4.

 Su verdadera personalidad.

Llegué temprano este día a la oficina, no dormí bien anoche y estaba de un genio terrible.

-Gina, llama a Dylan y dile que venga de inmediato, lo quiero patear. – Ella salió de inmediato y un par de minutos después, vi al castaño llegar a mi oficina y cerró la puerta.

-¿Quieres patearme? – Preguntó nervioso, dudaba si debía acercarse o no.

-Siéntate, me desespera verte temblando ahí de pie. – Se sentó de inmediato. – Primero: has tardado una semana en las estadísticas, ya mi madre me tiene el ano hinchado de tanto preguntarme por ellas.

-Ya están listas, en la tarde te las envío al correo. –Respondió.

-Segundo: ¿de dónde sacaste mi número?

- Me lo dio Leo. – Respondió. Ya sé a quién debo ir a patear esta noche.

-Está bien. Tercero, ¿cómo qué futuro esposo? Pasé toda la noche con dolor de barriga por ese mensaje tuyo de mal gusto. Sabes que soy el tipo más relajado del mundo, pero esos mensajes no me gustan. Soy tu jefe aunque no lo parezca.

-Sé que eres mi jefe… - Miró hacia abajo. – Pero me gustas desde mucho antes que lo fueras…

-Dylan.

-Y te voy a conquistar. – A pesar de mi malgenio de esa mañana, estallé en risas, no lo pude evitar. El me miraba totalmente serio.

-¿Por qué se supone que eres tan cursi? ¿Creciste viendo novelas mexicanas o qué?

-Sí, mi favorita es María la del barrio.

-No puede ser, eres peor de lo que pensé. –Lo miré con decepción. -Ya ve a ver plaza sésamo.

Se puso de pie y se dio la vuelta, pero luego volteó a verme.

-¿Harás algo en la noche? – Preguntó y pensé: ¿tengo que estafar a alguien hoy?

¿O Kit hizo el trabajo esta vez? Creo que ya lo hizo, era su turno esta vez. La última me dejó solo el malnacido y por su culpa, me caí por andar huyendo de los vigilantes del edificio de seguros. Aún me duele el trasero desde ese día, le diré a mi Leo que me unte una pomada en el trasero para hacerlo enojar.

-Creo que no, ¿por?

-¿Irías a cenar conmigo? – Negué con la cabeza y me miró frustrado. – Di que sí, yo cocinaré para ti, por favor.

-No Dylan. Sal. – Asintió cabizbajo y salió. Por lo visto serás todo un dolor de cabeza.

Para rematar mi día, Leo apareció en mi oficina a eso de las dos de la tarde. Nadie lo invitó y no sé por qué presiento que empezará a venir seguido, si lo hace arruinará mis malévolos planes.

-Hermanito. – Me abrazó y de inmediato, me lo quité de encima.

- Treinta y cuatro años, tienes treinta y cuatro años.

-Qué aguafiestas eres, no puedo demostrarle afecto a mi único hermano porque me llama anciano.

- Oye, también tienes una hermana.

- Por dios, la olvidé.

-¿Qué quieres? Estoy muy ocupado. – Le dije.

-Estás dibujando en paint, ¿a eso le llamas ocupación? – Lo fulminé con la mirada. Ya arruinó a Matt, mi dragón.

-¿Qué quieres?

-No soy el único inmaduro de la familia por lo visto. – Lo miré serio y se echó a reír. - ¿Qué tal te ha ido?

-Todo bien hasta ahora.

-Claro que debe irte bien, no haces nada aquí. Sé que esclavizas a mi amigo, que bajo eres.

-Metete en tus asuntos Leo. Si no le gusta, la puerta está abierta.

-Oye tú. – Le dio la vuelta a mi silla y me miró fijamente. – No te atrevas a echarlo, no seas cruel.

-Si sigue de intenso, con sus negras intenciones amorosas, sí lo haré.

-Frank, Dylan mantiene a su hermanita y a su abuela con este trabajo. Su padre huyó cuando era chiquito y Sofía, su mamá, murió hace dos años. Ella fue una de las víctimas del accidente de Airlines, ¿recuerdas?

-No sabía… - Me sentí mal al escuchar eso, no tenía idea de que tan mal estuvieran las cosas con la familia de Dylan. Escuché sobre ese accidente, fue famoso aquí. El avión se perdió de los radares y desapareció por más de cinco meses. Encontraron los rastros en el mar, jamás hubiera pensado que la mamá de Dylan iba en ese avión.

-Te pegaré si te metes con él.

-¿Tú y cuántos más? – Vacilé y me empujó, reí. – Oye ya, cálmate. No decía en serio lo de sacarlo, ni aunque no me hubieras dicho eso lo haría. Sé que es un buen chico y gracias a él, mamá no se ha enterado de que no cumplo con nada del contrato, pero me perturba un poco el tema de… ya sabes.

-¿Qué está enamorado de ti?

-Leo, ¡no digas eso en voz alta! Es muy raro, nunca un hombre me había dicho algo así y menos de esa edad.

-Sí, lo sé. Por eso le dije hace mucho que perdiera las esperanzas, que eres heterosexual, pero sigue empeñado con que te vas a casar con él como sea.

-¿Nunca le dijiste que estoy comprometido?

-Él lo sabe, Natalia se lo dijo. A veces ellos dos hablan de ti. – Maldición, ahora mi novia y el castaño son amigos, quién sabe desde cuándo.

-¿Natalia sabe que él me manda cartas?

-Supongo que no, sino, no le hablaría. –Se encogió de hombros. – De igual forma, escucho a hablar a Dylan de ti desde mucho antes que siquiera empezaras a andar con ella. – Pensé un momento. Yo le pedí matrimonio a ella hace dos meses y antes duramos un año de novios, eso quiere decir que el castaño tiene sus gustos extraños conmigo desde hace más de dos años. Recuerdo que para esas fechas Kit tuvo que sobornar a un fiscal para que me dejara salir. Esa fue la segunda vez que me arrestaron y la segunda que él me salvó, por eso confío tanto en él. –Cambiando de tema, espero que esta vez sí me hagas el favor de conseguirme una cita con Maya.

-Ya te dije que es lesbiana.

-Eso se le quita, no podrá resistirse a este hombre. – Reímos.

Salí a las cinco de la tarde y bajé al parqueadero. Iba a ir a mi apartamento. Era viernes y siempre salgo con Kit y Maya este día, es como una costumbre. Vamos a beber a un club, bar o lo que sea. Kit es el que escoge el lugar siempre, conoce toda la ciudad y es amigo de todos adónde va. Ellos me estaban esperando, demoro en llegar unos cuarenta minutos, me visto y a las siete debemos salir, porque Kit dijo que tardaríamos dos horas en llegar al bar porque queda en una zona con mucho tráfico, así que debía irme de inmediato.

Caminé hacia mi camioneta mientras revisaba los mensajes de mi teléfono, cuando vi al castaño esperando sentado sobre este. Maldición.

-Oye, bájate de ahí. ¿Cómo sabías cual era mi auto?

- Sé todo sobre ti. – Dijo cínicamente y lo bajé tirando de su brazo. –Oye es una broma, te he visto llegar en este auto.

-Eso no explica por qué estabas sentado sobre él. ¿Así pasas el rato o qué? Niño raro.

-No.

-¿Entonces? – Pregunté y él sonrió. ¿Esta era la primera vez que lo veía sonreír?

-¿Me llevas?

-No, tengo cosas que hacer.

Se pegó como un mono a mí, abrazándome fuertemente por la cintura y me alteré, sentí mi rostro arder. ¿Qué demonios?

-¡Dylan!

-Llévame, no seas malo. – Solo veía su cabello desde este ángulo. La cabeza del enano me llega a duras penas por el pecho, intenté que me soltara, pero tiene fuerza, ¿dónde la esconde con esos bracitos de Barbie?

-Voy a salir a un bar con unos amigos ahora, no tengo tiempo para llevarte. Lo siento.

-¿Puedo ir contigo?

-Dylan, no seas intenso…

-Entonces llévame a mi casa, ¿sí? – Lo vi sonreír de nuevo y asentí con la cabeza. Creo que no me costaba nada hacerle el favor y bueno, me dio algo de lástima decirle que no con tanta insistencia. Vaya asistente peculiar el que me tocó.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo