CAPÍTULO 2 – EL ANTRO DE MALA MUERTE

(Seven White)

Aquel día tenía más trabajo que el de costumbre, mi padre me había elegido para hacer las entrevistas de los nuevos aspirantes a estudiantes de nuestra universidad, así que no me cabía de otra, debía seleccionarlos yo mismo.

Pasé varias solicitudes al azar, sin prestar atención a ninguno de ellos, deteniéndome de golpe.

Un momento – pensé, al mirar hacia la ficha de una joven de más o menos mí misma edad – conozco a esta. Pero… ¿dónde la he visto antes? – estudié su perfil durante un instante”

Anastasia Clark – Era su nombre. Sólo por el apellido ya me sonaba de algo, sabía que había escuchado este con anterioridad, pero no podía recordar dónde.

Expediente académico – Sobresaliente. Incluso su profesor de literatura la recomendó para estudiar su asignatura en la universidad. Se adjuntaban algunos trabajos, y eran dignos de admirar.

Último trabajo reconocido – bailarina profesional en la escuela de danza “la garza”. Estaba claro que de ahí tampoco me sonaba.

Su dirección… estaba cerca del barrio rico, quizás era por eso por lo que me sonaba tanto, pero estaba seguro de que era otra cosa, aunque no sabía bien qué.

Señalé su solicitud entre los que pasaban a la siguiente fase. Y seguí repasando candidatos, pues no podía perder ni un solo minuto de mi valioso tiempo.

No había visto ni cinco, cuando el pesado de Brad comenzó a enviarme mensajes, uno detrás de otro, sin cese.

Agarré el teléfono, con desgana, pues me crispaba terriblemente los nervios tener un amigo como él. ¿Por qué no podía escribir las frases en un solo mensaje? ¿Por qué tenía que usar un mensaje para cada palabra? ¡Lo odiaba en aquellos momentos! Aunque sabía, que, en cierta forma, él sólo lo hacía para molestarme.

Brad:

“¿Qué

te

pareció

el

club?

Estuvo genial,

¿no?”

El club, el dichoso club al que me obligó a ir, después de meses insistiendo con el maldito tema, hasta que me cogió con la guardia baja y di mi brazo a torcer.

Era un club de estriptís, donde se bebía y se disfrutaba del espectáculo. Yo, por el contrario, me tomé una botella de agua, mientras miraba el móvil y limpiaba la bandeja de entrada de mi email, pues apenas tenía tiempo de hacerlo en el día a día. Borré más de mil mensajes esa noche, y por supuesto, no vi absolutamente a ninguna de esas chicas por las que mi amigo babeaba.

Yo:

“No estuvo mal. Pero dudo que vuelva a ir”

Brad:

“Eres un soso.

¿Cómo no pudo gustarte Cristal?

Es mi favorita.

Aunque Nicky…

no se queda atrás”

Yo:

“No estoy interesado en pagar para ver a mujeres desnudas”

Brad:

“Por supuesto.

Había olvidado que estoy con

Don Témpano

el que jamás está interesado en nada

que no sea su trabajo

y por supuesto las chicas…

ni mirarlas.

Si no fuese porque te conozco bien…

pensaría que eres gay”

Yo:

“No tengo tiempo para tus tonterías, tengo mucho trabajo pendiente, hablamos más tarde”

Dejé el teléfono sobre la mesa, y seguí trabajando en lo mío, hasta que llegó la hora de ir a recoger a la pequeña Lucy.

Sobre las siete de la tarde me marché del despacho, montándome en el chófer de papá, enviando los mensajes de preselección a los candidatos de camino al colegio de mi hermanastra pequeña.

  • Sev – me llamó mamá en cuanto entré en la institución. ¡Maldita sea! Se suponía que no la vería hasta la hora de la cena, ahora me mataría a preguntas sobre la cita a la que no acudí el día anterior - ¿cómo te fue la cita con la diseñadora de joyas? – insistió, mientras yo me encogía de hombros - ¿vas a subir a recoger a Lucy? – preguntó, mientras yo negaba con la cabeza – sube un momento y entrégale a Kara el horario de la semana, por favor – pidió, mientras yo agarraba el dosier y resoplaba, molesto, siguiendo mi camino.

Subí por el ascensor, justo como tenía que ser, enviando un mensaje a Margaret, la diseñadora de joyas, pidiéndole disculpas por el plantón, citándola para otro día. Por supuesto aceptó. ¿Quién no aceptaría con semejante tiarrón?

Llamé a la puerta, y esperé a que la señorita Park me abriese la puerta. Sonreí al verla, siempre me pareció una chica muy correcta.

  • El horario de la semana – aseguré, mientras ella asentía, dándome las gracias, agarrando el dosier, para luego cerrar la puerta.

Me encaminé por el pasillo, de nuevo hacia el ascensor, al mismo tiempo que este se abría y de él salía una joven, más o menos de mí misma edad. Me crucé con ella y ni siquiera la miré, pues lo cierto es que no estaba interesado en mujeres, nunca lo estuve. El amor nunca estuvo entre mis prioridades, hacía mucho que dejé de creer en esa idiotez. Quizás fue cuando mi padre engañó a mi madre con otra mujer, y un buen día apareció con Lucy, asegurando que su mamá murió al darla a luz.

Nunca me interesó demasiado interactuar con el sexo opuesto, siempre veía a las chicas demasiado egocéntricas y estúpidas como para tener algo que ver con ellas.

  • Ve a casa – me dijo mamá, al verme aparecer por el recibidor, de nuevo – yo llevaré a Lucy a casa, me ha surgido algo y me voy a demorar. – asentí, sin tan siquiera responder, para luego marcharme sin más.

Odiaba cuando me hacían perder el tiempo de aquella manera. Giré sobre mis talones y me marché hacia dónde Javier me esperaba con el coche, me monté en él, y juntos nos marchamos hacia mi apartamento del centro.

Por el camino estuve contestando emails por mi móvil de última generación, hasta que el pesado de Brad volvió a interrumpirme.

Brad:

“No veas que pedazo de bombón acabo de cruzarme por la calle”

*Fotografía de la susodicha*

Era una rubia con bastante delantera, justo del tipo que le gustaba a mi amigo.

“Esta noche voy al ensayo de las chicas.

Vente y presencias aquello, es algo de otro mundo”

Yo:

“Te repito, Brad. No estoy interesado en pagar para ver a chicas desnudas”

Brad:

“Eres un aguafiestas.

Sólo será un rato.

Hoy cierran antes porque sólo es un ensayo”

Yo:

“Mañana tengo que trabajar, así que la respuesta no ha cambiado en lo absoluto”

Brad:

Vale, señor de hielo.

Voy a buscarme un plan B.

Adiós.

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