Capitulo 3

Mis pasos hacían eco en mi cabeza, como si mis oídos estuvieran tapados, la jaqueca me estaba matando, mis ojos no distinguían el camino, a causa de una luz blanca y cegadora, seguía en este lugar tan conocido para mi mente. El frio en mis pies, me recordaba que todavía podía sentir, no sabía hacia donde iba, pero comencé a correr sin rumbo, todo era extraño, no se notaba el comienzo del suelo o paredes.

- ¿Acaso estoy muerta? - Pensé para mí misma.

Mi cuerpo se detuvo en seco, cuando una fuerte corriente eléctrica, me invadió por completo, una, otra y otra vez y, de un segundo a otro, volví.

Las lágrimas en los ojos de Laura, caían como cascadas.

-Amiga. Gracias a dios, despertaste-Me dijo mientras, me tomaba en sus brazos.

Las cortinas del pequeño cuarto, se mecían suavemente por la briza, el lugar era bastante luminoso y el olor a medicación y desinfectante, penetraba en mi nariz.

- ¿Dónde estamos? - Dije bastante confundida.

-Es el hospital-

Un hombre con bata, ingresó al lugar-Señorita, solo tuvo un ataque de pánico, déjeme llenar la documentación correspondiente y, en media hora podrá irse a casa-

¿Solo un ataque de pánico? ¿Cómo es posible que fuera solo eso? Creí que en verdad había muerto.

Aún no terminaba de comprender, todo lo que estaba o había pasado-Laura, me duele la cabeza-

No podía recordar con claridad, todo estaba muy confuso, pero la sensación de haberme perdido, no desaparecía, solo venían a mi mente, imágenes borrosas, pero nada concreto, como para llenar el vacío que estaba sintiendo en ese momento.

-Señorita, le recomiendo que se tome unos días de descanso- fue lo último que dijo el doctor, para luego mirarme de forma indiferente e irse.

Salimos del hospital y decidimos, caminar a mi casa.

-Clara, será mejor que estés en cama unos días-

-No creo que sea necesario, estoy bien, solo fue un susto. Aunque en realidad no estoy muy segura de que paso-

-Clara vamos, solo unos días, en verdad creo que debes descansar-Laura estaba verdaderamente preocupada.

Mientras mi amiga hablaba, lo vi llegar, ahí estaba mi dulce amor, Adrián, quien estaba vestido muy elegante, nuevamente mi corazón se sintió inquieto.

-Laura, es Adrián ¿lo viste? - dije mientras sacudía su brazo.

Se giró sin una pisca de disimulo- ¿Dónde? -

-Esta por…-No terminé la frase, él ya no estaba-Creo que debió haber entrado-

Continuamos caminando.

-Clara, sé que aún no conozco a ese hombre, pero tengo un mal presentimiento-

Mi amiga estaba incomoda por alguien, que aún no tuvo ningún tipo de contacto con ella, que solo conoce por lo que he estado contándole sobre él.

-No creo que sea justo, juzgarlo de esa manera-

Ella no dijo ni una sola palabra más, pero pude notar la frustración en su rostro, ante mis palabras. Estaba segura que solo buscaba protegerme, pero no tenia sentido, ayer me preguntaba cuando me lanzaría sobre él y hoy, no parece muy a gusto con la idea

Llegamos a mi casa.

-Clara ¿quieres que me quede esta noche? - se notaba la inseguridad, en los ojos de mi dulce amiga.

-Estoy bien- traté de dibujar una sonrisa en mi rostro-Solo necesito bañarme y dormir-

-Bien-Suspiró-Se que eres obstinada así que no voy a insistir, solo te pido que no dudes en llamarme por favor-

La abrace con fuerzas-Descuida, estaré bien-

Me quedé parada en la puerta, viendo como Laura se alejaba, cuando dobló la esquina, comencé a caminar por la dirección contraria. Necesitaba acomodar mis ideas, quería pensar, quería estar sola.

Estaba aún muy preocupada por lo que me había pasado, pero tampoco podía encontrar una explicación, mi cabeza estaba hecha pedazos, miles de ideas iban y venían sin descanso, provocándome una gran ansiedad.

No tenía rumbo, solo caminé sin detenerme, hasta llegar a una pequeña plaza.

 La briza de la noche era tibia y suave, como una caricia llena de amor.

 Me senté en una banca y, dejé que mi mente se llenara con el silencio de la noche.

Un dulce aroma a perfume llamó mi atención.

-Clara-Dijo aquel hermoso hombre, mientras se acercaba lentamente a mí.

- ¿Adrián? - Estaba sorprendida, si quería verlo, pero jamás creí que sería en este mismo momento.

Sonrió-te sorprendí, lo siento, no fue mi intención-se sentó a mi lado- ¿Puedo hacerte compañía? -

Los nervios comenzaron a llenar mis mejillas-Si, sí, claro-

-Dime ¿Por qué una señorita tan bella, está sola en un lugar como este, a esta hora? -

Levanté lentamente mi rostro, para dejarme cautivar por ese azul profundo de sus ojos, esos que me provocaban escalofríos en la espina.

-Solo necesitaba caminar, eso es todo-

Se acercó un poco más a mi- ¿Te sientes mal? -

Levantó una de sus manos y con suavidad, tomó un mechón de mi cabello, para luego comenzar a jugar con él entre sus dedos.

-Sabes, si algo te está pasando, puedes confiar en mi- Llevó mi mechón a sus labios y lo besó, para luego devolverlo a su lugar, detrás de mi oreja, como si se tratara de una dulce caricia.

Sentí que me estaba quemando, santo dios, como podía un hombre ser tan provocador, tan bello y deseable. Pero algo gritaba en mi interior, como queriendo crear una barrera entre nosotros, era como si en realidad no debiéramos estar cerca uno del otro.

-Muchas gracias Adrián-Mis manos comenzaron a temblar, mi corazón estaba a punto de explotar.

El calor de una gran chaqueta cubrió mi espalda-Estas temblando de frio-Rozó levemente mi espalda con su mano-Puedes enfermarte-

-Muchas gracias-

¿Qué diablos? ¿Qué hago? Mi cuerpo parecía querer rendirse a sus pies, mi alma sentía la gran necesidad de estar mas cerca de él, mientras que mi cabeza solo buscaba la manera de seguir teniendo el control de mis acciones.

-Clara, en verdad estas temblando, pareces helada-

Tomó mis manos entre las suyas, y las acerco para calentarlas con su aliento. Mi labio inferior se unió al temblor de mis dedos, el calor comenzó a recorrer, de mis mejillas, a mi estómago, pero cuando él levantó la vista, para robar mis ojos, mientras resoplaba lentamente, sentí que me consumía el deseo, como si estuviera bloqueando lo ultimo que me quedaba de control.

En un acto involuntario, mis dedos rozaron su boca, pero él no dejaba de mirarme, como si supiera lo que me estaba provocando, apagando mi razón y encantando mi cuerpo, para hacerme caer por completo en su red, haciéndome vivir un momento que yo sentía repetido. Tomó mi dedo, para que la yema recorriera la suavidad de su s labios.

Mi respiración estaba comenzando a agitarse, pero no podía moverme, me sentía atrapada, como si su mirada me hubiera hecho entrar en un trance, del cual no quería volver.

El aire se volvía más pesado-Déjame darte calor- susurró mientras sacaba su lengua, para luego lamer mi dedo.

Mis ojos se entrecerraron y un cosquilleo bajaba entre mis piernas.

Descuidadamente deje escapar un leve gemido, algo que pareció complacerlo, ya que, al percatarse, sonrió.

Dejó que su lengua recorriera la palma de mi mano, para ir subiendo lentamente por mi brazo, hasta llegar a mi cuello. Lo sentía respirar y sin soltar mis manos, comenzó a morderme, no era doloroso, al contrario, era algo que jamás había sentido en mi vida, este fuego que recorría cada centímetro de mi cuerpo, era algo que no podía describir o controlar.

Dejó que su nariz jugara con el lóbulo de mi oreja, cada vez mi agitación era más notable. En un segundo, nuestras frentes se habían pegado y nuestros labios compartían el mismo aire agitado y, cuando por fin íbamos a fundirnos en un beso, su celular sonó.

-Clara- Dijo entre suspiros-Lamento esto, pero debo contestar-

No podía hablar, así que solo moví mi cabeza en modo de afirmación, lo vi levantarse y hacer unos pasos alejados, para poder contestar.

-Lo siento, debo irme- Dijo luego de colgar-Espero no haberte tomado por sorpresa, es que siento que mi corazón, ya no puede controlar esto que estoy sintiendo- Y así sin decir más, con su rostro completamente sonrojado, simplemente se giró y se fue.

Quede en un estado completo de confusión, buscando mi cordura para tratar de volver a traer mis sentidos, a este mundo real, del cual él me había sacado.

Llegué a mi casa, solo porque mi subconsciente sabia como volver, entré en el baño y me duché con agua fría, salí envuelta en una toalla y al llegar a la cama me senté en ella. Mi mente aún estaba en estado de inconciencia total, no podía creer lo que había pasado, mire mis manos aún temblorosas, el solo recordar sus labios y su lengua, me llenaba de éxtasis.

¿Cómo fue, que, de un segundo para otro, esto paso? Solo apareció de la nada, como si supiera donde estaba, como si mi mente lo hubiera estado llamando, como si leyera mi corazón, provocó mi cuerpo para luego solo irse.

Luego de varios minutos pude reaccionar- ¿Cómo diablos se supone, que lo mire a la cara ahora? Debo aceptar, este hombre me tiene cada vez más a su merced, como si fuera consciente de mis sentimientos.

Recordé que me había traído su saco, negro, ancho de hombros, que estaba completamente impregnado por aquel dulce y fuerte perfume, ese que ahora, estaba en cada rincón de mi memoria y sentidos.

Fui a tomar el saco y, dejando caer la toalla me envolví en él, aún conservaba su calor. Camine hacia la cama, tome mi medicación para la migraña y me recosté.

Intentaba conciliar el sueño, cerré los ojos, pero esas imágenes, de su mirada puesta en la mía, mientras recorría mis dedos, me provocaba escalofríos, como si estuviera, en este momento, el mismo Adrián, recorriendo mi espala con sus manos, embriagándome con su aroma, respirando lentamente en mi cuello, jugando con su lengua por mi piel, podía sentirlo, quería sentirlo. Recuerdos vivos me absorbían, haciéndome perder la cordura y el control de mis acciones, dejando que Adrián se apoderara de mi mente, dejándolo investigar cada rincón de ésta, dejándome llevar, cayendo en el abismo y profundo azul de sus ojos, gravados en mis pensamientos, entregándome a su total y completa merced.

Me convertí en esclava del deseo, de su deseo, estaba perdida, rendida, completamente para él, a sus pies, dispuesta a vender mi alma al mismísimo diablo, por solo verlo, olerlo y sentirlo una vez más. Imaginar el calor de su piel, con la mía, me ahogaba en éxtasis, su sudor mezclándose con el mío, me derretía hasta lo más profundo, su respiración agitada en mi oído, su aliento pesado combinado con mi respiración, mi cuerpo haciéndose uno con el suyo, sus manos tocando y recorriendo cada rincón.

 Mi mente viajaba a millas por segundo, y mis manos se encargaban de apaciguar mi fuego, quitando lentamente, el calor intenso que me ahogaba y dejando como ultimo pensamiento, aquellas palabras tan reales que jamás olvidare.

-Déjame darte calor-

Nuevamente dejó salir de él, ese lobo oculto, uno que quería conocer, aunque fuera en este poco tiempo, no me importaba nada más, debía decirle como sentía, aunque tenia el presentimiento que él ya lo sabía.

Cada vez que el actuaba de esa manera, me paralizaba por completo, quedando en un estado de completa sumisión, dejándome llevar por el momento, para luego pensar, llenándome de dudas y experimentando un viaje, a un lugar que sentía que ya había visitado.

Espero no estar cometiendo un error, al querer entregar, tan rápidamente, mi cuerpo y mi corazón en sus manos.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo