, pero me contuve. Eso sí que me habría mandado en vez de la upj, a la penitenciaría y de Bogotá, que no es lo mismo.

-¿Te molestó que te llamara niño?

-Podría embarazar 20 mujeres si quisiera.-Comenté y de nuevo, noté que no comprendió que hablaba sarcásticamente. ¿Embarazar 20 mujeres? Físicamente sí podría, pero no, jamás. Creo que Mía aparecería de una nube de humo y me haría inmolarme por voluntad propia.

-¿Qué te parece si te hago una pequeña visita como las de antes? Para retomar un poco las cosas donde nos quedamos.

-¿Eso quieres?-Fue extraño, ella hace mucho no me hablaba. Nos cruzamos mil veces antes y ni aunque me viera, lo hacía. ¿Será que lo hace porque me ve diferente ahora? ¿Por qué crecí o será por las cosas que dije? No comprendía nada.

-Sí, creo que podría ser divertido. Vengo mañana en la noche.-Me dijo y se alejó para entrar a su casa. Maldición, ¿Qué estaba haciendo? Sé muy bien lo que esta chica busca, la conozco. Lógicamente antes no sucedió nada, creo que incluso, habría sido ilegal si hubiese sucedido, pero ella, tiene un pensamiento del tipo… no sé ni como llamarlo. Es de mente abierta y sé que cree firmemente en el amor libre y esas porquerías. Claro está, no crítico a quién hace eso, pero jamás haría algo así. Moriría de celos, no va con mi filosofía de vida y me cuesta comprender cómo hay gente que sí tolera esas cosas. Sé que soy muy celoso, intento controlarlo, pero ya eso se me sale de mis posibilidades. Moriré siendo un mezquino acosador psicópata con anotaciones judiciales.

No entré de inmediato a la casa, pensé unos segundos. No entendía cómo algo como esto sucedía justo ahora, aunque bueno, puede que estuviera exagerando. Tampoco sabía a ciencia cierta si esta mujer tenía intenciones ocultas, que… viéndolo bien no lo creo. Estoy consciente de que estoy buenísimo o bueno, así me veo yo mismo, pero sé que tampoco es que yo sea un “Martín”, que conquista mujeres solo con inhalar cerca de ellas. Por algo fue todo un desafío conquistar a Mía y no creía, que una mujer como Lauren, mayor que yo, universitaria, hermosa y probablemente, con mucho más mundo encima, se fijase en sí así porque sí, sin motivos. No tenía sentido.

No debía preocuparme por nada. No era posible.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo