2.

 Mi asistente.

Caminaba por el pasillo de las oficinas administrativas junto a Gina, la asistente de papá. Me puse uno de mis tantos trajes y noté que todos me miraban mientras caminaba por el pasillo.

Gina me enseñó la que sería mi oficina, era justo al final del pasillo. Apenas entré, vi a un niño sentado en uno de los muebles de la oficina. Se puso de pie al verme entrar.

-¿Y este quién es? – Le pregunté a Gina y sonrió. Se puso al lado de él y el niño me miró incómodo. – La guardería queda en el primer piso.

-Él es Dylan, será tu asistente.

Contuve la risa y me senté en la silla del escritorio.

-No bromees, lleva al niño con su mamá que lo deben estar buscando.

-Disculpe señor Castellón. – Dijo con voz temblorosa, ¿Sabía mi apellido? – Yo soy su asistente. No había tenido oportunidad de conocerlo, pero Leo me habló mucho de usted.

¿Qué clase de broma de mal gusto es esta? Este niñato no podía ser el famoso amigo de Leo, con el que se va de juerga. Es imposible. Acepto que no lo conocía, nunca lo vi, y solo sabía de el por lo que mis padres y Leo me decían, pero a este niño que tengo en frente, solo puede tener como mucho quince años o menos, no la edad que me habían dicho y ni esa ropa de trabajo lo hace ver mayor.

-Dejen ya de bromear, necesito desocuparme rápido. Salgan que tengo cosas que hacer y Gina, llama a mi asistente. – Me recliné en la silla y ellos se miraron entre sí.

-Señor. – Dijo Gina y me miró seria. – No estamos bromeando. Él es su asistente. Sí, es menor de edad pero lleva meses aquí. Si no me cree, puedo decirle a su padre que le diga.

- ¿Lo llamo? – Preguntó nervioso el… ¿medio hombre?

-No inventen, ¿cómo puedo llamar a este individuo con esa cara de salir en comerciales de Legos mi asistente? – No podía evitar reír con ganas. Me miraban desconcertados entre sí mientras me reclinaba en la silla. – Bien, ya te creo. Procura cambiar ese pelo de vieja que traes, que me da calor y cuando estoy así, me vuelvo irritante.

Así transcurrieron mis primeras horas de trabajo y me di cuenta de una cosa horrible… soy un completo inútil en este trabajo. No tenía idea de siquiera por dónde empezar. No entendía nada de las estadísticas de la empresa, ni de las campañas publicitarias de las que me hablaron mis padres, ni nada sobre los juegos que pensaban sacar y demás. Eso me aturdió muchísimo, pero por suerte conseguí a un esclavo, ya sé quién hará todo mi trabajo y vaya, es verdad que tiene diecisiete. ¿Por qué se supone que es tan enano? ¿Por qué no creció más?

¿Su mamá le daba leche materna o gasolina? Alonso a duras penas me llegaba al hombro y era bastante delgado.

Debía salir a las cuatro de la tarde, pero salí al mediodía porque me aburrí de tanto pensar y tenía mucha hambre. Dejé al niño haciendo lo que me correspondía y bajé al parqueadero. Pensaba irme tranquilamente en mi camioneta, pero no sé de donde salió Leo y gritó asustándome.

-No eres más inútil porque no te lo has propuesto. – Le dije y rió con ganas.

-Es mi meta de vida, hermanito.

-¿Qué haces acá? – Le pregunté mientras caminábamos hacia mi camioneta.

-Vine a verte.

-Debí suponer que estarías de intenso. – Encogió los hombros y sonrió.

Salimos y fuimos a almorzar en un restaurante cercano en que la carne es su especialidad. Nos sentamos en la mesa junto a la ventana y ordenamos.

-El sábado tengo una fiesta que te cagas. – Comentó emocionado.

-Cuándo no. – Dije mientras masticaba.

-¿Quieres ir?

-No me interesa irme de fiesta con chicos de universidad, ya estoy algo mayor para eso y tú también.

-¿Cómo que estoy mayor para eso? Estoy en la universidad también, recuerda que el semestre pasado entré a Matemáticas. – Reí con ganas y él me miró confundido. - ¿Por qué te ríes?

- Es como tu décima carrera.

- Esta será la definitiva.

- Ni tú mismo crees eso Leo. - Reímos.

- ¿Ya conociste a mi mejor amigo?

- De eso te iba a hablar. No entiendo como tu mejor amigo puede ser alguien tan chiquito como Dylan. Es muy pequeño y me refiero a todos los sentidos posibles. La gente que lo vea con un anciano como tú, pensarán que eres un pedófilo que lo quiere violar.

-¿Pedófilo? Primera vez que me dices así. – Dijo entre risas. – Te caerá bien él.

- ¿Por qué estás tan seguro?

- Algo me dice que así será. – Me guiñó un ojo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo