Oscura obsesión de amor
Oscura obsesión de amor
Por: Estefi
Capitulo 1

La luz blanca segaba mis ojos, hoy, hacia más frio de lo normal, mis pies descalzos estaban helados, labios morados, pero con una bella sonrisa dibujada en ellos, la cual solo muestro para él, quien me mira en aquel rincón, siempre tan silencioso, tan puro y en paz.

Como no amarte si, recorres cada pasillo de mi mente y observas mis pasos, como esperando por mí, susurrando palabras suaves a mi oído. Como no amarte si, eres lo único que me ha quedado, en esta despiadada existencia.

Aún recuerdo aquella vez que, prometiste no irte y has cumplido con eso, aunque nadie más pueda disfrutar de tu presencia.

Escucho como pronuncias mi nombre cada noche, extendiendo tu mano.

-Ven conmigo- me dices dulcemente, pero no puedo liberar mis brazos, no logro moverme. Mis ojos, se llenan de lágrimas por la impotencia.

-Lo he intentado-contesto en llanto-juro que lo he intentado, pero no puedo-

-Debes intentarlo más. No llores-El tono de su voz, solo hace eco en mi cabeza, siento el calor imaginario de su mano al limpiar mi mejilla-sonríe para mí. Te estoy esperando-

………

Hace diez años atrás, fue cuando lo vi por primera vez, jamás me olvidaré de su hermosa sonrisa, sus ojos claros, como un bello amanecer, que se combinaba con la noche por lo oscuro de su pelo.  Adrián, un nombre que se grabo a fuego en mi corazón.

En ese momento de mi vida, solo estaba en busca de una razón para seguir, hasta que apareciste, como un milagro enviado por dios, entraste en la vieja florería, que mis padres me habían dejado de manera forzada.

-Buenas tardes-sonrió de manera deslumbrante-Estoy buscando unas rosas-

El calor de mi corazón llegó a mis mejillas. En mis veinte años, jamás había sentido algo como esto-Si, si- dije sonrojada y nerviosa-déjeme ayudarle señor-

Caminé hacia las rosas y creo que, si no fuera por el ruido de mis pasos, mi corazón podría haberse escuchado, mientras se me salía del pecho.

Era extraño, a pesar de que era nuestro primer encuentro, sentía nostalgia, como si ya nos hubiéramos visto.

-Dígame señor, la cantidad de rosas que le gustaría llevar-Trate de disimular mis nervios., pero sin alejar el pensamiento de que, algo estaba omitiendo.

-Con seis está bien-

Preparé el paquete, mientras sentía su mirada en mí, como si tratara de leerme, comencé a sentirme ansiosa, descuidando mi labor por un segundo. Levanté la vista, para cruzarme con sus ojos azules y trasparentes como el mar, los cuales lograron cautivarme completamente.

-Te has cortado-dijo mientras sacaba un pañuelo del bolsillo.

Estaba tan inmersa en mis pensamientos, que no me percate de aquella pequeña raspadura, por una espina que descuidadamente dejé

-Oh, no se preocupe, no es nada-

-Deja que te ayude-Su voz era suave y masculina.

Tomó mi mano, como si hacerlo, fuera algo natural para él. Envolvió mi dedo con su pañuelo, para luego mirarme y sonreír.

-Mi nombre es Adrián- Dijo al soltarme lentamente.

-Soy Clara-  

-Clara, es un bello nombre. Bueno Clara, creo que nos veremos muy seguido, no te preocupes por el pañuelo, puedes dármelo en otro momento, mañana vendré a buscar más rosas-

No supe que decir, solo sonreí, me sentía extraña, no sabia muy bien como explicar lo que me estaba pasando.

Era la imagen ideal de un bello príncipe de ensueños, alto, robusto, parecía hacer ejercicio, llevaba un bello traje negro y caro, un reloj en su muñeca que dejaba en evidencia, que era alguien en una buena posición.

Luego de pagar, tomó las rosas efectuando un leve roce entre nuestros dedos, un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo.

-Nos vemos pronto Clara- Su sonrisa era deslumbrarte y cautivadora, era imposible no sentir atracción por él, pero sentía que algo más había, algo oculto.

La campana de la puerta sonó al cerrarse tras él, haciendo que mi mente dejara de divagar, no podía creer, ¿en verdad me había enamorado a primera vista, de un hombre completamente desconocido?, mire aquel pañuelo blanco que envolvía mi dedo y mi corazón se aceleró, mis mejillas enrojecieron y una sonrisa involuntaria se dibujó en mis labios-Adrián-Suspire.

El día termino y ya estaba lista para irme a casa, pero la emoción de mi corazón no me dejaba tranquila, necesitaba compartir esto con alguien, así que decidí llamar a mi mejor y única amiga. Tome el celular de mi cartera y le marque con prisa.

-Lau, amiga hola. Vallamos a tomar un trago, tengo algo que quiero contarte-

-Clara. Jaja, ¿que será eso que te trae tan emocionada?, deja me cambio y nos encontramos en el bar de siempre-

Laura, la única persona que ha estado a mi lado, luego de la muerte de mis padres, lo cual ocurrió cuando tenía 18 años, mi amiga de la infancia, mi hermana, mi confidente y pañuelo de lágrimas, a quien le confío mi vida en sus manos, gracias a ella, pude seguir adelante durante estos dos años. He pasado noches en vela, llenas de lágrimas y dolor, en aquella vieja casa, donde crecí con mis padres. Me despertaba gritando y bañada en sudor, pero ella estaba conmigo para reconfortarme con un, todo estará bien, mientras acariciaba mi pelo. Jamás olvidare lo que ella hizo por mi durante este tiempo, de mi desgastada vida.

La nostalgia de aquellos recuerdos borrosos, invadía mi mente, mientras caminaba al bar que estaba a tres cuadras de la florería, al llegar, pude escuchar una dulce voz que me llamaba.

-Clara. Vine lo más rápido que pude-Dijo sonriente.

-No es como si tuvieras mucho que caminar- dije de modo irónico, ya que solo debía hacer unas cinco cuadras.

En este pequeño lugar, todos estamos cerca unos de los otros, la mayoría nos conocemos bastante. Es un lugar alejado de las verdaderas grandes ciudades. Cuanta con un puente de ingreso, el cual cruza un bello rio y, a pesar de tener pocos habitantes, esta bien urbanizado y tiene los recursos suficientes, como para llevar una vida tranquila. Escuelas, un bello hospital y diferentes locales en su pequeño centro, en verdad mi hogar, a pesar de los malos momentos que me han ocurrido aquí, era una zona tranquila y segura.

-Vamos, vamos, no seas tan sarcástica, jaja, entremos- me abrazo por la cintura.

Entramos y pedimos las bebidas de siempre, mientras los ojos de mi amiga se llenaban de curiosidad.

-Amiga, vamos cuenta- Reclamo en modo de queja.

-Estoy enamorada- dije sin rodeos.

-No puedo creer lo que mis oídos estas oyendo, ¿Quién fue el caballero que ha logrado conquistar el corazón de la reina del hielo? Jajaja-

Comenzamos a reír como hace tiempo no lo hacíamos.

-Laura, no seas mala conmigo-me sonroje.

-Esta bien. Ahora cuenta todo el chisme. ¿Quién es? –

-Su nombre es Adrián-Suspire- es alto, joven, caballeroso, de pelo negro y ojos azules-

Pude sentir como el recuerdo de su mano rosando la mía llenaba mi corazón.

-Amiga, veo que eres bastante exigente en tus gustos. ¿Cómo se conocieron? ¿Se volverán a ver? ¿Tienes su número? -

-Espera, espera, solo fue un encuentro de una vez. Llegó a comprar rosas y dijo que pronto nos volveríamos a ver-

-Clara, no dejes que se te pase el tren, debes pedir su número en el próximo encuentro- Los ojos de Laura estaban mas brillantes de lo normal-Hacia rato no te veía con ese hermoso brillo, aférrate al amor Clara, ya te toca ser feliz-

Sonreí con lágrimas en los ojos-Muchas gracias Laura, no se que hubiera sido de mi sin ti-

La noche siguió entre copas y risas, me sentía plena, llena de paz, me sentía feliz. Sabia en el fondo, que ella no estaba muy convencida de la situación, ya que era muy sobreprotectora, pero también estaba segura, que me apoyaría en todo.

Al llegar a casa, todo daba vueltas-Creo que he bebido de más- Dije mientras cerraba la puerta de entrada. Fui a darme un baño, para recuperar un poco la conciencia y luego ir a la cama, pero al pasar por el living, algo en la ventana capto mi atención, y una sensación extraña se apodero de mí, como si tuviera la urgente necesidad de mirar.

Me asomé corriendo la cortina lentamente, pude divisar fuera, un auto negro de alta gama, y aunque estaba un poco lejos, el reflejo del viejo farol que iluminaba ese lugar, me mostraba un par de ojos azules, que estaban clavados en mi ¿En verdad era él, O solo me estaba dejando llevar por lo que mi cuerpo había consumido? Fronte mis ojos con mis dedos, pero solo logré ver mas borroso. El vehículo encendió sus luces y comenzó a alejarse lentamente.

¿Acaso mi mente me estaba jugando una mala pasada?, no puede ser, yo sé lo que vi. Trate de buscarle lógica a la situación, ya era demasiado extraño, que solo podía ver el reflejo de sus ojos.

Quizás, era una persona que estaba esperando a alguien.

Me dije a mi misma, tratando de no darle tanta importancia a la situación, no quería dejarme llevar por mi imaginación, solo para luego darme cuenta de que estaba malinterpretando lo que estaba ocurriendo, me ha ocurrido varias veces.

Retomé mi camino al baño, el que tenía en mi cuarto. Al llegar me desvestí y dejé mi cuerpo bajo la ducha, por varios minutos, mientras el agua tibia me ayudaba a deshacerme de tontas ideas.

Salí envuelta en una toalla, dirigiéndome a la cama, busque en mi mesita de luz, aquellas pastillas para la migraña, las cuales he tomado desde la muerte de mis padres, por esos terribles dolores de cabeza que me invaden por las noches.

Sabia perfectamente, que el medico me las había recetado cada ocho horas, pero no las creía necesarias, ya que las migrañas, solo se hacían presentes en la madrugada.

Una vez cambiada y ya en la cama, comenzaba la eterna lucha nocturna. Tengo problemas para dormir, desde que eso paso. Es como si una recopilación de imágenes, entrara y salieran de mi cabeza, pero con el tiempo, me di cuenta que algunas de esas escenas, eran momentos de mi vida. 

 Cerraba mis ojos y podía escuchas los gritos de mis progenitores, mientras el auto en el que ellos estaban ardía en llamas. Los bomberos me tomaban de los brazos, para que, en la desesperación, no fuera a intentar ayudar a mis padres, los cuales ya no tenían salvación. Este doloroso recuerdo de mi vida, era con el que más seguido soñaba. Se sentía tan real, que en ocasiones lograba sentir el calor del fuego cerca de mi cuerpo. Hubo un tiempo, en que pasaban días, sin poder conciliar el sueño, solo con cerrar los ojos, era suficiente para revivir tan cruel momento.

Las lágrimas comenzaron a caer, mojando mi desgastada almohada, tape mis oídos mientras me consolaba-Todo va a estar bien. Todo va a estar bien- me repetía una y otra vez, hasta que, por fin y por cansancio, podía conciliar el sueño.

La mañana se presento con un bello día caluroso, la emoción de ir a la florería me levantó de un salto de la cama. Me arreglé como nunca lo había hecho antes, aunque no había mucho que me hiciera especial, yo me sentía hermosa. Deje mi cabello castaño suelto, lo que me hizo recordar que había pasado un tiempo de la ultima vez que lo corte, dejándolo llegar hasta mi cintura. Delineé mis ojos, algo que hacia que el color miel de estos resaltaran un poco. Espolvoreé mis mejillas blancas, para darles un tono ligeramente rosa y me puse un vestido floreado con sandalias color salmón.

Llegue a la florería mas temprano de lo normal, el aroma dulce de las plantas inundaba todo el lugar, haciéndolo una escena de en sueños, amaba este sitio, luego de pasadas tres horas, él llegó.

-Buenos días, señorita Clara- Dijo en un tono suave y varonil- Esta mañana se ve reluciente-sonrió-

No pude evitar sonrojarme-Gracias señor-

-No por favor, dígame Adrián, no creo que sea solo un par de años más grande que usted-

-Tengo 20 años, señor Adrián-

-Pues yo tengo 27, señorita Clara-

-Esta bien, Adrián-decir su nombre me llenaba de emoción- ¿en qué puedo ayudarlo hoy? -

-Creo que llevaré rosas blancas- sonrió-y también me gustaría, invitar a la señorita a tomar un café, si es que no lo toma como una ofensa-

No podía creer que en verdad me estuviera pasando esto-Me encantaría-

-Entonces espéreme aquí señorita, vendré en unos minutos con los cafés-

-Si claro- Me pareció un poco extraño, que me invitara a tomar un café y que no me llevara a una cafetería, pero rápidamente descarte esos pensamientos, ya que se trataba de la persona que más quería conocer, aquel que se robó mi corazón, quien quería que fuera dueño de mi alma y deseos, mi príncipe soñado.

Al cabo de media hora, llego con dos cafés.

Lo invité a sentarse en la cocina, estaba muy nerviosa, creo que era indisimulable.

Comencé a beber, no sabia como mirarlo a los ojos, ni como comenzar una conversación.

-El café, esta justo a mi gusto-Giré mi rostro para que no notara mi vergüenza.

Sonrió-Imaginé que a la señorita le gustaría-

-Gracias por esto- seguía sin verlo.

-Señorita Clara, ¿acaso sucede algo malo? –

-No. ¿Por qué cree eso? - dije entre cortado.

-Es que, siento que mi presencia la está incomodando- su tono de voz era dulce, pero a la vez, reflejaba frustración-Veo que esta esquivando mi mirada. Pido disculpas si la hice sentir mal-

-No, claro que no, es solo que…-Levanté la vista para verlo, sus ojos se fundieron con los míos, su mirada era tan profunda, que sentía que podía leer mis pensamientos-Es solo que estoy un poco avergonzada- mi rostro reflejaba, que esto era un hecho.

-No tiene por que sentirse así. Una hermosa joven como usted, debe tener más seguridad-

Jamás había escuchado tales palabras, me sentí caer en un mundo lleno de emociones, del cual, no creo que pueda salir con facilidad.

Mi vergüenza fue desapareciendo poco a poco, hasta que, ya podía hablar con tranquilidad. Pasaron horas, no habíamos prestado atención, sino hasta que él miro su reloj.

-Creo que ya he ocupado demasiado de su tiempo, debo llevarle estas rosas a mi madre-

Se levantó y lo acompañe hasta la puerta.

-Fue un gusto haber podido hablar con usted, señorita Clara, espero en algún momento, podamos llegar a ser más íntimos-

Estas últimas palabras, las dijo en un tono diferente, como si su intención fuera insinuar algo más, pero trate de no sacar conclusiones apresuradas, aunque en verdad me gustaba la idea.

-De a acuerdo Adrián, espero nos veamos pronto-

-Por supuesto que sí, Clara-

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