30.

  1. Huyendo de mi corazón.

Mi hermana seguía abrazándome cuando mi padre llegó a casa, y puso el grito en el cielo al vernos fuera, con aquella nevada.

  • ¿se puede saber qué hacéis aquí fuera a estas horas? – preguntó él, haciendo que mi hermana se levantase, secase sus lágrimas y escondiese la prueba del delito a sus espaldas.

  • Papá – la llamó mi hermana – tienes que convencer a mamá de que deje entrar a Sarah a casa – rogó, haciendo que él levantase una ceja, sorprendido por aquella petición de su hija mayor, pues ella nunca solía interceder por mí

  • Sarah – me llamó mi padre, llegando hasta mí – ya basta, levántate, muchacha – me ordenó, y yo lo hice, pues nunca
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